La mafia del Gauchito Gil: un negocio millonario que terminó en tragedia
Hace más de 10 años, el predio del Gaucho Gil es tierra de nadie o, mejor dicho, tierra de una familia que se adueñó de la ermita a base de intimidaciones, violencia y amenazas. En Mercedes, todos conocen a Ramona Villalba quien, antes de convertirse en la presidenta del Centro Recreativo la Cruz Gil, limpiaba baños y vendía agua caliente y cintitas rojas en el santuario del gaucho milagroso para poder sobrevivir. Hoy en día es dueña de dos campos, un hotel, un comercio, vehículos de alta gama, y de vivir en un humilde rancho, pasó a habitar una elegante y costosa vivienda en Mercedes. Esta mujer era, hasta ayer miércoles, la responsable de controlar las ofrendas de los cientos de miles de promeseros, que van desde vehículos hasta joyas y dinero (ver sección Policiales).