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EL TIEMPO EN LA CRUZ

OPINIÓN

3 de noviembre de 2024

¿Es verdad o mentira que Milei tiene superávit fiscal?

Deudas que no se pagan, intereses no contabilizados y recortes de partidas imposibles de sostener. La política fiscal es tosca y esconde bajo la alfombra varias maniobras cuestionables. La administración de los recursos públicos es un mamarracho. El ajuste tiene el aval tácito de los denominados economistas profesionales, a quienes Milei desprecia. Definir como el “ajuste más grande de la humanidad” es una exageración.

Por Alfredo Zaiat

Mientras el presidente Javier Mileiel ministro Luis Caputo y el batallón libertario en redes sociales están en campaña permanente de desacreditación de los denominados “economistas profesionales”, la mayoría de los agredidos convalida casi sin cuestionar la ficción del superávit fiscal primario (sin la carga de intereses de la deuda) y el financiero (con el pago de intereses de la deuda).

Existe amplio consenso de elogio a un ajuste fiscal inconsistente. Estos mismos economistas se han caracterizado por observar hasta el más mínimo detalle las cuentas públicas, aunque esta tarea rigurosa la desarrollaban durante gobiernos que detestaban.

Ahora, pese a la violencia discursiva y ridiculización de sus análisis por parte del universo libertario, avalan la fragilidad de una estrategia fiscal tosca y que esconde bajo la alfombra varias maniobras, por lo menos, cuestionables.

El arte de dibujar

Para alcanzar el superávit fiscal dibujado, la política de la dupla Milei-Caputo tiene tres componentes:

1. No pagar deudas, que en otros momentos políticos se denomina default.

2. Ocultar de las cuentas públicas intereses de deuda.

3. Aplicar recortes en partidas muy difíciles de mantener en el tiempo.

Con estas condiciones, definir este mamarracho en la administración de los recursos públicos como el “ajuste más grande de la humanidad”, según afirmó Milei, es un despropósito analítico.

* Deudas

El Ministerio de Economía no pagó la deuda con empresas energéticas por 600 mil millones de pesos acumulada desde diciembre del año pasado y enero de este año. Entregó bonos públicos a las firmas, con vencimientos en 2038. Estos títulos cotizaban al 50% (o sea, las energéticas aceptaron una pérdida inicial de la mitad de esos activos), y el monto de esta deuda no pagada representaba más del doble del superávit fiscal del primer trimestre (270 mil millones de pesos). Algunas estimaciones elevan la deuda total a más de 1 billón de pesos y, si bien se fueron normalizando los giros, aún siguen existiendo saldos impagos.

Menos suerte tuvieron las constructoras. Hacienda mantiene una deuda impaga con las principales firmas del sector. Los certificados de obra sin pagar acumulan 127.200 millones, de acuerdo con el cálculo realizado por Economía, una fuerte reducción respecto del monto estimado por la Cámara Argentina de la Construcción, que contabilizó unos 450.000 millones de pesos. En este caso, ni bonos les entregaron.

Con estos dos casos, sin necesidad de ampliar a otros enjuagues contables, se debe concluir que el superávit fiscal primario es una ficción.

Intereses de la deuda.

Hay otros dibujos fiscales. El economista Christian Buteler, desde la visión de la ortodoxia, explica que una herramienta clave en la estrategia de endeudamiento de Caputo ha sido la emisión acelerada de Lecaps (Letras de Capitalización del Tesoro), que generan intereses por la diferencia entre el precio de emisión y el valor de pago al vencimiento. 

Indica que este diseño permite al Tesoro capitalizar los intereses en lugar de registrarlos explícitamente, “lo cual altera notablemente el resultado financiero oficial al no incluir estos costos como intereses visibles”.

Buteler concluye que la práctica de omitir los intereses de las Lecaps en el resultado financiero “afecta directamente la transparencia de las finanzas públicas”. Este método de capitalización y postergación de pagos permite mostrar un superávit fiscal financiero que, en la realidad, podría ser menor o incluso revertirse en déficit.

El total de intereses no contabilizados podría restar alrededor de 1,8 puntos porcentuales del PIB al resultado financiero de este año. La consultora PxQ estimó en su monitor fiscal que, si se incluyeran los intereses de las Lecap en el resultado financiero, a partir de junio pasado el balance mostraría déficit.

O sea, el superávit fiscal financiero también es mentira.

Recortes de partidas presupuestarias.

Las podas sin criterio ni de eficiencia y productividad sobre diversas partidas exhiben un elevado grado de desconocimiento sobre el papel y el funcionamiento del Estado.

Un caso emblemático, que define cuál es la concepción de desarrollo libertaria, es el desfinanciamiento del área de Ciencia y Tecnología. El presupuesto científico para este año será el menor de los últimos 20 años. Equivale a apenas el 0,216% del PIB.

El “cientificidio”, como el ahogo financiero de las universidades, es apenas una muestra de la destrucción presupuestaria de estas partidas. La paralización de funciones básicas del Estado, así como el desfinanciamiento de áreas sensibles, es insostenible. Por lo tanto, también lo es como mecanismo de ajuste fiscal. 

El superávit de las cuentas públicas de Milei resulta entonces insustentable.

La motosierra no es una política fiscal sólida

El reporte del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas apunta que, en nueve meses, las cuentas del sector público nacional acumularon un superávit financiero de 2,4 billones de pesos, equivalentes al 0,4% del PIB.

Los rubros que más contribuyeron al ajuste fueron el gasto de capital, jubilaciones y pensiones, subsidios a la energía, los programas sociales, salarios públicos y los subsidios al transporte.

Indica que el gasto primario tuvo una reducción del 27% en términos reales; la paralización de la obra pública implicó una caída del gasto de 78,5%; las transferencias corrientes a provincias disminuyeron 70% y se eliminaron los giros para obras en las provincias.

Los jubilados son la principal variable del ajuste de Milei

El reporte de PxQ apunta que en el acumulado de nueve meses el gasto primario se redujo un 29%, principalmente por la caída del gasto en prestaciones sociales y de capital (obras públicas).

El informe de coyuntura del Instituto de Trabajo y Economía (ITE)-Fundación Germán Abdala destaca que las prestaciones sociales han sido el principal factor de ajuste. Detalla que más del 50% de este gasto se destina a jubilaciones y pensiones, y si se suman los bonos, las pensiones no contributivas y el gasto del PAMI, suma casi el 80% de esta partida.

El discurso oficial presenta como un logro alcanzar un leve crecimiento en las jubilaciones (sin contar bonos) en comparación con el nivel de 2004. Pero incluso un jubilado que percibe una pensión por encima de la mínima recibió en octubre una prestación 7% superior a la de noviembre de 2023, pero un 13% inferior a la de septiembre de ese mismo año (último aumento del gobierno de Alberto Fernández).

Los jubilados que perciben la mínima, que el año pasado lograron mantener poder adquisitivo gracias a los bonos, tienen un ajuste mayor. En octubre de 2024, un jubilado de la mínima cobrará un 21% menos en términos reales que en septiembre de 2023 y -14,4% si se compara con el mismo mes del año pasado.

Se recortaron además otras prestaciones a jubilados. Además de una menor cobertura de medicamentos por parte del PAMI, este organismo también discontinuó desde enero un programa alimentario por el cual en los últimos tres meses del año se transfirieron 15.000 pesos a jubilados mayores de 60 que cobrasen hasta un haber mínimo y medio. Si se suma este monto a las jubilaciones del año pasado, para un jubilado del haber mínimo la caída anual en octubre llegó a 23,5%.

Desfinanciar para desarticular la red de protección social

El documento del ITE pregunta: ¿qué pasó con el resto de las políticas de ingresos? Para responder: el gobierno implementó una reconfiguración drástica de las políticas de ingresos, al congelar nominalmente una gran cantidad de programas (por ejemplo, Potenciar Trabajo y Progresar), otorgar incrementos nominales por debajo de la inflación en otros (Asignaciones Familiares y el programa Alimentar) y reforzar algunos específicos (AUH y Programa Mil Días).

Explica que si bien es cierto que la AUH muestra valores históricamente elevados -alcanzando casi el doble en términos reales frente a noviembre de 2023-, esto no implica que los beneficiarios reciban un monto récord de bolsillo, como sugiere la narrativa oficial. 

¿Por qué? Porque gran parte de los que perciben la Asignación Universal también reciben la prestación del programa Alimentar, que no sólo no ha recuperado su nivel anterior al cambio de gestión, sino que ha continuado deteriorándose. Así, si se consideran ambas prestaciones en conjunto, el nivel actual es 20% inferior al percibido a principios de 2022.

El círculo vicioso del ajuste

En una economía bimonetaria con elevado endeudamiento en dólares y sin acceso al mercado voluntario de crédito internacional, la cuestión fiscal pasa a ser clave. Ahora bien, la necesidad de una consolidación fiscal, debido a que, por las sucesivas crisis, también se ha restringido el financiamiento monetario del déficit, debe ser consistente. Como se puede observar con un análisis riguroso del manejo de las cuentas públicas, el ajuste fiscal de Milei no lo es.

No es un misterio que el sendero fiscal libertario no es sostenible. La estrategia de equilibrar las cuentas públicas en base a la licuación de las jubilaciones es frágil. Además de que es regresivo y genera tensiones políticas, se incrementan las demandas judiciales (pasivos contingentes sobre las cuentas públicas) contra la Anses.

El saldo de la política fiscal de la dupla Milei-Caputo es todavía más endeble porque ha lanzado a la economía hacia el círculo vicioso del ajuste: la caída en el gasto público provoca una reducción en el nivel de actividad económica general que afecta los ingresos tributarios, haciendo necesario un nuevo ajuste para buscar el equilibrio o superávit. 

Como cada vez resultará más complicado alcanzarlo, el dibujo contable de las cuentas públicas será más intenso porque sin esta bandera política libertaria, lo que se licuaría sería el propio Milei.

Fuente: www.pagina12.com.ar

 

 

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