OPINIÓN
17 de julio de 2022
La era del pragmatismo y el desembarco hormiga de Massa en el gabinete
En el FdT dan por hecho la llegada del tigrense al gabinete después de que Batakis se asiente. Manzur, la inflación de julio y la sociedad de los Fernández.
Por Gabriela Pepe
“Lo que está haciendo Silvina Batakis es lo que hay que hacer en este momento. Hay que bajar el déficit. Si no, tu moneda no existe más. Y en menos de un año estás muerto”. Un dirigente que habla casi a diario con Cristina Fernández de Kirchner traza un panorama crudo del desierto que atraviesa la Argentina. La situación es tan delicada que hasta el cristinista más entusiasta comprende que requiere de movimientos de relojería tan precisos que implican apretar los dientes, tragar medidas antipáticas, fortalecer el frente político, acumular dólares y avanzar hacia una refundación del Gobierno que permita llegar con vida a 2023.
Los socios principales de la coalición, Alberto Fernández, Cristina y Sergio Massa, lo tienen claro. Tarde, casi tres años después de la llegada del Frente de Todos (FdT) al poder, en medio de una crisis, lograron armar la famosa mesa de decisiones de la que fueron saliendo – y seguirán, en los próximos días – medidas de emergencia que permitan contener la salida de dólares y atravesar en el corto plazo dos momentos críticos que generan preocupación. El primero será a mediados de agosto, cuando se conozca el índice de precios al consumidor de julio. Algunos piensan que podría rondar el 8%. El segundo será en septiembre, cuando enfrente un vencimiento muy importante de deuda en pesos.
Antes, será clave la visita de Fernández a Estados Unidos, donde buscará respaldo de Joe Biden para el diálogo con del Fondo Monetario Internacional (FMI). Viajará acompañado por Batakis, que tendría en Washington su primera reunión con Kristalina Georgieva. Intentarán que comprenda la gravedad de la situación. Quienes tienen un oído puesto en Washington dicen que Biden será todo lo benevolente que pueda. En septiembre, el FMI hará una nueva revisión. En Estados Unidos aprecian los “gestos” que Argentina hizo en los últimos meses, como su condena a Rusia por la guerra en Ucrania, la mejor excusa para pedir flexibilidad. Le valoran a Fernández su capacidad de diálogo con todos los actores de la región, sus posiciones “razonables” y su mirada conciliatoria.
Los tiempos que vienen requieren de una coordinación, decisión política y un sentido de la unidad de la que, hasta ahora, el FdT careció. El Presidente terminó de comprenderlo el domingo en el que cedió, finalmente, a los ruegos de su entorno para que marcara el teléfono de Cristina, algo que resistió durante meses. Massa y Cristina creen que el Gobierno está ante “una última oportunidad” de hacer las cosas bien. Los aterran la falta de dólares y el frente financiero.
La reorganización implica la aceptación de reglas irrompibles. La decisión de no filtrar nada de lo que se habla en las reuniones de esa mesa de tres es la primera. Tampoco de armar puestas en escena y fotos de unidad. Esta semana tuvieron otro cónclave. Cristina lo confirmó desde la cuenta del Senado, que usó para negar el contenido que había trascendido. La segunda es que de allí salgan medidas consensuadas que acate todo el frente político. Definiciones claras que habrá que salir a defender frente a actores económicos que juegan al caos y a la ruptura. Por último, se decide quiénes serán las personas aptas para ejecutarlas. En los próximos días, habrá anuncios que generarán ruido.
El reordenamiento político está en pleno desarrollo. Las fichas se acomodan de forma silenciosa, pero todo tiende a preparar, en el mediano plazo, una reorganización del gabinete que incluirá el desembarco de Massa, postergada en el famoso fin de semana detonado por la renuncia de Martín Guzmán.
Aquel episodio dejó versiones cruzadas. Que Massa había pedido la Jefatura de Gabinete con control de Economía, la AFIP, el Banco Central y el Presidente le rechazó el pedido. Que le hicieron un ofrecimiento en Economía, pero no consiguió quien quisiera ocupar el ministerio porque todos los candidatos pedían garantías de respaldo político que no consiguieron. Que la oferta concreta nunca salió de la boca del Presidente. Que consiguió el respaldo de Máximo Kirchner, pero no de Cristina. Que fue Santiago Cafiero quien bloqueó su llegada. Que, por el contrario, es Cafiero quien más insiste en la necesidad de hacer cambios profundos para salvar el Gobierno y que llegó hasta a poner a disposición su lugar en la Cancillería como opción para Juan Manzur, en caso de que Massa aterrizara en Jefatura. El tucumano tiene relaciones internacionales consolidadas, sobre todo con Estados Unidos e Israel.
Qué hacer con Manzur es un tema que ocupa a la mesa de tres. El Presidente y Cristina valoran su trabajo y no quieren perder su presencia en el Gobierno. Massa le tiene especial estima. Creen que sería injusto desplazarlo en medio de la crisis, cuando dejó la gobernación de Tucumán para tratar de sacar a flote la crisis post PASO 2021. Pero la Jefatura sería el lugar natural para un Massa que conoce a la perfección la botonera del Estado.
Los gobernadores, aunque respaldan a Manzur, tampoco ponen el grito en el cielo. El más activo, Jorge Capitanich, estuvo esta semana con el Presidente en Olivos. Pidió una silla en la mesa de decisiones del FdT para las provincias. Sueña con la institucionalización amplia, por ahora descartada. Le interesa particularmente porque tiene aspiraciones presidenciales. Otros reclamaron una reunión urgente con el trío del poder. Los más operativos, como Gerardo Zamora, simplemente ruegan a la mesa de tres que ordene de una vez por todas la situación política, encamine la macro, resuelva el problema de la inflación y los dejen gobernar en paz. Las provincias viven realidades ajenas al caos político nacional.
Mientras, se fueron generando movimientos coincidentes con la avanzada massista, que cubrió en los últimos días casilleros clave. Lisandro Cleri, a cargo del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la ANSeS, quedó al frente de una “mesa de deuda”, que coordinará con el Banco Central y el Nación. Cleri es del equipo de finanzas de Massa. Eduardo Setti, que fue director de operaciones del FGS, asumió como secretario de Finanzas en Economía. En su lugar, en el FGS, asumió Federico D'Angelo. En tanto, Pablo Carreras Mayer, hasta ahora director general de Inversiones de la ANSeS, fue nombrado como director del Banco Central. Todos los nombramientos fueron consensuados entre Cleri y Batakis, con el obvio aval de Massa y de la mesa completa del FdT. Hace un mes, el líder del Frente Renovador ya había logrado el ingreso a la AFIP de su cerebro impositivo, Guillermo Michel, director general de Aduanas. Pedidos cumplidos.
¿Será entonces, posible, una eventual convivencia entre Massa, como jefe de Gabinete, Batakis, en Economía, y Daniel Scioli, que no dibuja sus ganas de ser candidato, como ministro de Desarrollo Productivo? Será, dicen los dirigentes que hablan con los principales socios, lo que deba ser para que la coalición sobreviva. Primará el pragmatismo y lo principal serán las políticas, que deberán estar avaladas por la mesa de tres. Por último, los hombres y las mujeres. “Hay que sacar el Gobierno adelante o acá no se salva nadie”, apunta un hombre de diálogo permanente con el Presidente. Batakis tiene, por lo pronto, “los fierros” y la articulación política que no tuvo Guzmán. Conoce a los actores desde hace décadas y la respetan su solidez técnica. Es una militante. Aunque intentó hacer pie, se embarró en el territorio y buscó interlocutores, Guzmán siempre pagó el precio de ser un recién llegado. Un enviado del mundo académico que pretendió enseñarle a gobernar al peronismo. No le ahorran epítetos. Ahora es el culpable de todos los males.
A la fuerza, Fernández se convenció de que deberá hacer un cambio muy profundo. La llegada de Massa implicaría un rediseño integral, por necesidad de imprimirle velocidad a la gestión y también por impronta personal. El momento podría estar reservado, por ejemplo, para después de que se conozca el índice de precios de julio, que será un sacudón. Una forma de evitarle un anuncio negativo con el que no tuvo nada que ver. En la Cámara de Diputados hay ejercicios para saber quién sería su reemplazante. De renunciar a su banca, el lugar de Massa se ocupará por un aliado incómodo para el gobierno, el piquetero Juan Marino.
También, está claro, sería una intervención definitiva del Gobierno de Fernández por el tándem cada vez más aceitado Cristina-Massa. Aunque las relaciones se recompusieron en lo político, la vicepresidenta mantiene su enojo por lo que cree que fue una oportunidad perdida para el peronismo. En privado, los dos lamentan que el Presidente, agobiado, esté tomando la crisis como una cuestión personal y no política. Para Fernández será la concesión final que resistió durante mucho tiempo. El protagonismo de Massa es arrollador. Un hombre que tiene acceso a Olivos dice que ya no hay tiempo para lamentos. “Peor que compartir el poder es el vacío del poder”.
Fuente:www.letrap.com.ar