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27 de marzo de 2022

“Hubo un ensañamiento de los suboficiales”: el testimonio de un goyano en Malvinas

Un soldado combatiente en la guerra relató el estaqueamiento de un compañero por parte de un superior. Su testimonio es pieza clave en una causa judicial.

Las razones por las cuales Malvinas se ha convertido en una causa nacional comprendieron desde la soberanía del territorio y sus recursos hasta las reivindicaciones históricas de los soldados sobrevivientes, quienes en 2007 comenzaron a ser considerados, también, víctimas de los vejámenes de la dictadura militar.

Corrientes, una de las provincias que más soldados envió a las islas durante la guerra, fue uno de los puntales para el nuevo enfoque sobre las Malvinas y sus hombres, gracias al testimonio de quienes sufrieron y fueron testigos de los mecanismos de torturas que las fuerzas aplicaron durante el conflicto contra sus propias tropas.

“Cuando volvimos tuvimos la imposición del silencio, pero nunca me callé”, dice a Télam Roque Zabala al otro lado del teléfono desde la ciudad correntina de Goya, donde inició a costo de tiempo y esfuerzo, para convencer incluso a sus propios camaradas, el recorrido hacia la justicia por los castigos que vio de manos de sus superiores.

Zabala no se considera un veterano de guerra, se autopercibe “combatiente, sin ex”, y lo explica: “Ayer combatimos por la Patria y hoy lo hacemos por la vida”, dice este hombre de 59 años, quien, además de presidir el centro que los soldados formaron en su ciudad, es el representante del sector ante el Pami en la zona.

Se trata de uno de los testigos que habló ante la Justicia Federal sobre un estaqueamiento, el del soldado bonaerense Ricardo Sinchicay, considerado un crimen de lesa humanidad pero sin juicio hasta la actualidad.

Zabala, un hombre de la clase 1962, cumplía el servicio militar obligatorio en la Marina cuando fue llevado a la guerra.

“Me destinaron a fines de 1981 a la infantería de Marina y con dos meses de instrucción en La Plata, me trasladaron a Puerto Belgrano, en Bahía Blanca, y a nueve meses de haberme incorporado, me mandaron a Malvinas. Llegué en un avión Hércules C130 a las islas el 9 de abril, un sábado previo a las Pascuas”, recuerda.

Luego de tres días en la zona del pueblo, como le llamó Zabala, su compañía de misiles antitanques llamada “Vantam”, fue destinada a Monte Williams, enclave estratégico para la defensa de Puerto Argentino.

“El episodio que me tocó vivir como testigo ocurrió allí, donde mi compañero de compañía, Sinchicay, un día me dijo ‘me mandé una cagada pero no me voy a morir de hambre’ y compartió conmigo y con otros una lata de corned beef; yo comí una porción, siempre compartíamos todo ahí”, relata el combatiente a Télam.

La situación comprendía el robo de esa lata, en principio, de donde nadie supo, hasta que Sinchicay apareció a los empujones y con un culatazo dado por un cabo de apellido Lamas.

El soldado torturado era un infante de marina que había llegado a principios de 1981 a cumplir el servicio militar a la compañía Vantam, llevaba 14 meses como conscripto, ya se encontraba como personal civil muy próximo a volver a su casa, pero en lugar de trasladarlo a Buenos Aires fue enviado a las islas para afrontar la conflagración bélica.

“Él sobrevivió y lo pude encontrar, tuve el privilegio de reencontrarme en 2008, cuando nos acompañó en un congreso provincial de excombatientes que se organizó en la localidad de Santa Lucía y donde contó en primera persona lo que había ocurrido, lo que vivimos, pero se quebró y solo atinó a abrazarme”, cuenta Zabala.

De Lamas no se supo más nada, solo el recuerdo de la tortura aplicada por este suboficial de la compañía Nacar que integraba el Batallón 5 de Tierra del Fuego.

El testimonio del soldado goyano remonta una experiencia que, dice, “me hizo sentir shockeado hasta el día de hoy”.

“Yo no me puedo despegar de Malvinas, no solo por el combatiente que fui, sino porque amo lo que hago, para reivindicar a quienes fuimos a las islas como parte de mi vida”, subraya.

De Lamas no se supo más nada, solo el recuerdo de la tortura aplicada por este suboficial de la compañía Nacar que integraba el Batallón 5 de Tierra del Fuego.

El testimonio del soldado goyano remonta una experiencia que, dice, “me hizo sentir shockeado hasta el día de hoy”.

“Yo no me puedo despegar de Malvinas, no solo por el combatiente que fui, sino porque amo lo que hago, para reivindicar a quienes fuimos a las islas como parte de mi vida”, subraya.

Luego de una serie de audiencias que recorrieron el país, la causa recogió alrededor de 100 casos, con los testimonios de víctimas y de los testigos de estaqueamientos, reducción a la servidumbre y otras formas graves de maltrato a los soldados que cumplían el servicio militar obligatorio cuando se declaró la guerra.

Juan Manuel Laprovitta

Fuente:www.telam.com.ar



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