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20 de febrero de 2022

"Recuperarnos de esta situación nos demandará, mínimo 5 años"

Al productor se le quemó el 90% del campo, como a la mayoría de sus vecinos. La recuperación de la zona requerirá millones y varios años.

Agustín Aguerre es oriun­do de Curuzú Cuatiá, pro­pietario de un campo ubi­cado entre su ciudad natal y Mercedes, como tantos otros correntinos que hoy sufren el avance del fuego sobre sus tierras. Su campo hoy está quemado en un 90%. En el 10% que lograron salvar de las llamas están resguarda­dos los animales que, esti­ma, tendrá que vender en los próximos días porque es imposible mantenerlos sin pastura y después de tanta pérdida. "Los animales se ali­mentan en un 100% de pas­turas. Hoy estamos más que complicados porque ni si­quiera tenemos la opción de alquilar otros establecimien­tos, porque todos están en las mismas condiciones que nosotros o peor", comentó. 

Incluso, dijo, si lloviera en los próximos días, después de tantos meses de sequía y el incendio es difícil que el pasto crezca rápidamente. "A esto hay que sumarle que quedan poco menos de 50 días para que caigan las pri­meras heladas, que en esa zona se da en los primeros días de abril", detalló el pro­ductor que en los últimos días no solo trabajó en pos de controlar el fuego en su tierra, sino también en la de sus vecinos. "Acá nos ayu­damos entre todos. Hace semanas que estamos apa­gando incendios en la zona. En algunos campos llegaron los bomberos pero a otros no porque no dan abasto. Es im­periosa la necesidad de lluvia que tenemos", dijo en diálogo con radio Sudamericana. 

Personalmente, además de perder toda la pastura de su tierra también debió la­mentar la muerte de ovejas y ganado vacuno. "Aún no sabemos con certeza cuántos animales murieron porque estábamos abocados a sofo­car los focos de incendios que teníamos en nuestro campo y en los de los vecinos", precisó y agregó: "Los bomberos lle­garon para ayudarnos cuan­do el fuego estaba cerca de las casas; después nos ocupamos nosotros". En la zona fueron 15 los campos quemados, se salvaron cinco cascos y con­trolaron el fuego para que no devastara dos grandes fores­taciones de la zona. 

Lo peor, reconoció Ague­rre, es lo que sucederá ma­ñana. La recuperación no es fácil por lo que, explicó, "la prórroga en las deudas y vencimientos no alcanza. Mínimo, necesitamos cinco años para recuperarnos de este desastre. No estamos pidiendo subsidios, sino que nos condonen los impues­tos, que son muchísimos. Mínimo, necesitamos quedar exceptuados de impuestos 5 años porque tenemos que recuperar las pasturas y las cabezas que perdimos, hacer el tendido de alambrado, hay que mantener el personal. No quiero parecer apresura­do o que malinterpreten mis palabras, pero con seis me­ses de prórroga no hacemos nada. No nos sirve de nada", finalizó.

Trabajo artesanal  para frenar al fuego

Chacareros que cargan tanques de agua en la caja de sus ca­mionetas, peones que remueven brasas con sus herramientas de trabajo y gauchos que se adentran en los pastizales con un balde de agua al hombro para intentar frenar el avance del fuego en el norte de Corrientes, son algunas escenas que se repiten a la vera de las rutas 12 y 118 y en la mayoría de los poblados en torno al humedal de los Esteros del Iberá.

También hay vecinos que cooperan para arrear ganado y protegerlo del fuego que con múltiples focos ya consumió 785.000 hectáreas, el 9% de la superficie de la provincia de Corrientes, declarada el viernes "zona de catástrofe ecológica y ambiental" por el gobernador Gustavo Valdés.

Los trabajadores rurales, pequeños productores y vecinos de las localidades afectadas por los incendios que llegaron al sur de Misiones, se organizan comunitariamente para comba­tir las llamas que amenazan pasturas, ganado y forestaciones. Se trata de un complemento a la acción central de brigadistas de media docena de provincias y bomberos voluntarios que trabajan coordinados por una fuerza conjunta que integran los ministerios de Ambiente y Defensa junto a las Fuerzas Armadas, con aviones hidrantes y helicópteros que detectan nuevos focos, y en la que participan las áreas de Defensa Civil de los municipios del norte correntino y equipos contratados por empresas que administran grandes forestaciones de co­níferas.

A pesar del despliegue, la voracidad de las llamas y la ve­locidad con la que el viento multiplica nuevos focos ígneos hacen que cualquier esfuerzo parezca insuficiente, por lo que centenares de vecinos y trabajadores se organizaron en sus propias comunidades para tratar de proteger viviendas y pro­ducciones en las que invirtieron años de trabajo y todos sus recursos. Al sur del campamento de las fuerzas nacionales, ubicado sobre la Ruta 118, dos focos de incendios avivados por el viento avanzaban en sentido a la vivienda de una familia de pequeños productores agropecuarios que intentaban dete­ner las llamas con baldazos de agua y aplastando las brasas a chicotazos, mientras dos mujeres arreaban el ganado hacia un lugar seguro. Cuando las llamas estaban a pocos metros de la casa llegó un grupo de vecinos que habían cargado en una camioneta un tanque de agua doméstico de 1.500 litros al que le habían conectado una manguera y con el que impro­visaron una suerte de autobomba. Detrás de ellos arribaron a toda velocidad los brigadistas de la provincia de Córdoba, alertados de la situación por un hombre que corrió a la base coordinada por las carteras de Ambiente y Defensa. La esce­na se completaba con varios vecinos que se internaban en los pastizales cargando baldes para intentar contener el avance de las llamas, mientras uno de ellos luchaba con una bomba y un generador para tratar de abastecerlos con el agua de un pozo lo más rápido posible.

"Siempre hubo incendios en esta zona, pero solo los habi­tantes más antiguos recuerdan algún desastre que se parezca a este. Muchas familias pueden perder la casa o peor, pueden perder el ganado, las forestaciones o producciones que les lle­vó mucho tiempo hacer crecer y un dinero del que el fuego no les va a devolver nada", dijo a Télam Jorge, mientras intentaba hacer funcionar la bomba.s

TANQUES DE AGUA EN LAS CAJAS DE LAS CAMIONETAS.

Cámara maderera

La Federación Argentina de la Industria de la Made­ra y Afines (Faima), que aglutina a 28 cámaras que re­presentan a todos los eslabones productivos del sector, llamó a "trabajar en conjunto para reconstruir empleos, proyectos y pymes que se están consumiendo con el fuego" en la provincia de Corrientes. 

A través de un comunicado, la federación maderera planteó la urgencia de "un nuevo abordaje al drama de la sequía, los incendios forestales y el impacto del cam­bio climático en un sector que genera 100.000 empleos" en todo el país. s

Fuente:www.nortecorrientes.com



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