20 de marzo de 2013
Mensaje del Papa al mundo:"El verdadero poder es servicio"
Ante unas 200.000 personas y líderes de 132 países, dijo que su principal misión será la defensa de los más débiles y del medio ambiente; la ceremonia de inicio del pontificado tuvo su sello de austeridad, humildad y cercanía con la gente
ROMA.- "Nunca olvidemos que el verdadero poder es servicio , y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio. Debe poner sus ojos en el servicio humilde y abrir los brazos para custodiar a todo el pueblo de Dios y recibir con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños."
En la misa solemne que marcó el inicio de su pontificado, Francisco dejó en claro que su misión como papa venido del fin del mundo, que no casualmente se llama Francisco, como el santo de Asís, será una misión de servicio, especialmente comprometida con los más pobres, los olvidados. "Sólo el que sirve con amor sabe custodiar", advirtió.
En una Plaza San Pedro desbordada de fieles emocionados y repleta de banderas celestes y blancas (e incluso una inmensa de San Lorenzo, el club de sus amores), Francisco volvió a conquistar a todo el mundo con su lenguaje sencillo y claro.
Durante la homilía que pronunció ante 200.000 personas y líderes de 132 países, entre ellos la presidenta Cristina Kirchner, pidió "por favor" a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, que sean "custodios" de la creación, del "designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente".
"No dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro. Para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos", dijo el Papa, al destacar que "el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida".
"Custodiar quiere decir vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad y ni siquiera de la ternura", aseguró. Al comentar la figura de José, patrono de la Iglesia -el santo cuya fiesta se celebraba ayer-, Francisco destacó su misión de custodio.
¿Cómo ejerce y vive José esta custodia? "Con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad total (...) con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto y no tanto al propio (...) Dios no quiere una casa construida por el hombre, sino la fidelidad a su palabra, a su designio, y es Dios mismo quien construye la casa, pero de piedras vivas, marcadas por su espíritu", subrayó.
Tal como hizo en todas sus intervenciones desde su elección, el miércoles pasado, Francisco insistió en la importancia de volver al mensaje esencial de la Iglesia. "En José vemos cómo se responde a la llamada de Dios, con disponibilidad, con prontitud; pero vemos también cuál es el centro de la vocación cristiana: Cristo. Custodiemos a Cristo en nuestra vida, para custodiar a los demás y custodiar la creación", exhortó.
Al comienzo de la misa solemne, recibió los símbolos del ministerio petrino: el palio -la bufanda de lana de cordero que simboliza al pastor que cuida a sus ovejas- y el anillo del Pescador, que le fueron entregados por dos cardenales. Los símbolos petrinos se encontraban sobre la tumba de San Pedro, venerada al comienzo del rito por Francisco en compañía de patriarcas de las iglesias orientales. Si bien ese ritual incluía trompetas, letanías en latín, órganos y cánticos sacros que recordaban una corte imperial, el Papa vestía, fiel a sus modos austeros, una simple casulla.
Al principio de su sermón, Francisco recordó a su predecesor, Joseph Ratzinger, de quien se cumplía ayer el onomástico y a quien por la tarde llamó por teléfono. "Estamos cerca de él con la oración, llena de afecto y reconocimiento", dijo, lo que desencadenó un aplauso general en la plaza. Ésta se había llenado desde temprano con fieles de todo el mundo, especialmente argentinos.
"Comodoro Rivadavia saluda a Francisco, carpintero del mundo", decía una de los cientos de pancartas, entre las cuales llamaba la atención una de la comunidad judía que decía: "Shalom", paz.
La excitación era inmensa. Los argentinos cantaban el himno nacional poco antes de que Francisco llegara a la Plaza, a las 8.45, montado en el papamóvil. Subido a este jeep blanco, dio vueltas a la Plaza durante 20 minutos, ovacionado por una marea humana en lágrimas de júbilo. En otra actitud de las suyas, se bajó del jeep para abrazar y bendecir a varias personas.
En una misa concelebrada por cardenales y patriarcas orientales, en latín, y con el Evangelio cantado en griego, Francisco pronunció su sermón en italiano en torno del aludido concepto de "custodiar".
Allí explicó que la vocación de custodiar "no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión humana, que corresponde a todos". Siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís, el santo por el cual eligió su nombre, llamó a tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos, cautivando a los grupos que defienden al medio ambiente.
Llamó, además, a "preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón (...) y a preocuparse uno del otro en la familia", así como a "vivir con sinceridad las amistades". "En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre y es una responsabilidad que nos afecta a todos", indicó. "Sean custodios de los dones de Dios", exhortó, desencadenando aplausos en la plaza.
Cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, "entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido (...) ¡No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura!", subrayó, leyendo un texto que, por primera vez, siguió fielmente, sin salirse del libreto.
Al destacar que se celebraba el inicio del ministerio del nuevo obispo de Roma, sucesor de Pedro, reconoció que esto "comporta también un poder". "Pero ¿de qué poder se trata?", se preguntó. Y respondió: "Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio". La frase sonó como una velada condena a esas internas de poder y dinero que sacudieron últimamente el gobierno central de la Iglesia.
Francisco recordó que como Papa debe ponerse al servicio humilde, concreto, de San José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el pueblo de Dios y recibir con afecto a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, los más débiles, los más pequeños.
Concluyó admitiendo que si bien hay muchas nubes grises, hay que ver "la luz de la esperanza y dar nosotros mismos esperanza". "Custodiar la creación, cada hombre y cada mujer, con una mirada de ternura y de amor, es abrir el horizonte de la esperanza, es abrir un resquicio de luz en medio de tantas nubes, es llevar el calor de la esperanza. Y, para el creyente, para nosotros los cristianos, como Abraham, como San José, la esperanza que llevamos tiene el horizonte de Dios, que se nos ha abierto en Cristo, está fundada sobre la roca que es Dios", dijo. Y en un clásico de Bergoglio, el sermón terminó con un pedido: "Recen por mí".
Concluida la misa, saludó a los jefes de Estado y de gobierno de las 132 delegaciones presentes del mundo. La primera en saludarlo fue Cristina Kirchner, que lució emocionada. También estuvo Máxima, princesa de Holanda y futura reina.
Sin que nadie se lo pidiera, al terminar el protocolo siguió saludando, esta vez a los que no eran famosos, a curas anónimos o desconocidos funcionarios del Vaticano, felices con este soplo de aire nuevo en la Iglesia Católica.
LA HOMILÍA
Francisco llamó a la defensa de los más débiles, y dijo que el verdadero poder es el servicio
Queridos hermanos y hermanas:
Doy gracias al Señor por poder celebrar esta Santa Misa de comienzo del ministerio petrino en la solemnidad de San José, esposo de la Virgen María y patrono de la Iglesia universal: es una coincidencia muy rica de significado, y es también el onomástico de mi venerado predecesor: le estamos cercanos con la oración, llena de afecto y gratitud.¿Cómo vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio.Pero la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra San Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos.Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón (...)Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos custodios de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente (...)Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen (...) Hoy, junto a la fiesta de San José, celebramos el inicio del ministerio del nuevo Obispo de Roma, sucesor de Pedro, que comporta también un poder. Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz, debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe.
Fuente:www.lanacion.com.ar