CLIMA
12 de abril de 2016
Tras dos días sin lluvia, Esquina persiste en plena “catástrofe”
Diez días después de la primera precipitación que anegó por completo todos los barrios y zonas rurales, poco cambió en la sureña ciudad correntina. Aunque las últimas 24 horas fueron de “tregua”, la contingencia está todavía lejos de ser superada.
Es una catástrofe”, describió el intendente de Esquina, Humberto “Pipo” Bianchi. Fue cerca de las 20, en la escuela Nº620, donde se albergan unas 200 personas y funciona como centro de evacuados y la “base” para los operativos de asistencia.
Bianchi apenas terminaba de llegar de un recorrido por Malvina, un paraje en la cuarta sección rural a la cual pudieron acceder únicamente vía aérea, por medio de un helicóptero del Ejército Argentino. Se le notaba el cansancio de los últimos días de intensa tarea, pero también un aplomo característico de quien - de tanto ver miseria - sabe que hay que atender primero lo urgente y que para eso, cuanto menos pánico, tanto mejor.
Un mapa del departamento sobre el escritorio de la dirección de la escuela, convertido en despacho de coordinación de la contingencia, señala claramente las zonas de más riesgo.
“En Malezal la situación no es tan crítica como en otras secciones, porque allí llovió la mitad. No obstante el panorama tiende a complicarse. Están creciendo los arroyos, en especial en Sarandí, y toda esa masa de agua se desliza hacia los parajes y la ciudad de Esquina. Ese caudal podría llegar hasta la ciudad en una semana y las lagunas siguen encadenadas”, advirtió.
Cada día, operativos con Unimog del Ejército, el helicóptero que está disponible desde el sábado y un equipo de voluntarios que incluyen personal de todas las fuerzas de seguridad, médicos y funcionarios, arriba hasta los parajes alejados con víveres y asistencia.
Conformaron para eso “bases operativas” en distintas escuelas rurales, a las cuales arriban los víveres, agua, ropa y medicamentos. Y desde allí se puede “monitorear la evolución de la inundación”, explicaron.
“Las más complicadas son la quinta sección Cuchillas y la zona del Guayquiraró, además de Pueblo Libertador, donde todavía hay mucha agua y personas afectadas”, recordó el Intendente.
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La principal dificultad es la intransitabilidad de los caminos, en especial la ruta 126 que comunica a la quinta sección. Allí permanecen aislados los pobladores, ya que el tránsito es prácticamente imposible.
“Lo que más necesitamos es poder seguir contando con el respaldo del Ejército, para acceder a los lugares más distantes y complicados. De otro modo, alcanzar esas zonas demoraría muchas horas o se quedarían los vehículos. No hay caminos en todo el departamento. A algunos pobladores los trajimos en tractores hasta la ciudad, para poder cobrar sus sueldos o asignaciones”, aportó por su parte Julio “Vile” Bianchi, estrecho colaborador del Ejecutivo y referente del área de Salud del Municipio.
“Quizás superamos un momento muy crítico pero sigue siendo una catástrofe. Hay gente que perdió todo, otra que sigue con agua en las casas, y los pronósticos climáticos no son alentadores”, advirtieron.
En diciembre pasado, la ciudad fue azotada por un tornado muy intenso, que dejó sin techo a un gran número de viviendas y derrumbó la mayoría de los árboles. En ese momento se había dictado la resolución de declarar la Emergencia socioeconómico, ambiental y financiera de Esquina.
Ayer, en una sesión especial del Concejo Deliberante, se resolvió prorrogar la Emergencia, con la intención de “habilitar herramientas para los productores y comerciantes, que en muchos casos han sido también muy perjudicados. Al menos que tengan la posibilidad de conseguir prórrogas en los créditos bancarios que algunos tienen adquiridos, y que ahora deben enfrentar en medio de la contingencia”, determinó Bianchi.
Mientras tanto, siguen en marcha las iniciativas solidarias, que buscan acercar las donaciones de alimentos, ropa, pañales y agua potable para los centros de evacuados.
“Todavía nos queda mucho por delante, sólo esperamos que salga el sol por varios días”, expresaron los funcionarios.
Lo que el agua se llevó
El martes pasado, María llegó con su esposo, sus cuñados y sus hijitos a la Escuela 620. Desde hace una semana esperan que el agua baje para poder acercarse a su barrio, el Itatí. “Al menos los colchones no se mojaron, porque pudimos salir rápido y alzar las cosas”, relató. Los niños paseaban por el aula, convertida en dormitorio compartido con otra familia, entre ropa tendida que se resiste a secarse a pesar de los días que pasaron desde que fueron lavadas.
Mientras, Roque acuna a un bebé rubicundo y bien abrigado entre sus brazos. Lo acaricia y lo hace jugar. Su hermanita, de unos 6 años, mira curiosa y con una inocencia que le quita en parte el velo de drama que tiene el cuadro.
“Nosotros sí perdimos todo. Todo”, repite Roque. Su casa en Boquerón, a pocas cuadras de la avenida principal, es una de las que tuvo agua más arriba de un metro.
“Fue de golpe, cayó un diluvio que no dio tiempo a nada. Ni a subir los muebles. Los saqué a ellos, por supuesto, y al rato volví. Ya había agua hasta acá”, muestra señalando el pecho debajo de la garganta.
No llora pero la angustia se le nota. Roque es empleado municipal, trabaja haciendo asfalto. Mientras permanece evacuado, ocupa su tiempo ayudando en los operativos a las zonas rurales. Acompaña a médicos y personal de bomberos o del Ejército, para llevar alimentos y medicinas a quienes todavía permanecen con agua hasta la rodilla. “Él es uno de los que más ayuda”, dice “Vile” Bianchi en un momento en que se asoma a la puerta y Roque sonríe.
Al caer el sol vuelve a la Escuela 620, donde se reúne con sus niños y esposa. Esa noche cenarán una sopa que huele apetitosa desde los pasillos de la escuela. Y empieza a dar vueltas por el lugar, probablemente pensando en cómo hacer para volver a ofrecer un techo a los suyos.
Su casita, de madera, ya tiene agua dentro desde el 2 de abril y probablemente esté pudriéndose desde la base. Su heladera, “la que compré por él - dice en referencia a su bebé - para que tenga su leche y fruta, la estoy pagando todavía pero ni debe andar más. Lo mismo la tele que mira la nena”, lamentó.
“Nuestra casa no tiene piso, es de arena. Perdimos todo. Todo”, dice de nuevo.
¿Cómo será volver a la casa de uno, sin nada adentro, ni paredes, ni puertas, ni muebles, ni colchones?. ¿Cómo será volver a la nada?
Fuente:diarioepoca.com