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EL TIEMPO EN LA CRUZ

18 de noviembre de 2012

En el Partido Justicialista buscan poder disciplinar al diputado Rubín

MATRIMONIO Y ALGO MÁS. Mientras el desconcierto se plantea puertas adentro del justicialismo, los Rubín eligieron mostrarse en Curuzú Cuatiá con el Gobernador, quizás en el momento menos indicado, cuando las dudas acechan. Los peronistas están que trinan. Faltaron cinco para el peso el último miércoles, y con ello parecieron acelerarse los tiempos de una decisión que preocupa a la Legislatura. El bloque del FpV intentó poner la casa en orden citando a todos los diputados, aunque dos de ellos, rebeldes, faltaron a la cita. Ahora se abre la instancia del tratamiento en el Consejo del partido. Lo que se busca es que el PJ blanquee -ante la opinión pública- su mensaje y su discurso en un marco de coherencia, y asuma la autoridad de dar directivas claras para evitar que se repitan acciones anárquicas que desdibujan el rol del principal contendiente a la Gobernación.

 

Cuando se juega el destino de Esparta hay que estar de un lado o del otro; la ambigüedad se parece a la mentira. Esta máxima de tiempos de la antigüedad es aplicable a lo que pasa en el peronismo de Corrientes, donde la bancada mayoritaria en Diputados no puede jugar a pleno con todo su potencial por la ambivalencia de dos legisladores curuzucuateños que se muestran más cerca de Colombi que del propio justicialismo. En la mira quedó el matrimonio Rubín. El enojo es porque firmó un dictamen en minoría contrariando la opinión del bloque que representa. Luego votó con los radicales una insólita propuesta de Marly Brisco de Romero Feris, y finalmente se abstuvo dejando en offside al resto de sus compañeros de bancada. 

Las idas y vueltas determinaron que finalmente el peronismo pague el alto precio de las indisciplinas internas a las que desde el bloque se apunta a conjurar. Es que en las últimas cuatro décadas han sido precisamente las contradicciones de los propios peronistas la razón por la cual siempre terminó faltando cinco para el peso en la carrera por recuperar el Sillón de Ferré, que lo tuvo al legendario caudillo Julio Romero como el último justicialista que llegó por el voto popular en el '73.

Esta situación planteada con el matrimonio Rubín se suma a cierta ambivalencia del principal candidato a la Gobernación por el peronismo, el caso de Camau Espínola, quien hasta ahora no acierta a mostrar un liderazgo que cohesione la propia tropa, como tampoco logra plantarse en el centro del ring en igualdad de condiciones frente a un Colombi que, aunque pasado de kilos, y con el desgaste de doce años de gobierno radical, sigue teniendo la mano pesada y reflejos intactos como para tomar con el paso cambiado a quien aparece como el favorito en las encuestas. El discurso quejoso de las últimas horas del Intendente capitalino pareció evidenciar que aún no ha logrado cimentar el temple necesario para lo que será, de acá en más, un fuego cruzado en el que no hay espacio para la duda, y en el que hay que tener la firme convicción no sólo del rumbo, sino del discurso, sumando la acción a la palabra sin el complejo del qué dirán. Por aquello de que "el que quiera ir al carnaval debe estar dispuesto a mojarse" extrañó en los últimos días el rol de víctima que asumió Camau, quien tiene por delante un camino demasiado largo y espinoso como para flaquear en los primeros escarceos. Colombi es, a no dudar, un hueso duro de roer. No dará ventajas, y estará dispuesto a jugar sin miramientos todo su poder en el intento de quedarse otros cuatro años más en la Rosada correntina. El manejo que evidenció en la última sesión de Diputados parece pintar de cuerpo entero a un jugador nato. En la forzada, sus dos principales oponentes, esto es Camau y el propio "Perucho" Cassani, mostraron debilidades cuando el juego quedó en el área chica, donde Ricardo volvió a demostrar el porqué de su vigencia. En el peronismo se demanda mayor compromiso al delfín presidencial. No cae bien su rol de tercero desinteresado en la puja que se da por ordenar la Justicia. Si a ello se suma el discurso de uno de sus laderos, el caso de Agustín Payes y la ambivalencia oportunista mostrada por los dos únicos diputados que responden a su sector, pareciera quedar claro que la preocupación que hay en el justicialismo es algo más que una señal de que estamos con un final abierto en un parto de nueve meses que, todo indica, estaría viniendo de nalgas.   Fuente: www.diarioellibertador.com.ar

 



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