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EL TIEMPO EN LA CRUZ

ENTREVISTA

2 de junio de 2014

"Perón me sacó casi a los empujones de adentro de la habitación de Evita"

La histórica dirigente justicialista repasó algunos de los momentos íntimos que vivió con Perón y Evita. Pasajes de su vida junto a las dos figuras más emblemáticas del siglo XX.

Textos: Luis Alarcón Fotos: Luis Gurdiel
De la Redacción

"Un día Evita me dijo: Hoy estoy muy triste, porque vi a una madre de nueve hijos que no tenían para comer". Esa fue la génesis de la Ley para Madres de siete hijos.

En la galería de la solariega casa de Emma Tacta, una pared llena de fotografías de distintas épocas y momentos. Momentos políticos y familiares. Personalidades y escenas que resumen la vida de varias generaciones que testimonian el paso del tiempo para esta mujer que está próxima a cumplir 90 años y que guarda un cúmulo de anécdotas del más variado color.
Entre las anécdotas políticas, sus experiencias junto a Juan Domingo Perón y Eva Duarte de Perón son las más significativas, las que convierten a Emma Tacta, viuda de Romero, en una historia viviente del peronismo. No sólo del peronismo correntino, sino también nacional.
No basta una sola entrevista para agotar el rico anecdotario que doña Emma guarda en sus alforjas. Esta conversación con EL LIBERTADOR, aunque limitada en sus alcances, se desarrolló del siguiente modo:
-Dice Juan Bautista Yofre en su libro La trama de Madrid que hubo dos figuras importantes en la designación de Héctor Cámpora como candidato presidencial del peronismo en 1972: Jorge Antonio y Julio Romero, su esposo. ¿Qué hay de cierto?
-Totalmente cierto. Jorge Antonio era un empresario muy amigo de Perón. Y por otra parte nuestro líder tenía una alta consideración por mi esposo, tanto en así que lo nombró su consejero y asesor.
-¿Y por qué Cámpora?
-Porque Perón les había comentado que si él no podía ser candidato (como efectivamente ocurrió en aquel momento), le gustaría que fuera un peronista que pudiera interpretar fielmente los principios del peronismo y llevarlos a la práctica, tal cual él mismo lo haría. Cámpora era la figura que en aquel momento reunía mejor que nadie esas condiciones.
-¿Julio Romero le aconsejó entonces a Perón el nombre de Cámpora como candidato a Presidente?
-Así es. Perón tenía mucho respeto por la opinión de don Julio. También a mí, como muestra de gran confianza me designó como apoderada nacional del justicialismo antes de ser yo justicialista.
-¿Usted estaba en ese momento?
-Claro. Una noche, por esas circunstancias de la vida, estábamos cenando en la residencia de Perón en Madrid y él nos comentó eso que le dije. Dijo algo así como "me gustaría que, si yo no puedo ser candidato, que sea un hombre que haya entendido a fondo el peronismo; que entienda que hay que gobernar para los humildes, los ricos, los discapacitados…todos".
-Entonces el General les pidió que le aconsejen a alguien…
-Le pidió un consejo a mi marido, incluso a mí, que estaba presente. Con esas condiciones y por su gran su humildad, el hombre que quería Perón en ese momento era indudablemente Cámpora.
-¿Recuerda quién más estaba en esa cena?
-Estaban Isabelita, el secretario José López Rega y alguien de la provincia de Santa Fe, cuyo nombre no recuerdo. Incluso yo estaba con mi hijo, Hugo Ernesto Romero.

TIEMPOS
POLÍTICOS

-Hubo correntinos (goyanos para más precisión) que ocuparon cargos importantes en los gabinetes de los generales Juan Carlos Onganía y Alejandro Lanusse, como Mario Díaz Colodrero e Ismael Bruno Quijano. ¿Usted los conoció?
-Los conocía, pero no los traté o los traté muy poco. Con Quijano sí estuve en algún momento.
-¿Don Julio fue nombrado por Perón presidente del Congreso Nacional Justicialista?
-Sí, Julio era congresal. Cuando se produjo el retorno de Perón a la Argentina, mi marido formó parte de la comitiva que lo acompañó en el avión. En ese momento fue Julio quien viajó a Madrid, yo no. Perón me dijo: "Quédese usted en la Argentina, para organizar todo antes de mi llegada".
-¿Qué es lo que le impresionaba de Perón como persona?
-Que era el hombre más sencillo del mundo.
-¿Y cómo se acerca usted al peronismo?
-Me impactó el trabajo social que hacía Evita. Había, entre los años ’47 o ’48, delegadas censistas que trabajaban en la elaboración de los nuevos padrones de hombre y mujeres para la votación que se avecinaba, en que se iba a implantar el voto femenino.
-¿Y usted se sumó a ese trabajo?
-Sí, me ofrecí para ayudar en ese trabajo. Eloísa Chico de Arce también ayudaba. Y también recuerdo que participaba la mamá del actual senador Pruyas (María Mercedes Concepción Artieda de Pruyas). Recuerdo que acompañé a la delegada censista por toda la provincia.
-Un trabajo que la entusiasmó…
-Habré puesto mucho entusiasmo, porque mi labor llegó a conocimiento de Evita que me envió una carta de felicitación. No sólo eso: más adelante me invitó a visitarla a su casa.
-¿Y qué le dijo?
-Yo fui con uno de mis hijos, que era bebé, lo que la sorprendió. "¿Ya tenés hijos?", exclamó. Y yo le expliqué que me había casado muy joven, a los 18 años. Luego me dijo que quería trasmitirme algunas de sus ideas, "porque yo tengo una corta vida por delante", comentó mientras se le caían las lágrimas. Fue un momento muy emocionante.
-¿Se acuerda bien de esos diálogos con Evita?
-Me acuerdo perfectamente, son momentos inolvidables. Un día me dijo: "Hoy estoy muy triste, porque vi a una madre de nueve hijos que no tenían para comer". Recordando ese momento, más adelante, cuando mi marido fue Gobernador de Corrientes, yo preparé un proyecto de ley que denominé Ley de la madre prolífica y que establecía un subsidio para esas madres. El proyecto se aprobó por unanimidad.
-¿Fue una Ley provincial?
-Sí, la aprobó la Legislatura correntina. Recuerdo que Perón se emocionó con nuestro proyecto y me pidió una copia; luego se aprobó como Ley de la Nación. Hoy se mantiene vigente como la Ley de la Madre de siete hijos.

Conversaciones con Eva

"Evita nos invitaba a su habitación, donde debía permanecer en cama porque ya su fatal enfermedad estaba avanzando. La acompañábamos varias mujeres".

-Hábleme más de sus conversaciones con Evita.
-Ella nos invitaba a su habitación, donde debía permanecer en cama porque ya su fatal enfermedad estaba avanzando. La acompañábamos Delia Parodi, Nélida de Miguel (que todavía vive) y una joven doctora, Silvia Otero. Evita nos decía que teníamos que trabajar para todos los argentinos, aun para los que pensaban distinto porque "existe la libertad para pensar como se quiera; pero nuestro deber es gobernar para todos", nos decía.
-¿Conversaban mucho?
-Sí, bastante. Nos decía que "nunca hay que criticar lo malo que se hace: hay que tenerlo como ejemplo, para entonces obrar bien". Prácticamente nos pasábamos toda la noche hablando, porque ella no podía dormir, seguramente por los dolores que le producía la enfermedad.
-¿Eso era en la Casa de Gobierno?
-No, en la casa de familia que tenían en Buenos Aires. Y en una de esas noches yo escuché unos ruidos, y Evita nos dijo: "¡Escóndase en el baño!" Yo me demoré porque estaba con uno de mis hijos pequeños y en ese momento entró Perón a la habitación.
-¿Y qué pasó?
-Al verme se enojó mucho. Me dijo: "¿Qué hace usted aquí? ¡Váyase! ¿No tiene vergüenza de estar molestando a una mujer enferma?" Yo salí llorando. Cuando me estaba retirando de la casa, un colaborador me alcanzó y me dijo que me quedara. Yo le expliqué que Perón me había echado. "No, quédese", insistió el colaborador. Luego se sintieron ruidos de movimientos, de autos y motos: era Perón que se alejaba.
-¿Entonces usted se quedó en la casa?
-Sí, y fui conducida nuevamente a la habitación de Eva. Entonces ella me pidió disculpas y me explicó: "Él (Perón) no sabe que yo no puedo dormir. Cuando me pregunta cómo pasé la noche, yo le digo que bien. Le miento. Por eso pensó que usted estaba interrumpiendo mi sueño".

La historia continúa

-¿Y cómo sigue la historia?
-Bueno, pasaron muchas cosas. La muerte de Evita, luego el golpe militar que depuso al gobierno del general Perón. Allí por primera vez lo metieron preso a mi marido.
-¿Y usted?
-Yo traté de seguir mi vida junto a mi familia, apoyando siempre a mi marido. En los ‘60 me recibí de abogada y fui la primera mujer en hacerlo en nuestra Facultad de Derecho de la Unne. Formé un estudio donde llegué a tener como diez abogados que trabajaban conmigo. Creo que fue el estudio más grande que tuvo Corrientes en esos momentos.
-¿Tenían mucho trabajo?
-Mucho. Hacíamos sucesiones internacionales. Precisamente en uno de mis viajes de trabajo, en una oportunidad llegué a Madrid, donde Perón estaba asilado. Yo estaba con mi hijo Hugo, que ya tenía 18 años. Nosotros ayudábamos económicamente a Perón.
-¿Lo pudo ver entonces?
-Lo que hice fue dejarle una carta en su residencia de Puerta de Hierro, donde le cuento quién soy yo y le recuerdo aquella "anécdota" cuando me sacó casi a los empujones de la habitación de Evita. Dejé esa carta en la puerta y luego me dirigí al hotel donde me alojaba. Unos abogados españoles me iban a visitar allí, así que dejé avisado al conserje que me informara cuando llegasen.
-¿Era por su trabajo de sucesiones internacionales?
-Así es. Bueno, el conserje me avisa que habían llegado las personas que yo esperaba. Pero cuando bajo, grande fue mi sorpresa al ver en el hall del hotel, no a los abogados que esperaba, sino al propio Perón acompañado de Isabel (María Estela Martínez de Perón) y (José) López Rega. Intercambiamos unas palabras de presentación y Perón me invita a almorzar a su residencia.
-Evidentemente, había leído la carta que usted le dejó.
-Indudablemente. No sólo almorzamos en su casa, sino que me invitó a alojarme allí hasta mi regreso a la Argentina. Me hizo preparar una habitación que compartí con mi hijo, y me quedé allí.
-¿Por cuánto tiempo?
-Dos días. Me pidió que lo acompañe a una habitación en el piso superior, donde ya estaba el cajón con los restos de Eva, que hacía poco le habían restituido por orden del gobierno militar de la Argentina.
-¿Qué recuerda de esos dos días en casa de Perón en Madrid?
-Recuerdo que a la mañana golpearon mi puerta. "La hora del mate", dijo la voz del propio Perón. Y luego fuimos a tomar el mate en la cocina, servido por Perón mismo.
-Momentos inolvidables, ¿no?
-¡Qué le parece! Fue allí cuando me propuso: "Yo quiero que sea mi apoderada nacional del Partido Justicialista".

Una fórmula que no fue

-¿Es cierto que Perón imaginó una fórmula Perón-Balbín?
-Totalmente cierto. Y Perón le pidió a mi esposo que haga las gestiones ante Balbín para que sea su vicepresidente. Le dijo a mi esposo que actúe como intermediario para llevarle a (el líder de la Unión Cívica Radical en ese momento, Ricardo) Balbín esa propuesta.
-¿Y cuál fue el resultado de esa gestión?
-Como se sabe, Balbín expuso esa idea ante un congreso partidario, que la rechazó. Lástima, porque hubiera sido una gran solución para el país. Perón quería volver en un clima de unidad nacional.
-La familia Romero tuvo un gran protagonismo en esos tiempos. ¿También sus hijos participaron activamente en política?
-Algunos sí. Hugo, por ejemplo, no quiso participar. Un día le dijo a su padre: "Papá, yo voy a trabajar para que la familia pueda vivir de sus propios recursos, no del Estado. El Estado necesita el dinero para otras cosas, para hacer obras y brindar servicios". Fue un gran razonamiento.
-¿Y Jorge Romero?
-Jorge sí trabajó siempre en política.
-¿Cómo fue la experiencia administrativa de aquel gobierno peronista de 1973-1976?
-Mi marido recibió el Gobierno con un déficit tremendo y cuando se fue, lo entregó con superávit.
-Usted, actualmente, ¿sigue participando en política?
-No, ya estoy retirada. Por supuesto, si cualquiera viene a pedirme un consejo se lo doy con mucho gusto. Trabajé junto a un gobernador, junto a un gran presidente como Perón. Yo aprendí de ellos la tolerancia, y que en todas las circunstancias siempre hay que ayudar a la provincia.
-Han pasado muchos años, pero se la ve muy bien, doña Emma.
-Y… todavía ando. ¡Y eso que en noviembre voy a cumplir 90 años!
-Usted dijo que no era peronista al principio, pero finalmente se casó con un peronista.
-Mi padre era autonomista. Recuerdo que un día estaba con mi esposo y papá me dijo: "Hay, hija, ¿cómo te venís a casar con un peronista vos que sos de cuna autonomista?" Entonces mi esposo le replicó: "Sí, don Manuel, de cuna autonomista ¡pero de cama peronista!".
La anécdota nos hizo reír a todos.

Quién es

    Nació el 20 de noviembre de 1924 en Herlitzka, departamento de San Luis del Palmar, en un hogar de seis hermanos.
    Realizó sus estudios primarios en San Luis del Palmar y los secundarios, en la Capital de Corrientes.
    En 1942 se casó con Julio Romero, quien en 1973 se consagraría como el último gobernador peronista de la provincia de Corrientes.
    En ese gobierno, la doctora Emma Tacta de Romero ocupó el Ministerio de Bienestar Social.            
    A fines de 1972, el propio general Juan Domingo Perón la designó como apoderada nacional del Partido Justicialista.
    Mucho después de casada comenzó sus estudios universitarios, egresando como abogada de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne).

Fuente:www.diarioellibertador.com.ar


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