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EL TIEMPO EN LA CRUZ

13 de diciembre de 2013

De la ola de saqueos a la “justificación de las armas”

Analistas sociales aún están interpretando el fenómeno. Indicaron que la crisis no tiene elementos coincidentes con 2001. Existen varias versiones de sus causas, bajo la mirada de distintas construcciones políticas. Los peligros de vecinos armados.

MARIANA BLANCO [email protected] LA CONSTRUCCION DE UN ESCENARIO CON MULTIPLES DIMENSIONES Una olla a presión que destapa una economía subterránea, traccionada por la inflación; intentos de desestabilización institucional; conspiración de asociaciones delictivas ante la pérdida del monopolio de la fuerza por parte del Estado; exacerbación mediática; pérdida de valores. Estas son algunas de las tesituras que circulan en torno a un escenario de protesta policial y saqueos en algunas ciudades del país. Por la premura de los acontecimientos, algunos  científicos sociales aún no se animan a establecer interpretaciones sobre los factores que incidieron en la conformación de este nuevo escenario público donde la violencia pareciera ser su único hilo conductor. Los expertos consultados por este diario sí coinciden en que existen elementos que son dignos de análisis y que no tienen puntos en común con otras crisis, como la más cercana y aún resguardada en una especie de memoria colectiva, como la del 2001. “Estalla en un clima social y psicológicamente determinado. El mes de diciembre es muy significativo para nuestra historia. Trágicamente ahora tenemos 13 muertos”, expresó a El Litoral la directora del Centro de Estudios Sociales, Ana María Pérez Rubio. Indicó que si bien “hay pobreza no declarada y trabajo en negro”, no hay “una imagen de catástrofe que justifique” esta irrupción. “Existen muchas versiones y no se podrá interpretar hasta que no esté del todo esclarecido”, insistió. “Desde lo colectivo vemos que cuando pasa un hecho de esta magnitud con este nivel de ‘contagio’, aunque contagio no sea la palabra adecuada, es porque hay un problema social latiendo debajo”, señaló la especialista. “Desde lo individual, tenemos que ver los manejos individuales que hace cada sector del poder, cada Gobierno Provincial respecto de cómo actúa el Gobierno Nacional, en función a esto. Cada Provincia muestra su impronta en función de las características propias y de cada situación”, indicó. Pérez Rubio, a su vez, aclaró que los elementos de esta crisis son diferentes a las del 2001 debido a que la situación económica era distinta. “Veníamos de los ‘90 y no se puede comparar con la situación actual”, dijo. “En 2001 hubo descreimiento de la política. Diferente de ahora que se interpreta la realidad desde la mirada de diferentes construcciones políticas”, explicó. De igual modo, la docente de la cátedra de Sociología de la Facultad de Humanidades de la Unne, Nidia Piñeyro, indicó que no hay elementos suficientes para establecer similitudes con la crisis de principios del 2000. “Son incidentes que podrían configurar un proceso social pero el contexto es diferente. Estábamos en un Gobierno nacional débil, en medio del megacanje, del blindaje. El proceso de institucionalización era diferente al que tenemos ahora. Son procesos con conceptos diferentes. Estos son incidentes con violencia. En 2001 teníamos un proceso de desmantelamiento institucional, político y socioeconómico”, sostuvo. No obstante, indicó que “la brecha de desigualdad está a la orden del día” aunque se registre una población mayor incluida en el mundo del trabajo. Sin embargo, consideró la necesidad de “revisar los índices de empleo y trabajo, la política de ingreso o la transferencia monetaria condicionada, más conocida como planes sociales”. En cuanto a las personas que saquean señaló que se debe observar si pertenecen  a “grupos vulnerables económicamente, si son desocupados, o delincuentes asociados a la Policía”, ya que existen múltiples versiones. “Hay una lectura de características de desestabilización institucional y esto  hay que ver en qué se funda”, dijo. Indicó, además, que se observa “un recrudecimiento del rechazo de la protesta y de la estigmatización”, al atribuírseles hechos delictivos a una clase social. “La sociedad no tolera el conflicto, el caos. Los discursos oficiales provinciales y nacionales producen confusión y la clase media está asustada. Siente un terrible temor al desamparo del Estado y a la falta de seguridad”, dijo. “El desorden y el caos generan rechazo y ningún margen para comprender situaciones anómalas”, añadió. Luego recordó que la seguridad fue un caballito de batalla de campaña en varias provincias y que hoy “hace agua”.   Vecinos armados “Ver vecinos armados no genera rechazo, existe cierta justificación a partir del ideal de que quien se esfuerza y trabaja tiene derecho a cuidar su propiedad, aún decidiendo sobre la vida de los demás”, expresó Piñeyro, situación a la que consideró de gravedad. “El Gobierno (Chaco), con la intención de llevar tranquilidad, justifica la defensa como sea. Pero eso genera el efecto inverso”, sostuvo. Señaló, además, que a diferencia de 2001, se unieron las organizaciones sociales, desocupados y la clase media por un solo reclamo. Hoy existen grupos enfrentados y se suma un nuevo actor, la Policía. Así, “se puede leer en términos de conflicto, de desinstitucionalización o como una olla a presión que se destapa con cuestiones como la inflación”, añadió.   Fuente:www.ellitoral.com.ar

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