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EL TIEMPO EN LA CRUZ

12 de junio de 2013

El punto sirve; la actuación es para olvidar rápidamente

Argentina hizo un gol de movida, a los 3 minutos (penal convertido por Agüero), pero no tuvo solidez defensiva para mantener la ventaja. Ecuador igualó con un cabezazo (Castillo) y luego fue el protagonista esencial del discreto partido. Messi jugó la última media hora.

Habrá que pensar que el punto sirve, porque aquí en Quito la Selección argentina estaba más acostumbrada a perder que a sumar y porque además lo acerca irremediablemente al Mundial.

Pero también hay que decir que la actuación del equipo de Sabella pide a gritos un olvido inmediato.

En el juego, se trata de un puntito, de un partido que se jugó como se pudo y no como se quiso. Que se sufrió adentro del área demasiados minutos, en el primer tiempo gracias al baile colosal que le dio Jefferson Montero a Gino Peruzzi y en la segunda parte a favor de los centros de Luis Antonio Valencia, a quien tampoco Marcos Rojo pudo contener. Los que llevan estadísticas seguramente no tienen este dato, pero es más que posible que los 15 córners que tuvo en contra Argentina en el segundo tiempo (más los cuatro de la primera mitad) signifiquen un récord para una defensa celeste y blanca.

Sabella planteó un partido para tener la pelota,arriesgar poco y cuidar el físico en los 2.850 metros de altura de Quito. Suena lógico. Y al minuto de juego, la famosa pelota que no dobla le hizo un guiño: tras un remate desde lejos de Di María, Alexander Domínguez ofreció un rebote y para peor luego derribó a Palacio. Allí cambió el partido y pudo haber cambiado más si el árbitro paraguayo Enrique Cáceres hubiera expulsado al arquero como debía. Con la ejecución precisa delKun Agüero, Argentina encontró velozmente y sin esfuerzo el partido que quería jugar. Claro que en los planes no estaban los permanentes desbordes de Montero por izquierda, tampoco que Banega no llegara nunca a colaborar. Para colmo, con Felipe Caicedo y Joao Rojas estacados en el área como dos nueves, Ezequiel Garay no podía correrse a la derecha. A simple vista, Ecuador atacaba con cuatro(Valencia subía por derecha) y Argentina defendía con cinco.

No sobraba ninguno.

Y si en el mano a mano siempre ganaba el delantero, el desnivel era inevitable. De un desborde de Montero llegó la falta de Peruzzi, el tiro libre de Ayoví y el cabezazo de Segundo Castillo para sellar el 1-1. Romero y Fernández, en primer plano, mostraron la inmovilidad de la defensa. Nadie saltó. Iban 16 minutos y a empezar de nuevo, la Selección no aprovechó el impacto del 1-0, porque no supo cuidar la pelota y porque Di María (por demás eléctrico) elegía casi siempre mal: pelotazo cuando convenía jugar corto, salir corriendo cuando era mejor tocar con algún socio.

Ya la segunda parte arrancó con una muestra gratis de lo que iba a pasar: en un minuto, Ecuador tuvo dos córners. Como podían, muchas veces a los revolcones, los centrales aguantaban los centros y Mascherano sostenía su verticalidad. Y Messi quería entrar.

Ese segundo tiempo casi devoró el mediocampo de los dos equipos; el equipo de Reinaldo Rueda invadió el área de Romero y, al mismo tiempo, Argentina contaba con espacios para meter alguna contra.

La defensa de Ecuador profundizó su fragilidad, casi idéntica a la que mostró una rueda atrás en el Monumental. Aquella noche se llevó un 4-0 en contra, pero era otra Argentina, claro, en el llano y con Higuaín, Messi entero y Gago.

En más de una ocasión, el contragolpe detectaba una insólita oferta de tres delanteros visitantes ante un solo defensor local, pero Di María insistía con su vocación para elegir mal la última puntada. Entró Messi y nada cambió, aunque jugó más de media hora. Leo no tuvo con quien asociarse porque mirando hacia adelante sólo veía a Palacio y por el espejito retrovisor observaba a nueve compañeros detrás de mitad de cancha.

En definitiva, Argentina pudo perder y también pudo ganar, aunque parezca absurdo. Y se llevó lo que vino a buscar, o casi. Ecuador ya no tiene un ciento por ciento de eficacia como local, también es cierto. Pero para nuestra Selección no debería ser muy halagador vanagloriarse demasiado con ese logro.

 

Fuente:www.clarin.com



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