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EL TIEMPO EN LA CRUZ

10 de diciembre de 2017

Se va el más político de los gobernadores

Sus detractores podrán encasillarlo con distintos matices de críticas, pero no podrán quitarle el hecho histórico de ser el que más tiempo ocupó el sillón de Ferré, que bien podrían llamar las futuras generaciones el sillón de Colombi. Parco, pero con arengas tajantes. De relatos concisos, pero contundentes. Obstinado, pero pragmático. Éstas y otras combinaciones, junto con una contracción al trabajo inigualable le permitieron ser un exponente particular. Si bien en los últimos tiempos comenzó a perder la muñeca, sin lograr la reforma, el triunfo electoral del 8-O lo enfervorizó.

Fueron tres gobernaciones, por lo que realizar un resumen (ya se hizo un ensayo días atrás en conferencia de prensa en Casa de Gobierno) obligaría a un libro, por lo que en estas líneas sólo nos ocuparemos de remarcar algunas cualidades que distinguieron (mal o bien, según quién lo aprecie) a Ricardo Colombi.

Hoy deja el sillón de Ferré. Estamos hablando de un animal político de esos que los porteños miran con cierta admiración y hasta temor. El macrismo es un fiel reflejo de ello.  ¿Pero por qué despertó siempre esa ambivalencia? Se podría asegurar que fue por saber combinar antinomias, aquellas que otros dirigentes prefirieron no extrapolar y "morir con la suya".  El mercedeño supo navegar en aguas turbulentas desde el principio y lo hizo con sus contrincantes de "compañeros". Una prueba primaria de su pragmatismo.  Se hizo famoso por su carácter, reacio, con semblantes que le permitieron ahorrar discursos. De esta manera conformó una alianza cuyos socios entendieron desde el principio que serían siempre actores de reparto.  Se caracterizó por reflejar el perfil de lo que muchos llaman el "patrón de estancia". Para otros, fue capaz de sostener una actitud de pocas pulgas durante tantos años porque es necesaria para estas lides. Se las amañó siempre para mantener contentos a sus aliados, pero también les hizo sentir las jinetas cuando hizo falta. Aun así, siempre alcanzó la venia de ellos y hasta de algunos contrincantes.  Le encantó meter púa en los sectores que mostraron diferencias con su modelo de gobierno. También pareciera que disfrutó mantener relaciones "tóxicas" con exponentes de la política provincial como Tato Romero Feris y con muchos del justicialismo. Del amor al odio en segundos, cada vez que sus objetivos (o los de su gestión) se veían con cierto riesgo. La campaña presidencial de 2015 expuso como nunca su calidad pragmática. Se sacó fotos con todos, con Scioli, con Massa y con Macri. A último momento se quedó con el Presidente de la Nación. Un número 5 metedor, con algunas gambetas y amagos que desconcertaron hasta a los más habilidosos. Esta "maniobrabilidad" la aplicó siempre. Lo hizo con los intendentes, con los legisladores, con cada uno que se cruzó en su camino. En cada interacción buscó sacar ventajas. La ingenuidad la dejó en su infancia. Pero el tiempo esmerila cualquier poder y así pasó con Ricardo. Los cofundadores de ECO levantaron el pie del acelerador cuando el mercedeño insistió con la reforma constitucional un año antes de su partida. También le hicieron sudar frío cuando no aceptaron una nueva imposición de candidato. Y no fueron desde las bases desde dónde surgieron los cuestionamientos, fueron los propios jefes partidarios los que manifestaron sus pretensiones y criticaron la incertidumbre que generó hasta definirse por Valdés.  Con este evidente desgaste, al ahora ex Gobernador le quedaba sólo una cosa, ganar las elecciones con su candidato. Lo hizo y lo celebró entremezclando alegría y cierto dejo iracundo. Como que quiso dejar en claro que fue él el que ganó. Sin embargo, la ciudadanía sabe, así como los radicales y aliados, que fue Mauricio Macri con todo el aparato nacional el que colaboró sobremanera para que Encuentro por Corrientes continúe. Ello quedó reflejado hasta en la denominación de la alianza: ECO + Cambiemos.  De todas formas, Colombi se despide con ese laurel en su frente. Y desde hoy pasa a un segundo plano, en la Legislatura, mientras que en la UCR tal vez deberá aceptar cierto relegamiento y relacionarse con toda una camada de nuevos dirigentes que pidieron pista este año y dejaron en claro que irán por más en 2019.  Por JAM. Jefe de redacción EL LIBERTADOR.   Fuente:www.diarioellibertador.com.ar

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