Lo había anticipado. Y no fue un hecho menor que el anuncio lo formalizara el fin de semana largo por LT 25 Radio Guaraní. El Gobernador salió a confirmar que esperará las elecciones de Capital para dar a conocer el nombre. Será hombre, y será radical. Según él, afirma, lo tiene decidido. Según datos de la realidad, no es así. La pelea se acentuó desde el momento en que los "Gordos" le pusieron límites y no de las mejores formas. "Peteco" había retomado la punta. Valdés había quedado fuera de carrera, pero la decisión fue abortada por la presión de los que detentan el poder real dentro de la UCR y el Gobierno. ¿Será Vischi, será "Checho"? Un interrogante sin respuesta. No faltan quienes deslizan el nombre de Eduardo Tassano si se impone el 4-J, una solución salomónica que evitaría a Colombi inclinar la balanza hacia uno y otro lado. Por ahora, las encuestas favorecen en Capital al PJ, aunque aún no se entró en la recta final. Para Ricardo, quizás, ya no importe tanto el resultado de las provinciales, sino la forma de salir en la encerrona en que quedó, y hasta no le disgustaría el triunfo de Camau si se asegura tranquilidad y el control de la principal fuerza opositora. El instinto de supervivencia política lleva a Colombi a analizar su rol desde el 10 de diciembre. Con un nuevo gobernador radical podría pasar a ser un actor de reparto, sin poder real. Los que saben aseguran que, por las noches, aspira a un triunfo y por las mañanas a una derrota, fiel calco de la disyuntiva que envolvió a Cristina Kirchner en su traumática relación con Daniel Scioli. Efectos ineludibles de lo que significan los últimos meses de gobierno en todos los que han estado un tiempo prolongado.
PISAR LA PELOTA Y TIRARLA AL CORNER. Colombi es un tiempista, y un hombre con una enorme contracción al trabajo. Ha superado mil adversidades, y no está en duda que hasta ahora lo ha acompañado la suerte. Pero los ciclos son ineludibles. No hay tiempo que no llegue ni tiento que no se corte. La caída de un grande del boxeo horas atrás frente a un hombre mucho más joven (41 años contra 27) fue todo un mensaje. Un tercer ciclo político se cierra en Corrientes. Primero el Pacto, luego el nuevismo y finalmente el radicalismo, que se prepara para entregar la posta. Colombi no sólo lo intuye, sino también lo sabe. Las encuestas así lo revelan. Este barrilete no remonta a esta altura con nadie. Las elecciones de Capital podrán llegar a estar reñidas pero las provinciales están claramente definidas, y a Ricardo no le desagrada ser cola de león antes que cabeza de ratón. Si la birome pasara a otro correligionario él pasaría a un segundo plano. Si logra convertirse en el jefe de la oposición, su rol sería más honorable, mucho más si consigue un marco de acuerdo con quienes pasarán a gobernar la provincia.
El Gobierno sigue sin iniciativa, dominado por las contradicciones y por el reloj que, implacable, sigue marcando las horas en lo que pareciera ser la cuenta regresiva de la crónica de una muerte anunciada.
El candidato del Gobierno tendrá menos de cuatro meses para su instalación en una elección en la que el principal aspirante a la Gobernación viene corriendo solo desde hace tiempo, sin que se dé aquello que salir antes contribuye al desgaste.
Importa recordar una anécdota de ocho años atrás, cuando el entonces primo gobernador evaluaba postergar unas semanas la segunda vuelta electoral del 5 de octubre.
Había razones jurídicas que podían justificar la decisión que tras bambalinas impulsaba un sector del arturismo; hasta había un decreto redactado que esperaba la firma del mandatario.
Fue un encuestador del Paraguay, Francisco Capli, especialmente convocado frente a las chapucerías del gurú uruguayo Costa Bonino quien, números en mano, echó por tierra la idea de suspender las elecciones.
Capli fue categórico. Ahora o más adelante las elecciones están perdidas, y hasta arriesgó un resultado que tres días después se confirmó. El conocido encuestador posadeño, radicado desde hace años en Asunción, anticipó una diferencia de 25 puntos.
Los que saben aseguran que el escenario actual no dista de aquel, aunque sin arriesgar aún números definitivos. Camau Espínola, en cualquiera de los escenarios y frente a los distintos oponentes que se pongan en carrera, acumula ya una diferencia que puede considerarse irreversible.
Colombi lo sabe. Y, consciente de la necesidad de mantener los difíciles equilibrios internos y de evitar una licuación anticipada del poder, prefiere esperar. Algunos creen que por inercia no atina a reaccionar, mientras que otros aseguran que no le incomodaría quedar como exponente de la principal fuerza opositora.
Lo que está claro es que Ricardo volvió a faltar a su palabra. Dijo una y mil veces que en marzo daría a conocer el nombre de quién correría con los colores del Gobierno. En una desafortunada incursión mediática ante los canales nacionales aseguró que el último día de ese mes formalizaría el anuncio.
EL LIBERTADOR se permitió dudar de los dichos de Colombi. Recordó la letra de aquella canción famosa que habla de los cerezos y que dice para abril, o para mayo… aunque se jugó por la posibilidad que el Gobierno espere hasta el 4 de junio.
El sábado, en un reportaje a un programa de LT 25 Radio Guaraní, el Gobernador confirmó que la noche del día de la elección de Capital anunciaría el nombre que, según él, está decidido, es hombre y es radical.
La nueva postergación abre un abanico de conjeturas y tensa aún más la relación y la desconfianza que crece puertas adentro de la alianza gobernante.
El anticipo de EL LIBERTADOR terminó cumpliéndose, como lo fueron otros anticipos. Por caso, cuando se dijo que la reforma constitucional estaba en la agenda política de 2016; que la prórroga de mandatos era una de las variantes explorada por el Gobierno con intendentes peronistas y un sector del PJ. Luego, que el proyecto no lograría número en la Legislatura, y que el justicialismo se resistiría siquiera a analizarlo. Que el PJ iría a la elección con un frente con una nueva denominación, dejando atrás el sello del FPV. Que el PJ terminaría por cerrar filas con el massismo. Que las elecciones legislativas no se desdoblarían...
Por aquello de que el tiempo es el mejor aliado de la verdad, a esta altura son pocos los interrogantes que aún existen. Quizás hasta el misterio en torno al candidato pase a un segundo plano. Lo que está claro es que el Gobierno se mancó antes de la recta final. En el ideario colectivo hay un pingo que viene corriendo, y solo.
El oficialismo intentó embarrar la cancha. Apuntó a una campaña sucia que no sólo no prosperó, sino que terminó volviéndosele en contra.
Ahora, todas las miradas apuntan al 4-J, una elección que si hay lógica y se cumplen los vaticinios del oficialismo municipal, le dará al justicialismo el triunfo en las primeras elecciones del año.
Es difícil que un intendente, en la mitad de su mandato, pierda una elección. Aun así la importancia del resultado pasa a ser relativa. Sin tiempos y realidades diferentes. La gente se mentaliza en los escenarios, y tiene en claro los distintos planos electorales. Una cosa es votar intendente; otra, legisladores nacionales; y otra muy distinta, votar gobernador.
La incidencia, entonces, de los resultados previos es relativa. No lo es, sin embargo, a nivel país. De ahí la mirada sobre Corrientes que elegirá gobernador tres semanas antes de las estratégicas elecciones nacionales de medio tiempo.
Un dato de la realidad es que de las elecciones de Santiago del Estero, la otra provincia que vota este año, nadie habla.
Corrientes sí está en la vidriera. La suerte electoral desvela al Gobierno y abroquela a todo el PJ tras Camau, incluso hasta relativizando por completo diferencias y contradicciones nacionales. Todos apuestan y necesitan que el peronismo correntino dé el batacazo. El efecto residual sería muy fuerte. La tapa de los diarios nacionales del lunes 2 de octubre tendría un efecto importante, tanto para el oficialismo como para la oposición, con la particularidad de que si se confirma el triunfo del candidato peronista en Corrientes compartirán esa noche del domingo los principales referentes del justicialismo nacional, incluido el propio Sergio Massa, una postal que al Gobierno no le cierra.
Fuente:www.diarioellibertador.com.ar