NACIONALES
18 de octubre de 2025
¿Quién gana las elecciones del 26-O?: la pregunta de los 20 mil millones

El gobierno manipulará el escrutinio provisorio para inflar el resultado y mostrarse victorioso, como pidió Trump, quien condicionó el millonario "salvataje" a que Milei gane las elecciones. El presidente argentino dijo que se considerará ganador si obtiene el "tercio" que le permita gobernar por veto y decreto. Los mercados descuentan un escenario de derrota y extrema debilidad. El peronismo apuesta a ganar en el porcentaje nacional para vigorizar la disputa por la presidencia y Provincias Unidas buscan ratificar territorios. El complejo algoritmo para leer el resultado de las elecciones que vienen.
Por Adrián Murano
La escena política argentina transita la previa al 26 de octubre con una pregunta que excede lo electoral y se adentra en el terreno de la geopolítica financiera: ¿qué significa, exactamente, que Javier Milei "gane" estas elecciones? La respuesta no es menor. De ella dependen 20 mil millones de dólares que Washington promete como parte de un paquete de asistencia que el presidente Donald Trump condicionó de manera explícita al desempeño del gobierno libertario en las urnas. Una intervención que desnuda los límites de la soberanía cuando se gobierna con las arcas vacías.
El propio Milei ha intentado despejar la incógnita con una definición que suena más a operación de expectativas que a análisis político: "Un buen número sería un tercio del Congreso que me permita defender mis políticas", declaró en un frontón con Esteban Trebuq. La frase es un síntoma y pronóstico. Lejos de los números que lo depositaron en la Casa Rosada, el presidente aspira a conquistar el tercio de las bancas que le garantice el poder de veto: la capacidad de bloquear cualquier iniciativa legislativa de la oposición y, sobre todo, de sostener por decreto las políticas de ajuste que constituyen el núcleo duro de su programa de gobierno.
Pero hay un problema: las proyecciones indican que ese tercio mágico se encuentra, en el mejor de los casos, en el límite de lo posible. Y en el peor, directamente fuera del alcance. Los tres escenarios que manejan las consultoras y que circulan en los despachos oficiales muestran que incluso en la perspectiva más favorable para el oficialismo (el "Escenario C", donde La Libertad Avanza obtiene 39% de los votos), el gobierno alcanzaría 103 diputados sobre 257, y apenas 25 senadores sobre 72. Cifras que, si bien le otorgan capacidad de negociación, están lejos de configurar ese "tercio blindado" que Milei presenta como victoria.
Precio a la democracia
La jugada de Trump no pasó inadvertida para nadie. En el oficialismo se celebró como un oasis en el desierto, la oposición lo calificó -con razón- como una inaceptable bravuconada injerencista y los mercados reaccionaron con la histeria habitual. En la lectura del Círculo Rojo, el anuncio de un paquete de asistencia financiera condicionado al resultado electoral buscó establecer un piso de expectativas que el gobierno argentino puede manejar a su favor en la narrativa post-electoral.
La lógica es transparente: Washington no está apostando a Milei por simpatía ideológica o por su performances televisivas. La apuesta es a la continuidad del ajuste ortodoxo, a la profundización de las reformas estructurales y, sobre todo, a garantizar el pago de la deuda. Los 20 mil millones no son ayuda: son inversión en previsibilidad. Y como toda inversión, exige retorno.
La necesidad acuñó la operación discursiva del gobierno para fijar el umbral de la victoria en "un tercio". Un movimiento político que pretende, a la vez, bajar expectativas y construir un relato de fortaleza donde los números muestran debilidad. Remake imperfecta del “estamos mal pero vamos bien” de Carlos Menem, el presidente salió a prometer que tras las elecciones vendrán "cambios clave", entre ellos una reforma laboral que el ministro Luis Caputo viene diseñando desde hace meses y que requiere, justamente, de ese poder de veto para evitar que el Congreso la desguace.
La cuenta es simple: en Diputados, el tercio son 86 bancas sobre 257. En Senadores, 24 sobre 72. Hoy el oficialismo tiene 36 diputados y 6 senadores propios de La Libertad Avanza, más aliados circunstanciales que le han permitido sostener vetos y aprobar decretos clave. Pero esa arquitectura parlamentaria es frágil, construida sobre acuerdos coyunturales con bloques provinciales y con el PRO, cuya lealtad tiene precio y vencimiento.
Las proyecciones elaboradas por La Sastrería —basadas en tres escenarios de distribución de votos— permiten dimensionar el desafío:
- En el Escenario A (Peronismos 36%, LLA 32%, Provincias Unidas 12%), el oficialismo alcanzaría apenas 90 diputados (LLA 61 + PRO 22 + gobernadores aliados 7) y 20 senadores (LLA 13 + PRO 5 + gobernadores aliados 2). Números claramente insuficientes para el tercio.
- En el Escenario B (LLA 34%, Peronismos 34%, Provincias Unidas 11%), la situación mejora levemente: 98 diputados y 23 senadores. Rozando el tercio en el Senado pero todavía lejos en Diputados.
- Solo en el Escenario C (LLA 39%, Peronismos 33%, Provincias Unidas 10%) el gobierno superaría el tercio en Diputados con 103 bancas, aunque en Senadores apenas llegaría a 25, superando por una banca el umbral de 24.
Lo que estos números revelan es que la "victoria" de Milei depende menos de su propia performance electoral que de la fragmentación de la oposición y, sobre todo, de la disposición de los bloques provinciales y del PRO a seguir sosteniendo el plan de ajuste. Una ecuación política que, lejos de fortalecerse, se ha vuelto más inestable con el paso de los meses.
Radiografía de un gobierno en declive
Los datos de la encuesta QTAC de fines de septiembre ofrecieron un panorama que explica por qué el gobierno debió recalibrar su definición de victoria. En ese sondeo, la gestión de Milei registra 41,3% de evaluación positiva (muy buena + buena) contra 57,9% de evaluación negativa (mala + muy mala). Pero lo preocupante para la Casa Rosada no es tanto el número absoluto como la tendencia: en marzo de 2024, apenas cinco meses después de asumir, Milei tenía 50,2% de imagen positiva. En un año y medio, perdió casi nueve puntos.
La erosión es particularmente pronunciada en los sectores medios y bajos. Entre quienes tienen nivel educativo primario, la imagen negativa trepa a 56,4%; entre las mujeres, alcanza 61,9%; y en la franja etaria de 30 a 49 años —el núcleo duro del electorado que debe trabajar y sostener familias— la desaprobación llega a 62,7%.
Más revelador aún es el dato sobre percepciones económicas. Consultados sobre si su situación económica mejoró respecto del año anterior, solo 29,6% responde afirmativamente, mientras 56% dice que empeoró. Y cuando se les pregunta sobre expectativas futuras, apenas 32,9% cree que el año próximo estará mejor. Son números que hablan de un desgaste profundo del optimismo inicial, de una sociedad que lleva dos años de ajuste y empieza a preguntarse cuándo llegará la famosa "recuperación en V" que prometió el presidente.
Otro indicador elocuente: 26,2% de los encuestados tuvo que endeudarse para cubrir gastos mensuales, y entre quienes se endeudaron, el 36% no sabe si podrá pagar esas deudas. Son cifras de fragilidad social que contrastan con el relato oficialista de "recuperación económica" y que explican por qué el principal problema que identifica la ciudadanía es, lejos, la corrupción (43,3%), seguida por la pobreza (18%) y la inflación (10,3%). Un ordenamiento de prioridades que sugiere hartazgo con la política en general, pero también con las condiciones materiales de vida.
Las batallas del peronismo
Del otro lado del mostrador electoral, el peronismo llega a estas elecciones con una estrategia definida: liderar el porcentaje de votos a nivel nacional para establecer que "el país le puso un freno a Milei", incluso si el gobierno alcanza su ansiado tercio. Es una apuesta por el simbolismo del número agregado, por la capacidad de erigirse en "primera fuerza política" y, desde allí, reclamar legitimidad para disputar la presidencia en 2027.
Las encuestas muestran que ese objetivo no es descabellado. Un digesto de 10 sondeos recopilados por el Diario Clarín estableció que La Libertad Avanza mantiene en promedio una ventaja de 2,2 puntos sobre Fuerza Patria: 37,1% vs. 34,9%. Sin embargo, hay una complejidad metodológica en la recolección y manipulación de los datos que corresponde explicitar: cuando las proyecciones, como la de QTAC, hablan de "Peronismos" con 36%, 34% o 33% según el escenario, no se refieren exclusivamente a Fuerza Patria. El justicialismo competirá en las 24 jurisdicciones bajo múltiples denominaciones. Fuerza Patria se presentará en 15 distritos, pero en 9 provincias el peronismo utilizará sellos locales: Frente Unidos Podemos en Chubut, Fuerza Entre Ríos, Frente de la Victoria en Formosa, Frente Defendamos La Pampa, Federales Defendamos La Rioja, Fuerza Justicialista Mendoza, Fuerza San Juan, Fuerza Santacruceña en Santa Cruz y Frente Tucumán Primero. Además, en San Luis se presentará también el Frente Justicialista y en Santiago del Estero el gobernante Frente Cívico tributa a la construcción panperonista a nivel federal.
Esta fragmentación nominal —que responde a lógicas de construcción territorial y a la necesidad de adaptar el mensaje a cada provincia— dificulta la lectura agregada del voto peronista y, como contraparte, favorece la aritmética oficialista, que sumará los votos bajo el mismo sello libertario en las 24 jurisdicciones.
La "trampa electoral", como la definieron desde el peronismo, está servida: la Dirección Nacional Electoral (DINE) determinó contabilizar el voto a diputados nivel nacional, y ese resultado aparecerá en la página del escrutinio provisorio bajo la denominación "voto popular". En paralelo, el organismo -dependiente del Ejecutivo- definió sumar únicamente las alianzas que se presenten bajo el mismo nombre en todas las jurisdicciones. En la práctica, esto significa que los votos obtenidos por el peronismo en las 9 provincias donde compite con denominaciones locales quedarían excluidos del recuento nacional de "voto popular". Es decir, los sufragios conseguidos por figuras como Gildo Insfrán en Formosa, Gerardo Zamora en Santiago del Estero o Natalia de la Sota en Córdoba -entre otros- no se sumarían al total nacional del peronismo en esa página de resultados.
El efecto no es menor: como La Libertad Avanza se presenta con el mismo nombre en las 24 jurisdicciones, su porcentaje de "voto popular" reflejará la suma exacta de todos sus votos en el país. El peronismo, en cambio, aparecerá con un número artificialmente reducido, que solo incluirá los votos de las 15 provincias donde compite como Fuerza Patria. La diferencia podría ser de varios puntos porcentuales, suficiente para que el gobierno exhiba ante los mercados financieros y ante Washington una "victoria" en voto popular que no se corresponde con la realidad de la distribución del voto justicialista.
Desde el peronismo calificaron la maniobra como "hacerse trampa al solitario" y ya preparan una respuesta en múltiples frentes. Fuentes del PJ confirmaron que están elaborando una denuncia penal contra las autoridades de la DINE, una presentación formal ante la Cámara Nacional Electoral, amparos en los juzgados electorales federales y, como medida de resguardo, un sistema de recuento propio que permita contrastar y difundir el número real del voto peronista agregado a nivel nacional. "Van a intentar vender una foto de triunfo con un criterio de conteo hecho a medida", advirtió un dirigente cercano a Cristina Kirchner. "Pero nosotros vamos a tener nuestro número y lo vamos a difundir el mismo 26 de octubre".
Esa operación aritmética conlleva una definición política, ya que requiere explicar que un voto -por caso- al Frente Tucumán Primero es, en términos nacionales, un voto al peronismo, aunque en la boleta no aparezca la simbología cromática y literal. Y sirve para amalgamar el armado legislativo de cara a lo que vendrá.
En las proyecciones de La Sastrería, incluso en el escenario más favorable (Escenario A, donde el peronismo obtiene 36% de los votos), el espacio conseguiría 100 diputados, lejos de los 129 necesarios para tener quórum propio. Y en el Senado, llegaría a 24 senadores —justo el tercio—, pero sin capacidad de impulsar leyes propias si el oficialismo y sus aliados se unen para bloquear a la oposición.
Mileísmo de buenos modales
En ese escenario resultará determinante Provincias Unidas, el frente que nuclea a gobernadores como Martín Llaryora (Córdoba), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Nacho Torres (Chubut), Carlos Sadir (Mendoza) y Claudio Vidal (Santa Cruz). Su estrategia es tan pragmática como efectiva: presentarse como oposición moderada, planteando la continuidad del plan económico de Milei pero "con mejores modales", es decir, sin la confrontación permanente, sin los exabruptos presidenciales, sin la batalla cultural que desgasta la relación del gobierno nacional con el Círculo Rojo.
La apuesta de Provincias Unidas es ratificar sus territorios en octubre para luego, en 2027, presentarse como la opción "sensata" frente a un Milei desgastado y un peronismo todavía convaleciente. Las proyecciones les otorgan entre 26 y 28 diputados según el escenario, y entre 6 senadores en todos los casos. No son números para disputarle el gobierno a nadie hoy, pero sí para construir poder territorial y convertirse en los árbitros de cualquier negociación legislativa futura.
El riesgo para este espacio es quedar atrapado entre dos fuegos: si apoyan al gobierno, se desgastan con el ajuste; si se oponen, pierden recursos y obras nacionales. Un equilibrismo político que requerirá de gran habilidad para sostener en los meses que vienen, especialmente si el deterioro social se profundiza.
El algoritmo electoral: cómo leer el 26O
Entonces, ¿cómo leer los resultados del 26 de octubre? ¿Qué combinación de números configurará una victoria y para quién? El propio Milei reconoció que se juega su capacidad de continuar gobernando por decreto y veto, y que cualquier resultado que lo deje por debajo del tercio lo obligará a una negociación legislativa permanente que puede descarrilar el núcleo de su programa.
Pero hay múltiples lecturas posibles del mismo resultado:
* Si La Libertad Avanza obtiene entre 32% y 34% de los votos a nivel nacional (Escenarios A y B), el gobierno quedará en una zona gris: con números suficientes para reclamar que "no perdió", pero insuficientes para el tercio blindado en Diputados. En ese escenario, todo dependerá de cuántas bancas concrete el PRO —que según analistas podría obtener entre 22 y 24 diputados— y de la disposición de los bloques provinciales a seguir acompañando. El resultado será un Congreso fragmentado donde cada votación será una negociación, cada DNU una batalla y cada veto una incertidumbre.
* Si el peronismo supera el 36% a nivel nacional (Escenario A), podrá reclamar la victoria simbólica y construir el relato de que "el país rechazó el ajuste", incluso si no tiene los números para frenar los vetos presidenciales. Esa narrativa será crucial para reconstruir la unidad interna y proyectar candidaturas presidenciales para 2027. Pero si no logra traducir esa victoria simbólica en capacidad legislativa concreta —es decir, si no puede revertir políticas del gobierno—, el triunfo será pírrico. Deberá enfrentar, además, el desafío comunicacional de explicar que los votos a Fuerza Patria más los votos de los frentes provinciales suman esa primera minoría electoral, una operación aritmética que no todos los votantes harán de forma automática al mirar la web de los resultados provisorios. Por ese motivo, sectores del peronismo trabajan en una aplicación para visualizar los datos electorales con la sumatoria hecha en tiempo real.
* Si LLA alcanza el 39% o más (Escenario C), Milei habrá conseguido su objetivo: el tercio en ambas cámaras y un mandato claro para profundizar el ajuste. Los mercados reaccionarán con euforia, Washington desembolsará los 40 mil millones, y el gobierno impulsará la reforma laboral que ya tiene diseñada. Pero incluso en este escenario de "victoria plena", los números de fragmentación social —ese 56% que dice estar peor económicamente, ese 26% que se endeuda para llegar a fin de mes— no desaparecerán. Y la pregunta será cuánto más puede sostenerse un ajuste ortodoxo con una sociedad al límite.
El verdadero algoritmo para leer el 26-O no estará entonces en los porcentajes agregados, sino en la distribución territorial de las bancas, en la composición de los bloques parlamentarios, en la disposición de los actores menores —radicales, provinciales, fragmentos del macrismo— a sostener o confrontar con el gobierno y, sobre todo, en las cifras que reflejen el rechazo tanto a las políticas del oficialismo - los votos positivos que vayan a la oposición-, como la aversión a la política general, expresados en ausentismo y votos nulos. En ese aspecto, habrá que evaluar también cómo impacta el debut de la Boleta Única de Papel, un mecanismo que presenta más dificultades que beneficios para el libre ejercicio de la elección democrática.
Fuente: www.eldestapeweb.com