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EL TIEMPO EN LA CRUZ

13 de octubre de 2013

“Pasaron 521 años de resistir ante un sistema que nos quiere borrar del mapa”

En el marco del Día de la Diversidad Cultural, habló una indígena sobre la realidad que viven en las comunidades. Las violaciones a niñas de su pueblo, hecho que padeció a los doce años, es uno de los temas que más preocupa.

MONICA CHAROLI, INTEGRANTE DEL IDACH Y MIEMBRO DE LA COMUNIDAD QOM Mónica Charolí forma parte del área de prensa del Instituto del Aborigen Chaqueño (Idach) y es integrante de la Asociación de Comunicadores indígenas que hace poco más de una semana viajó al encuentro internacional de estas organizaciones en México. Eligió la herramienta de la comunicación para transmitir la voz de aquellos pueblos que han sido silenciados y que no cuentan con las armas para defender sus derechos. En el marco del Día de la Diversidad Cultural, recordando la llegada de los europeos que masacraron a los originarios desde 1492, El Litoral habló con Mónica sobre las realidades que viven las comunidades indígenas en la región. Comentó que el desmonte, los maltratos y hasta las violaciones de niñas son algunas de las mayores ofensas a su pueblo, al que muchas veces no se lo reconoce como argentino.  En su oficina del Idach, en la ciudad de Resistencia (Chaco), dialogó con este medio sobre los desafíos que quedan por realizar de parte del Estado provincial y nacional.  La sociedad y sus ideologías, no quedan al margen del aporte que pueden recibir las comunidades para salir de ese lugar oscuro donde fueron ocultados desde la colonización. Este ocultamiento no sólo es responsabilidad de los gobiernos, también de todos los que forman parte del país, que en muchas ocasiones piensan que no tienen los mismos derechos o, por ignorancia, creen que los indígenas desaparecieron hace muchos años del país.  En los últimos tiempos hubo reconocimientos de derechos y las herramientas de la comunicación ayudan a visibilizar realidades poco conocidas.    ¿En qué área del Instituto del Aborigen Chaqueño trabaja y cuáles son las actividades que realiza además de esta, en relación con la comunicación? Van a hacer dos años que estamos trabajando mediante el interés que tiene la titular del organismo para el área de comunicación, para hacer conocer los proyectos y actividades que tenemos. Y como comunicadores nos convocaron a trabajar en conjunto por el pueblo indígena. Al principio fue difícil porque los hermanos de las comunidades preguntaban por qué tenían que mostrar ciertas cosas, y les decimos que va a fortalecer a las comunidades indígenas y también ayudará a quitar el fantasma que la institución tiene sobre la falta de involucramiento en casos, como el fallo de la doctora Grillo con el tema de la Ley de Bosques. El área de comunicación del Idach presentó documentos sobre este tema y eso creo que no se llegó a conocer. Tampoco lo que viven los hermanos del Impenetrable. Los medios muestran otras realidades. Desde esta área queremos visibilizar otras cuestiones que tienen que ver con los hermanos. También formamos parte de un colectivo de las comunidades, de los tres pueblos indígenas del Chaco, desde el año 1990; formamos parte de la Asociación de Comunicadores Indígenas, y con el grupo llevamos proyectos sobre la red de comunicadores indígenas para que se vea que ellos pueden involucrarse en el tema radial. El año pasado también hicimos un trabajo televisivo. Sacamos una película que se llama “Nación Oculta”, para romper con esas películas que vemos, que siempre va el director primero. Lo que hemos hecho es que el director sea la comunidad indígena, para que sea un proyecto colectivo. Las comunidades se involucraron en el proyecto, participaron de todo el montaje y el espectro técnico. Esto demuestra que las comunidades con sus jóvenes están formándose en las nuevas tecnologías. Nos llena mucho de orgullo y fortaleza.    ¿Qué piensan de ello? Pensamos o sostenemos que los espacios de comunicación nos competen. Hemos estado discutiendo la Ley de Medios, logramos que dentro de la nueva ley puedan reconocer la comunicación con identidad. La mayoría de los jóvenes y “jóvenas”, como dicen los abuelos, estuvimos en Buenos Aires discutiendo sobre este derecho. En esos espacios de discusión estuvimos diciendo que no puede haber una ley federal cuando faltan indígenas.  En Argentina hay más de 33 pueblos y más de 70 lenguas. Es muy difícil romper la barrera de ocultamiento de los pueblos. A través de las herramientas de comunicación se pueden visibilizar.   Desde el área de comunicación, ¿qué otras actividades se pueden remarcar respecto de la colaboración a las comunidades?  Volviendo a las actividades, el área de comunicación es creadora del festival de cine indígena de la provincia del Chaco, es un evento que no se realiza en otro lugar. Además, estamos rompiendo con ese pensamiento de que los indígenas somos pobres e ignorantes. No somos pobres, nos hicieron pobres. Nosotros somos los dueños de la tierra donde habitan los criollos en este momento. Hay que reconocer que el Estado está haciendo el esfuerzo como corresponde por su función, el gobernador Jorge Capitanich reconoció las tres lenguas indígenas. Esto es importante en las escuelas, que se dicten clases en la lengua materna. Además, sacamos un documental con docentes indígenas, para que se pueda contar en las escuelas secundarias, que pueda contener todo lo que tenga que ver con la comunidad indígena. Conocemos que hay maltratos de parte de los docentes que no son indígenas, verbales y físicos, por eso es importante sentarnos a hablar con los sindicatos.    ¿Cuál es el principal objetivo de estas acciones? La idea es fortalecer a las comunidades indígenas.  Me duele leer muchos libros donde los pueblos indígenas no están. La educación occidental no nos va a servir, es un largo proceso y lucha de las organizaciones. Nosotros pensamos que es hora de que seamos los protagonistas, por eso desde el área de comunicación pensamos que debemos expresar nuestros pensamientos y romper ese discurso del “fueron”, como diciéndonos en tiempo pasado. Seguimos existiendo.     Al principio de la entrevista mencionó que presentaron documentos relacionados a la violación de la Ley de Bosques ¿Cuál es la realidad que viven los pueblos del Impenetrable en relación a los desmontes? Es una preocupación el tema de los desmontes, independientemente de la medida que se investigue, nos duele lo que se vive en el Impenetrable, yo vivo en un territorio recuperado por el pueblo qom conocido como el Interfluvio. El Estado debe tomar cartas en el asunto pero con seriedad. Nos cansamos de mandar notas formales pero no hay respuestas concretas del Estado provincial.  Se construyeron puentes para sacar las Madres, unos diez camiones ingresan a nuestra comunidad en un día. Pedimos conocer a quiénes se le dio el permiso y a nosotros no nos respondieron, creamos guardias indígenas para proteger el área. Se están llevando el algarrobo que nos da de comer, también a los animales. Nos hiere en el alma cada vez que vemos que se exporta madera. También vemos que las empresas han convencido a referentes indígenas de que el desmonte es el progreso, pero quienes defendemos la Madre Tierra decimos para qué queremos al “señor progreso” si después va a llegar más hambre.    ¿Qué otras realidades viven en esta zona y cómo actúan algunos de sus hermanos? Se está talando el bosque. La idea de algunos hermanos indígenas -me lastima decirlo- es que apuestan a que la soja transgénica se siembre. Es una gran batalla. También estamos peleando para que se evite el riego aéreo de plaguicidas,  esto ha producido en el pueblo malformaciones, cáncer; hay situaciones a raíz del desmonte que surgieron que antes no se veían, nunca antes las hermanas tenían cáncer.  El Estado debe tomar cartas en el asunto pero en serio. No sólo están en peligro las comunidades indígenas, también otras personas que viven en la zona, los animales, campesinos y quienes visitan el lugar. Debe haber seriedad en el tema. Cuando los comunicadores denunciamos nos amenazaron, tengo pensado y seguimos sosteniendo que el negocio de la madera no viene de una persona común y corriente.    Un tema del cual se habló mucho en el marco de la Cátedra Libre de Derechos Humanos de la Unne, de la cual participó, fue de la mujer indígena y las situaciones que padece. ¿Cuál es el papel que cumple la mujer en la comunidad y qué maltratos padece? Las mujeres indígenas recién están animándose a decir lo que piensan. Hace cinco años atrás no existía eso, pues en las comunidades hay mucho machismo. A la mujer la callan, primero porque es mujer, no tenés voz ni voto en la asamblea; entonces, a raíz de que la primera mujer indígena preside el Idach, esto es un puntapié inicial para tener más participación. De hecho es muy difícil para el hombre aceptar que los tiempos cambiaron. Es hora de que también tengamos protagonismo dentro de los marcos institucionales. Lo que he visto es un hambre de poder: hablar de lo que uno piensa, y a los hombres les cuesta que una mujer le diga “no”.  El tema de maltratos hay; violaciones existen, como lo que pasó en Quitilipi: por el simple hecho de ser indígena y mujer. Respetamos a la Justicia pero es muy lenta para nuestro gusto, incluso la trata está muy anclada en nuestras comunidades y en el país.   En relación al secuestro y explotación sexual, ¿qué situaciones vivieron? Se conocen muchas situaciones de secuestro. Pudimos rescatar a una hermana que en Castelli fue secuestrada y la llevaron hasta Neuquén. Ella tenía un celular y así se pudo comunicar y pedir ayuda. Hemos rescatado a muchas hermanas. También hay que decir que los que viven en zonas urbanas nos miran de forma extraña. A nosotros nos preocupan las violaciones de nuestras niñas y mujeres. Es difícil tratar el tema, incluso yo lo padecí, tuve un abuso sexual cuando era niña y no hubo justicia. Hasta ahora mis violadores siguen en libertad.    ¿Estas agresiones suceden dentro de la comunidad? Fuera de la comunidad; y eso pasa constantemente. En una zona del Impenetrable nos encontramos con criollos que no son de la zona y nos amenazan. En el paraje Paraguó violaron a una hermana de tan sólo doce años y los violadores no se sabe quiénes son. Nosotros no buscamos venganza, sí queremos justicia por estas violaciones. Lo que ha ocurrido con las hermanas en Quitilipi y en la zona de Fontana es indignante, que por falta de pruebas se liberó a los culpables y esto habla de la ineficiencia de la Justicia con respecto a estas situaciones.   ¿Cuántos años tenías cuando sufriste abuso sexual? Tenía doce años. Salía de mi escuela en la zona del Impenetrable y me raptaron cuatro criollos. Después fue bastante difícil sobrevivir a esa situación; y hoy por hoy me preguntan de dónde saco las fuerzas para seguir y hacer todo lo que hago por nuestro pueblo.  Optar por encerrarse no sirve, por eso opté por formarme; la comunicación es un arma importante para las comunidades indígenas, por eso hago conocer hechos de envergadura y que la Justicia tome cartas en el asunto. Esto no sólo le está pasando a las hermanas indígenas, sino a muchas mujeres. Indígenas y no, padecen las mismas situaciones. Tengo muchos conocidos no indígenas que creía que la mayoría pensaba lo mismo sobre nosotros, pero al hablar con algunos de ellos entendí que no tenía que hundirme en el odio, empecé a socializarme con el resto y vi que no todos son iguales.    ¿Qué falta hacer por las comunidades indígenas       del país? Pienso que lo que está haciendo falta de parte del Estado nacional hacia las comunidades indígenas es más participación de estos pueblos, pero una participación en serio. En mi caso tengo un rol en el área de cultura indígena, ahí valoramos que debe haber una Dirección de Cultura Indígena. Pero si uno quiere que se trabaje en serio, se debe responder a lo que demanda la comunidad. No contamos con herramientas físicas para encaminar los proyectos. En ese sentido, ¿qué valorización se le está dando a la cultura indígena? Buscamos afuera pero sabemos que el Estado provincial siempre tiene que responder primero por nosotros, tienen su propio presupuesto por eso no podemos hacernos los sordos ante los indígenas.  Hemos avanzado en cuestión de derecho pero falta mucho. La comunidad necesita acompañamiento en serio por parte del Estado. Que no nos lleven mercaderías, que nos lleven propuestas de proyectos que nos fortalezcan o caemos en el estar dependiente, eso no queremos, eso ha hecho Patricia Sosa. Valoramos, pero que comprenda que esa no es la manera de fortalecer a la comunidad. Queremos independizarnos de la asistencia. Un par de veces nos quejamos de que le llevan leche en sachet a las comunidades. Si saben que no hay electricidad... Hay grietas que no se llegan a comprender. Hoy por hoy, podemos decir que estamos caminando de a poco, tal vez en silencio, pero estamos caminando. También reclamamos que nos dejen caminar a nosotros, que a la hora de hacer proyectos que pongan en su cabeza que se debe consultar a las comunidades indígenas, porque la consulta es un derecho, por eso no se puede negar en ningún sentido. Somos un pueblo que valoramos la palabra propia. El tema de la recuperación del territorio se está dando pero no queremos que se deforeste y que la comunidad forme parte del “señor progreso”, porque no está dentro de nuestra cultura, son años que siguen siendo una batalla. La lucha la iniciamos hace muchos años, 521 años de resistir ante un sistema que nos quiere borrar del mapa, de someter a su manera de vivir, cuando nosotros tenemos nuestras prácticas culturales.   Para conocer un poco más de su cultura, ¿qué principales valores les transmitieron sus abuelos y cuáles fueron perdurando en el tiempo? Al tener la necesidad de formarme salí al mundo occidental. Me intrigaba saber de qué se trataba ese mundo, cómo vivían las personas y qué costumbres tenían. Me hacía ruido eso y quería ver cómo son los demás. Algunas cosas las practico y otras no. Sigo practicando el no comer la carne durante el período de la mujer; hay otras costumbres que no las practico que sí las hacen las hermanas en los pueblos. Algo que sí practiqué fue cuando falleció un hermano y me corté el cabello. Tenía muy largo pero por la pérdida de un ser muy cercano se acostumbra a hacer esto.  También creemos que el río es uno de los más respetados para nosotros. Ahí está el Ser. No es miedo, sino respeto, por ende cuando estamos en periodo no nos acercamos al río. No entramos al agua, pero tampoco estamos cerca del agua, eso siguen llevando adelante las mujeres de nuestra comunidad.  Otro tema que nos preocupa mucho es que nuestros niños no hablan el idioma qom. En algunas comunidades cuando el niño nace sólo conoce el castellano, sus padres también hablan muy poco. Nos parece necesario que nuestros niños sigan practicando el idioma que es una de las herramientas culturales más importantes.   CLARISE SANCHEZ SOLOAGA [email protected]

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