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OPINIÓN

18 de febrero de 2024

El país de Javier Milei que ve Cristina Fernández de Kirchner

CFK teme un caos planificado con el peronismo desorientado. Impulsa un frente gobernadores-Congreso anti dolarización. La bala de plata del campo y el rol de Máximo.

Por Gabriela Pepe

Habían pasado apenas 24 días de gobierno de Javier Milei cuando circuló en redes el testimonio de un hombre que hacía fila para cargar nafta en una estación de servicio de Paraná, Entre Ríos. El 3 de enero, con bronca por el aumento del precio del combustible, el entrevistado dijo sentirse decepcionado con el libertario, a quien había votado. “Por lo visto, tenemos que tener gobiernos peronistas, porque en realidad con los peronistas estamos mejor”, dijo. El video llegó rápido al teléfono de Cristina Fernández de Kirchner, que estaba en Santa Cruz.

La expresidenta ya había advertido que el gobierno de Milei avanzaba en una transferencia de recursos de los sectores populares y medios hacia los más concentrados a una velocidad sorprendente. En diciembre, el Presidente había dictado el polémico decreto de necesidad y urgencia 70/23 y había enviado al Congreso la ley ómnibus. Mucho antes de lo previsto, Cristina entendió que el peronismo se vería forzado a articular acciones ante el descontento social. La aceleración de la crisis congeló los pases de factura por la derrota electoral.

“El peronismo tiene que poder dar una respuesta a esta situación”, repiten en el Instituto Patria, donde Cristina volvió a sus días de híperactividad, con una agenda cargada de reuniones con dirigentes políticos, sociales y sindicales, alarmada, porque cree que se adelantaron los tiempos y que la dolarización está a la vuelta de la esquina, con consecuencias dramáticas para el país.

Así lo explicó este miércoles en el documento de 33 páginas que publicó bajo el título “Argentina en su tercera crisis de deuda”, con duras críticas al modelo económico libertario. “La dolarización significaría perder para siempre la posibilidad de desarrollo de nuestro país”, advirtió. El mensaje marcó el regreso de la expresidenta a la escena pública tras dos meses de silencio autoimpuesto. Hasta entonces, Cristina había pedido “prudencia” y bajo perfil a los propios.

Su reaparición fue motivo de discusión en los bloques Unión por la Patria (UP) de Diputados y del Senado. Si alguien soñaba con su retiro, la expresidenta dejó claro que no está en sus planes. ¿Le conviene al peronismo que ella vuelva a tener centralidad en el debate público? Lo lamentan los peronistas que intentan tender puentes con otros bloques opositores del Congreso, que estarían dispuestos a votar en sintonía con UP, pero que no quieren ser tildados de kirchneristas. “Somos la mancha venenosa”, se sincera un legislador peronista no alineado con el cristinismo.

Lo celebran otros dirigentes que creen que, con su documento, Cristina abrió la puerta a debates que parecían clausurados por el kirchnerismo. El texto incluyó conceptos como “actualización laboral”, mencionó la necesidad de crear o transformar empresas “bajo la forma de una asociación pública y privada virtuosa” y de avanzar en una simplificación del sistema tributario. También habilitó la discusión sobre la calidad de la educación pública y sobre la lucha contra la inseguridad.

La expresidenta está convencida de que, el 22 de octubre, Milei se quedó con votos de un electorado peronista desencantado, que tiene chances de recuperar si vuelve a sintonizar con sus preocupaciones. “La mitad de ese 30% duro es un voto sociológicamente nuestro”, dicen en su entorno. En privado, Cristina llama a la dirigencia a “replantearse por qué la gente, con tal de no votar a un peronista, prefirió votar a Milei” que, contra lo que indican todos los manuales, prometió ajuste en plena campaña. Es pública ya su admisión de que el Frente de Todos no cumplió con su contrato electoral, además de la mención que hizo en el documento sobre “los efectos que la pandemia tuvo sobre la población, y en especial sobre los más jóvenes”.

El tiempo de los gobernadores

Cristina cree que la crisis económica del gobierno de Milei se conjuga con una debilidad institucional incluso mayor a la de 2001, con un presidente que no tiene tradición política, anclaje territorial ni partido que lo respalde. Les pide a los dirigentes que la visitan que no apliquen “las mismas lógicas de siempre” para tratar de entender el fenómeno libertario. “Milei es un convencido y no tiene nada que perder”, describen a su alrededor. Cristina no volvió a hablar con el Presidente desde que se mostraron jocosos el 10 de diciembre en la Asamblea Legislativa.

En su mesa chica, la expresidenta deja trascender que le preocupa ver que Milei tiene enfrente “gobernadores muy novatos” y un Congreso con dirigentes de poco peso específico. Sin embargo, cree que la respuesta de la oposición tiene que llegar desde las provincias, en línea con el Poder Legislativo. “Se tienen que organizar los gobernadores y fijar una estrategia parlamentaria. Tiene que haber acuerdos”, repite el cristinismo. A la exmandataria le inquieta que la espiralización de la inflación se combine con el aumento de la desocupación “y la desesperación social en una suerte de caos planificado” y eso encuentre al peronismo “desorganizado y desorientado”.

Para tratar de tender puentes con los gobernadores y empezar a generar estrategias comunes, Máximo Kirchner adelantó en la reunión de bloque que se celebró la mañana previa al debate de la ley ómnibus que se dedicaría a presentar proyectos que impliquen la recuperación de recursos para las provincias.

Kirchner ya había dado el primer paso el 26 de diciembre, cuando ingresó una iniciativa para la creación del Fondo Federal para el Desarrollo Nacional que se financie con la recaudación de un porcentaje de las retenciones a la soja. El proyecto marcó como antecedente al “Fondo Federal Solidario – conocido como “fondo sojero”-, creado por Cristina en 2009, “por medio del cual se concretaron innumerable cantidad de proyectos de inversión y obra pública en todas las regiones del territorio nacional”. El fondo sojero fue derogado por Mauricio Macri a mediados de 2018.

Para Cristina, la reposición del fondo sojero sería la mejor vía para que las provincias puedan hacerse de recursos. La expresidenta conversó sobre el tema con Axel Kicillof. El gobernador de la provincia de Buenos Aires le habló sobre las alternativas que barajan los mandatarios: insistir con la coparticipación del impuesto PAIS (como impulsó Martín Llaryora) o del impuesto al cheque (como había diseñado Rogelio Frigerio, con el aval de Kicillof). También conversaron sobre los reclamos judiciales. Este viernes, el gobernador de La Pampa, Sergio Ziliotto, presentó un amparo ante la Corte Suprema para reclamar contra la eliminación del Fondo de Compensación al Transporte Público.

La vicepresidenta cree que los tiempos judiciales serán demasiado largos y que la coparticipación del impuesto PAIS o del impuesto al cheque no son convenientes. “Si cae la actividad económica, lo del cheque no sirve, va a recaudar poco”, apuntan en el cristinismo. El impuesto PAIS genera dudas por su sostenibilidad en el tiempo y por la posible unificación del tipo de cambio. En contraposición, el fondo sojero garantizaría el valor de la moneda, al estar atado a las retenciones, en dólares. Aunque el Poder Ejecutivo ya avisó que vetará cualquier iniciativa que implique una apropiación de recursos por parte de las provincias, si todos los gobernadores lo acordaran, el Congreso podría insistir en la sanción de la ley si reunieran dos tercios de los votos en las dos Cámaras. En la misma línea, Kirchner presentó este viernes otro proyecto para que el Fondo Nacional de Incentivo Docente quede establecido por ley de manera permanente.

En el Instituto Patria creen que los acuerdos con otros sectores se impondrán más temprano que tarde, por la misma gravedad de la situación. El proceso empezó a darse por lo bajo durante la discusión por la ley ómnibus. Kirchner activó los contactos con los cordobeses de Hacemos Coalición Federal. Le hizo saber al diputado Carlos Gutiérrez que UP estaba dispuesto a apoyar la propuesta de Llaryora de avanzar en la coparticipación del impuesto PAIS. A cambio, pedía el rechazo al capítulo de privatizaciones y el límite a la toma de deuda en moneda extranjera sin intervención del Congreso.

La ley naufragó el 6 de febrero. A Cristina no le gustó que el fracaso se atribuyera a la negativa de los gobernadores a avanzar en la eliminación de los fondos fiduciarios. Cree que alimenta el discurso de Milei sobre los supuestos “curros” de la política. “¿Estaban dispuestos a dejar pasar todas las privatizaciones a cambio de eso?”, se preguntan cerca de la expresidenta.

Dolarización, el final más temido

Cristina sigue con obsesión la cotización del dólar oficial, el paralelo y los financieros. Con temor de lo que puede pasar en el país en el corto plazo, descartó, por ahora invitaciones que le llegaron desde China y México para dar conferencias.

Como dejó claro en su documento, coincide con Milei en que la dolarización está más cerca de lo que se cree. Marca como ejemplo la licitación del Bopreal –un bono en dólares- por parte del Banco Central. “Dolarización y aumento del endeudamiento soberano en moneda dura están entre nosotros y han comenzado a desplegarse. La dolarización de la economía argentina implicará la clausura definitiva a la posibilidad de desarrollar nuestro país”, escribió.

La expresidenta coincide con el titular de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, en que la dolarización es inconstitucional, pero cree que Milei no encontrará límite en lo legal. Piensa, en cambio, que habrá un quiebre con algunos sectores económicos que se verían gravemente afectados por el proceso. No en vano citó en su texto cómo el sector agropecuario quedó en la ruina durante la convertibilidad. Lo mismo vaticina para la industria automotriz o los desarrolladores inmobiliarios. Qué tolerancia social tendrá un ajuste sin precedentes es la duda que la desvela.

Fuente: www.letrap.com.ar

 

 

 



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