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OPINIÓN

14 de agosto de 2023

Sueldos bajos, suba del desempleo y más pobreza: así le fue al mundo con el plan económico de Milei

La propuesta de Javier Milei es un caso extremo en el que se autodenomina “anarco capitalista”, una vuelta más a las derechas más rancias de las últimas décadas.

Por Cristian Carrillo

En buena parte del mundo y la región, ya sea por falta de respuestas a cuestiones sociales y económicas de larga data como por cuestiones aspiracionales -y bastante de desinformación-. la población comenzó a evaluar como alternativa (preferible a decir que se 'corrió a la derecha') las propuestas conservadoras. Los efectos económicos con la aplicación de políticas de corte neoliberal, en su mayoría, profundizaron la caída de ingresos, eliminaron derechos de trabajadores, achataron la pirámide impositiva, incrementaron la pobreza y el desempleo, al tiempo que incrementaron el endeudamiento. Las propuestas del candidato Javier Milei expresan muchos de estos puntos.

A grandes rasgos, la concepción neoliberal considera que las diferencias sociales son naturales e inevitables, con lo cual se muestra en contra de cualquier ayuda social; el individualismo y la libertad personal son más importantes que el bien colectivo; la propiedad privada es un derecho que siempre amerita defenderse incluso por encima de la visa; el mercado debe ser el único regulador de la oferta y demanda de bienes económicos y el Estado tiene que reducirse a su mínima expresión.

Las experiencias en el mundo evidencian que la derecha no es un movimiento uniforme ni homogéneo, sino que entraña una serie de corrientes diferentes. La de Milei es un caso extremo que se autodenomina “anarco capitalista”, una vuelta más a las derechas más rancias de las últimas décadas. Se presenta como la preservación de un status quo económico y social, en el que se defienda la democracia, la moral, las buenas costumbres y la propiedad privada, pero siempre detrás de las libertades individuales.

El neoliberalismo

Las reformas neoliberales de los años 80 y 90 profundizaron los niveles de desigualdad imperantes en América Latina, bajo la premisa de satisfacer ciertas aspiraciones de la ciudadanía, tales como el control de la inflación, la generación de estabilidad macroeconómica y la ampliación del acceso a bienes importados. “Pese a algunos avances logrados en la última década, América Latina sigue siendo la región más desigual del mundo”, señala en un paper Cristóbal Rovira Kaltwasser, profesor del Instituto de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

En los últimos años, la derecha ha venido desarrollando distintas estrategias para adaptarse y luchar contra una mayor presencia en lis movimientos vinculados izquierda en la región. A grandes rasgos, es posible identificar tres mecanismos de acción: no electorales, electorales no partidistas y partidistas.

“Hoy en día la derecha ha venido elaborando prácticas alternativas que, si bien ya existían, se han tornado más sofisticadas. Una de estas prácticas es el lobby llevado a cabo por organizaciones empresariales, tecnócratas y comunidades epistémicas sobre distintos organismos del Estado. Esta fórmula se encuentra bastante presente a lo largo de la región, ya que en varios países existen fundaciones y think tanks de derecha que tienen significativos grados de injerencia en la formulación de las políticas públicas. De forma adicional, la derecha también suele contar con recursos financieros para auspiciar y generar medios de comunicación de masas que, dependiendo del país, defienden sus ideas e intereses de forma más o menos evidente”, señala el especialista Rovira Kaltwasser.

El liberalismo económico afirma que la economía de mercado constituye la mejor manera de garantizar el crecimiento económico y de mejorar el nivel de vida de la población de una sociedad dada. Aunque no hace referencia a los estratos sociales más desamparados de un país.  Se trata de un sistema basado en la propiedad privada y en el cual las decisiones de producción se hacen por la iniciativa descentralizada de los agentes económicos, principalmente por las empresas, con el objetivo de obtener beneficios, bajo la señal del sistema de precios y en un contexto de competencia.

En el mundo pudo –y puede—exhibirse distintos grados de liberalismo. Por un lado, tenemos que el pleno liberalismo se compone por el laissez–faire y por el liberalismo regulado y, por otro lado, el liberalismo mitigado se compone del liberalismo keynesiano y del liberalismo de coexistencia.

Las políticas económicas que se implementaron bajo estos regímenes resultaron en la introducción de medidas como desregulación, descentralización, liberalización y privatizaciones, entre otras, que iniciaron el desmantelamiento de los Estados nacionales y de sus posiciones como articuladores del progreso y la inclusión social, en beneficio de sectores privilegiados, tanto nacionales como transnacionales. El Estado fue desplazado de su posición central en la toma de decisiones políticas y económicas, en favor de la estructura del  capitalismo supranacional.

En simultáneo, se produjo el endeudamiento externo creciente que, junto al achicamiento del Estado en la economía, la desindustrialización progresiva y el giro de las utilidades de las inversiones extranjeras directas, generaron tasas de crecimiento inferiores a las evidenciadas en la etapa anterior.

Fuente: www.eldestapeweb.com

 

 

 

 



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