OPINIÓN
7 de mayo de 2013
Profecías para fogonear el aumento del dólar ilegal
Por Carlos Heller
"A medida que se van consolidando las reformas progresistas en la economía y en la sociedad, y una mayor participación del Estado para regular los procesos económicos, surge cada vez con más fuerza la puja de los dos modelos de país, situación que se intensifica aún más con la proximidad de las elecciones legislativas.
En esa puja es cada vez más claro el espíritu destituyente de las declaraciones de aquellos que desean volver al modelo de los noventa.
Una clara definición de esos objetivos la realizó el senador Ernesto Sanz, quien expresó: "La economía no está bien, ojalá siga así hasta octubre", para reforzar la idea reflexionando: "A veces, pienso que si la economía mejorara un poco, ¿qué pasaría con las elecciones?" Esa idea de que la mayor parte del pueblo se perjudique para conseguir votos no es una idea peregrina, está inserta de manera implícita en las declaraciones de muchos dirigentes y también está presente en las artificiales disparadas de un tipo de cambio ilegal al que se intenta legitimar con eufemismos como "dólar libre" o "dólar blue".
A medida que se van consolidando las reformas progresistas en la economía y en la sociedad, y una mayor participación del Estado para regular los procesos económicos, surge cada vez con más fuerza la puja de los dos modelos de país, situación que se intensifica aún más con la proximidad de las elecciones legislativas.
En esa puja es cada vez más claro el espíritu destituyente de las declaraciones de aquellos que desean volver al modelo de los noventa.
Una clara definición de esos objetivos la realizó el senador Ernesto Sanz, quien expresó: "La economía no está bien, ojalá siga así hasta octubre", para reforzar la idea reflexionando: "A veces, pienso que si la economía mejorara un poco, ¿qué pasaría con las elecciones?" Esa idea de que la mayor parte del pueblo se perjudique para conseguir votos no es una idea peregrina, está inserta de manera implícita en las declaraciones de muchos dirigentes y también está presente en las artificiales disparadas de un tipo de cambio ilegal al que se intenta legitimar con eufemismos como "dólar libre" o "dólar blue".
En la misma sintonía, Federico Sturzenegger comentó que, de llegar a ser gobierno, devaluaría el 40%, y que "eso implica que el tipo de cambio vaya acomodándose, lo cual no quiere decir que vaya a ser de manera catastrófica". Verdadero realismo mágico, se devalúa la moneda y todo se arregla, ¿y cómo va a evitar que esa devaluación se traslade a precios? No lo dice. O no lo quiere decir. Porque si está pensando en esa vía, la devaluación vendría con una fuertísima contracción monetaria, lo que llevaría a una gran recesión. Ese es el modelo que pregona. Por supuesto que, en esa recesión, los únicos que se beneficiarían serían los que ganan con la devaluación, principalmente los que exportan granos. Es volver a la vieja Argentina, al país agroexportador con ingentes bolsones de pobreza.
Es muy claro Sturzenegger cuando da las razones de su impronta devaluatoria: "Me parece que el tipo de cambio tiene que volver a generar rentabilidad para que las empresas exportadoras puedan salir a contratar" (La Nación, 02/05/13). La vieja y usada idea del derrame proveniente del neoliberalismo más profundo, en el que las empresas son las que generan rentabilidad, y a partir de ella se benefician los trabajadores. Nada más alejado de la realidad. Es la misma idea que utilizan aquellos que han reducido los impuestos a las grandes fortunas a costa del resto de la sociedad. En realidad, lo único que se obtiene (y se persigue) es incrementar la tasa de ganancia de las grandes corporaciones.
Hay que recordar que Federico Sturzenegger fue secretario de Política Económica del Ministerio de Economía (marzo a noviembre de 2001) comenzando con López Murphy y finalizando con Domingo Cavallo. Es el mismo que propuso privatizar la recaudación impositiva (La Nación, 05/09/99) y también privatizar el Banco de la Nación Argentina (La Nación, 01/10/2000), entre otras tantas ideas extremas.
Si se siguen las declaraciones de Federico Sturzenegger, pareciera contradecirse, puesto que el 23 de marzo pasado en Ámbito Financiero se expresó a favor de una flotación libre: "Es necesario liberar todo para que el dólar encuentre su precio", y propuso permitir libre acceso al mercado oficial de cambios para que su cotización sea decidida por el accionar entre la oferta y la demanda. Es decir, liberar todo, la mejor forma de que estalle la economía en mil pedazos y sólo salgan ganando unos pocos.
Pero no existe ninguna contradicción. Ya sea profetizando una tasa de devaluación del 40%, o sugiriendo que hay que dejar flotar libremente el dólar y liberalizar todas las operaciones, o tirando cifras de inflación exageradas, lo que se intenta es alimentar la escalada del valor del dólar ilegal.
Y si bien este mercado ilegal es muy marginal y no mueve el amperímetro del mercado cambiario, no es inocuo, pues puede tener un impacto muy fuerte en las expectativas, y de esa forma tratar de complicar la situación actual.
A la discusión también se sumó Domingo Cavallo, quien volvió a agitar los fantasmas del "Rodrigazo" y la "espiralización inflacionaria", desconociendo que los fundamentos macroeconómicos actuales son robustos y no tienen nada que ver con los sucesos de un pasado que el ex ministro intenta arteramente revivir.
EL MODELO DE CRECIMIENTO Y DISTRIBUCIÓN.
En estos días se intenta generar tensiones a partir de la disparada del dólar ilegal; resulta interesante cómo tituló la escalada Ámbito Web en un momento del viernes pasado: "Alta demanda + cuevas secas de dólares = blue 32 centavos arriba en $ 9,95", lo que indica claramente cómo se combina la escasez en el mercado ilegal, fomentada por las políticas de administración de divisas, junto con la especulación de unos pocos.
Esta atención desmesurada al dólar ilegal pretende ocultar una cuestión esencial, y es que todos los dólares que la economía necesita para funcionar están disponibles y al tipo de cambio oficial. Que existe una política de flotación administrada por la cual el tipo de cambio se está depreciando a un ritmo anual del 18%, lo cual llevó a mejorar la competitividad de la economía en los últimos meses.
Con respecto a la administración de las divisas, se comenzó a desarmar la elevada especulación para la obtención de dólares en el exterior a través del uso de los adelantos de las tarjetas de crédito internacionales, un mecanismo que vulneraría en varios casos la suspensión de la compra de divisas para atesoramiento. El Banco Central ejerció una fiscalización importante de estas operaciones, la cual llevó a los bancos, por propia decisión y para cumplir con el espíritu de las regulaciones cambiarias, a limitar los retiros de dinero en el exterior a cifras más razonables para las necesidades turísticas.
El actual no es el tipo de cambio súper alto de 2006/2007, pero hoy el tipo de cambio real multilateral deflactado por salarios se encuentra un 44% por encima del valor del fin de la convertibilidad. Algunos sectores exportadores tienen ciertas tensiones, pero ello se tiene que resolver con políticas de subsidios que se enfoquen a los sectores que efectivamente los necesitan.
De la misma forma, los medios han resaltado que el superávit comercial del primer trimestre de este año es la mitad del producido un año atrás. El resultado surge por una baja en las exportaciones del 3% debida a las menores ventas de combustibles y de manufacturas de origen agropecuario, principalmente por reducción de harinas y pellets de soja a causa de la menor cosecha pasada. Las importaciones, por su parte, se incrementaron un 5%, principalmente debido al incremento en las compras de combustibles, un 65% superiores a idéntico período del año anterior. A pesar de esta combinación conflictiva, el trimestre arrojó un saldo positivo de U$S 1310 millones, a espera de mayores saldos para el resto del año debido a una mejor cosecha, por lo que el objetivo de obtener un superávit comercial cercano a los 10 mil millones de dólares para este año sigue siendo una meta alcanzable.
La imposición de políticas de liberación o desregulación ya conocidas generaría perjuicios económicos inmensos, además de borrar todas las conquistas conseguidas en estos diez años. Enfrente de estas posturas hay un modelo que se está desarrollando y que protege el empleo, trabaja para reducir la informalidad laboral, mejorar los pisos salariales, las jubilaciones y el poder adquisitivo de la población.
Ello sólo es posible por la convicción política de lograr una mejor distribución del ingreso y sólo puede realizarse sobre la base de la regulación estatal, un rumbo que la "libertad" de los mercados nunca impulsará.
Fuente:www.infonews.com