OPINIÓN
21 de abril de 2013
La elección se presenta reñida
Con liberales y autonomistas repartidos en ambos frentes, el nuevismo deshoja la margarita mientras amaga con ir con candidatos propios para contener la tropa hasta la hora de las definiciones. El justicialismo muestra un alto grado de cohesión interna; en tanto que el radicalismo aún espera hasta dónde está dispuesto a ir un Nito Artaza sin definiciones. En el campo judicial crece la preocupación. Hay conciencia de que se entró en la cuenta regresiva. Una señal dio la Legislatura. No habrá reforma del Código Procesal Penal en estas condiciones. A fin de año el proyecto irá al archivo.
La movilización del 18A, el trámite legislativo de los proyectos de ley de “democratización de la Justicia” y las derivaciones del escándalo impulsado por las desmentidas denuncias televisivas de Jorge Lanata, son tres acontecimientos estrechamente relacionados que monopolizaron naturalmente la atención pública, con una intensidad que dejó de lado cualquier otro episodio político.
En ese clima de conmoción, no hubo tiempo aún para interpretar las posibles implicancias locales de un hecho de gran importancia para la política sudamericana: el resultado de las elecciones venezolanas, con la ajustada victoria de Nicolás Maduro frente a su rival Henrique Capriles, por un margen inferior al esperado que exige un análisis a fondo de los cambios registrados en el escenario regional a partir de la desaparición de Hugo Chávez. La demostración del 18A requiere realizar varias lecturas simultáneas, no antagónicas sino más bien complementarias. La primera, que nunca conviene subestimar, es su masividad. Tal vez inferior en número a la última concentración del 8 de noviembre, aunque superior a la anterior del 13 de septiembre, tiene dimensiones incomparables con las manifestaciones políticas tradicionales. La segunda lectura es que, tal como sucedió en las oportunidades anteriores, la movilización expresa la existencia de un liderazgo vacante en la sociedad argentina. El oficialismo tiene una jefatura nítida e inequívoca, a veces hasta apabullante. La oposición, en cambio, exhibe un escenario diametralmente opuesto, signado por el desconcierto y la atomización. De allí que la crítica de los manifestantes tenga un destinatario explícito, el Gobierno; y otro implícito, la oposición. Al primero se le endilga la prepotencia y a la segunda, su impotencia. Al oficialismo se le cuestiona una fuerte tendencia a concentrar y abusar del poder. A la oposición, no saber construirlo. En medio de esta curiosa dicotomía transcurrió la política argentina de la última década. El balance político es que nada ha cambiado sustancialmente. Pasó lo que todos preveían que iba a pasar. Y lo que viene a partir de ahora, al menos en lo inmediato, es también los que todos prevén. El Gobierno seguirá su camino, mientras que la oposición se desgañitará diciendo que el oficialismo desconoce las demandas de la sociedad. EL "AFFAIRE" LANATA El "affaire" Lanata, que funcionó como el último gran disparador motivacional de la concentración del jueves 18, demanda un estudio más comunicacional que estrictamente jurídico o político. El involucramiento de personalidades de la farándula le otorgó a la controversia un interés adicional que jamás hubiera alcanzando sin ese ingrediente que motivó una curiosidad que no hubiera tenido por sí misma, sobre todo en virtud de la tan sofisticada y casi indescifrable trama de la denuncia propiamente dicha. Pocas veces un tema resulta el motivo central al mismo tiempo para los programas políticos y los de entretenimiento. Más allá de las eventuales, y altamente improbables derivaciones procesales, se trata de una discusión en la que cualquier gobierno tiene mucho para perder y nada para ganar, mientras que con los denunciantes sucede casi exactamente lo contrario. De allí que la respuesta "de manual" del lado gubernamental tenga que ser minimizar la repercusión del asunto, mientras que los opositores siempre se atendrán al criterio inverso, aunque sólo sea por reflejo de aquel famoso apotegma de Goebbels de "calumnia, calumnia, que algo quedará…". Si bien es muy cierto que las publicitadas desmentidas de los dos principales denunciantes le restaron credibilidad periodística a Lanata, la amplificación de las imputaciones perjudicó la imagen del Gobierno. La sola prolongación en el tiempo de la discusión acerca de si existe o no una red de lavado de dinero vinculada con supuestos hechos de corrupción gubernamental es, en sí misma, negativa para cualquier imagen oficial. En política, hay discusiones que, por su naturaleza, a veces es preferible no dar. UN TRIUNVIRATO EN ACCIÓN El trío que conforman el gobernador de Córdoba, José Manuel De la Sota; el jefe de la CGT de Azopardo, Hugo Moyano, y el ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, estima haber puesto un pie en el escabroso territorio bonaerense. La reunión que celebraron el lunes en la Casa de Galicia congregó a un grupo de dirigentes del peronismo disidente que no está encolumnado con Daniel Scioli ni Sergio Massa, y que busca un paraguas político nacional para reinsertarse en el primer distrito electoral de la Argentina. En el cónclave, De la Sota estuvo acompañado por el titular del Partido Justicialista de Córdoba, Carlos Caserio y el diputado, Francisco Fortuna; Moyano, por Octavio Frigerio; y Lavagna, por el economista Enrique Devoto y el embajador Rodolfo Gil. Caserio, Frigerio y Devoto se han erigido en una suerte de "estado mayor conjunto" de este triunvirato en ciernes. Entre los partícipes del ágape se encontraban el jefe gastronómico, Luis Barrionuevo; el intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, y los diputados Claudia Rucci, Omar Plaini (titular del gremio de canillitas), Facundo Moyano y Eduardo Amadeo. Fue comentada la ausencia del titular de Uatre, Jerónimo Venegas, que trata de elevar su cotización política mediante la presentación en sociedad del Partido Fe, prevista para el martes 25 en el Hotel Plaza. La discusión, casi obvia, giró en torno a tres nombres: Daniel Scioli, Sergio Massa y De Narváez. Sobre Scioli hubo unanimidad en que no podía esperarse de su parte ningún gesto de ruptura con el oficialismo. Sobre Massa la opinión mayoritaria era similar, aunque Barrionuevo arriesgó alguna duda, o esperanza. En cuanto a De Narváez, después de criticarlo mucho, en especial Barrionuevo, hubo consenso en que, salvo que Massa diera una sorpresa, en las actuales circunstancias sería la única alternativa electoralmente competitiva. En las últimas horas, De la Sota cerró efectivamente un acuerdo con De Narváez para recorrer la provincia, juntos. PROYECCIÓN NACIONAL La resolución del encuentro fue que De la Sota se reuniría con De Narváez para acordar los términos de una alianza. El acuerdo consistiría en una acción conjunta que involucraría, en principio no sólo a la provincia de Buenos Aires, sino a los otros tres principales distritos electorales: la ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. La intención es que en estos cuatro casos haya un entendimiento con Mauricio Macri. En el caso porteño, la cuestión pasaría por un acuerdo con el PRO que llevaría como candidatos a senadores nacionales al binomio Lavagna-Gabriela Michetti. En Córdoba, obviamente, se apuesta a la lista que encabezará el ex gobernador, Juan Schiaretti. En Santa Fe, donde el escenario resulta más confuso, se trataría de anudar una lista común con el PRO, a partir de la figura de Miguel Del Sel. De la Sota se quejó de algunos movimientos apresurados de Macri, como el lanzamiento en Entre Ríos de la candidatura a Senador nacional del dirigente ruralista Alfredo D’Angelis, que complica la negociación con el ex gobernador, Jorge Busti. El mandatario mediterráneo dice tener una encuesta en la que Busti está por encima de D’Angelis, aunque ambos se encuentran muy por debajo de cualquier candidato que respalde el gobernador Uribarri. El trío de De la Sota, Moyano y Lavagna pretende ahora convocar una reunión nacional con una veintena de dirigentes del peronismo disidente de todo el país, en la que aspiran contar, entre otros, con la presencia del gobernador de Santa Cruz, Daniel Peralta, de Busti; del chubutense, Mario Das Neves; del salteño, Juan Carlos Romero, y del senador pampeano, Carlos Verna. En esto se excluye la figura del diputado nacional Ramón Puerta, próximo a acordar con el PJ de Misiones una alianza para enfrentar al rovirismo gobernante desde hace doce años, alianza que cuenta con la bendición de la Casa Rosada y que es llevada adelante por "Juanchi" Irrazabal y el propio Ramón Puerta, en un acuerdo que se estrenaría en las próximas elecciones provinciales anticipadas para el 30 de junio y que probablemente lleve al tope de la oferta de diputados provinciales por el puertismo a un correntino de Mburucuyá que reside en Misiones desde hace años. Aun así, no es el único mburucuyano que pisa fuerte en Misiones. Uno de los alfiles del Gobierno renovador es el actual ministro del Superior Tribunal, el caso del doctor Rubén Uset, ex secretario legal y técnico de Carlos Rovira. ¿Y EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES QUÉ PASA? Finalmente, Mauricio Macri oficializó esta semana que los comicios legislativos de la ciudad se realizarán junto con los nacionales el próximo 27 de octubre, una decisión que el Jefe de Gobierno venía masticando desde principios de año y que en este informe habíamos adelantado en febrero. Con la opción por la unificación electoral, el PRO quedó forzado a habilitar la inclusión del voto joven para la elección, una alternativa que había resistido desde el comienzo, convencido del escaso predicamento de su jefe político entre los cerca de 50 mil jóvenes de entre 18 y 16 años que debutarán en el cuarto oscuro en octubre. Más allá de esa circunstancia, la decisión macrista de unificar los comicios privilegió la apuesta por nacionalizar la compulsa, colocando la discusión electoral de la ciudad en la dimensión de su enfrentamiento con la Casa Rosada. Era una estrategia meditada, pero que el impacto político del trágico temporal del martes 2 terminó acelerando definitivamente. Si todavía algunos referentes del PRO mantenían su entusiasmo por la alternativa del desdoblamiento de los comicios, con el objetivo de plebiscitar la gestión de su líder en el distrito, las terribles imágenes de la ciudad inundada y las quejas recurrentes de los vecinos afectados los convencieron de que se trataba de una jugada demasiado arriesgada. Las primeras encuestas que midieron el efecto político del temporal lo confirmaron: la presidenta, Cristina Fernández; el gobernador, Daniel Scioli, y el propio Macri aparecieron ante la opinión pública como los principales responsables por la situación. En el caso del mandatario porteño, además, esos sondeos revelaron un fuerte cuestionamiento ciudadano a la lenta reacción del macrismo frente a la emergencia y ratificaron una creciente visión crítica sobre los problemas de imprevisión del gobierno local, una queja que pone en jaque el eje mismo del discurso de la administración del PRO. Con esos datos en la mano, Macri apuró el anuncio de la unificación y a la vez aceleró la discusión interna por la estrategia para definir el armado de las listas partidarias de candidatos. En ese ejercicio, se multiplicaron las voces que plantearon resistencias a la alternativa de avanzar en un acuerdo electoral con el ex ministro de Economía, Roberto Lavagna. Para ellos, llevar a Lavagna como primer candidato a Senador nacional de un frente conjunto con el peronismo anti K sería ofrendarle al ex Ministro un triunfo con los votos del PRO y posicionarlo directamente en la línea de largada para 2015, complicando los planes presidenciales de su propio jefe político. Macri, hasta ahora, se mostró poco receptivo a esas opiniones. Sigue más atento a los consejos de Emilio Monzó, Marcos Peña, Cristian Ritondo y Humberto Schiavoni, que alientan el acuerdo con Lavagna, convencidos de que la elección de octubre constituye un punto de inflexión para desinflar las expectativas reeleccionistas que alimenta la Casa Rosada y a la par comenzar a dar forma a un proyecto de recambio político real de cara a 2015. Los números de las encuestas en la ciudad, que advierten que la principal candidata macrista, Gabriela Michetti no logra perforar la barrera de los 30 puntos de intención de voto, potencian la estrategia del grupo liderado por Monzó y Peña. Dentro de esa lógica se inscribió el diálogo reservado que Lavagna y Macri mantuvieron la semana pasada en las oficinas porteñas del ex Ministro. Allí se repitieron las coincidencias acerca de la necesidad de avanzar en una concertación electoral, aunque cada uno expuso también sus condiciones para concretar el entendimiento. En el caso de Lavagna, el planteo clave es su abierta resistencia a presentarse como candidato del PRO. El ex funcionario kirchnerista le anticipó a Macri que no está dispuesto a competir en ninguna elección interna y que sólo aceptará ser cabeza de lista de un proyecto frentista. "Soy primero o nada", repitió varias veces ante sus hombres de confianza. Lavagna está convencido de las bondades del acercamiento político que consolidó en los últimos meses con el gobernador cordobés, José Manuel De la Sota y con el líder del sindicalismo opositor, Hugo Moyano, para la construcción de un espacio alternativo al kirchnerismo dentro del PJ con chances concretas de disputar la sucesión presidencial. Y observa que es ese entendimiento, más que el auspicio del macrismo, el principal motor para alimentar sus aspiraciones políticas. Para Macri, en tanto, la oportunidad de ampliar su base de sustento político, saltando más allá del cerco del PRO y fortaleciendo sus lazos con el peronismo disidente, supone también un paso importante en la construcción de un proyecto con pretensión nacional. El gran temor latente entre las filas macristas se vincula con la posibilidad de que quedar atrapados por la lógica de poder del peronismo, resignando sus propias ambiciones y colocando a su jefe a merced de la dinámica de la lucha política dentro del PJ.
DISPUTAS Y MENSAJES CIFRADOS El Gobierno bonaerense lentamente intenta avanzar sobre otros temas que quedaron a un costado con la inundación en La Plata. Sin embargo, los efectos colaterales persisten y se siguen discutiendo entre distintos sectores institucionales El drama de la cantidad de muertes por el temporal del martes 2 va camino a convertirse en mito urbano. Ni el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, ni su ministro de Seguridad, Ricardo Casal terminan de convencer a una opinión pública incrédula. Se cruzan las anécdotas de los vecinos con las estadísticas. Oficialmente también se mantiene firme el número de 52 muertes y 35 desaparecidos que, según se presume, en una gran mayoría engrosará la lista de víctimas fatales. Desde la Justicia se tomaron las riendas para avanzar con ese esclarecimiento. El juez Contencioso, Luis Arias quiere mantener su competencia, pero el juez Penal, Federico Atencio asumió esa responsabilidad, con lo cual se creó un conflicto que deberá dilucidarse en estos días a través del Superior Tribunal provincial. En distintas esferas de la dirigencia y del periodismo, la pregunta apuntaba a conocer el por qué de tanta presión hacia el Gobierno bonaerense para saber el número de fallecidos. Y la historia parece que pasa exclusivamente por una necesidad de total transparencia. Cerca de doscientos mil platenses han quedado involucrados, directa o indirectamente, con el meteoro de la semana pasada; y no toleran, en principio, ningún otro acto del Estado que pueda alterarlos. ¿UN EX ALIADO? El temporal sirvió para pasar blanco sobre negro en la política bonaerense. Daniel Scioli asumió la responsabilidad total ante los medios a las pocas horas de la inundación, con un Pablo Bruera que simulaba estar en un centro de evacuados. El Gobierno provincial no condenó esta acción del jefe comunal, con quien venía desarrollando un trabajo político en común. Pero, a cambio, Scioli se permitió mandar mensajes cifrados que no gustaron nada en el palacio comunal platense. Fue cuando el Gobernador anticipó que habrá que legislar nuevamente sobre los códigos de ordenamiento urbano y edificación. En pocas palabras, endilgó indirectamente cierta responsabilidad a Bruera, quien desde hace un par de años autorizó un crecimiento geométrico de la construcción de edificios. Según deslizó Scioli, la edificación indiscriminada sin espacios verdes en zonas urbanas, prácticamente “impermeabilizó” un gran sector del casco urbano. Se permitió edificar sin “corazón de manzana” (un espacio mínimo libre equivalente a un 20 por ciento de la superficie donde se construye. Y eso agravó la situación. En el entorno del poder provincial dicen que Scioli seguirá, de esta manera, sugiriendo ciertas responsabilidades ajenas. Le aconsejan que siga así, sin pelearse y recibiendo quejas, pero poniendo la cara. Ya aseguran que hay encuestas que lo posicionan como el “político más responsable” frente a las consecuencias del temporal. Quedó como alguien “que se la bancó”, que dirigió acciones y se preocupó más que Cristina Fernández y que Pablo Bruera. Sin embargo, las acciones de seguridad y de Defensa Civil, y de protección le correspondían a la Provincia. Pero la opinión pública, al parecer, está “salvando” a Scioli del clima negativo. El sciolismo mira con atención cómo se desarrollan las consecuencias políticas en el entorno del bruerismo, que no tiene una base compacta, sino que está alimentado por sectores vecinalistas, peronistas y radicales. En ese sentido, y si la situación lo aconseja, no descartan desempolvar nuevamente la candidatura de Nora De Lucía para 2015. De Lucía es la actual directora de Escuelas y senadora provincial en uso de licencia. Pero no son pocos los que señalan que la blonda funcionaria fue precandidata a jefa comunal del sciolismo para 2011, hasta que una intensa negociación la incluyó como candidata a la Cámara alta provincial. Todo es posible en política. La inundación podría dejar más consecuencias políticas que las que se venían calculando. ELECCIONES Hoy se vota en el Paraguay. El domingo anterior se hizo en Venezuela. Al margen de las encuestas, los resultados muchas veces sorprenden. Lo fue en Venezuela con una exigua diferencia que dio lugar a toda clase de interpretaciones. En el Paraguay, salvo un imponderable, hoy volverá a conducir los destinos de la República el coloradismo, beneficiario final del golpe al ex presidente Fernando Lugo. En Corrientes se vive y se palpita ya la elección del 29-S. Sólo cinco meses por delante quedan con un justicialismo y un radicalismo que muestran las dos ofertas electores excluyentes de lo que será un escenario marcadamente polarizado en el que se terminará votando más a los candidatos que a los propios partidos o frentes que lo impulsan. Ambos tienen estructuras propias y poderosas. Atrás de uno está el Gobierno provincial, dispuesto a quemar las naves. Con un fuerte colchón para la campaña y una férrea decisión de mantener el poder sustentado en la experiencia de lides electorales victoriosas que lo tiene a Colombi en los primeros planos en los últimos veinticinco años. Un exponente a carta cabal de la vieja política al que le cueste esta vez repetir las mismas jugadas y manejo de los tiempos que en el pasado fueron su carta de triunfo. Lo que sirvió para llegar y para recuperar el poder en 2009 está por verse si sirve para mantenerse en un 2013 que muestra particularidades claramente diferenciadas, y en las que deberá extremar el arte de seducción para mantener al menos la misma base electoral que le sirvió para llegar cuatro años atrás. Sus socios parecen ser los primeros que demandarán una política de convencimiento distinta. Cierto es que dispone de monedas de cambio para sumar voluntades, pero también es cierto que su capital o crédito político se halla casi agotado por los compromisos incumplidos que le reprochan desde adentro y desde afuera. El liberalismo finalmente, a la hora de la verdad terminó quebrándose. La posibilidad de impulsar un candidato propio se diluyó en contradicciones internas dominadas por la visión contrapuesta en materia de alianzas. Hoy vuelve a ser un socio menor dentro de la alianza gobernante, aunque hay otro sector que corre con las posibilidades de quedarse con el sello que tiene sus fichas puestas en el candidato de la Presidenta. Así como están las cosas, la interna difícilmente se termine haciendo al menos antes de la elección del 29-S. El resultado de ella incidirá inevitablemente en la elección futura del liberalismo, para ver qué sector se termina quedando con la conducción. Lo cierto es que habrá liberales, y candidatos liberales en ambos frentes. Luego de la elección se verá si nuevamente, como ha sido una constante de los últimos años, vuelven a juntarse. Para envidia de los demás sectores del conservadorismo, el partido de la banderita se las ha ingeniado para mantener espacios de poder considerables. Las contradicciones lo ayudan. En esta oportunidad, la historia pareciera volver a repetirse. EL PANU ESPERA La posibilidad de una candidatura propia en la persona de Nora Nazar ha servido, y mucho, para abroquelar fuerzas puertas adentro del nuevismo. La decisión parece no resistir el análisis en términos electorales frente a la fuerte polarización que ni siquiera está en condiciones de quebrar una figura de peso electoral propio como es Nito Artaza. El diálogo de los naranjas está abierto. Luego de mucho café frio de por medio se volvieron a sentar en una misma mesa, asado de por medio, y con Tato de anfitrión dos hombres que siempre han mostrado disposición a transitar caminos comunes, desde los tiempos en que Romero Feris era amo y señor de la Provincia, Colombi era uno de sus intendentes mejor atendidos y reconocidos. Al punto que el ‘99 lo tomó con el paso cambiado, casi resignado a convalidar la gesta de la coalición que terminó siendo una bisagra en la política de Corrientes, y de la cual terminó siendo de manera imprevista el principal beneficiario. Ricardo en más de una oportunidad reivindicó los años del PaNu en el Gobierno, y Tato lo sigue considerando hoy el mal menor, aunque no descarta ni mucho menos una alianza con el justicialismo, del cual nunca tampoco estuvo lejos. Aunque en verdad nunca terminó de entenderlo, cayendo por lógica en más de una oportunidad en las contradicciones de las internas que suelen dominar el Partido de Perón. La posibilidad de renovar vínculos con el ricardismo está en el bolillero de los naranjas, aunque antes deberán repasarse muchas de las cuestiones sucedidas en los últimos años en los que el PaNu se sintió empanada de relleno de un proyecto al que nunca pudo integrarse. Meses atrás fue el nuevismo, y no otro sector quien puso el freno a la posibilidad de avanzar con los créditos requeridos desde el Poder Ejecutivo provincial. El Partido Nuevo condicionó la posibilidad del análisis al previo pase a comisión de los juicios políticos a la cúpula tribunalicia. El Gobierno pareció no entender el mensaje, y quizás haya subestimado la reconocida tozudez del líder nuevista, que nunca fue un hueso fácil de roer. Tato se sentó en sus trece y los créditos no salieron. Ahora, en esta nueva etapa se abre la posibilidad de retomar el diálogo. Pero los que conocen la firmeza de las convicciones del jefe panuísta, admiten que más allá de los espacios buscará contribuir a que las soluciones de fondo a la Justicia correntina se produzcan en el ámbito provincial. En este contexto cobran significado los dichos de Romero Feris días atrás, cuando se pronunció en contra de una posible intervención, aunque la lectura fina de tales declaraciones llevan al análisis de que deben abordarse, sin más demora, las soluciones que las propias instituciones de la Provincia deben dar para disipar el remedio federal. Palabras más, palabras menos, el Presidente del PJ se pronunció en idénticos términos al decir “ojala que no debamos llegar al extremo de tener que intervenir”. Los mensajes son plenamente coincidentes. O se toma el toro por las astas, o el cántaro, de tanto ir a la fuente, terminará rompiéndose. Lo que queda claro es que a esta altura no se puede seguir escondiendo la basura bajo la alfombra. La Justicia de Corrientes está en un estado terminal, con problemas estructurales que demandan cirugía mayor. La duda es si la hacen los propios correntinos, o dicha cirugía, infinitamente más traumática, deberá hacerse desde Buenos Aires. La decisión de ambas cámaras del Congreso de la Nación, relacionadas con los proyectos impulsados por el Gobierno, muestra que números no le faltan al cristinismo para imponer sus designios. La intervención es una decisión que se toma por mayoría simple de ambas cámaras. El Gobierno tiene quórum propio y mayoría acreditada en ambas alas del parlamento. Controla además, a mano firme, las comisiones que deben dictaminar; esto es, la de Asuntos Constitucionales y la de Justicia. No se entiende, entonces, la terquedad de no entender que la demora en producir definiciones terminará por generar situaciones no deseadas, pero acordes sí a la necesidad de restaurar el servicio de justicia hoy seriamente comprometido en la Provincia. Que el hilo se corta por lo más fino es una expresión cuyo alcance está fuera de discusión. La cuerda ha sido tensada hasta límites inimaginables, acaso como sin comprender que el margen ya no existe. Mayo será un mes de definiciones. Es en política, si se quiere, un mes emblemático. Muchas cosas ocurrieron en el pasado. Fuente:www.diarioellibertador.com.ar