OPINIÓN
4 de enero de 2019
Valdés, transición y hegemonía
La supremacía que disfruta el Gobernador, producto del control social-cultural-político que se ejerce desde los comités, la escuela, los púlpitos y los medios, y desde los despachos, no sólo viene aplacando los reclamos sino que también aplaca las relaciones de fuerza: las tensiones. Tanto es así que el contrapeso de Valdés hoy no es externo, sino que parece venir de Colombi, quien “no se acostumbra a estar a la sombra”. Ojalá no pasen cosas. Si pasan, la provincia sabe cómo terminan.
Por Eduardo Ledesma
@EOLedesma
De la Redacción de El Litoral
“El poder de los gobernantes está fundado sobre la ignorancia, en la domesticada mansedumbre del pueblo”.
“Yo el supremo”
Augusto Roa Bastos
El Gobierno de Corrientes cierra un año perfecto. Otro más. Ni la feroz crisis económica que se lleva puestas familias enteras en todo el país; ni los vaivenes políticos; ni los avatares del clima. Nada de eso parece conmover a las estructuras del poder que sostiene hoy, en la cúspide, aGustavo Valdés.
Le pasan de largo los problemas asociados a la falta de trabajoo al cierre de las fuentes que había; a las pérdidas de las condiciones laborales mínimas; a la negación, flexibilización o restricción de derechos. Le resbalan los inconvenientes ligados a la tercerización de los servicios o a la reducción de ciertas prestaciones estatales; o la acentuación de laliberalización de la economía.
Parece inmune–por nombrarlos y reconocerlos–a los niveles dolientes de pobreza, o de marginación y exclusión. Incluso navega aguas calmas mientras otros se hunden en sumentiraoincapacidad,ineptitudque se lava y queda al desnudo ante cada lluvia, y que aún así sostiene la pompa de su nombre:plan hídrico.
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—¿Pero por qué nada de esto conmueve al gobierno?
—Valdés parece a salvo de la crisis porque todavía capitaliza la novedad de suautoridad.
Encabeza una administración que avanza briosa aunque sin haber variado la matrizque sigue dando réditos aún por encima de lo que es: la puntualidad en elpago de los salarios. Esquiva la amargura de los reclamos porque es inteligente en suficiencia para pisar los puntos altos deuna gestión que apenas despuntay que aún con problemas,disimula sus carencias: algunas propias, otras tantas del lastre ministerial heredado del colombismo y las restantes, producto de la devaluación, el ajuste, la desinversión general, los tarifazos yla inflación que se acelera en vez de bajarcomo se prometió largamente.
Aún así Valdés marca diferencias.
A Macri le saca ventajas cuantiosas en cuanto a la consideración general de la gente. A su antecesor, en tanto, ya le dio varias vueltas: en el trato con los dirigentes políticos, con los funcionarios de los otros poderes del Estado, con la sociedad civil, con los visitantes nacionales y extranjeros.
Marca diferencias en cuanto su visión de provincia:Valdés parece tener un proyecto, que además es superador del pago de los sueldos, aunque mientras tanto se apoye en ese recurso.Parece querer algo más que sólo acumular poder.
Habla de puertos, pistas y puentes; de rutas y pasos; de energías renovables, de autopistas de información, pese a que todavía debe lidiar con los cables y cortes de la Dpec y con las luces de sus administradores, que están cambiando foquitos mientras las estructuras funcionales se derriten; y conel oscurantismo de las cuentas de la administración, que vino de doblez en doblez desde 2001. Por eso, en ese cansancio, por ejemplo,echó a Vaz Torres, el ecónomo preferido de Colombi, generando en el acto un mensaje de largo alcance desde las costas de la autonomía.
Falta. Claro que sí.
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Puertas para afuera del gobierno,es lícito preguntar por el ministro de Justicia: no se le escucha la voz hace meses-años. ¿Sólo no habla, o tampoco hace? ¿Qué estaría haciendo en todo caso, en estos tiempos cruciales, el ministro deDesarrollo Social? Y el de Industria: además de bajar cuadros de Alfonsín de las oficinas públicas,¿trabaja en algún proyecto relacionado con la industria?¿Qué será de la vida del ministro de la Producción? ¿Se llamó o lo llamaron a silencio? ¿Y el de Obras Públicas?
También están los que hablan mucho, perono acompañan esa verba con movimiento: allí están las estadísticas educativas y sanitariaspara confirmarlo. Están los ni-ni. Y los devotos del marketing. Y están también los que hablan más de la cuenta. Los que hablan y dicen cosas, como que enCorrientes no hay inseguridad...
Para más, o para peor, están aquellos ministros y también funcionarios de menor rango quehablan como si hubieran llegado al gobierno hace 5 minutos. ¿Recién ahora se están dando cuenta de todo lo que falta o es que antes no los dejaban opinar, ni podían proponer opciones? En cualquier caso callaron y cobraron religiosamente sus sueldos.
También están los acomodaticios que mandan a los críticos al interior, como si en algún lugar del interiorestuviera escondido algo que no se veen la provincia capaz desde Piragine, o desde “Pocho” Romero Feris, para hablar desde la recuperación democrática para acá.
Aún así Valdés flota.
Y si es verdad la mitad de lo que dice, y concreta al menos un cuarto, Corrientes ingresará a una instancia desconocida, después de tantos años de nada, o de muy poco.
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—¿Pero si no hay nada, o hay muy poco, por qué entonces el Gobierno cierra un año en positivo y en paz?
—Aquí podríamos poner en revisión algunos conceptos que se esgrimieron como verdades durante largos años.
La paz social, por caso, es producto del pago en tiempo y forma de los salarios. Sí. De losplanes y “pluses”que hacen que no alcancen los días para ir a buscar dinero de los cajeros. Poco –muy poco en comparación con algunos vecinos–, pero dinero al fin y todas las semanas. Sí.
La gobernabilidad, vaya aspiración,es producto de la división y muerte de la mayoría de los partidos políticos. De las internas y traiciones. Y por si fuera poco, de la voracidad de muchos dirigentes queprefirieron(¿y aún prefieren?)el destrato de hombres como Ricardo Colombi a tener que ganarse la vida por fuera de las arcas del Estado.
Las instituciones de contralor, a su turno, piden permiso para controlar. Las defensorías de los vecinos, de los usuarios y afines,piden permisos a sus mandantes políticos (sí, a su patrones partidarios)para ver si reciben ciertos expedientes o firman ciertas notas con reclamos generales.
La Legislatura se convirtió poco menos que en una escribanía, cuando no en un estorbo. Los escarceos que se escuchan en las bancas vienen de los patios internos o, para ponerlo en situación, de los generosos parquizados radicales, entre otras cosas por la falta de una oposición monolítica, seria, constructiva,que no le tenga miedo al debate y que debata donde debe hacerlo, no en las oficinas de los bloques, entre pocos y a escondidas. Si existe una oposición que se opone, es decir, que cumple con su rol más allá de la política del acuerdo, o del consenso (que parece ser la única forma de hacer política en Corrientes) no se nota.Si hay intenciones –de control por ejemplo, o de propuestas– son cortadas de cuajo por favores adeudados o presiones inconfesables.
Tan endeble es todo que por revisar el presupuesto la oposición fue tratada de “irresponsable”. Se dejó tratar así y una vez más fue avasallada. Pero la tensión es necesaria. Y la negativa también.Decir “no” es empezar a pensar,diría Viñas. A pensar alternativas al pensamiento único. Nada menos.
La Justicia juega su juego, y vaya que lo juega, según se lee últimamente.Los empresarios amigos del poder hacen su negocio. Y entre otras instituciones,el periodismo hace silencio. Muchas veces. Como hacen silencio los que saben y pueden hacer ruido. Las iglesias por ejemplo.
Paz y amor
Es bueno cerrar un año sin saqueos, sin gente en las calles rompiendo vidrios o lastimando su propio cuero. Claro que sí. Peroes malo que haya un 40% de pobres y una inflación de otro tanto–no menor que ese guarismo–, y sólo suenen villancicos importados en vez de voces propias al son del chamamé o al ritmo del carnaval.
Aturde tanto silencio. Y lo que es peor, la cosa parece que no irá a mejorar. No en lo inmediato al menos.
La hegemonía de la que disfruta Gustavo Valdés, producto del control social–cultural–político que se ejerce desde los cargos públicos, los contratos y negocios, los comités, las aulas, los púlpitos y los medios, y desde los despachos,no sólo viene aplacando los reclamos(que los hay, pero de intensidad en degradé conforme fueron pasando los años desde 2001 en adelante)sino que también aplaca las relaciones de fuerza. Llegamos a tal punto que hoy el contrapeso de Valdés parece serColombi,quienno se resigna al hecho de ya no ser. “Ricardo Colombi no se acostumbra a estar un rato a la sombra”, le dijo alguien a otro alguien que lo escribió en un diario porteño. Y si no es así, esto ya fue así.
Valdés, en tanto,no encuentra desafíos en el PJo en alguna de sus variantes, o en sectores de algún armado opositor con intenciones y planes concretos para llegar al poder.
De hecho, hay quienes piensan (y parece razonable) quesin 2019 no habrá 2021 para ningún esquema que se geste por fuera de Cambiemos en Corrientes, y eso que –más allá de cualquier chicana–, el gobierno de Macri hace todos los días alguna macana para perder las elecciones.
Si Mauricio Macri o alguno de los suyos accede a la Presidencia este año que comienza (cosa que parece posible, aun teniendo en cuenta lo de las macanas), será muy difícil para los cuadros opositores, por caso los correntinos, encontrar un esquema aglutinante: no sólo por la escasez de horizonte, o la atomización de dirigentes y partidos, sino por algo menos romántico y más determinante:si no hay gobierno nacional, no habrá quién financie una campaña a gobernador en 2021en una provincia donde Valdés corre con fuerza, ventajas y con el portento de uno o un par de gobiernos a su favor.
Puede haber financistas interesados, pero ¿pondrán la plata que hace falta hoy para salir a “convencer” a un electorado cada vez más escéptico, dada la cantidad de engaños que apila?
En fin: uno puede estar a favor o en contra de Valdés, perode él no será la culpa si de la hegemonía pasamos a un predominio cuasi cesarista. No será culpa del radicalismo que las relaciones de fuerza en la provincia la manejen ellos mismos, es decir Valdés y Colombi. Peroel problema será de todos si “pasan cosas” y se reedita un quiebre como el de los primos Ricardo y Arturo entre 2005 y 2009.
La teoría hegemónica, que en Corrientes se aplica como si fuera el modelo en el que se inspiró Gramsci, nos da al menos la chance de estudiar nuestro presente.
Aún estamos a tiempo degenerar sujetos colectivos involucrados con la calidad institucional y política, para evitar, en principio, lo que ciertamente ya se ve en esas costas del Paraná: la imposición de los tipos culturales de los que predominan y de las clases que denominan. La imposición de los que mandan y nombran.
Queda claro que el sentido común político desde 2001 en adelante fue el sentido común de Colombi, y del radicalismo que él conduce. También queda claro que ese sentido común está siguiendo el derrotero del ocaso, forzado por las circunstancias que el propio Valdés se encargó de marcar:ahora es tiempo de igualdad de derechos, de la paridad de género, de que los chicos más chicos voten a sus representantes, de cambiar los modos de la política: todos asuntos que han calado en el debate público que Colombi y gente como él prefirió no abordar.
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Hay tarea por delante si la pretensión es frenar el camino hacia los excesos. Una democracia no institucionalizada como la nuestra, se caracteriza por el poco alcance, la debilidad y la baja densidad de las instituciones políticas existentes, dice O´Donnell. El problema con eso es queel lugar de esas instituciones queda ocupado por otras prácticas no formalizadas pero firmemente afirmadas, como el clientelismo, el patrimonialismo y la corrupción.
Conviene que no suceda. Incluso el propio Valdés saldría beneficiado de una actitud social más activa, pues con el acompañamiento y contralor político y social (que implicadarle unas vacaciones a la claque aplaudidoraque merodea presta y angurrienta por la cuadra del poder) podría encabezar un gobierno de este tiempo, más acorde con las demandas generales y menos acorde con los caprichos personales.
Tal vez podríamos pensar entre todos la provincia que queremos y nos merecemos.Podríamos empezar por entender que el pago de salarios no es una dádiva. Que es una obligación de todo empleador -no sólo del Estado- pagar por el trabajo. En tiempo. En forma. De manera justa.
El Gobernador lo agradecerá, porque parece que está para más que eso.Y también la provincia, que desde hace rato merece más que sobrevivir siendo una satrapíaubicada en el vértice superior derecho y caliente del Norte pobre de la Argentina.
Fuente:www.ellitoral.com.ar