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EL TIEMPO EN LA CRUZ

27 de enero de 2013

La cuenta regresiva se ha abierto

Mejor que decir es hacer. Se llevó a cabo otro imponente acto en el populoso barrio 17 de agosto, en el marco de la interna peronista. Días atrás, el lanzamiento de Eduardo Álvarez como uno de los precandidatos de Vamos Compañeros a la Intendencia, generó una movilización masiva de más de 3000 personas y 1200 motos. La difusión por Crónica TV, con varias repeticiones, y por Canal 9, más la prensa gráfica y oral, mostró la importancia de la movida con un peronismo ganando la calle.

 

¿Cómo se resolverá el entuerto peronista? ¿Qué hará el nuevismo y sus intendentes? ¿Cómo cerrará la interna del liberalismo y cómo terminará jugando a la hora de la verdad, la siempre enigmática Josefina Meabe? ¿Hasta dónde Nito Artaza tiene capacidad de fuego para jaquear a Ricardo? ¿Y cuál será el rol de Mario Bofill? ¿Cayó la fecha de mayo, y el desdoblamiento? ¿Cómo terminará jugando el Superior Tribunal en el planteo de los intendentes que buscan la re- re? Estos y otros interrogantes pasan por lo que ocurra en la escena nacional, donde no se descarta anticipar las elecciones nacionales y suspender por única vez las internas abiertas para la definición de las bancas nacionales.

 

La pausa estival no está exenta de abundantes movimientos políticos. En el oficialismo, la orden es organizar la fuerza propia. La reunión que la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, mantenía anoche en Mar del Plata con 400 intendentes municipales de todo el país, significa dos cosas.  La primera es que la funcionaria sigue ocupando un lugar preferencial, dentro de las hipótesis presidenciales, para encabezar la lista de candidatos a diputados nacionales por el Frente para la Victoria, en la provincia de Buenos Aires, con miras a las elecciones de octubre próximo. La segunda, es que el Gobierno nacional apuesta a intensificar su relación directa con los intendentes, para asegurarse el disciplinamiento político de los gobernadores. Este énfasis puesto en reforzar el vínculo con los intendentes, tiene dos canales fundamentales de implementación. Uno es el ministerio de Desarrollo Social. El otro es la cartera de Infraestructura, cuyo titular, Julio De Vido, cumple un rol muy importante en esta tarea. La táctica de zanahoria o garrote, mediante el condicionamiento del flujo de fondos nacionales, suele dar muy buenos resultados. Lo cierto es que esta iniciativa gubernamental no puede ser más oportuna. En muchas provincias gobernadas por el peronismo comienzan a aflorar tensiones que permanecían ocultas. Casi todos esos conflictos son estrictamente locales. Pero la diferencia estriba ahora en que algunos de sus protagonistas, habitualmente los más débiles, se sienten hoy tentados a subirse a algunas de las ambulancias políticas que recorren el interior, con mensajes crípticos de Daniel Scioli, explícitos de su colega José Manuel de la Sota, y en algunos casos, hasta de Mauricio Macri. De norte a sur, esa realidad puede percibirse en Salta, donde ni el gobernador Juan Manuel Urtubey, ni su principal contrincante interno, el senador Juan Carlos Romero, se consideran contenidos en el kirchnerismo. En Catamarca, el intendente de la ciudad capital, Raúl Jalil, colisiona con la gobernadora Lucía Corpaccci. En Mendoza, el gobernador Raúl Pérez afronta la rebeldía de su vicegobernador, Carlos Ciurca, quien actúa coordinadamente con el titular del Partido Justicialista local, el intendente de Guaymallén, Alejandro Abraham. En Entre Ríos, el gobernador Sergio Uribarri también tiene problemas con su vicegobernador, José Orlando Cáceres, a lo que se suma su pleito con su antecesor, Jorge Busti, quien ya anudó una alianza electoral con el PRO, con la candidatura a senador nacional del ruralista Alfredo De Angelis.  En la Pampa, el gobernador Alejandro Jorge se enfrenta con el senador Jorge Verna, cada vez más alejado del kirchnerismo. En Chaco, se reproduce esa pelea entre el gobernador, en este caso Jorge Capitanich, y el vicegobernador Juan Carlos Bacileff. En Corrientes, la "interna" del Partido Justicialista, convocada para el 17 de marzo próximo, hace saltar chispas. En Neuquén, la postulación como candidato a senador nacional del petrolero Guillermo Pereyra, secretario adjunto de la CGT de Hugo Moyano, por el Movimiento Popular Neuquino, cambia las condiciones de la disputa provincial.  En Río Negro, lo que ocurre en torno al ex intendente de Bariloche, Omar Goye, se suma al conflicto entre Juan Manuel Pichettoy Martín Soria. En Chubut, la postulación de Mario Das Neves mete presión en las filas del gobernador Martín Buzzi. En Santa Cruz, la rebeldía del gobernador Daniel Peralta permite vaticinar una dura confrontación interna en un distrito de alto valor simbólico. Este escenario se ve potenciado por la percepción generalizada de que el oficialismo perderá en la ciudad de Buenos Aires, saldrá cuarto, detrás del Partido Justicialista, la UCR y el Partido Nuevo en Córdoba, repetirá el tercer lugar en Santa Fe, detrás de Hermes Binner y Miguel Del Sel, y perderá en Mendoza, ante el radicalismo encabezado por Julio Cobos. En este contexto, los reflectores apuntan sobre la provincia de Buenos Aires y se concentran en las confusas señales irradiadas desde Tigre, por el intendente Sergio Massa, erigido en la"figurita difícil" de la política argentina de este año. En este particular, una discusión de alto voltaje en los mentideros políticos que presumen de bien informados, gira en torno a la influencia que sobre Massa ejercería José Luis Manzano, un especialista en jugadas de doble lectura. Manzano le recomienda a Massa no romper lanzas con el gobierno en el 2013, y prepararse para disputar el 2015, ya sea para la gobernación bonaerense o para la grilla presidencial.   Macri con los famosos   Mauricio Macri está convencido de que los movimientos internos dificultan severamente sus contactos con el peronismo disidente, cuyos dirigentes están mayoritariamente a la espera de lo que en definitiva hagan o dejen de hacer Scioli, De la Sota, o inclusive Massa. Este diagnóstico incentiva su propensión a buscar figuras "famosas", capaces de encabezar las listas de candidatos del PRO en todos los distritos. Según sus allegados, para el Jefe de Gobierno porteño la construcción política del PRO en cada distrito tiene que asentarse, básicamente, en la conjunción entre una figura de prestigio en la opinión pública y una estructura partidaria chica, conformada principalmente por profesionales jóvenes. En ese diseño, Macri está consagrado al "casting" de candidatos. El Jefe del PRO considera que el "modelo Del Sel", en realidad es una reiteración del "modelo Macri", que encontró su réplica en Entre Ríos, con la incorporación de De Angelis. El resto de los nombres barajados, que incluye ahora también a Leandro Ginóbili, hermano del basquetbolista, en Bahía Blanca, no mueven el amperímetro. El otro andarivel que trabaja Macri es el radicalismo. En el PRO se percibe que existe un sector amplio de la UCR que se resiste a una alianza con los socialistas. El despliegue del intendente de San Isidro, Gustavo Posse, le posibilita a Macri soñar con una "pata radical"bonaerense, similar a la que construyó en el territorio porteño, de la mano del actual presidente de Boca Juniors, Daniel Angelici, quien (bueno es señalarlo), es también un importante empresario del juego en la provincia de Buenos Aires  En este tema hay una novedad importante: la intendenta radical de Resistencia, Aída Ayala, habría sellado un acuerdo con el PRO.   Ojo con Alfonsín    Ricardo Alfonsín no descartaría, como último recurso, la recreación de un nuevo Pacto de Olivos. El dirigente radical piensa que el peronismo logrará resolver de alguna manera sus problemas internos, y que, en ese proceso, resulta probable un "giro centrista", con la candidatura presidencial de Scioli, que permitiría la aparición de una opción opositora de centro izquierda. De allí que prefiere profundizar el acuerdo con el Frente Amplio Progresista. Pero Alfonsín aprecia también que el deterioro que los socialistas pueden experimentar en su imagen pública, por el grado creciente de inseguridad pública en Santa Fe, hace peligrar seriamente sus posibilidades electorales. En ese caso, sin una alternativa electoral ganadora, la hipótesis de una negociación con la Casa Rosada, que habilite una nueva reforma constitucional, no estaría totalmente descartada.  Lo que no está claro, a diferencia de lo que sucedía en 1993 con Raúl Alfonsín, en relación a Carlos Menem, es qué podría el radicalismo obtener a cambio. Al respecto, Leopoldo Moreau pretendería arrimarle alguna respuesta… Preventivamente, Alfonsín ha introducido en su discurso el pronóstico de que el peronismo habrá de "deglutir" al kirchnerismo, y que es necesario evitar que el 2015 signifique la restauración de la década del 90, una evocación que vale para Macri, De la Sota, Scioli, y hasta para Massa.  Subrayar que el principal peligro es la restauración de la década del 90, significa entreabrir la puerta para, ante la falta de otra alternativa, encarar en 2014 una negociación con Cristina Fernández de Kirchner. Demás está decir que los allegados a Alfonsín braman de indignación de solo escuchar alguna de estas especulaciones…   La foto del escándalo   La publicación por parte de uno de los diarios más respetados del mundo, de una foto apócrifa del presidente Hugo Chávez agonizando, abrió el debate sobre el verdadero rol de la prensa en un contexto de confrontación ideológica, que necesariamente remite a la guerra descarnada entre el kirchnerismo y Clarín. La crisis de credibilidad de los medios quedó más al desnudo que nunca. La prensa está en crisis desde hace varios años en la Argentina, como consecuencia de la partidización de los medios. Ya no hay grises en la guerra sin cuartel que protagonizan el Gobierno y el Grupo Clarín.  Como consecuencia, la objetividad tan buscada en tiempos del romanticismo periodístico, quedó en el arcón de los recuerdos, mientras el universo mediático (y social) se dividió entre ultras y antis que no entienden de términos medios, al punto que la sagrada figura de la libertad de prensa se relativizó. Los límites que antes fijaban el decoro, la cordura, la prudencia y la responsabilidad editorial, fueron devorados por el afán no sólo de primicias o titulares sensacionalistas (propios de los diarios amarillistas de siempre), sino por la constante búsqueda de información que -aunque manipulada- sirva como estilete para herir a un Gobierno que se atrevió a imponer pautas políticas opuestas a los grupos económicos que en otros tiempos se sintieron amigos del poder y libaron de sus beneficios. ¿Pero es un fenómeno local, solamente argentino? Podría decirse que sí, en un análisis estrictamente ajustado a las particularidades vernáculas del conflicto, pero las connotaciones ideológicas que se perciben en cada decisión adoptada por el kirchnerismo, abren el panorama a la internacionalización del proceso de descomposición de la relación entre los medios y los pensamientos, progres o de centroizquierda, que muchas veces se despistan hacia el populismo y la demagogia, caldos de cultivo de líderes tan identificados con los sectores humildes, como deplorados por una clase media que se resiste al pensamiento único. Liderazgos como el de Hugo Chávez en Venezuela, representan el paroxismo de este fenómeno que en las últimas horas puso en jaque al principio de la libertad de expresión. Una sola foto en una tapa de diario sirvió para que los ultras condenaran enérgicamente a los medios en general, mientras los antis trataban de justificar un error producto del silencio y el ocultismo que practica el Gobierno bolivariano, en todo lo relacionado con la salud de su alma mater.   Viene de la página 5   El diario madrileño El País publicó hace tres días, una falsa foto del presidente Chávez en una camilla de hospital, entubado y siendo objeto de procedimientos médicos. Más de 350.000 ejemplares de ese rotativo, uno de los más respetados de Europa y el mundo, fueron distribuídos en los kioscos aquella madrugada, mientras los responsables de la edición digital subían el contenido más impactante de la tapa papel en la web oficial del diario. A las pocas horas, el escándalo había estallado.   ¿Y Corrientes?   Corrientes elige Gobernador casi un mes antes de las elecciones nacionales, previstas ya con fecha el 23 de octubre. Para el Gobierno nacional los resultados hacen a las exspectativas que sobre el resto del país tendrá un resultado, segun el mismo sea favorable o no, al candidato que a la postre corra con los colores de la Casa Rosada. Hasta ahora se mantiene firme la decisión de jugar con un candidato (o candidata) del justicialismo, habiendo fracasado en este sentido, gestiones oficiosas encaradas por diversos conductos por el actual Gobernador, cuyo acercamiento al cristinismo ha sido sistematicamente resistido. En el medio está la interna del justicialismo en la Provincia, cuyo cumplimiento es un requisito insoslayable para la inscripción legal de los candidatos ante la justicia provincial. En los próximos días, la entente del oficialismo partidario definiría sus candidatos, siendo previsible a esta altura que se confirme la postulación del ingeniero Fabián Ríos a la Intendencia, y de Camau Espínola a la Gobernación, en tanto que sus oponentes internos, nucleados en la Lista Vamos Compañeros, decidirán sus propios candidatos luego de que se haga pública la oferta electoral del oficialismo, en lo que parece un estudiado propósito de trabajar sobre los heridos que en el campamento oficialista podría dejar la selección de postulantes, para las bancas en disputa. Aún así, el menú de posibilidades está planteado de antemano, aunque con final abierto. Rodolfo Martínez Llano o Carlos Raúl Farizano aparecen como posibles candidatos a disputar la candidatura mayor de parte de este espacio. La definición se dará en función a las necesidades, casi sobre el límite de los plazos, cuando la mayor cantidad de cartas estén dadas. De hecho, se trata de una disputa que planteada en términos de poder, no será fácil, con debilidades y fortalezas de ambos lados, en una pelea que si no encuentra los límites impuestos por la razonabilidad, podría derivar en lo que históricamente fue el cuello de botella de los sucesivos fracasos peronistas. Algo parece en claro, y es que no hay improvisados ni de un lado ni de otro, en términos de interna y del manejo de resortes que exceden el campo propio de la disputa política. Desde el oficialismo se ufanan del control de la junta electoral y de cierta incidencia en instancias de la justicia federal local, lo cual como contrapartida, tiene el alto costo político que pueda suponer la mediatización y judicialización de un proceso, en el que planteado en términos de disputa de poder, se dirimirá en gran medida por el control de la calle a la vieja usanza peronista, de los grandes acontecimientos que signaron la vida institucional de la Nación y de la propia provincia de Corrientes. En este marco, y más allá de debilidades y fortalezas de ambos bandos en pugna, siempre pareciera haber espacio para la reflexión, propia de la responsabilidad que tiene el peronismo, si Corrientes, de superar con inteligencia las contradicciones que determinaron que sea la única Provincia argentina sin gobierno peronista, habiéndole sido esquivo al justicialismo las cuatro últimas décadas que se sucedieron al triunfo de Julio Romero, en la segunda vuelta del 73.  En el poder nacional se han encendido, hace algún tiempo, los sensores respecto a la necesidad de fortalecer las posibilidades electorales del peronismo. Consideran a Ricardo Colombi un peso pesado capaz de mutar las condiciones de la pelea en rápidas jugadas, acordes a la concentración de su liderazgo y al conocimiento pleno de los actores políticos, y de las debilidades que muestra el sistema político partidario de la Provincia. Para el justicialismo local, la realidad de Corrientes supone responsabilidades que exceden a la propia provincia, en cuanto a que la cuota de crédito dada por el poder central para pelear la Gobernación, supone la necesidad de algo más que gestos para ordenar la casa, para no comprometer a la propia Presidenta En la interna peronista, la suerte se decide en Capital, Goya y Santo Tomé. En términos del padrón general, sobre los 420.000 electores en condiciones de votar, los tres principales departamentos de la Provincia reunen el 50% de los votos de toda la Provincia. El resto está distribuído en las 67 comunas restantes. Se trata de una interna abierta, donde de hecho priman las contradicciones, no solo de la política provincial, sino la que existe en cada una de las comunas, y es por distrito único por lo cual en términos de costo esfuerzo-sacrificio, y dinero, la colección de votos de los tres grandes centros y particularmente de Capital, es, en términos económicos, mucho más barato que en localidades del interior, quedando en claro que quizás los votos de Yataití Calle o Pueblo Libertador, por poner sólo dos ejemplos, cuesten en térm inos comparativos hasta treinta veces más que los de Capital. De ahí la necesidad de entender lo que son las reglas de una interna, absolutamente distintas en su organización de lo que es una elección general. De hecho, no se trata de un voto obligatorio, sino de un voto que responde a una motivación, de lo cual surge la importancia de la instalación del proceso electoral como condición de la exspectativa que el mismo genere en base a los intereses contrapuestos que se plantean. El secreto está en el control de que voten los que realmente votan. Lo que en interna valen son las diferencias que se obtengan, lo cual a veces dio importancia en localidades como San Roque, en la que el dirigente local nunca ganó una elección general y se cansó de ganar internas por diferencias aplastantes, muchas de ellas originadas en la falta de controles de esquemas insuficientes para ello.   ¿Y las trampas, la  proscripción, y el fraude?   Desde algunos sectores del oficialismo, con algo de ingenuidad, no exenta de la impunidad que dieron procesos anteriores, realizados en el marco de una realidad distinta a la actual, se tiende a crear cierta sensación de la acción por la vía del hecho consumado, quizás relativizando, minimizando o subestimando la capacidad de respuesta ante hechos que, en la dinámica de los tiempos, lejos están de resolverse en los plazos procesales de la justicia, precisamente porque la mediatización que impone la vida cotidiana hace que -antes que el veredicto de los jueces- está el de la opinión pública, cada vez más perceptiva, al tiempo de formarse su propia idea y juzgar anticipadamente respecto a los hechos que se plantean. Una interna que escape de madre, con alto grado de conflictividad, puede hacer que aún el que termine ganando logre una victoria a lo Pirro, con el riesgo de que el que termine perdiendo sea empujado a una fractura que perjudique las posibilidades electorales del partido, en su conjunto. Nada es como era hace veinte ni diez años atrás. Las nuevas formas de hacer política, y la incidencia del twitter, el facebook, y de los medios de comunicación, hacen que todo adquiera una dinámica capaz por sí, de modificar sobre la marcha hechos que deben terminar adecuándose a lo que las circunstancias indican.  En los sectores de la oposición hubo, desde el inicio, escepticismo cuando no duda, respecto a las reglas del proceso electoral, acaso como si la resignación o los brazos caídos dejaran fuera de combate a muchos sectores y/o importantes dirigentes, que no encontraban su espacio en la realidad de un justicialismo que no termine de redefinir su propio espacio en la política correntina.   El retorno de un grande   Luego de la visita que a Santa Rosa hiciera días atrás Martínez Llano, junto a otros dirigentes del peronismo sanmigueleño, el caso de Ramón Montenegro y Oliva, finalmente, el Intendente de Santa Rosa hizo pública su decisión de reintegrarse al justicialismo e ir por la candidatura a Intendente con los colores del Frente para la Victoria. Un hecho de por sí auspicioso, que marca la importancia de trabajar para el futuro, con la mirada más allá de la coyuntura. Otro que podría volver a tomar el bastón de mariscal es Víctor Zemborain, de Mercedes, que en dos oportunidades visitó a Martínez Llano dejando la puerta abierta para un eventual retorno militante, en un lugar en el que el peronismo tiene el desafío de recuperar el terreno perdido.   ¿Y la justicia?   En el medio, siempre, la justicia, llamado a tener un rol relevante en este proceso electoral que, por ser provincial, deja afuera a la Junta Electoral Nacional, que fue quien alcanzó un protagonismo inédito en la última elección de 2011. En este aspecto, se estrenará en funciones la flamante Cámara Contencioso Administrativa y Electoral, más allá de que la última palabra, como interprete final de la Constitución provincial, la tiene el Superior Tribunal de Justicia, que pareciera siempre ser una Caja de Pandora, como quedó demostrado en la última oportunidad en que en pocas semanas emitió fallos diametralmente contradictorios. Aún así,  los jueces, de última, terminan siendo hijos del rigor, cuando sobre ellos la balanza del poder, la fuerza de los medios, o el termómetro que da la calle, termina condicionándolos en un mundo cada vez sujeto a factores de poder que son realidades tangibles, que hacen ver la necesidad no solo de ordenar los partidos, y conformar alianzas superadoras, sino además, de apuntar a alianzas de poder con entidad suficiente como para constituirse en opciones que la ciudadanía vea con fuerza propia, para la pelea de fondo, donde se dirimirá el poder político de la Provincia. Todo esto es entendido por el mismísimo poder central, que es consciente que más allá de sus intereses y necesidades, las elecciones se terminarán ganando o perdiendo en el ámbito de la Provincia de Corrientes.    Fuente: www.diarioellibertador.com.ar

 



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