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EL TIEMPO EN LA CRUZ

23 de julio de 2017

“Las elecciones van a decidir si Macri puede aspirar a un segundo período presidencial”

La ensayista y filósofa brindó el miércoles la conferencia inaugural de la Feria Provincial del Libro. Antes visitó la redacción del diario El Litoral y realizó una aguda lectura de cómo lee la Argentina de hoy. Habló de la grieta social, de los quiebres que tuvo el país y criticó el “nacionalismo infatuado” ensalzado desde la dirigencia política.

La 7ª Feria Provincial del Libro abrió sus puertas el pasado miércoles, y lo hizo con la charla abierta que brindó una de las intelectuales más respetadas del país. Beatríz Sarlo respondió preguntas formuladas por el periodista Edi Zunino, que la invitaron a “Leer la Argentina”. Varias horas antes pasó por la redacción del diario El Litoral y accedió a una entrevista animándose a hacer una radiografía de lo que pasa hoy en el  país y de cuáles son los posibles escenarios que asoman de cara a octubre.
Esta escritora, ensayista y analista cultural deja en claro desde un principio de la charla que no es una “gran analista política”, aunque en el último tiempo su aparición en los medios nacionales fue principalmente para hablar de los protagonistas de la disputa electoral.
Entre los muchos conceptos que deja en este breve intercambio, de poco más de 20 minutos, asoma el perfil que hoy la define como crítica del kirchnerismo y al mismo tiempo crítica del macrismo. Una posición inusual en este tiempo de blancos y negros, que le significó la reprobación de los simpatizantes de ambos sectores.

–Es un lujo contar con la presencia de Beatríz Sarlo en nuestro diario. En primer lugar ¿qué nos puede adelantar de la charla “Leer la Argentina”?
–La lectura es un tipo de actividad que nos ayuda a los seres humanos a pensar mejor, leer la Argentina no es solamente sufrirla, experimentarla, quererla, sino que tiene que ver con interpretarla, tiene que ver con saber cuáles son sus problemas y cuáles serían sus caminos.
 
–En su rol de analista política, ¿qué pone en juego el presidente Mauricio Macri en las elecciones de octubre?
–Para empezar tengo que agregar que no soy una gran analista política, mi disciplina de origen es el análisis cultural y la literatura. Como ciudadana opino y me intereso por la política, me he interesado siempre. Qué pone en juego Macri en estas elecciones, sin dudas, el segundo período presidencial. Las elecciones de algún modo van a decidir si Macri puede aspirar a un segundo período presidencial o van a ser otras las fuerzas y otros los políticos que tengan esa aspiración. Por eso está tan desesperado.
 
–En la escena también aparece Cristina Fernández. ¿El votante ahora puede elegir volver a apostar por la ex presidenta, apoyar una tercera opción o a la gestión de Macri?
–Eso es una forma de ver el escenario electoral. Para empezar Cristina es candidata en la provincia de Buenos Aires, mientras que Macri tiene que probarse en todas las provincias. Tiene que probar a sus candidatos en todas las provincias. Tiene que probarlos en Santa Fe donde quizás no gane, tiene que probarlos en Córdoba donde a lo mejor no gana. Eso es lo primero que hay que distinguir porque sino la candidatura de Cristina se convierte en una candidatura nacional, y no lo es. 
Es una ex presidenta de la República que por primera vez en la Argentina quiere competir a los dos años de haber dejado el Poder Ejecutivo por un puesto legislativo. La segunda cosa que hay que ver es que la fuerza de Cristina está en la provincia de Buenos Aires, si ella tiene eso que hablan de un piso y un techo que juntos dan el 30%, si es así, eso lo tiene básicamente en la provincia de Buenos Aires. No sé si ella va a Mendoza tiene eso, si va a Tucumán o Santiago del Estero y tiene eso, y tampoco sé si lo tiene en Corrientes. Para una elección nacional, la fuerza la tiene en la provincia de Buenos Aires. Si bien en la provincia de Buenos Aires hay una parte importantísima del padrón, y digamos que esa parte del padrón no está formada sólo por gente que nació en la provincia de Buenos Aires.
Es la más nacional de todas las provincias de la Argentina. Sobre todo esos tres cinturones de pobreza y de villas que rodean la ciudad de Buenos Aires, donde hay argentinos de todas las provincias, además inmigrantes de países limítrofes. Pero aun así, en la provincia de Buenos Aires no se reproduce lo mismo que se puede reproducir en Santiago del Estero o en Formosa. Hay que ver cómo es el salto de Cristina.
Por otra parte, no está Macri y Cristina solos en el escenario electoral, está Sergio Massa que es un candidato con aspiraciones, y está Florencio Randazzo que puede quitarle votos a Cristina. Tampoco es que Cristina cuando se va a largar la carrera está en la línea de largada con Macri.
 –¿No está tan polarizado?
–El periodismo trata de polarizarla porque la polarización es más dramática. El periodismo polariza, pero además de que es un rasgo del periodismo, hay que ver que hay otros candidatos. Pienso además que la izquierda va a hacer una buena elección. 
 
–Cuando le consultan respecto a la famosa grieta, usted hace una diferenciación y se refiere específicamente a la grieta social. ¿A qué se refiere?
–Sí, yo discuto la idea de grieta política, yo creo que la grieta política está en vos y yo. Quiero decir que los que leemos diarios todos los días, los que leemos todavía diario de papel, los que no leemos las noticias colgadas en las redes sociales, sino que vamos a las páginas web de los diarios. Un mundo que es muy chico, pueden ser 200 mil, 300 mil, un millón de personas, ahí sí hay enfrentamientos. Más abajo de eso, o más para los costados, no sé si hay una grieta. Lo que sí estoy convencida es que hay una grieta social.
 Cuando uno dice que el 40 por ciento de los adolescentes no terminan el Nivel Secundario, estamos hablando del 40% de los adolescentes que entra al secundario que no son todos, sólo una parte, estamos hablando de una grieta social. Esos chicos ya quedan mal equipados para la lucha de la vida desde los 14 o 15 años que es cuando dejan el colegio secundario.  
 Cuando uno dice la educación no está capacitada hoy, que no puede impartir las destrezas elementales, uno tiene que recordar que si hubo una historia exitosa en la Argentina fue la de la educación primaria. Comenzó hacia fines del Siglo XIX, y yo diría que hasta los años 60 se mantiene con altibajos. Pero es de las historias que los argentinos podemos decir “aquí tuvimos éxito”, era nuestra diferencia de América Latina. Los argentinos éramos alfabetizados. Entonces cuando uno ve hoy los resultados de las pruebas internacionales y nacionales, donde solamente el 20% de los chicos de 16 años puede entender un texto sencillo, uno dice acá hubo un quiebre, eso es una grieta, eso sí que es una grieta. éramos el país más alfabetizado de América Latina, en algunos momentos del Siglo XX teníamos más chicos incluidos en la escuela que Italia o España (1940). Y hoy tenemos un desastre, y parece que no hay ninguno que sea capaz de enfrentar ese desastre.
 Ahí sí hay una grieta porque eso compromete el futuro, y por supuesto comienza comprometiendo el futuro a los chicos más jóvenes. Eso es una grieta, entre un chico que va a un buen colegio de doble escolaridad, donde le enseñan idioma, y un chico que va a un secundario del cual va a ser expulsado, no expulsado por algo de él, sino porque no están dadas las condiciones.
 
–La Argentina vive momentos cíclicos por lo menos en la historia reciente, ¿cómo se sale de esa lógica de épocas de apogeo y posteriores crisis?
–La historia argentina tiene algunos quiebres que son fuertes. El primer quiebre que es mirando al futuro es cuando se hace una ley de sufragio universal en 1912, e Yrigoyen sale presidente con sufragio universal masculino, secreto y obligatorio. No había sufragio universal en la mayoría de los países de América Latina.
Después tenés dos golpes de Estado que tienen consecuencias terribles. El golpe de Estado del 30 del cual se sale, pero el golpe del 55 deja marcas y explica las arbitrariedades y horrores que sucedieron después. No justifica, explica. Yo no sé de economía, las crisis económicas las explicará un economista, pero el hecho maldito del Siglo XX fue el golpe de Estado del 55. Faltaba poco, faltaban dos años no había que hacer ese frente, el que se hizo cívico militar para derrocar a un presidente. Y sobre todo no había que prohibirlo de la manera en que se lo prohibió, se prohibió el uso de su nombre. Eso dejó una marca, y convirtió a la escena política argentina en una escena de gran violencia, de violencia verbal y después de violencia real, material.
 
–En la historia reciente, hace un análisis de lo que está pasando con los grandes partidos, ¿Hay una nueva etapa donde están surgiendo otros partidos y líneas, qué puede pasar?
–No sabemos. La crisis de los grandes partidos no es sólo de Argentina. Uno ve lo que pasó en Francia, donde el Partido Socialista prácticamente se disolvió. De ser un partido importantísimo pasó a lograr apenas el 5 por ciento de los votos. Esa crisis no es solamente un problema de Argentina. Hay pocos países que mantienen la estructura bi o tripartidista histórica. España la mantiene y en Alemania notoriamente los partidos que surgieron después del Nazismo salieron de allí. Y quizás quien hoy sea la líder más poderosa y con mayor influencia como es Angela Merkel sale de uno de esos grandes partidos.
 En la Argentina, creo, el radicalismo se pulverizó. Fue al altar de Macri y le ofreció su poder territorial que es fundamental para competir en las elecciones. Se pulverizó como partido. O sea que si no me equivoco lo que ha desaparecido es uno de los dos grandes partidos históricos del Siglo XX. El justicialismo está muy dividido, de todas maneras por su tradición es posible que después de estas elecciones vayan a algún tipo de reorganización. Desearía que eso sucediera no siendo peronista.
 
–En ese marco, el desafío de Macri como dirigente para sacar adelante el país, tiene que ver con hacer fuerte al partido, importa?
–Si Macri logra con eso que tiene un partido, va a ser un partido liberal de derecha. Lo que sería una gran novedad. Desde el siglo XIX la Argentina no tiene partidos liberales de derecha.
 –¿Es algo que se va a ver con el tiempo?
–Se van a ver con el tiempo. Se tiene que ver en elecciones donde estén comprometidas de manera más homogénea todas las provincias. Es lo que venimos hablando, por una charla previa a la entrevista, las elecciones en cada provincia son un juego diferente. En una se juega el ajedrez, en otra a las damas y en otra el tetris. Si Macri logra formar un partido va a tener que ver cómo esas líneas que son diferentes en todas las provincias logran un cierto principio de unidad.
 
–El presidente puso un gran esfuerzo en reencauzar las relaciones internacionales, para conseguir la llegada de inversión internacional, pero hasta ahora no ocurrió, ¿a qué puede deberse? 
–Lo primero que tendríamos que hacer los argentinos, del presidente para abajo, es reconocer que la Argentina no es un país importante. Macri habla de la Argentina no sé si para darse ánimo, dar ánimo a su tropa o dar ánimo al país, pero habla de la Argentina como un lugar importante en el mundo. Un país de 40 millones de habitantes es importante únicamente si está en Escandinavia. Para ser importante en el mundo más periférico, los países importantes están en la  India, Sudáfrica, Brasil con su crisis, México con su crisis, en la periferia los países importantes son grandes, tienen grandes mercados internos, grandes posibilidades de expandirse. Argentina es un país línea media con algunas cualidades que son justamente las que Macri pasa por alto. 
Voy a dar un ejemplo. Hace un mes recibió a algunas estrellas de los programas de televisión de chimentos en Olivos. A mí me parece mal que el presidente pierda su tiempo en eso pero bueno, si quiere perderlo, que lo haga. Una semana después en un ranking internacional de universidades, que es un ranking prestigioso, la Universidad de Buenos Aires salió en el medio de las 100 primeras (número 45), Macri todavía no invitó a Olivos al rector de la Universidad de Buenos Aires y a sus becados. La Argentina es un país de poca importancia y lo de importancia que tiene él no le da importancia, entonces vamos por un camino raro.  
Ese autoconvencimiento de que somos un país importante habla de un nacionalismo compensatorio de todo lo que no tenemos. Que no hemos mejorado nuestros índices de sanidad, índices de educación, que tenemos situaciones sociales realmente catastróficas en cuanto a salud, vivienda y agua potable. Al margen de las cuestiones económicas, está presente esta ideología infatuada.
 
–¿Hay que superarla para ocuparse de los problemas locales?
–Hay que ser realistas. No hay que apoyar ni tener nacionalismos extremos. Los que fueron patriotas en el siglo XIX, no decían nosotros somos más que Francia, decían vamos a ver si podemos sacarlos a los de España. Hay que ser realistas. El nacionalismo infatuado es lo peor que le puede pasar a un país como el nuestro.

Fuente:www.ellitoral.com.ar



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