Por Florencia Golender
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La renovación, la transformación, la regeneración, son premisas que atraviesan la lógica de un partido que hoy busca al nuevo cacique, alguno que predique una concepción horizontal de la política, de acuerdo con el planteo de los dirigentes. La realidad es que la esencia de cada tribu del peronismo se definirá de aquí a las elecciones 2017, según la distancia o cercanía que exprese hacia la figura de Cristina Fernández de Kirchner.

El parámetro de medición es lógico teniendo en cuenta el manto de verticalismo que cubrió a la administración anterior (y a toda la historia del justicialismo), fuera o no la intención de su líder. De hecho, fue un rasgo sumamente criticado por la alianza que triunfó en las presidenciales de 2015. Casi todos los discursos de Cambiemos señalaron la existencia de "caudillos" provinciales y "barones" del conurbano.

Marcar la diferencia con esa forma de distribuir el poder dentro y fuera del partido es una premisa común a todas las nuevas facciones del Partido Justicialista (PJ), que ya empezaron a delinear la estrategia para las elecciones parlamentarias de 2017.

"Termómetro Cristina"
La dirigencia peronista ha estado muy ocupada en los últimos meses digiriendo la derrota y construyendo nuevos espacios. Los grupos Fénix, Esmeralda y Patria, cuyos representantes, en general, no superan los 45 años de edad, son manifestaciones de una sed por reformar el partido.

Con el "termómetro Cristina", los tres espacios van construyendo su identidad. Mientras los Fénix y los Esmeralda ponen distancia y se basan en la "renovación" del peronismo, los Patria no plantean ningún quiebre con la ex presidenta.

Pero también entre los Fénix y los Esmeralda existen matices. Para los primeros hay que incluir a aquellos dirigentes que no rompieron con el kirchnerismo (como los Patria). Pero para Insaurralde y Katopodis, del segundo grupo, "contener a todos" no es una opción.

Por su parte, los clásicos como el diputado nacional José Luis Gioja ponen paños fríos y aseguran que es pronto para hablar de las elecciones. Sin embargo, deslizan que si los leales a Cristina se quedan fuera de un frente unificado, "es porque decidieron no estar". A su vez, no ocultan la bronca con Daniel Scioli, que hace unos días se sacó una foto con la ex jefa de Estado en el Instituto Patria.

Mientras Scioli tantea su relación con Gioja, otros satélites del partido -como Florencio Randazzo- aguardan pacientes para hacer su acto de aparición y posicionarse como cabeza de lista.

Y está también Sergio Massa, que se anticipó a todos armando su Frente Renovador desde 2013, cuando se abrió del kirchnerismo. El año pasado se quedó con algo más del 20% de los votos compitiendo para presidente por fuera del PJ. Ahora está cerca de Margarita Stolbizer, del GEN.

Bien lejos de la unidad, hoy todos parecen encontrar el mismo límite: acompañar un liberalismo inescrupuloso. En ese marco, así como alguna vez se lo subestimó al presidente de la Nación, Mauricio Macri, no habría peor error por parte del líder de Cambiemos que presumir el anquilosamiento del peronismo.