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16 de octubre de 2025

Vischi pide estrategia de Estado ante la visión pendular de Argentina

En un escenario político dominado por la tensión constante entre el Gobierno de Javier Milei y una oposición fragmentada, el senador nacional por Corrientes, Eduardo «Peteco» Vischi (UCR), ha puesto el foco en la histórica falta de una estrategia de Estado respecto a las empresas públicas y los activos nacionales. Sus declaraciones, hechas durante la reunión de la Comisión de Seguimiento de las Privatizaciones en la Cámara alta nacional, llegan en un momento de alta ebullición, con el presidente Milei buscando alianzas internacionales -como su reciente encuentro con Donald Trump- mientras sufre una embestida constante en el Congreso que dilata o frena sus reformas clave.

El legislador radical trazó una pincelada de la historia argentina reciente, marcada por cambios dramáticos en la gestión del patrimonio nacional: «Hemos pasado por muchas etapas en este país en la que en algunos momentos creíamos que todo tenía que ser público y en algún otro momento por cuestiones o ideológicas, a veces por cuestiones de conveniencia y a veces por corrupción misma hemos vendido,» sostuvo Vischi. Acto seguido, recordó que a esos momentos de privatización le siguieron etapas de «recobrar algunos activos del Estado, recomprar empresas

AUSENCIA DE RUMBO

La crítica más aguda de Vischi apunta a la persistencia del «péndulo» que caracteriza a la política económica argentina: «La verdad que lo que yo siento es que en la Argentina hay muchos que vemos que las cosas van y vienen de un extremo al otro sin tener una verdadera estrategia como país

Esta visión pendular, donde cada nueva administración deshace lo hecho por la anterior, es lo que, según el senador, alimenta la desconfianza y la inestabilidad. En el contexto actual, la administración de Milei ha manifestado su intención de impulsar un ambicioso plan de privatizaciones y concesiones, revirtiendo la tendencia de años anteriores, lo que exacerba el debate sobre qué debe ser público y qué no.

Transparencia y visión estratégica

Ante este panorama de constantes giros, el senador Vischi delineó la función crucial que debe asumir una comisión específica encargada de analizar estos activos. Su trabajo, subrayó, debe ser un ancla de racionalidad en el vendaval político.

Para el legislador correntino, el objetivo principal es «tratar de salir de lo coyuntural y tener una visión estratégica de cuáles son las empresas que en este contexto están previstas para su avance.» En otras palabras, la Comisión de Seguimiento de Privatizaciones debe elevar el debate, sacándolo de la confrontación diaria (la «coyuntura») para fijar un horizonte de largo plazo.

Vischi enfatizó el imperativo de la transparencia y la rendición de cuentas, esenciales para reconstruir la confianza pública: «Y hacer el trabajo que tiene que hacer la comisión, que es velar por la transparencia, por buscar las posibilidades de tener todos los informes y tratar de que todos los argentinos sepamos qué es lo que se está haciendo con las empresas del Estado y demás.» Un pedido que resuena con fuerza en un país donde la gestión de lo público a menudo ha estado teñida de opacidad y controversia.

Una Argentina estoica: el tiempo de la madurez moral

Amigos, durante más de dos siglos, la Argentina ha recorrido un camino lleno de luces y sombras. Hemos tenido una etapa ilustrada, donde la razón, la educación y la ley fueron los pilares del progreso. Después vino la etapa del nacionalismo popular, cuando el pueblo irrumpió en la historia para reclamar dignidad, justicia y reconocimiento.

Ambas etapas dejaron huellas profundas.

Una nos enseñó la importancia de las instituciones, pero a veces olvidó al pueblo.

La otra nos recordó la fuerza de la comunidad, pero muchas veces perdió el equilibrio y la serenidad. Y así hemos vivido, durante décadas, pendulando entre la razón sin alma y la pasión sin medida.

Entre la soberbia de los ilustrados y la emocionalidad del populismo.

Entre el orgullo y la queja.

Hoy, la Argentina necesita una nueva etapa, una que no sea ni la del iluminado ni la del salvador, sino la del hombre y la mujer que asumen su deber con serenidad.

Una etapa estoica. El Estoicismo no es resignación: es coraje disciplinado.

Es mirar la realidad de frente, sin culpas ni excusas. Es entender que la virtud -la honestidad, el esfuerzo, la templanza- valen más que el poder o la fama.

Y que una Nación solo puede renacer si cada ciudadano se gobierna a sí mismo antes de querer gobernar a los demás.

Necesitamos una Argentina que vuelva a creer sin fanatismo, que discuta sin odio, que trabaje sin resentimiento, que lidere sin soberbia.

Una Argentina que encuentre grandeza en la sobriedad, no en el grito; que entienda que el futuro no se promete, se construye; y que la esperanza no es una emoción vacía, sino una decisión moral.

Quizás ése sea el desafío de nuestra generación: superar el péndulo entre el orgullo ilustrado y la furia populista, y fundar un tiempo de equilibrio, humildad y servicio.

Porque una Nación madura no se define por su poder, sino por su capacidad de mirarse al espejo sin mentirse.

Y cuando eso ocurra, cuando la Argentina recupere su dignidad interior, entonces podremos decir que hemos entrado, por fin, en una nueva etapa de nuestra historia: la del carácter, la del deber, la del Estoicismo Nacional.

Una etapa en la que ya no necesitemos redentores, porque habremos aprendido -cada uno- a redimirnos con nuestro ejemplo.

Fuente: www.diarioellibertador.com.ar

 

 



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