Punta Taitalo, una zona ribereña sitiada por el Paraná y la precariedad socioeconómica
La precariedad de las viviendas lleva a que los niños tengan enfermedades como broncoespasmo por la humedad en las paredes. Los vecinos tienen miedo por la crecida y algunos ya se trasladaron a la casa de algunos familiares donde habitan varias personas.
La última crecida del río Paraná invitó a funcionarios y a los medios de comunicación a llegar a lugares que al conocerlos parecían no formar parte de una capital provincial por la precariedad de las casas, las calles y el abandono total hacia la persona humana. Punta Taitalo es un barrio de la zona norte de Corrientes donde predominan las viviendas precarias y los niños que allí viven están en muy mala condición de salud.
Ciertos desechos son reciclados por algunos para fortificar sus hogares o improvisan hamacas para los pequeños con cubiertas.
La gente de “Piecitos descalzos” acerca ropa y alimentos pero no es suficiente para la cantidad de familias que habitan en la zona. Los bebés estaban con sandalias rotas mientras que algunos adultos en la misma ciudad estaban usando tapados.
En la recorrida de El Litoral por la zona, se pudo ver la falta de ayuda a las decenas de familias que en muchas ocasiones viven bajo un mismo techo.
“Vivo con mis cinco hijos en una misma habitación, mi marido me abandonó, cuando no me alcanza el dinero pido fiado”, contó una mamá del barrio que hace changas y cobra la Asignación Universal por Hijo. Otra madre que es adolescente comentó que en su hogar hay tres habitaciones en las que viven nueve adultos y siete niños; también cobran el plan nacional y la abuela de los más chicos, al igual que sus hijas mayores, limpian casas.
El comedor está por fuera de la casa cubierto con una lona o una chapa de color negro por el deterioro del tiempo, o sólo es una mesa chica junto a una cocina a gas a menos de un metro de una cama.
La crecida del río no sólo amenaza con destruir sus bienes, también ha traído animales peligrosos como víboras y arañas. Las casas muchas veces no tienen puertas y el mismo piso de tierra en las viviendas atrae a todo tipo de alimañas.
Las calles son casi intransitables para un vehículo, el camino de tierra tiene muchos pozos, piedras y algunos otros obstáculos como pedazos de madera o basura que obstruyen el paso.
Los niños están acostumbrados y pasan el alambrado de púas que divide algunas casas para ir a visitar a sus amigos sin inconvenientes.
Visitando la zona también se pudo ver hornos de ladrillos y huertas, lo que demuestra los oficios que predominan en la zona. Las mujeres hacen “changas” limpiando casas o lavando ropa.
“Necesitamos frazadas, colchones, ropa para niños y gas para cocinar”, dijo a El Litoral una vecina a pocos metros del agua marrón en la que flotaba un cochecito de bebé.
Fuente:www.ellitoral.com.ar