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EL TIEMPO EN LA CRUZ

OPINIÓN

25 de mayo de 2014

Un escenario nacional aún difuso

Catorce meses faltan aún para las Paso como para acelerar las definiciones, con interrogantes aún abiertos para los cuales sólo el tiempo tiene las respuestas. Incidirá el resultado del Mundial y el fin del torneo que acaparará la atención de los argentinos. Hay que ver los pasos que den -desde la Casa Rosada- y la inserción que finalmente tenga Mauricio Macri. José Manuel De la Sota está decidido a jugar la interna, compartiendo el espacio con Sergio Massa. Si pierde será su nuevo Jefe de Gabinete o Canciller. En el massismo también se anotan Roberto Lavagna y "Lole" Reutemann. Cristina no parece resignarse a la candidatura de Daniel Scioli, que sigue sin dar señales fuertes de que está dispuesto a jugar a fondo para pelear en el terreno a Massa. En tanto, Florencio Randazzo comienza a mover el amperímetro y es el candidato que tiene "in pectore" la Presidenta para neutralizar al Gobernador bonaerense. Los demás no despegan. Uno de ellos, el Gobernador de Entre Ríos desembarcó en Curuzú Cuatiá. No tuvo la convocatoria esperada en función a las menores expectativas que genera su candidatura, pero fue escuchado como lo serán los otros postulantes que lleguen a la provincia con aspiraciones presidenciales. Aun así, Urribarri se llevó algunos apoyos concretos. Colombi, el gran titiritero, pone el huevo en distintas canastas. Lo manda a Canteros con Scioli, a Pedro con Macri, a Cassani con Massa y a Vallejos con Urribarri, aunque él se queda como la reserva del radicalismo en Unen. Su jugada es otra. Busca proyección nacional invirtiendo en el programa de Tinelli, y aunque alardea de irse a su casa en 2017 tiene "un as bajo la manga". En el fondo no confía en ningún radical para sucederlo. En los últimos días mostró que -a la hora de la verdad- mantiene los reflejos intactos y sale al ruedo sin intermediarios. No le hizo asco arreglar con su primo ni con Tato, si de mantener el poder se trataba; y si tiene que sacrificar a un candidato radical lo hace convencido de que lo que vale son los triunfos. A su favor, el hecho de que -en ECO- ejerce un liderazgo excluyente. Tiene el poder y la decisión de usarlo. Aun con el desgaste propio de los años sigue siendo un rival temible.
Por CONFUCIO

El Poder Judicial se ha erigido en un importante frente de batalla política. No se puede negar que la delicada situación procesal del vicepresidente, Amado Boudou preocupa, y mucho, en la Casa Rosada. El inesperado "exilio" del abogado José Guillermo Capdevilla le agregó al tema una alta cuota de notoriedad mediática. Ahora sí cabe afirmar, sin pecar de alarmismo, que ya no es seguro que Boudou esté en ejercicio de su cargo al expirar el actual mandato presidencial. La hipótesis de una licencia prolongada gana espacio en las febriles especulaciones de los analistas.
Esa eventualidad abre empero otra incógnita ¿Aceptará el peronismo que el lugar de Boudou sea ocupado por un "radical K" como el santiagueño Gerardo Zamora? Quienes frecuentan los pasillos del Senado deslizan que en el bloque del Frente para la Victoria, que preside el rionegrino Miguel Ángel Pichetto, no existe una respuesta unívoca a ese interrogante.
Pero el "Caso Boudou" no es el único foco de preocupación tribunalicia para la Casa Rosada. En la Secretaría Legal y Técnica de la Presidencia, a cargo del influyente Carlos Zannini, crece la impresión de que un amplio sector de la magistratura libra una encubierta pulseada con el Poder Ejecutivo. En ese grupo de jueces hay una inequívoca voluntad de sobreactuar gestos de independencia en relación al Poder Ejecutivo. El propio Zannini ve esa misma mano detrás de las acusaciones contra su lugarteniente, Carlos Liuzzi, desatadas a partir de un controvertido llamado telefónico al juez Norberto Oyarbide.
En ese sentido, la discusión sobre la designación de conjueces de la Corte Suprema de Justicia es una arista especialmente conflictiva en esa relación de por sí delicada. El proyecto aprobado por el Senado será impugnado judicialmente. En las actuales condiciones, cabe pronosticar un trámite procesalmente dificultoso y un desenlace probablemente adverso. Obvio resulta subrayar que el Poder Judicial nunca es ajeno a los deslizamientos del poder político.
Al respecto, la declaración de inconstitucionalidad del acuerdo suscripto con Irán dejó un sabor agridulce en las filas oficiales. Por un lado, se admitió que el fallo le permitía al Gobierno zafar de una situación diplomática incómoda con Israel y Estados Unidos y políticamente conflictiva con la comunidad judía argentina. Por el otro, la sentencia fue tomada como un precedente peligroso de intromisión judicial en decisiones privativas del poder político, más grave por sus implicancias que por su contenido específico.
La reapertura de una causa contra el Ministro de Planificación e Infraestructura, Julio De Vido la investigación contra el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), José Sbatella así como el proceso contra el ex Secretario de Transportes, Ricardo Jaime, son otros tantos síntomas de una ofensiva tan silenciosa como preocupante.
Los expedientes políticamente incómodos tienden a amontonarse en los juzgados federales, y tanto la oposición como algunos medios periodísticos han encontrado en ellos una nueva y fértil cantera propagandística. Esta novedad tiene otras repercusiones menos conocidas. Por ejemplo, ciertos cambios registrados recientemente en el elenco de "operadores judiciales", que generaron algún resentimiento entre algunos de los desplazados.

INTRIGAS Y ENIGMAS

La relación políticamente más importante para Cristina Fernández de Kirchner reside ahora en el exterior del país, pero es de nacionalidad argentina. El vínculo entre la Jefa de Estado y el Papa Francisco es una de las claves del actual proceso político. El "cuiden a Cristina" que escuchan inveteradamente los dirigentes argentinos que visitan la Santa Sede es tal vez la principal garantía de gobernabilidad en esta difícil etapa de transición que culminará el 10 de diciembre del año próximo.
La protección de esta relación constituye una preocupación permanente del Papa, hasta el punto de desconcertar a algunos dirigentes de la oposición, que no esperaban que un vínculo tan tenso, como el que sostenían la primera mandataria y el Arzobispo de Buenos Aires, pudiera devenir en el actual clima de cordialidad. A la inversa, ciertos caracterizados ideólogos del kirchnerismo, como Horacio Verbitsky, hoy desplazado de la consideración presidencial, se quejan amargamente de que el Gobierno se deje engatusar por un presunto "abrazo del oso" de Francisco.
En este contexto, cabe valorar la iniciativa del Papa para amortiguar la controversia desatada por el reciente documento del Episcopado argentino. En una nota publicada significativamente en el diario Página 12 por el rector de la Universidad Católica Argentina, monseñor Víctor Fernández, (un teólogo de reconocida afinidad con el Papa), se señaló que ciertos medios de comunicación habían desvirtuado el sentido del documento; además la entrevista entre Cristina Kirchner y el titular de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Arancedo, contribuyó a disipar el malentendido.
Más enigmática fue la confusión creada por las dudas periodísticas acerca de la autenticidad de la carta enviada por el Papa a la Jefa de Estado con motivo de la celebración del 25 de Mayo. Al margen de los detalles menores del episodio, sobresale una lectura política: Francisco se ocupó personalmente de ratificar la autenticidad del mensaje y evitar que la confusión pudiera ser usada contra el Gobierno y resentir ese vínculo personal con Cristina Kirchner.
Queda para el análisis político el hecho de que uno de los conductos empleados por Francisco para aclarar la cuestión haya sido una comunicación con Eduardo Valdez, un veterano dirigente del peronismo porteño que recientemente sustituyó al histórico Antonio Cafiero en la titularidad del Instituto de Altos Estudios Juan Perón.

DE FOTOS Y VISITAS

El "estilo Scioli", una estrategia de comunicación popularizada por el mandatario bonaerense, que privilegia la imagen gráfica y otorga un rol central a las fotografías, se ha expandido por todo el espectro político.
Las figuras principales del Frente Amplio Unen (FAU) convirtieron a sus fotos conjuntas en una prueba de la cuestionada solidez de su alianza. El quinteto virtual configurado por los titulares de la UCR, Ernesto Sanz; del socialismo, Hermes Binner; de Proyecto Sur, Fernando Solanas, y los precandidatos Julio Cobos y Elisa Carrió, piensa reiterar esas fotografías en todos los rincones del país, para persuadir a propios y extraños sobre la perdurabilidad del emprendimiento.
Mauricio Macri no deja de fotografiarse con cuanto dirigente radical se le pone por el camino. El objetivo es posicionar al líder del PRO como el mejor presidenciable posible para la UCR. A tal efecto, cuenta con la activa y siempre discreta colaboración de algunas prominentes figuras del radicalismo, empezando por Enrique Nosiglia.
Para no quedar atrás en este torneo fotográfico, Sergio Massa planea una exposición común con el gobernador de Córdoba, José Manuel De la Sota. Su aparición conjunta en el Municipio bonaerense de San Fernando habrá de repetirse con cierta regularidad en las próximas semanas. El propósito es ir avanzando paulatinamente hacia la concertación de un acuerdo electoral.
De la Sota, como antes lo había hecho Massa, ya descartó presentar su candidatura en las elecciones Primarias del Partido Justicialista. Los asesores de Massa insisten en que el líder del Frente Renovador necesita "ganarle a alguien" en las Paso del año próximo. De la Sota no está convencido de erigirse en el "sparring" que legitime a Massa, pero no desestima transformarse en su principal aliado político.
Esa alternativa ofrece para De la Sota diversas sub variantes, incluso una eventual candidatura a la Vicepresidencia, una opción que no disgustaría al senador santafesino, Carlos Reutemann, quien aprovechó la insólita confrontación mediática con el ex presidente, Eduardo Duhalde para ratificar su alineamiento con Massa ni tampoco al ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, a quien el massismo pretende tentar con una ilusoria postulación para la Jefatura de Gobierno porteña.

¿Y EN LA CIUDAD DE
BUENOS AIRES?


Las urgencias políticas y también las prioridades estratégicas del proyecto presidencial de Mauricio Macri convirtieron las últimas semanas del PRO en un verdadero mar de incertidumbre, que conmueve sobre todo a su propia estructura partidaria en el territorio porteño.
Los puntos indefinidos del armado nacional macrista realimentan y profundizan las dudas en el ámbito local, abriendo interrogantes justo donde casi todo parecía bastante resuelto. "Barajar y dar de nuevo", se inscribe como consigna entre los equipos que asesoran al Jefe de Gobierno capitalino.
La opción revisionista en la que el PRO ha decidido embarcarse involucra tanto la definición del cronograma electoral porteño como la nominación de los candidatos con los que el partido apostará a retener el máximo sillón del gobierno de la ciudad. En realidad, dos caras de una misma moneda: la fecha de los comicios en la ciudad constituye en sí misma un dato clave para interpretar tanto el perfil de la oferta electoral macrista como el rol que jugara la elección local para los planes presidenciales del propio Macri.
En ese contexto, se multiplicaron en los últimos días las versiones acerca de la posibilidad de una unificación de los comicios porteños con los nacionales. No es una alternativa definida, pero forma parte del análisis abierto entre los asesores del PRO que buscan opciones para potenciar la candidatura presidencial de su jefe político.
La discusión en concreto supone tres escenarios alternativos: en primer lugar, la posibilidad de separar lo máximo posible la elección local de la nacional, adelantándola posiblemente a abril, luego de la realización de las Paso por primera vez en el distrito. Un esquema similar sería que los comicios porteños se efectúen en junio, como es habitual, con la alternativa de una segunda vuelta en agosto. Finalmente, aparece la opción de juntar ambas elecciones como un intento de fortalecer la adhesión al proyecto nacional partidario.
Como era previsible, el debate sobre la definición del calendario ahondó las viejas divisiones puertas adentro del partido, y calentó los cruces entre quienes aparecen anotados en primera fila en la pulseada por heredar el liderazgo político del PRO en el territorio porteño.
Gabriela Michetti fue la primera en mostrar los dientes, convencida de que su performance en las encuestas de imagen en el distrito la consolidan como la sucesora natural del Jefe de Gobierno. El acto de inauguración de la sede de su fundación Suma la semana pasada, donde se mostró acompañada por el ex ministro de Economía y diputado de Unen, Martin Lousteau, fue todo un mensaje hacia la interna macrista. Otro gesto sumó ayer en la Legislatura, compartiendo un espacio común con Elisa Carrió y Julio Cobos, en momentos en que desde la alianza de centroizquierda se multiplican los esfuerzos por un armado de una propuesta electoral conjunta para enfrentar al peronismo en 2015.
Michetti está decidida a bloquear cualquier posibilidad de unificación del cronograma electoral porteño con el nacional, porque interpreta que esa opción sólo beneficiaría las aspiraciones de su principal adversario interno, el jefe de gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, de alzarse con la candidatura partidaria en el distrito.
Cerca de la Senadora aseguran que en ese esquema sus chances se reducirían a mantenerse en su actual banca en la Cámara alta o a lo sumo colocarse como número dos en la fórmula presidencial del macrismo, siempre que ese espacio no sea parte de una negociación con el radicalismo para integrar una dupla conjunta en las próximas presidenciales.
Dos argumentos, uno técnico y otro político, sostienen la resistencia de Michetti a pegar la elección local con la nacional. Por una parte, esa alternativa requiere de una ley sancionada por mayoría especial de la Legislatura, lo que forzaría a Macri a negociar un apoyo de Unen o del  kirchnerismo, una empresa para nada sencilla cuando ambas fuerzas alimentan expectativas propias de hacerse con la Jefatura de Gobierno metropolitana.
Por otra, en el entorno de la Senadora rechazan la opinión de aquellos sectores del macrismo, en especial los referentes alineados con Rodríguez Larreta, que descuentan un triunfo electoral en la ciudad cualquiera sea la oferta partidaria. En la visión de Michetti, sólo su propia postulación lograría dar la batalla con éxito frente a la amenaza que representa en el distrito el crecimiento político del combo de centroizquierda.
El inocultable malestar de Michetti por el cuadro de incertidumbre abierto en la interna local del PRO contrastó llamativamente durante las últimas semanas con la euforia dominante en el búnker de Rodríguez Larreta, su principal adversario en la disputa por la definición de la propuesta local del macrismo para el próximo año. No es para menos, el Jefe de Gabinete capitalino interpretó como un guiño personal de Macri a su proyecto, la orden de colocar toda la estructura de comunicación del Gobierno de la Ciudad para apuntalar su postulación. El acercamiento del influyente secretario Marcos Peña a sus equipos pareció confirmar su presunción.
Pese a que públicamente evitan hablar del tema, cerca de Larreta alientan la alternativa de la unificación de los comicios locales con los nacionales el próximo año. En esa línea, argumentan que la posibilidad de Macri liderando una lista sábana potenciaría al mismo tiempo los dos desafíos electorales que enfrenta el PRO y garantizaría la continuidad del proyecto en la ciudad, alejando los fantasmas que representan tanto la creciente performance de Unen como la construcción de un proyecto alternativo motorizado desde alguna de las vertientes del peronismo.

PANORAMA PROVINCIAL

En política como en todos los órdenes hay un protocolo a desarrollar a la hora de lograr resultados. Nada se inventa. Hoy más que nunca es necesario la profesionalización en la ejecución de cualquier proyecto más allá de que el voto es esencialmente emocional, y que nada suple el temple, la decisión y la convicción de un liderazgo fuerte que debe tener un candidato para lograr el objetivo de coronar un triunfo.
Antes que nada, las candidaturas se construyen y se cimentan en el imaginario colectivo cuando la gente comienza a tomar posición, a definir su voto, en la convicción que advierte un polo de poder en el cual se sustenta la aspiración del candidato cualquiera sea.
Hay políticos con buena imagen, con buena gestión, con altos grados de aprobación en la función que cumplen, pero que, a la hora de la verdad, no alcanzan a traducir en intención de voto su potencial muchas veces no trabajado en sus aristas más marketineras.
Algo de esto podría estar pasándole a Daniel Scioli. Es un aspirante declarado a la Presidencia de 2015, pero hasta ahora no logra posicionarse con fuerza en el escenario político nacional, quizás porque no encuentre la forma de armonizar sus relaciones con la Casa Rosada, o quizás porque no conozca en esencia el ABC de la política, ese que sólo conoce y predica el que se ha forjado en el fragor de la militancia.
Mientras Scioli sigue dudando en ir a fondo armando una estructura de alcance nacional, Sergio Massa sigue ganando terreno; quizás porque sea el producto novedoso que en cada turno electoral aparece, quizás porque la gente personalice en él el cambio que busca, y lo ve como la contracara del Gobierno que se va.
Ese mismo espacio lo busca Unen que apunta a instalar la foto de cinco voluntades que personifican la necesidad de mostrar ese polo de poder al que nos referíamos. Pino Solanas, Ernesto Sanz, Lilita Carrió, Julio Cobos y Hermes Binner aparecen juntos en una postal que se extiende a lo largo y lo ancho del país. Con todos ellos parece no alcanzar. Unen tiene un déficit por ahora insuperable en el principal distrito electoral del país que es la Provincia de Buenos Aires, donde el Frente para la Victoria y Massa han polarizado el electorado levándose el 80 por ciento de los votos.
Le falta el jugar número 6 que no es otro que Mauricio Macri. Con el Unen podría entrar en la disputa por llegar al ballotage, sin él está condenado a un cuarto lugar cómodo, atrás de la candidatura del Jefe de Gobierno que aún en fórmula propia con Gabriela Michetti se ubica tercero en todos los sondeos, más que nada por el efecto del alcance de la televisión nacional desde la vidriera de su gestión como Jefe de Gobierno capitalino.
Hace más de un año, en Corrientes, todos los sondeos lo daban a Ricardo Colombi como un candidato sin chances para enfrentar al delfín presidencial, una figura fresca en la política, con aptitud para canalizar la voluntad de cambio y el voto independiente. Para muchos era sólo esperar la fecha de elecciones, con el triunfo asegurado. Colombi tenía un techo muy bajo y una imagen negativa que era una limitante muy fuerte.
Lo mismo pasaba con José Manuel De la Sota en 2009. Corría una carrera que la mayoría consideraba perdida de entrada. Con una imagen negativa superior al 45 por ciento todo indicaba que Luis Juez sería finalmente el nuevo Gobernador de Córdoba.
Ambos, Colombi en Corrientes y De la Sota en Córdoba mostraron que las elecciones se ganan en la Provincia, apelando a la emocionalidad del voto y a la idiosincrasia del pueblo llamado a elegir.
Ambos políticos de raza, con temple y varias campañas al hombro. Interpretaron el repertorio de los gurúes es la política, pero también le pusieron la impronta propia de una fuerza que sacaron de sus propias debilidades mostrando el temple que se han forjado en la lucha militante nunca fácil.
De la Sota en Córdoba, como "Coqui" Capitanich en el Chaco, y como tantos otros llegaron luego de sucesivas derrotas de cada una de las cuales sacaron sus propias experiencias, pero llegaron al fin; uno quebrando la hegemonía del radicalismo de Eduardo Angeloz, y otro dando fin al liderazgo excluyente de un Ángel Rozas que nunca pudo sobreponerse a los efectos de una derrota que constituyó un quiebre en su carrera política.
Esto es algo que no pocos políticos terminan por entender. Una cosa es la derrota y otro el triunfo. La derrota no es el fin en la medida en que haya una autocritica y un análisis de los factores que llevaron a ella acompañada de acciones tendientes a corregir errores de modo de potenciar el deseo natural de revancha que, aunque encuentre en el político el temple para sobrellevar el fracaso, debe ir necesariamente acompañada de una estrategia conducente sin la cual todo se reduce a un voluntarismo condenado a un nuevo fracaso, quizás el que termine dejándolo definitivamente fuera de carrera.
Ni Colombi, ni Capitanich tienen reelección en sus provincias. Están ante el final de un ciclo político, con una diferencia que no es menor. Coqui es un actor al que siempre lo han encandilado las luces de Buenos Aires. Llamado a elegir, prefiere jugar en la cancha grande, aunque no necesariamente en una carrera presidencial que parece algo más que difícil lo que no quiere decir que no se anime. Es consciente de que ha logrado un altísimo nivel de conocimiento desde la nada, y sabe que aun perdiendo en las Paso podría revalidar cierto liderazgo en la región y quedar en el bolillero del peronismo que se viene.
Colombi es distinto. Nunca le gustó Buenos Aires. Es un actor de cabotaje que reniega de los cargos legislativos cualquiera sea, aunque llegó a la política hace ya tres décadas como concejal desde donde forjó su carrera. En los últimos meses dijo una y otra vez que está cansado. Que en 2017 se irá a su casa, desechando incluso la posibilidad de competir para recuperar la Intendencia de Mercedes, un objetivo siempre difícil para quien debe enfrentarse a quien está en el poder, en el caso un Víctor Cemborain que parece estar con resto suficiente para ir cómodamente por su reelección, simplemente porque la natural inercia del votante hace que sea muy difícil ganarle al que tiene el poder y está en condiciones de volver a competir.
En este contexto queda para el análisis qué hará Colombi al término de su mandato ¿Se resignará a colgar los botines, intentará una nueva oportunidad previa reforma de la Constitución, o buscará un sucesor que le permita mantener injerencia e influencia en el tiempo que se viene?
En esta última variante, la primera duda es si anidará la esperanza de un retorno; y la segunda es si se inclinará por un radical o apelará a u hombre de otro partido que le asegure que, si hubiera una traición, al menos no sea de un correligionario, algo siempre mucho más doloroso.
En este contexto asoma la figura de Gustavo Canteros, un hombre a tener en cuenta porque tiene mucha mayor proyección que su antecesor, Pedro Braillard Poccard. Y le asegura a Colombi que por impedimento constitucional su estadía en el poder no podría exceder de los cuatro años.
Ricardo podría intentar hacerse fuerte en el partido, comandar los bloques legislativos de modo de garantizar el control sobre el Poder Ejecutivo al mejor estilo Carlos Rovira en Misiones, que desde la Presidencia de la Cámara de Representantes se las ha ingeniado para seguir siendo el hombre fuerte de la Provincia luego de siete años de gobierno de Maurice Closs, que nunca pudo prescindir de su mentor. Quizás porque éste tomó los recaudos que en su tiempo no supo tomar Ramón Puerta.

LOS TIEMPOS DE
LAS DEFINICIONES


En política algo está claro, las decisiones no deben tomarse ni antes, ni después del tiempo exacto. Ello no impide que se siga con atención el escenario que por naturaleza es cambiante, porque lo que hoy parece de una forma, mañana termina siendo de otra.
En este marco vale lo que le dijo Rodolfo Martínez Llano a Daniel Scioli ante 150 dirigentes del justicialismo provincial. Antes que nada le hizo convalidar los compromisos asumidos por sus dos principales laderos, el influyente secretario general de la gobernación y jefe de campaña, Alberto Pérez, y el segundo de éste, el ex presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Eduardo Camaño, quienes, ante un nutrido grupo de correntinos en Capital Federal expresaron que el eje del proyecto se dará desde el peronismo, que en caso de llegar a la Presidencia el compromiso es trabajar por un futuro gobierno peronista en Corrientes, y que el poder nacional tendría espacios de poder real para correntinos para que no suceda lo que hoy sucede con la Entidad Binacional Yacyretá, con la Embajada del Paraguay, y para que Garaví no sea un símil de la mala experiencia que se vive con la EBY.
En este marco quedó en claro que- una vez que confirme su intención sería de competir de igual a igual con Massa-llegaría el tiempo de los acuerdos, en un ida y vuelta de compromisos recíprocos, aunque quedó en claro que antes la prioridad la tiene Capitanich por dos cuestiones centrales. La primera es que en Corrientes -hoy- Coqui mide mejor, y segundo por el grado de compromiso por vecindad y lazos de amistad con la dirigencia de Corrientes.
En este marco, el de las Paso, más allá de lo que sean las mediciones nacionales una realidad es la que manda. A los dirigentes locales les interesa ir prendidos a una boleta presidencial que traccione votos hacia abajo, porque, en definitiva el producto que se vende es el candidato mayor.
Poco importa, en este contexto, perder a escala nacional si se gana en Corrientes, porque las reglas de juego de las Paso llevan a que los candidatos del Frente para la Victoria son los que salgan del resultado, no existiendo impedimento para que- sobre la misma lista- se incluyan candidaturas distintas, algunas del PJ y otras no que acepten formar parte de la misma propuesta política de un mismo precandidato presidencial del Frente para la Victoria.
Las reflexiones anteriores tienen su importancia a la luz de la experiencia. En el año 88, hace ya 26 años, la formula Menem-Duhalde se apoyó en el distrito Corrientes en Humberto Romero y Rodolfo Martínez Llano para competir contra los otros dos presidenciables, Antonio Cafiero y Julio Romero.
En cuatro meses, con un producto vendible como era el de Menem se armó una estructura de alcance provincial que ganó en Corrientes sin que se vuelque el padrón en ninguna localidad, salvo Tres de abril, en un triunfo que fue el precedente inmediato a la derrota de Julio Romero dos años después a manos de Vamos Compañeros, quebrándose una hegemonía de tres décadas y media al frente del PJ de Corrientes.
Ahora, que tantos precandidatos presidenciales están en el candelero, todos con legítimas aspiraciones, la situación de los peronistas de Corrientes es inmejorable. Las Paso se darán después de las elecciones provinciales, y en la Provincia no se plantea la enorme preocupación que tienen gobernadores e intendentes de todo el país por el efecto de la dispersión del voto peronista.
Por lo demás, las reglas en este caso son un actor en sí mismas. Las Paso tienen un sistema de selección de candidatos en el que nadie tiene la vaca atada ni depende de bendiciones que no está en condiciones de dar nadie, como que a nadie tampoco interesa. Para cualquier precandidato, cuanto más boletas pueda sumar a su oferta, tanto mejor.
En los hechos, en Corrientes ni siquiera Massa está fuera de la consideración de los peronistas. Lo que está claro es que quien gane será a escala nacional el nuevo jefe del peronismo. El que gane el Gobierno se quedará con la conducción del justicialismo, como ya ocurrió en otros tiempos.
En el ’87, Antonio Cafiero con el Frente Renovador ganó a la conducción oficial del partido y pasó a ser el nuevo Presidente del Consejo Nacional, desde donde se proyectó como candidato presidencial en la fórmula con De la Sota que terminó perdiendo en el ‘88 en las internas contra Menem.
De ahí precisamente la necesidad de no comerse el garrón de medir los tiempos. No hay que descartarse anticipadamente ni jugar antes de que muestren sus cartas quienes -por necesidad- deben hacerlo en un póker abierto donde ganará el que mejor juegue sus naipes.
Los ansiosos, en este juego, suelen quedar pedaleando en el aire. Es cuestión de encontrar el tiempo justo para la decisión correcta.
De todas formas una señal amarilla se instalo desde el viernes. El "Pato" Urribarri generó ya compromisos. Logró el apoyo de la estructura política de Curuzú Cuatiá con nada menos que su Intendente y el Presidente del Concejo Deliberante, a la que podría sumar el de la Comuna de Santa Lucía en las próximas horas. En este sentido -muchas veces- el tiempo de las primeras líneas no se compadece con el de los que, quizás impulsados desde las propias bases, no comparten los mismos tiempos y especulaciones de la dirigencia provincial.

  Fuente:www.diarioellibertador.com.ar

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