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EL TIEMPO EN LA CRUZ

OPINIÓN

27 de abril de 2014

El PJ marcó la cancha

El justicialismo cerró filas ayer frente al airado reclamo de sus intendentes, que consideran que el Gobierno provincial incumple con la Ley y con los compromisos asumidos en un intento por desfinanciar a las administraciones justicialistas. Antes del miércoles se dará a conocer un documento que sería entregado antes de la nueva reunión del Comité de políticas públicas convocada por el Gobierno. El justicialismo no se prestará para la foto mientras no se den algo más que señales de la voluntad que consideran ausente de cumplir los compromisos acordados. Se cuestionó la inconducencia mostrada por el diálogo y se dio muestra cierta de que hay unidad de criterio y de acción en resguardo de las 26 comunas del FpV. Apuestan a que Colombi se baje del caballo. Comience a cumplir lo acordado y dé muestras de estar dispuesto a dialogar seriamente sobre las cuestiones controversiales. En el radicalismo crece la pulseada en las segundas líneas por la sucesión de Colombi. ELI fue mencionado en el Clarín de ayer como una flamante escisión del liberalismo que se sumó al proyecto Massa; en tanto que el PL del sello mostrará hoy cuántos puntos calza. Más allá de quién gane, se verá la legitimidad que conserva en el espacio liberal. Se trata de una elección cerrada, con caso 70.000 afiliados autorizados a votar. Las huestes de Josefina Meabe y Ricardo Leconte disputarán cuál de ellas se quedó con la titularidad partidaria, aunque el poder quedará repartido por tercios en el Comité Ejecutivo y la Convención.
Por Confucio

Si las elecciones fueran hoy, Sergio Massa sería el nuevo Presidente de los argentinos, en una segunda vuelta que definiría a su favor con Daniel Scioli. Pero la realidad indica que no. Aún falta mucho o poco, según cómo se lo mire, y es mucha el agua que podría pasar bajo el puente en este campo particular de la política, donde todo tiene que ver con todo.
Algunas cosas están claras, como que será un escenario de segunda vuelta. Que en Corrientes serán cuatro las elecciones que haya, comenzando por el turno provincial en la segunda quincena de julio. Otra certeza es que el Frente para la Victoria no tiene otro candidato competitivo para un eventual ballotage que no sea Daniel Scioli.
Dentro de los interrogantes, es dónde terminará Macri. ¿Solo?, ¿con Massa o con Unen? La última parece la variante más viable. Otra duda pasa por los movimientos que se generen desde la Casa Rosada ¿Insistirán con un candidato alterno a Scioli para las Paso? Y si así fuera ¿será para debilitarlo o para fortalecerlo? Estratégicamente no hay duda que beneficia a Scioli ser legitimado por las internas, y que para obtener mayor cosecha y movilizar al justicialismo, la competencia lo ubicará en el mismo plano que Unen, siendo de hecho peligroso en términos electorales los candidatos que vayan a las Paso solos; el caso de Massa y, eventualmente,  los de Macri o Scioli. Esto le daría una ventaja significativa a la movilización que suponga la disputa entre los varios precandidatos de la flamante alianza que se ubicó en el centro de la noticia.
Como era de prever, el lanzamiento del Frente Amplio Unen (FAU) se erigió efectivamente en la noticia política más importante de la semana. Por primera vez desde aquellas elecciones que ganó la Alianza en 1999, el «pan radicalismo» logró instalarse, al menos en los medios de comunicación social, como una opción electoral con ciertas posibilidades de triunfo.
En las elecciones presidenciales de 2003, 2007 y 2011, aquel fracaso estruendoso del gobierno de Fernando De la Rúa pesó decisivamente para que semejante convergencia no volviera a repetirse. Ese trauma parece haber quedado atrás y no estaría mal preguntarse por qué.
Lo cierto es que en el radicalismo se huele un aroma político similar al de 1999. En aquel entonces, el agotamiento de la década de Carlos Menem, el fracaso de la re reelección y la imposibilidad gubernamental de instalar un candidato francamente oficialista, que algunos suponían que podía ser Ramón «Palito» Ortega, llevó a Menem a transigir con un postulante no deseado, que fue el gobernador bonaerense, Eduardo Duhalde. El menemismo virtualmente quedó al margen de esa contienda electoral, hasta el punto que todavía hoy muchos duhaldistas siguen convencidos de que Menem, desde las sombras, apostó por De la Rúa, para volver triunfante al Gobierno en 2003.
De acuerdo con esa analogía histórica, Cristina Kirchner podría repetir la maniobra. Esto implicaría complicar  la candidatura de Scioli, o terminar aceptándola ocupando con dirigentes kirchneristas lugares preponderantes en las listas de legisladores nacionales, especular secretamente con la victoria de un candidato no peronista y trazarse una estrategia de retorno para 2019.
A ello se sumaría la posibilidad de ubicar al segundo término de la fórmula presidencial -por si las moscas- y al Gobernador de Buenos Aires.
No faltan quienes ven demasiada simpatía en los últimos meses entre Cristina y Mauricio, quizás el político, oficialista o no, hoy de más fácil acceso a la Presidenta.
Pero las comparaciones radicales entre 1999 y 2015 tampoco se agotan en la presunta intención secreta de la primera mandataria. También creen adivinar en la opinión pública la existencia de un clima de cansancio con el peronismo, similar al existente en las postrimerías del gobierno de Menem. Desde esa óptica, la chance electoral de Sergio Massa sería menor a la que actualmente indican las encuestas.
Simultáneamente, la realización de una elección primaria ampliamente competitiva, con varios postulantes con posibilidades de éxito, fortalecería el espacio de convergencia, tal como ocurrió en noviembre de 1998, cuando De la Rúa derrotó, en una reñida elección interna de la Alianza, a Graciela Fernández Meijide, hasta entonces considerada favorita. Y ese resultado logró galvanizar la problemática confluencia electoral entre la UCR y el Frepaso.

¿AHORA O DESPUÉS?

Esta colección de semejanzas no consigue empero disipar una incógnita fundamental ¿Alcanzará con el FAU o sería necesario acordar con el PRO para que Mauricio Macri también participe de esa elección primaria y el espectro no peronista pueda presentarse unido en torno a una candidatura presidencial unificada?
Sobre esta espinosa cuestión se desarrollan varios debates superpuestos. La primera discusión es de principios. Los socialistas, el GEN de Margarita Stolbizer, Proyecto Su de Fernando Solanas y el Movimiento Libres del Sur se niegan rotundamente a un acuerdo con «la derecha». Esta resistencia es por ahora infranqueable y se convierte en un impedimento serio, porque una eventual ruptura del FAU sería inevitablemente cargada a la cuenta de la UCR.
En el caso particular del gobernador santafesino, Hermes Binner, juega además otro fantasma: las encuestas lo colocan delante de Julio Cobos, pero debajo de Macri. El líder socialista, acompañado tal vez como vicepresidente por Ricardo Alfonsín, puede aspirar a encarnar una opción política socialdemócrata, pero si se tratara de un frente republicano, las posibilidades favorecerían a la figura de Macri.
De allí que el titular de la UCR, Ernesto Sanz, para mitigar los conflictos prefiera la estrategia de «paso a paso». Entiende que la proximidad de la fecha electoral puede ablandar las resistencias del ala más progresista del FAU. En este punto, Sanz se diferencia de Oscar Aguad, quien prefiere avanzar ya mismo en el acuerdo Macri, porque en Córdoba las ambiciones de Luis Juez (aliado de los socialistas) dificultan al radicalismo mediterráneo su ansiado retorno al gobierno provincial.
Cobos, que no descarta para nada la confluencia con Macri, duda todavía si esa entente tiene que formalizarse antes o después de la primera vuelta electoral. Como estima que individualmente Macri saldría cuarto en la elección presidencial, imagina que si el candidato del FAU sale segundo, es decir que logra desplazar a Sergio Massa, o eventualmente al propio Scioli, del escenario del ballotage, el acuerdo con el PRO sería inevitable y, en esas circunstancias de extrema necesidad no generaría el rechazo que hoy provoca en la izquierda del FAU. El propio Alfonsín aclaró que no descartaría un acuerdo con Macri en la segunda vuelta.
En cualquier circunstancia hay un dato que no puede pasar desapercibido. Existen factores de poder económico y algunos medios periodísticos importantes que están igualmente interesados en mostrar la aparición de una alternativa no peronista capaz de gobernar la Argentina en 2015.

LAS ESQUIRLAS DEL ACUERDO

Lo cierto es que el hecho de que el FAU haya ganado tácticamente la iniciativa, generó una natural preocupación en el peronismo. La primera conclusión fue que era necesario dotar de la mayor espectacularidad posible a la elección primaria del justicialismo.
Descartada la alternativa de una participación de Sergio Massa, la consecuencia de ese razonamiento es que, sea con el gobernador, José Manuel De la Sota como peronista opositor, o con su colega entrerriano, Sergio Uribarri, o el ministro del Interior, Florencio Randazzo, como postulantes del kirchnerismo puro, o incluso con ambos, Scioli tiene que legitimar su nominación en una compulsa que sea capaz de acaparar el interés de la opinión pública.
En el caso de Massa, el tema es más complicado. Hasta ahora, el ex Intendente de Tigre parecía posicionarse como la única alternativa viable de la oposición, circunstancia que, en una segunda vuelta electoral, le garantizaría además el apoyo espontáneo del electorado de las otras variantes opositoras para evitar el triunfo de Scioli. En cambio, si emerge una segunda opción opositora con posibilidades, sus asesores admiten que Massa estaría en problemas.
Por lo pronto, la primera decisión táctica sería reforzar el perfil opositor del Frente Renovador y avanzar en un terreno en el que hasta ahora se venía manejando con harto cuidado: las denuncias de corrupción. En ese sentido, la flamante incorporación del ex fiscal, Pablo Lanusse, en tándem con el diputado nacional Adrián Pérez, anticipa que el massismo se dispone a disputar esa franja con los sabuesos del FAU. El otro punto en revisión sería la negativa a aceptar una competencia en las elecciones Primarias con De la Sota.
Mientras tanto, los senadores nacionales Carlos Reutemann, Adolfo Rodríguez Saá, Juan Carlos Romero y Carlos Verna aprovecharon esta circunstancia para insistir, junto a Ramón Puerta, en la necesidad de un acuerdo entre Massa y Macri, una opción que ninguno de las dos partes admiten por ahora como viable.
Macri tiene en claro que una cosa es una interna con varios candidatos de Unen en la que correría con ventajas y otra muy distinta es enfrentar a Massa en una elección de dos.
Pero también Macri ha tenido que tomar debida nota de que este debate sobre su inclusión, o no, en una alianza electoral mucho más amplia puede trabar el despliegue de su estructura política a escala nacional.

LA PROVINCIA, EL AGUJERO
NEGRO DE UNEN


Unen tiene varios candidatos medianamente taquilleros que trabajan sobre segmentos electorales distintos y una amplia estructura de alcance nacional que convierte a esta alianza en un rival temible. El talón de Aquiles, aún sin solución, es la pelea electoral en Buenos Aires. Y ello porque vienen corriendo de atrás. Todavía no tienen un candidato que mida, y enfrentan un escenario fuertemente polarizado que se estaría alzando ya con el 75 por ciento de los votos del principal distrito electoral del país, lo cual representa una diferencia difícil de acortar, más allá de que si Macri juega no habrá dudas de que el Unen estará en la segunda vuelta dejando el interrogante de quién será el otro.

EL DRAMA DE SCIOLI

Daniel Scioli es sin duda uno de los favoritos en la medida en que se resuelva a salir al ruedo sin más demora. La necesidad de evitar un choque frontal con la Casa Rosada y más precisamente con Cristina, lo obliga a manejar sus propios tiempos, acordes también con la necesidad de mantener la gobernabilidad en su Provincia, y no tener sobresaltos financieros en una gestión que se caracteriza por las estrecheces que repetitivamente obligan a una y mil maniobras de ingeniería financiera para sortear los acuciantes compromisos del Estado.
Pesa además su propio estilo y la falta de experiencia para una lucha interna de estas características. En este contexto Massa le saca ventajas en cuanto desde un discurso y una acción más peronista se muestra, por un lado, como expresión de lo nuevo, del cambio y ya en campaña, mientras Scioli hace un difícil equilibrio que no lo muestra ubicado en el centro del ring con la decisión necesaria como para dar la pelea de fondo.
Esta circunstancia podría complicarse aún más, con la irrupción de Unen que de hecho supondrá además la alternación del escenario electoral.
Si la gente percibe que son dos los actores en pugna, y que ambos representan el cambio la situación de Scioli podría comenzar a comprometerse en la medida en que podría insinuarse una polarización del cuerpo electoral a escala nacional que le reste espacio a Scioli, un problema éste que no se presenta en la Provincia de Buenos Aires, donde las cartas están echadas  y la pelea está ya planteada entre Scioli y Massa en una disputa cuerpo a cuerpo por el alineamiento de los jefes territoriales que tienen un ojo que apunta a la Casa Rosada y otro hacia las encuestas que devoran semana a semana.

UN ANTES Y UN DESPUÉS

En poco más de un mes comienza el campeonato mundial en el Brasil. Hasta que el mismo termine habrá una pausa. El día después se largará la carrera para 2015, quizás con una demora de tres semanas si se diera la posibilidad de que el equipo argentino regrese con la copa Jules Rimet como ansiado trofeo.
 
Y QUÉ PASA EN LA CIUDAD
DE BUENOS AIRES


La heterogeneidad ideológica y programática presente entre las fuerzas políticas que integran el combo Unen ya comenzó a pasar factura. Y justo en el territorio porteño, el distrito que ofreció a la alianza sellada un año atrás entre Elisa Carrió y Fernando «Pino» Solanas un envión electoral contundente para aspirar a la construcción de un proyecto nacional con pretensiones de disputarle al peronismo la sucesión presidencial de 2015.
El problema insoluble para la sociedad de centroizquierda es que el ambicioso sueño de convertirse en opción nacional comenzó a erosionar su principal base de sustentación en la ciudad, poniendo en riesgo la supervivencia de la alianza en el mediano plazo.
La firme amenaza de Gustavo Vera, el titular de La Alameda y principal legislador porteño del bloque Unen, de dar un paso al costado del frente es apenas un síntoma de las crecientes diferencias que comenzaron a fracturar internamente al combo. Pero el malestar, en realidad, alcanza hasta los principales referentes de la sociedad, como el propio Solanas, Hermes Binner o Margarita Stolbizer, lo que evidencia tensiones más de fondo.
La mecha se encendió a partir de los guiños reiterados que Elisa Carrió y el radical Ernesto Sanz prodigaron insistentemente en las últimas semanas hacia el búnker del PRO, en la búsqueda de que el canal de diálogo abierto con Mauricio Macri pudiera cuajar en un entendimiento electoral de cara a 2015.
Esos esfuerzos, en plena escenificación de la apuesta nacional de la alianza (incluida la fusión con el FAP y la UCR), cristalizaron las broncas acumuladas de aquellos dirigentes porteños del combo que observan detrás del acercamiento al macrismo un abierto desafío a su propia existencia política en el distrito.
Las advertencias del titular de la Alameda evidenciaron los cortocircuitos. Vera se bajó del acto de lanzamiento de esta semana del Frente Amplio Unen y amenazó con pegar un portazo de la bancada de la alianza en la Legislatura local como señal de disgusto por el acercamiento de Carrió al Jefe de Gobierno capitalino.
La preocupación que generó la posibilidad de una ruptura del bloque partidario (a la partida de Vera se sumó la de su compañero Pablo Bergel) provocó una rápida reacción de Solanas y otros referentes de la sociedad de centroizquierda que intentaron calmar el malestar interno para evitar fugas que comprometan la estabilidad del frente en la ciudad.
El operativo Contención llegó al punto de garantizar el absoluto bloqueo a cualquier entendimiento con el PRO, aunque las promesas no lograron descomprimir del todo la situación.
Es que en paralelo a los esfuerzos de Pino por tranquilizar a su tropa se sucedieron otras señales contradictorias, como la intervención del propio macrismo para tratar de evitar la salida de Vera del espacio de Unen y su posible cooptación por parte de sectores aliados al kirchnerismo. La premura con que Cristian Ritondo, el vice primero de la Legislatura y uno de los puntales del PRO, puso en marcha un operativo de seducción para que el titular de La Alameda, permanezca dentro de su propia bancada desató múltiples especulaciones y evidenció la inquietud que genera la postura del legislador dentro del propio oficialismo porteño.
Para la sociedad que animan Carrió y Solanas la amenaza de Vera supone como efecto directo una fragmentación de su representación legislativa en la ciudad, que podría agudizarse en los próximos meses si no logran neutralizar los contrapuntos que provoca dentro de ese espacio el armado de un proyecto nacional con chances de disputarle el poder a la hegemonía peronista. Pero las consecuencias de la incipiente ruptura podrían ser todavía más profundas.
En parte, los temores se relacionan a la estrecha relación que el dirigente de La Alameda mantiene con el Papa Francisco, y que posibilitó a la alianza progresista hacerse de un vínculo directo con el Vaticano que envidian con cierta razón en otros espacios políticos capitalinos.
Sobre ese punto machacaron especialmente aquellos referentes sectoriales que le advirtieron a Carrió sobre los pros y contras de un acuerdo electoral con Macri. La ecuación, para varias corrientes del combo, podría terminar siendo demasiado riesgosa si un confuso entendimiento con el PRO complica las posibilidades de una bendición papal, por mínima que fuera, a las aspiraciones de la alianza con vistas a la pulseada por la sucesión de Cristina Fernández.
No es el único problema; los nuevos cortocircuitos se producen en medio de la ingobernable disputa interna abierta entre los dirigentes del frente de centroizquierda que aspiran a disputar el máximo sillón del gobierno porteño el próximo año.
Esa batalla se largó apenas culminaron los comicios legislativos del año pasado, que convirtieron al combo en la segunda fuerza electoral del distrito y con perspectivas de crecimiento.
Carrió fue la primera en largarse a la carrera, convencida de que la performance de Unen en las urnas era sobre todo un resultado de sus propios méritos. Desde esa interpretación alentó una aproximación al macrismo que redundara en la articulación de una fórmula conjunta para enfrentar la disputa local.
Pero sus pretensiones chocaron con la posición de la mayoría de las agrupaciones que comparten el mismo espacio con la diputada, donde sostienen la necesitad de definir en internas abiertas la candidatura porteña del combo y resisten cualquier esquema que suponga un proyecto compartido con el PRO.
"La intención es ser una alternativa política a Macri, no los alfiles para que el retenga el poder en la ciudad", replican cerca de Solanas.
El enojo de Vera con Carrió reforzó la postura de sus críticos internos, a la vez que activó el ímpetu de quienes aspiran a darle pelea en la definición de la candidatura local, un desafío que alientan desde proyectos alternativos los economistas Martin Lousteau y Alfonso Prat Gay y el socialista Roy Cortina.

ESCENARIO PROVINCIAL

Corrientes no es una isla, y desde ya palpita lo que será el escenario nacional de 2015 en una elección que se presenta algo más que reñida y cuyos resultados tendrán inevitable incidencia sobre la sucesión de Colombi en 2017.
En este marco, la realidad de Corrientes es absolutamente distinta a la que se presenta en todo el país.
En esta provincia no se votan intendentes ni Gobernador, y el efecto de la disputa Massa versus Scioli no produce la enorme preocupación que hoy desvela a los jefes territoriales que, a lo largo y lo ancho del país, ven que la dispersión del voto peronista podría causarle daños irreparables en sus distritos.
A ello se suma otro dato importante. Las elecciones en Corrientes serán previas a las Paso y por lógica, a las nacionales, y ello hace que también éste sea un detalle de fundamental importancia a la hora de tomar decisiones políticas en lo que hace a los alineamientos nacionales.
En Corrientes, como en todo el país existe incertidumbre respecto a la posición que sustentará el poder central respecto a las Paso.
¿Ira el Frente para la Victoria unido? O por el contrario, a la candidatura de Scioli ¿se opondrán otras candidaturas?
Nadie acierta en la respuesta más allá de que en términos estratégicos nada conviene más al Gobernador bonaerense que someterse a la legitimación de una elección abierta que servirá para movilizar al partido, de modo de competir en igualdad de condiciones con Unen que, merced al hecho de tener varios precandidatos, podrá cosechar a varias puntas.
El tema pasa por si el lanzamiento de otras precandidaturas desde el Frente para la Victoria no responde a otros objetivos; esto al propósito de esmerilar las aspiraciones del mandatario del principal distrito electoral del país al que la historia condena en su propósito de llegar desde la Provincia al Sillón de Rivadavia.
Lo inteligente sería administrar la diversidad. Al propio Scioli, quizás el único de los candidatos ligados al espacio K con posibilidad de competir en segunda vuelta le conviene no ser el candidato bendecido por la Casa Rosada, aunque tampoco tener al poder central en contra.
Lo ideal sería una competencia madura entre los distintos aspirantes, que sirva a la vez para movilizar la base peronista en un precalentamiento de lo que será la elección general de octubre.

EL PJ DE CORRIENTES
PRIORIZA SU PROPIA REALIDAD


La decisión del partido y del Foro de Intendentes de abrir generosamente las puertas a todos los precandidatos apunta fundamentalmente a no comprar disputas ajenas.
La redefinición del nuevo liderazgo en el partido de Perón es algo que se dará después de las elecciones provinciales de la segunda quincena de julio.
Parece lógico entonces que el peronismo de Corrientes apunte a manejar los tiempos en la inteligencia de que, gane quien gane, se garantice el apoyo para un futuro gobierno justicialista en Corrientes.
Éste parece ser el mensaje muy claro que se ha dado desde el campamento, tanto de Scioli como de Massa, que ven la elección de 2015 como una gigantesca interna abierta del propio peronismo para ungir un nuevo liderazgo que surgirá de quién pase a conducir los destinos de la Nación.
En el PJ esto es una regla de oro. Quien gobierna conduce el partido. Es más, muchas veces lo desactiva de modo de no interferir en la marcha del gobierno.

MASSA, CON PASO FIRME AVANZA
CON UN OBJETIVO CLARO


En política, como en otros órdenes, lo primero es la definición del objetivo. En función a ello, la determinación de los cursos de acción, manejando los tiempos y las formas con la profesionalidad que exigen los tiempos.
Massa, que es hoy quien lidera todas las encuestas, tiene en claro que es momento de avanzar frente a la ventaja que le otorga un Scioli condicionado, en primer término por su propia forma de ser, y luego, por el precario equilibrio que mantiene con el cristinismo, siempre dispuesto a marcarle la cancha, muchas veces sin sutilezas.
En este marco, Massa juega ya de candidato, a cara descubierta y apelando antes que nada a la base peronista a ganar el espacio que le deja el propio Scioli.
Esta circunstancia se terminará de ver claramente en los próximos días con el paso de Scioli por la provincia.
La comparación de las agendas y las actividades de ambos, así como el perfil público asumido de cara al electorado, muestra hoy por hoy una clara ventaja para el ex Intendente de Tigre, que se fue de Corrientes más que satisfecho, consciente de que plantó bandera en un distrito nunca fácil.
El Gobernador de Buenos Aires llegará el viernes por la tarde, en una visita relámpago que tendrá mucho de institucional y poco de proselitista, para muchos de su propio entorno un error que le regala espacios al crecimiento de un Massa que le disputa palmo a palmo la propia Provincia de Buenos Aires, donde ya en las últimas elecciones generales de 2013 logró una victoria  que no será fácil de revertir para un Scioli cuyas dudas pasan por quién correrá con sus colores para pelear su sucesión.
Una certeza quedó de manifiesto. Tanto Scioli como Massa harán base en el justicialismo, más allá de que traten de sumar aliados. Para ellos, la visualización de que la disputa es por el voto peronista, está claro.
En este contexto, no resulta fácil de entender el interés superlativo de Colombi de acercarse a todos los precandidatos presidenciales del justicialismo. Para cada uno de ellos pareció destinar operadores puntuales que den señales de eventuales apoyos, mientras con prudencia no corta el cordón umbilical con la UCR. Algo que parece lógico si se tiene en cuenta que en 2015 no se elige Gobernador como para ensayar algunas de las piruetas a las cuales es afecto. Y además, las elecciones provinciales se darán antes de las nacionales.
En esto también Massa parece sacarle ventajas a Scioli. En su paso por Corrientes eludió toda señal, y mucho más una foto que lo muestre cerca del Gobernador radical de Corrientes.
Primero quieren en el massismo la prueba de amor. Recién si se da podría analizarse una posición distinta.
En el sciolismo la cuestión no está zanjada. Hay opiniones contrapuestas dentro de su estado mayor o, más que dentro, del la duda que nace en el propio estilo del Gobernador del primer Estado argentino.
El prioriza las cuestiones de naturaleza institucional y cree que, si bien no debe quedarse quieto, tampoco debe sobreactuar provocando la ira de la Casa Rosada.
Entonces da señales que para muchos peronistas resultan contradictorios, que evidencian dudas más allá de que quizás sólo pase por el manejo, más de los tiempos que de las formas.
De todas maneras, en estas circunstancias resulta claro que es Massa quien se beneficia. Aunque al ex Intendente de Tigre le ha salido efectivamente un grano con el surgimiento de Unen. Ello porque esta alianza entra a competirle en el espacio de lo nuevo que representaba Massa frente al kirchnerismo, y esta preocupación se acentúa frente a la posibilidad de que Mauricio Macri termine cerrando un acuerdo con el frente de izquierda progresista que lo pondría inevitablemente en una segunda vuelta, con final abierto que desvela hoy al conjunto del peronismo para el que ya es preocupante el hecho de la disputa abierta entre Scioli y Massa, pero mucho más es que de esta disputa no sólo pueda ponerse en riesgo intendencias y gobernaciones, sino además el propio Gobierno nacional, que podría terminar en manos de Unen.

EN CORRIENTES LOS LIBERALES
DEFINEN SU FUTURO


Hoy se dará el primer round en el Partido de Torrent. Se decidirá quién presidirá el Comité Ejecutivo y se elegirán los miembros del máximo órgano de conducción ejecutiva y la propia Convención.
En esta integración hay que tener en cuenta que la lista llamada "lecontista" es un heterogéneo grupo que podría reacomodarse después de los resultados. Eduardo Hardoy está llamado a ser el árbitro de la balanza en una conformación muy pareja de los nuevos órganos partidarios.
Lo cierto es que, contra viento y marea, la elección se llevará a cabo con las máximas garantías, siendo ello un ejemplo para la vida política de la Provincia.

LOS PERONISTAS
MARCAN LA CANCHA


No pareció un hecho menor la convocatoria y el marco de unidad que mostró la reunión del justicialismo. Menos, el claro objetivo de establecer una relación, de acá en más, dura con el Gobierno de la Provincia. La visita del Jefe de Gabinete el próximo jueves quizás sea la oportunidad para un repaso de la forma cómo encarar una relación que en Corrientes no ha logrado encausarse al punto que el diálogo iniciado hace tiempo por caso con la Comuna de Corrientes parece absolutamente condenado al fracaso a la luz de los resultados obtenidos.
La decisión de no ir al convite oficial en el marco del comité de Políticas Públicas marca algo más que una decisión. Muestra al justicialismo con la voluntad de tomar la iniciativa frente a la dificultad que reviste acordar con un gobierno que pareciera tener como regla no cumplir los acuerdos asumidos, un reclamo que no sólo nace de las fuerzas opositoras que se sienten burladas, sino de la propia coalición gobernante que ha comenzado a dar signos de agotamiento, fundamentalmente por la decisión del nuevismo de priorizar su propia identidad partidaria, tomando distancias de una gestión que nunca lo llegó a considerar no sólo en el egoísmo para el otorgamiento de espacios de poder, sino también en la marginación a la hora de las decisiones.
Hombre de pocas pulgas, Raúl "Tato" Romero Feris volvió al ruedo con un mensaje claro. No le interesan ya las promesas, tampoco los cargos. Aspira a ser actor relevante en el tiempo que se viene. Se siente con fuerzas y advierte que en la medida en que esto se ha instalado, su propia base dirigencial se ha movilizado con muestras claras de que considera que aún el ex hombre fuerte de Corrientes tiene hilo en el carretel.
El objetivo es pelear la Gobernación. Esto se ha dicho y se ha instalado. Es, en todo caso, el objetivo de máxima, en función a lo que indiquen las encuestas y lo que pueda avanzarse en materia de alianzas, donde podría cosechar mucho de lo que hoy los otros dos grandes frentes ya no contienen.
Con todo, no pareciera la única opción. Quizás no se lo diga públicamente porque no sería inteligente hacerlo a esta altura, cuando se busca generar una expectativa de máxima, pero dentro del marco de posibilidades está en el bolillero la pelea por la Intendencia de la Capital. Aunque, en esta variante, quizás el armado sea distinto.

  Fuente:www.diarioellibertador.com.ar

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