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EL TIEMPO EN LA CRUZ

1 de diciembre de 2013

Vivir con VIH en Corrientes, entre la persistencia de los mitos y la desinformación

Aunque la enfermedad se controla y las expectativas de vida son las mismas que las de alguien sano, siguen los prejuicios. El Litoral conversó con un hombre que convive con el virus y contó cómo se sufre la discriminación en nuestra sociedad.

Los mitos y prejuicios con respecto al Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) siguen sin poder ser derribados en Corrientes. Las personas que conviven con él deben enfrentarse todos los días a la desinformación que predomina entre las personas y en la mayoría de los casos, ni siquiera se animan a contar su situación en su entorno laboral o social.  Durante las últimas décadas, los tratamientos contra el Sida lograron una evolución que permite que una persona que padece la enfermedad, pueda tener la misma expectativa de vida que una sana. Pese a ello, sigue siendo un tema del que muchos no se animan a hablar y que genera discriminación.  El Litoral conversó con un hombre que contrajo la enfermedad hace más de diez años. Actualmente trabaja en la consejería de un programa estatal para otras personas con VIH y asegura -por experiencia propia y ajena- que la discriminación continua.   “Cuando supe el resultado de mi análisis me quedé helado”, admite Marcelo, quien pide ser llamado por ese nombre para preservar su intimidad. La decisión no es arbitraria. Pese a todos los avances logrados en el tratamiento del VIH, la discriminación que causan los mitos y la desinformación, sigue siendo uno de los problemas más grandes a los que se enfrentan las personas que lo padecen.  Marcelo de 32 años y tenía solamente 20 cuando conoció su diagnóstico. Supone que se contagió por la vía sexual, como la mayoría de los casos que se detectan en Corrientes. Después del shock inicial, decidió volcarse a ayudar a otras personas que padecen VIH y actualmente está a cargo del servicio de consejería del Programa Provincial de VIH Sida y Enfermedades de Transmisión Sexual que funciona en el Hospital Escuela.  “Cuando me diagnosticaron VIH se estaba empezando a hablar más del tema en Corrientes, había un gran militante de la causa que fue Rubén Alvarez y el programa provincial estaba empezando a tener espacios propios”, recuerda. Por ese entonces, el ingreso al sistema de asistencia pública era muy burocrático. “Ahora eso cambió y es más fácil porque se entendió que lo más importante es ayudar a las personas y brindarle los medicamentos”, cuenta Marcelo.  En los primeros años de la década de 2000, el tratamiento era muy agresivo. Se suministraba un cóctel de drogas fuertes que permitían frenar al virus. “Ahora se trata con retrovirales mucho más específicos y se hacen estudios periódicos que permiten saber cómo está la persona, lo que hace que el tratamiento sea mucho más efectivo y no tan duro”, explica.  Los avances médicos en lo que respecta al Sida permitieron que la enfermedad deje de ser sinónimo de muerte a corto plazo. “No hay límites en la expectativa de vida. En Formosa tuvimos el caso de una mujer a la que apodamos ‘la abuela’ y llegó a los 75 años”, destaca Marcelo.  Las mejoras en los tratamientos y en la expectativa de vida, sin embargo, no lograron cambiar la concepción social de la enfermedad y los que viven con VIH aseguran que la discriminación sigue siendo muy profunda en Corrientes. “En ciudades más grandes es común ver que existen movimientos de personas que tienen Sida que salen a la calle a manifestarse o a pedir por sus derechos. Acá es impensable, no podemos salir ni contar lo que nos pasa. Tanto Corrientes como las otras ciudades del NEA son muy cerradas y hay una fobia social”, asegura.  Como se volcó desde joven a la consultoría y empezó a desempeñarse en el sistema público, Marcelo nunca buscó otro trabajo, pero asegura que esa es una tarea casi imposible para quienes padecen la enfermedad. “Nadie cuenta que tiene HIV en una entrevista laboral porque no te dan el trabajo. Incluso cuando uno contrae la enfermedad y estando contratado, trata de ocultarlo porque saben que se busca cualquier excusa para echarte”, contó.  Además de los problemas de inserción laboral, las relaciones sociales también continúan siendo un problema. “El tema del mate está presente, pese a todas las campañas que se llevaron a cabo. Es muy común que la gente deje de tomar su mate o tereré cuando uno llega porque no quiere compartirlo con vos. Eso nos muestra que los mitos con respecto a la enfermedad están aún instalados y sigue predominando la desinformación”, agrega.  Además de tomar sus medicamentos, los únicos cuidados que mantiene Marcelo son una alimentación sana, protegerse del frío en invierno y mantener la hidratación en verano. “Son las mismas medidas que tiene alguien que quiere cuidar su salud”, resalta.  Como consejo, Marcelo recomienda a todas las personas que se hagan el test de VIH. “Tengas o no sospechas, lo mejor es hacerlo, sólo para saber de qué lado estás. El Sida ya no es sinónimo de muerte y se puede ser y hacer todo lo que uno quiera pese a la enfermedad”, destacó. (CFC)   Fuente:www.ellitoral.com.ar

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