En un mensaje en su cuenta de X, Lavagna aseveró que "muchas veces se pone en duda las estadísticas simplemente porque no gusta lo que dicen. Negarlas no cambia la realidad: solo dificulta entenderla y transformarla. En el INDEC trabajamos con rigor técnico y transparencia para que la sociedad decida con evidencia, sin prejuicios". En esa frase, además, tomó el jefe del organismo hasta el tono de la retórica libertaria, que afirma que el cuestionamiento social y técnico a las mediciones del INDEC tiene que ver, en realidad, con que los números no son lo que algunos quieren que sea y no con que pocos crean que ése es el verdadero nivel de evolución de los precios en Argentina. 

El segundo factor que generó el mensaje de Lavagna en X es que, según supo este diario, el número que el INDEC dará el 12 de junio próximo puede ser el de una inflación de 1,9 por ciento, muy lejos del 2,8 por ciento del mes previo y muy por debajo no sólo de lo que dice la gente consultada por la Di Tella, sino sobre la totalidad de las encuestas. Es decir, pone en preaviso una situación que puede discutirse aún más. La explicación a por qué eso pasa, naturalmente, es más compleja que sólo la metodología del INDEC. 

¿Qué dijo la universidad?

¿Qué es lo que dijo la Di Tella? Que la inflación es mucho más alta que la que mide el INDEC. Lo hicieron en base al último relevamiento realizado por el Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de esa casa de estudios. Los consultados en ese trabajo supusieron que los precios suben a un ritmo superior al 4 por ciento mensual, cuando las estimaciones privadas para mayo muestra que podría estar en torno al 2 por ciento.

Cómo se explica el fenómeno

La segunda razón es que es muy dificil analizar la inflación en el vacío. Es decir, si no se considera cómo el Gobierno opera en otros dos sectores sensibles, el tipo de cambio y los salarios, es complicado ver por qué la gente cree que los precios siguen subiendo o, traducido, que la plata no alcanza. 

Con los sueldos, el Gobierno de Milei decidió no aumentarlos por sobre la inflación, es decir, el poder de comprar de los ingresos es muy bajo ante precios que, aunque menos, siguen aumentando. Y sobre precios que subieron mucho post devaluación, como los alimentos; o bien los servicios, que tuvieron tarifazos iniciales muy fuertes.