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OPINIÓN

21 de diciembre de 2024

Quién gana con el dólar barato

El dólar barato y la apertura importadora son elementos fundamentales de la estrategia del oficialismo para controlar la inflación y mejorar sus chances en las elecciones de 2025. Crece el debate sobre la sostenibilidad del plan y las consecuencias a mediano plazo.

Por David Cufré

El modelo de apreciación cambiaria "es muy útil para ganar elecciones de corto plazo", apunta Alejandro Vanoli, ex presidente del Banco Central. "Es una droga muy potente porque de pronto genera en la sociedad una sensación de riqueza. La gente viaja al exterior, tiene poder de compra en dólares, consigue en el supermercado los mismos productos que están en las góndolas del mundo", agrega Jorge Carrera, ex vicepresidente del Central y miembro del Conicet. "Es difícil perder elecciones con apreciación cambiaria", refuerza. 

En 1991, cuando la convertibilidad empezó a andar, Carlos Menem logró una victoria resonante en los comicios de medio término apostando a esa fórmula. También fue clave para su reelección en 1995 y Fernando De la Rúa ató su suerte a ese plan para ganar en 1999, aunque luego se fue a pique al no advertir que los efectos narcotizantes del uno a uno ya no eran tolerables para la gran mayoría de la sociedad, que pagaba los costos de una fiesta que no la incluía.

El gobierno de Javier Milei apuesta ahora a que el súper peso, combinado con la apertura importadora, ayude a disciplinar precios de los bienes transables, por el ingreso masivo de productos del exterior a valores más accesibles que los de producción local.

El caballito de batalla del oficialismo para la contienda electoral del próximo año sigue siendo mostrar una inflación controlada y en caída. El Presidente se ilusiona con que hasta haya deflación, aunque no aclara que en ese caso sería hundiendo a los sectores que más empleo generan y en especial a las pymes.

Ganadores

Los primeros y más rotundos ganadores del modelo de apreciación cambiaria son quienes apostaron financieramente a instrumentos en pesos. "En junio el riesgo país y el dólar MEP estaban en 1400 puntos y 1400 pesos. Ahora están en 670 puntos y 1150 pesos. Los que compraron activos en pesos tuvieron ganancias tremendas en términos de dólar", explica Vanoli.

Es decir, el negocio otra vez es la timba especulativa antes que la producción.

En segundo lugar del grupo de los que festejan están los sectores concentrados del rubro servicios. Las privatizadas de luz y gas, los concesionarios viales, las prepagas, las empresas de telecomunicaciones, que fueron beneficiadas con fuertes aumentos de tarifas o tuvieron vía libre para incrementar sus planes con la desregulación económica.

Las petroleras, las energéticas y las mineras también aparecen como protagonistas estelares de esta etapa, aunque en la mayoría de los casos gracias a decisiones que se tomaron en los gobiernos de Cristina Kirchner y Alberto Fernández, como "las políticas de Estado sobre Vaca Muerta que se iniciaron con la nacionalización de YPF, el acuerdo con Chevron y la construcción de gasoductos y oleoductos", recuerda Carrera.

La crema de los trabajadores registrados, con empleos formales y salarios que se actualizan por paritarias, aprovechan también las ventajas del súper peso para viajar, comprar autos y electrónicos importados y mejorar su poder adquisitivo en dólares, lo cual ayuda a compensar la pérdida en la capacidad de compra que sufrieron por el desfasaje entre la suba de precios y tarifas de los primeros meses del año y la recuperación posterior y gradual de los salarios. 

Perdedores

Los rubros que dependen del mercado interno y los ingresos populares quedan estampados en la otra cara de la moneda. Los jubilados, los monotributistas precarizados, los trabajadores no registrados, los cuentapropistas, son algunos de ellos.

Del lado empresario, la mayoría de las industrias, la construcción -por la cancelación de la obra pública-, el comercio y el turismo, que en conjunto generan la mitad de los puestos de trabajo registrados en el país, son los que más padecen la apreciación.

Sin embargo, señala Vanoli, algunos de ellos, en especial los más grandes, socios destacados de la Cámara de Comercio o la Unión Industrial, interpretan que a pesar de las pérdidas que puedan sufrir a corto plazo, es mejor respaldar al gobierno de Milei porque las transformaciones estructurales que está produciendo a mediano y largo plazo en el patrón de distribución del ingreso serán más importantes, al consolidarlos en su relación de fuerza con los trabajadores.

"Cada vez que un gobierno pega estos shocks sobre los sectores populares, la pobreza, la exclusión y la desigualdad social quedan en escalones más elevados", alerta Carrera.

Sostenibilidad

"Es la cuarta fase de modelos neoliberales con apreciación cambiaria. Las anteriores fueron la tablita de Martínez de Hoz en la dictadura, el menemismo y el macrismo. Los tres planes estallaron y causaron graves daños, algunos duraron un poco más y otros un poco menos, pero en todos los casos fueron esquemas inconsistentes", agrega Vanoli.

Hasta mitad de año, indica Carrera, el panorama para el Gobierno era sombrío, con una devaluación que parecía difícil de esquivar hacia el final del año. Sin embargo, el éxito del blanqueo de capitales dio vuelta la tortilla y habilitó la fiesta financiera, que ahora está en pleno esplendor. "Los pesimistas estimaban que ingresarían unos 6000 millones de dólares; los optimistas, 9000 millones, y fueron 24 mil millones", precisa, lo cual empezó a construir un puente para que la apreciación cambiaria pueda seguir y proyectarse para 2025.

Para estirar ese puente hasta los comicios, el Gobierno necesita asistencia financiera, que buscará en el FMI y con créditos puntuales del sector privado. "Es posible que consigan llegar a las elecciones sin devaluar", considera Vanoli, y lo mismo entiende Carrera. La otra opción sería que el Fondo Monetario desembolse 10 mil millones de dólares o más en el nuevo programa para intentar abrir el cepo y administrar el cimbronazo con esos recursos. 

"Si el Gobierno gana las elecciones, tendrá más poder para seguir con las reformas estructurales que bajen costos al capital a partir de 2026", advierte Carrera.

De todos modos, "el elefante en el bazar sigue estando y es que la Argentina quedó cara en dólares. En algún momento eso empezará a generar dudas", concluye el economista.

Fuente: www.pagina12.com.ar



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