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OPINIÓN

6 de octubre de 2024

Quiénes son los principales fabricantes de pobres

Ciclos económicos conservadores y el índice de pobreza multidimensional. Los períodos políticos con estancamiento o caída del Producto Interno Bruto y que avanzan sobre derechos sociales y laborales, además de privilegiar a grupos económicos locales e internacionales, provocan un aumento de la cantidad de pobres. Definen, a la vez, un piso más elevado de pobreza que los momentos de reversión del péndulo no pueden quebrar.

Por Alfredo Zaiat

Existen controversias acerca de la metodología de medición de la pobreza desde hace décadas, pero cualquier serie de esta variable sensible en términos sociales y políticos muestra que desde 1976, con el golpe militar, hasta ahora, los saltos abruptos se registraron en ciclos económicos conservadores, durante o en su momento de explosión en crisis devastadoras.

Cada período no es comparable por las modificaciones realizadas en el método de medición de la pobreza. De todos modos, con diversos supuestos para hacer comparables los datos, permite concluir que los períodos políticos con estancamiento o caída del Producto Interno Bruto y que avanzan sobre derechos sociales y laborales, además de privilegiar a grupos económicos locales e internacionales, provocan un aumento de la pobreza.

El otro factor relevante es que, a la vez, van definiendo un piso más elevado de pobreza que los momentos de reversión del péndulo no pueden quebrar.. Así se ha ido configurando una sociedad, cuyo rasgo distintivo en la región era la movilidad social ascendente, con núcleos cada vez más grandes de pobreza estructural.

Números

Si bien el discurso convencional ha instalado que los movimientos políticos denominados nacional y populares son una fábrica de pobres, los datos duros reflejan que no es así. Por el contrario, los datos son contundentes y, si no fuera por la inmensa red de confusión deliberada dedicada a atormentar a la población, no merecería debate.

En base a diferentes estudios académicos que se han dedicado a tratar de hacer comparables las series estadísticas, quienes han sido los promotores del retroceso social, con aumento de la cantidad de pobres por ingresos, se pueden identificar en la siguiente secuencia temporal:

* La pobreza en 1975 era de 5%, antes de la interrupción violenta de un gobierno democrático por parte de las Fuerzas Armadas.

* En octubre de 1982, con la dictadura militar en retirada, había subido a 22%.

* Tres años después (en octubre de 1985), en el gobierno de Alfonsín, había bajado al mínimo del 14% durante este ciclo político (no volvió al 5% que recibió la dictadura), pero en mayo de 1989 (el comienzo de la hiperinflación) trepó al 20%.

* Los diez años y medio del gobierno de Menem terminaron con un nivel de pobreza del 27%.

* En octubre de 2001, con la gestión de Fernando de la Rúa, subió a 46%, y con el estallido de la convertibilidad con megadevaluación, trepó al récord de 65,5% en 2003.

* El ciclo político del kirchnerismo, que desplegó una activa política social, previsional y laboral, culminó con un índice de pobreza del 30% (no pudo volver al 27% que dejó de piso el gobierno de Menem).

* El gobierno de Mauricio Macri culminó con un índice de pobreza, en la segunda mitad del 2019, de 35,5%, estableciendo un nuevo piso más elevado.

* La gestión de Alberto Fernández, en el segundo trimestre de 2023, culmina con un índice de 41,7%.

* Ahora, en apenas 6 meses de gobierno de Javier Milei, trepó a 52,9%.

En este largo período, la pobreza por ingresos va subiendo, con momentos de retroceso por la estabilidad de precios (con el Plan Austral de Alfonsín y con la convertibilidad de Menem) o por crecimiento económico con medidas redistributivas (Asignación Universal por Hijo, moratoria previsional y creación de empleos en el kirchnerismo), y definiendo al mismo tiempo un universo cada vez más elevado de hogares pobres por ingresos.

Los ciclos de recuperación social se quedaron sin nafta (o sea, sin dólares) para continuar motorizando el crecimiento y, al final, no pudieron seguir bajando la pobreza, e incluso registraron subas desde mínimos alcanzados en esos años.

En definitiva, para no caer en las trampas analíticas de las fuerzas políticas y mediáticas conservadoras, Argentina se ha convertido en un país con una población cada vez más pobre debido a la expansión de proyectos políticos regresivos. Fueron y siguen siendo una fábrica de pobres.

 

Cómo se mide la pobreza por ingresos

Los resultados del primer semestre de 2024, presentados por el Indec, correspondientes al total de aglomerados urbanos, registraron que el porcentaje de hogares por debajo de la línea de pobreza (LP) alcanzó el 42,5%; en ellos reside el 52,9% de las personas.

Dentro de este conjunto se distingue un 13,6% de hogares por debajo de la línea de indigencia (LI), que incluyen a 18,1% de las personas.

Esto implica que, para el universo de los 31 aglomerados urbanos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), por debajo de la LP se encuentran 4.319.760 hogares, que representan 15.685.603 personas; y, dentro de ese conjunto, 1.378.142 hogares se encuentran por debajo de la LI, que implica 5.379.588 personas indigentes.

Esta medición monetaria de la pobreza se realiza sobre la base de la EPH que elabora el Indec y mide dos variables:

1. Determina si los ingresos de una familia son suficientes para cubrir una canasta básica de alimentos (CBA), que contiene ciertos nutrientes que tienen por objetivo cubrir un umbral mínimo de necesidades energéticas. A esto se denomina “línea de indigencia”.

2. Se agrega a estos gastos básicos otras necesidades no alimentarias como la vivienda, la educación, la salud o el transporte. A esto se denomina canasta básica total (CBT) y determina la “línea de pobreza”.

¿Más pobres que en países pobres?

La pobreza monetaria se mide en la Argentina como se hace en otros países de la región: valorizando una canasta básica de alimentos, dándole un valor monetario y comparando ese valor con el ingreso que perciben las familias. Pero el cálculo en Argentina es más exigente que el resto.

Por este motivo, informa niveles de pobreza similares y hasta superiores a países que históricamente han tenido una mayor cantidad de población pobre.

Para determinar la composición de la canasta básica alimentaria se pondera cuáles son los requerimientos energéticos de la población y qué tipo de productos utiliza tradicionalmente para cubrir esas necesidades.

Estos datos surgen de la Encuesta de Gastos de los Hogares y actualmente se utilizan los resultados publicados en 2005, evidentemente desactualizados y, por lo tanto, debilita la evaluación sobre cuál es la magnitud y profundidad de la pobreza.

Con esta información se selecciona una canasta de productos básicos, cuyo valor monetario es actualizado mensualmente en base al Índice de Precios al Consumidor (IPC).

Este nivel de sobreexigencia en las canastas de consumo fue la arbitraria movida política del Indec de Macri -mediante la modificación de la metodología de elaboración del indicador- para anotar un nivel de pobreza más elevado, atribuido como herencia del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

En este caso de alteración en la elaboración de indicadores estadísticos hubo amplia complicidad para avalarla, motivada por el conflicto de arrastre con las estadísticas durante el kirchnerismo.

Qué es la pobreza multidimensional

Una forma de eludir la discusión sobre cifras de la pobreza por ingresos es incorporar en el debate un indicador que permite una evaluación acerca de la calidad de vida de la población: el índice de pobreza multidimensional.

Es complementario de la medición de la pobreza por ingresos monetarios e identifica de manera directa las carencias, sin depender así de supuesto alguno respecto al comportamiento de los hogares con sus recursos monetarios para la satisfacción de necesidades básicas.

Esta medición busca resaltar las dimensiones en las que la población padece carencias y exhibe cómo se interrelacionan en una realidad social compleja. Esto permite a los funcionarios encargados de políticas estatales asignar los recursos y diseñar las acciones de un modo más eficaz. No sería el caso en el gobierno de Milei, que no sólo pulveriza los ingresos monetarios de la mayoría de la población, sino que desfinancia planes para desarrollar áreas (salud, educación, servicios públicos, obras públicas) que mejoran el bienestar familiar.

El abordaje analítico de pobreza con criterio multidimensional permite observar las condiciones de vida de las personas y familias vulneradas en sus derechos y así incidir de una manera más apropiada en la toma de decisiones sobre políticas públicas.

Un enfoque integral

En los últimos años distintos países comenzaron a desarrollar diversos procesos de modernización y actualización metodológica, a partir de los cuales lograron complementar el enfoque de pobreza por ingresos con un enfoque de privación multidimensional.

Existe consenso respecto de la necesidad de que los países dispongan de mediciones multidimensionales de pobreza, a fin de contar con información complementaria a la obtenida por mediciones basadas en ingresos monetarios.

Diversos países, particularmente en América latina, optaron en el último tiempo por avanzar en la complementación del enfoque tradicional de pobreza por ingresos con el enfoque de pobreza multidimensional. En Colombia, Ecuador, Costa Rica, Chile, El Salvador y Brasil toman a los hogares como unidad de análisis, mientras que México toma a las personas. Uruguay presenta dos ejercicios, en uno toma a las personas y en el otro a los hogares. En la mayoría de los casos, la presentación de la pobreza multidimensional se complementa con la pobreza por ingresos.

Los indicadores involucrados se refieren a vivienda, hábitat y servicios básicos; educación; empleo y protección social; y salud. Al interior de cada uno se definen precariedad de los materiales de la vivienda, hacinamiento, tenencia insegura de la vivienda, condiciones sanitarias deficientes, ubicación de la vivienda en zona vulnerable, inasistencia a un establecimiento educativo en las edades obligatorias, rezago escolar de los asistentes, logro educativo insuficiente, dificultades para acceder al empleo remunerado, precariedad laboral de los trabajadores, déficit de cobertura previsional de los adultos mayores y ausencia de doble cobertura de salud (obra social o prepaga).

No es para calcular si hay más pobres, sino para comprender la dimensión de la pobreza

Como se puede evaluar, cada uno de estas condiciones definen la calidad de vida de los hogares y de sus integrantes, lo que implica criterios más abarcativos que el del ingreso monetario de la familia.

Una forma de dar cuenta de la multidimensionalidad de la pobreza es si un hogar presenta privaciones en al menos dos indicadores de distintas dimensiones. Por ejemplo, una privación en la dimensión vivienda (hacinamiento) y otra en la de educación (rezago escolar).

Como no existe la elaboración oficial periódica de este indicador, se rescata el publicado por el Sistema de Información, Evaluación y Monitoreo de Programas Sociales (Siempro), en el segundo semestre de 2020, con un método integrado (incluyendo el aspecto monetario), el cual permite cruzar la pobreza monetaria con la pobreza multidimensional. Considerando este método, un 58,1% de la población (45,9% de los hogares) presentaba al menos una de estas dos situaciones de pobreza -monetaria o no monetaria-. El indicador tradicional del Indec de pobreza por ingresos era del 42%  de la población.

Si, ahora con Milei, la pobreza que mide el Indec alcanzó el 52,9%, ¿cuál sería el porcentaje de la pobreza multidimensional continuando la misma proporción del 2020 en un contexto de abandono del Estado y deterioro en cada una de las condiciones de este indicador?

Fuente: www.pagina12.com.ar



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