OPINIÓN
26 de noviembre de 2023
El menemismo en sangre de Javier Milei
El presidente electo se mostró más pragmático de lo que temía el PJ. De la rosca del gabinete a la charla a solas con Fernández. Kicillof asoma como el enemigo perfecto.
Por Gabriela Pepe
“Mauricio Macri es gorila, yo no. Yo soy menemista”. Javier Milei distendió la charla con Alberto Fernández en Olivos y, de paso, dejó un mensaje para el resto del peronismo. El Presidente saliente y su hombre de confianza, Juan Manuel Olmos, tomaron nota de su pragmatismo. Aplacado, el primer mandatario electo aceptó algunas sugerencias y rechazó otras, con fundamentos ideológicos. “Se van a llevar una sorpresa”, vaticinó después el vicejefe de Gabinete ante algunos dirigentes de su confianza.
Cómo gobernará Milei es una pregunta todavía con pocas respuestas. El libertario mantiene una danza sinuosa con Macri al tiempo que alimenta su relación con el peronismo no kirchnerista y extiende sus límites más allá de lo pensado. Cerró acuerdos con Juan Schiaretti y le dará, entre otras áreas, nada menos que la administración de la ANSES, que estará a cargo del ministro de Economía de Córdoba, Osvaldo Giordano.
En la misma línea, propuso la presidencia de la Cámara de Diputados para el exministro del Interior Florencio Randazzo mientras le pidió a Daniel Scioli que continúe como embajador en Brasil para “recomponer el vínculo” con Luiz Inácio “Lula” Da Silva. Los rumores de Palacio indican que Milei llegó a ofrecerle un importante cargo a Olmos en su futura administración, pero el vicejefe de Gabinete dijo que no.
El nombramiento de Mariano Cúneo Libarona el frente del Ministerio de Justicia también le dio señales de distensión al peronismo. El abogado penalista, ícono de los noventa, tiene lazos directos con Comodoro Py. Su perfil, dicen en el oficialismo, indica que no habrá "persecución” judicial impulsada por el poder político. En la Casa Rosada remarcan, además, que el Gobierno no tiene denuncias de corrupción.
Milei concentra sus definiciones en una mesa chica a la que tienen acceso privilegiado Karina Milei, y Nicolás Posse, futuro jefe de Gabinete. La hermana del mandatario electo estuvo el viernes en la Casa Rosada para afinar los detalles de la ceremonia de traspaso con el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello. A partir del 10 de diciembre podría ocupar esa misma oficina. El cargo está reservado para alguien de estrecha confianza del Presidente, implica manejo de su agenda y de todos sus movimientos.
Posse conoció al presidente electo en Corporación América, el holding que comanda Eduardo Eurnekian, donde también estuvieron el futuro ministro de Interior, Guillermo Francos; la actual secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra; el excanciller Rafael Bielsa; y uno de los hombres de mayor confianza del Presidente y de Cristina Fernández de Kirchner, el diputado Eduardo Valdés. En privado, Posse se ufana de cómo se articula el vínculo con Macri: “Lo tengo cortito”. El futuro jefe de Gabinete fue quien promovió el nombre de Luis Toto Caputo para ocupar el Ministerio de Economía. Todavía no está definido.
Francos dio el primer paso en la relación con el kirchnerismo el viernes. Como publicó en exclusiva Letra P, el futuro ministro del Interior se reunió en las oficinas que el Banco Provincia tiene en el centro porteño con Axel Kicillof. Fue un primer encuentro “institucional”. El diálogo fue cordial. Se conocían de los tiempos en los que Kicillof era ministro de Economía de Cristina.
El gobernador le llevó a Francos el detalle de los números de la provincia de Buenos Aires y sus necesidades. Le remarcó que la supuesta discrecionalidad en los fondos que recibe de parte de la Nación no es tal: la provincia produce el 36% del PBI de la Argentina y recibe el 21,7%. El enviado de Milei se llevó un informe completo.
Francos lo había anunciado antes del ballotage. “Kicillof va a ser un actor importante de la política argentina, porque va a ser el gobernador de la provincia de Buenos Aires. Más allá de que uno pueda tener diferencias ideológicas con él, la relación Nación- provincia es muy importante. Si yo fuera parte del equipo de Milei, lo primero que haría sería llamarlo”, dijo en diálogo con FM Milenium. Cumplió.
Antes que hombre de Corporación América, Francos fue diputado nacional por el peronismo. También fue presidente del Banco Provincia durante la gestión de Scioli, con quien mantiene una estrecha amistad y ejerció como representante argentino ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) del gobierno de los Fernández. También fue fundador del partido Acción por la República, junto a Domingo Cavallo. “Los gobiernos pasan, cambian los partidos y todos siempre lo necesitan a Guillermo”, bromea un dirigente radical que lo conoce desde hace décadas. Habla de un sistema vasto de relaciones.
Cómo será la relación entre la administración de Milei y Kicillof depende casi directamente de la injerencia que Macri tenga en el gobierno. En el kirchnerismo deducen que, si el expresidente tiene mucha, “la guerra va a ser contra la provincia de Buenos Aires”. Algo parecido a lo que sucedió con Alicia Kirchner en Santa Cruz en el período 2015-2019, pero con consecuencias mucho más catastróficas, por peso específico de la provincia de Buenos Aires y ubicación. “Si tiene mucho poder, va a querer destruir a Axel”, sintetizan. Resta mucho por ver. Las primeras señales no van en ese sentido, en particular, porque no queda claro que Macri consiga lo que soñó cuando decidió apoyar a Milei. Del acuerdo que cerraron antes del ballotage había surgido la versión de que el libertario le daría la presidencia de la Cámara de Diputados a Cristian Ritondo. Ahora está en duda.
Kicillof y Milei tienen diferencias ideológicas profundas e irreconciliables. El presidente electo cree en la mano invisible del mercado. El gobernador es un especialista en el heterodoxo John Maynard Keynes y su tesis de doctorado fue “Génesis y estructura de la teoría general de Lord Keynes”. Después dedicó otros libros al análisis del mismo economista británico. Milei lo aborrece. Califica a Keynes de “comunista” y se considera a sí mismo “heredero” de Adam Smith.
De limitarse a la discusión teórico-académica, nada de eso tendría impacto en la vida de la ciudadanía bonaerense. Pero a Kicillof le preocupa el impacto que tendrá el plan económico de Milei en la provincia en la que viven 17,5 millones de personas. Una recesión profunda y alta inflación combinada con desempleo generará profundos problemas sociales y una escalada en el nivel de violencia.
En las conversaciones que mantuvieron esta semana con dirigentes oficialistas, los colaboradores de Milei dejaron trascender que habrá contención para evitar el desmadre. Tal vez a contramano de lo que pensó una parte de sus votantes, el presidente electo dijo que “no va a tocar los planes sociales”. “Quiere ser (Carlos) Menem”, definió una figura que tuvo contacto con la cúpula de La Libertad Avanza (LLA) en los últimos días.
La reinvención del peronismo
Las razones del triunfo de Milei frente a Sergio Massa todavía están en pleno proceso. La más obvia, que ganar una elección con un gobierno disfuncional, crisis de liderazgo, problemas de armado político y 140% de inflación interanual era una misión casi imposible, que sólo se sostenía por la posibilidad de que la contrafigura del libertario generara temor en la sociedad. No ocurrió. “La gente se hartó de ver nuestras caras”, definió una figura central de la campaña de Unión por la Patria (UP). La ola fue imparable. “No había de dónde sacar más votos”, definen en lo que queda del oficialismo.
La consecuencia de un largo proceso de desgaste no solo fue la derrota en el ballotage. El peronismo perdió a lo largo del año siete provincias, Santa Cruz, Chubut, San Luis, San Juan, Santa Fe, Entre Ríos y Chaco y el fin de la hegemonía peronista en el Senado. En ese contexto, el 44,3% que consiguió Massa fue casi un milagro. “Lo que hizo Sergio es una cosa de locos, una campaña tremenda. Pero era el ministro de Economía de este gobierno, era imposible”, dice un hombre de primera línea del peronismo que empezará a tallar fuerte a partir de diciembre en la reconfiguración.
El futuro de Massa es una incógnita. La noche de la derrota, aseguró que empezaba una “nueva etapa” en su vida. Insinuó un retiro, que nadie terminó de creer. Lo cierto es que el massismo tiene pocos lugares desde donde hacer pie. En junio, Massa se quedó con la candidatura presidencial, pero le entregó a Cristina casi todos los lugares en las listas legislativas.
“Axel es el único que queda en pie”, dicen en el kirchnerismo. Pero el futuro dista de parecer apacible. Por eso, en el entorno de Kicillof aseguran que se dedicará a “solidificar” la provincia de Buenos Aires. “La gente nos votó para gestionar. Revalidó nuestro lugar, nuestra postura y la forma de encarar el gobierno”, dicen en el kicillofismo.
El gobernador siempre le rehuyó a la rosca política y buscará no perder los atributos personales que aparecen los focus group de todos los consultores: genuino, transparente, honesto. “Si te va mal en la gestión, no existe ningún liderazgo”, agregan. Kicillof dedicará los próximos días a armar su próximo gabinete y mirar con lupa el presupuesto. Será puntilloso en las prioridades para hacer una revisión “quirúrgica” del gasto. Esta semana, se reunirá en Buenos Aires con otro gobernadores peronistas y aliados para discutir cómo será su relación con el nuevo gobierno.
La disputa por los nuevos liderazgos del peronismo tendrá que esperar. Kicillof no se embarcará por ahora en la pelea. Tampoco el cordobés Martín Llaryora, que asumirá en diciembre. Desde Córdoba aseguran que hará lo mismo que promete el bonaerense: dedicarse de lleno a la gestión. Llaryora piensa que el peronismo todavía está con un “manual viejo, del 45'” y tiene que adaptarse a la nueva era. Solo se meterá en discusiones con Milei para defender los recursos de Córdoba y no perderá “ni un minuto” en la sede del PJ. De esa pelea se encargará Schiaretti, que buscará ponerle fin al ciclo kirchnerista para inaugurar una nueva era. Además de ubicar funcionarios en el nuevo gobierno, el mandatario cordobés saliente saldrá a la cancha a tratar de emular el modelo 2016: armar un bloque fuerte en Diputados y el Senado con peronistas que cree que podrían emigrar de UP, impulsados por los gobernadores necesitados de recursos.
Fuente: www.letrap.com.ar