OPINIÓN
5 de noviembre de 2023
La historia juzgará
En un escenario tan parejo, la responsabilidad de los dirigentes radicales en torno a la defensa de la democracia se acrecienta. La jugada de Macri ha sido clara y eficaz, mientras que las titubeantes declaraciones de casi todo el resto de Juntos por el Cambio tienen poca incidencia sobre su electorado.
El martes 24 a la noche, a solo dos días de la derrota de Patricia Bullrich y el estancamiento de Javier Milei (en relación con su “batacazo” en las PASO), Mauricio Macri concretó una jugada política audaz. Adelantándose al resto de los dirigentes de Juntos por el Cambio, logró la “reconciliación” entre Bullrich & Milei y un acuerdo electoral cuyos términos secretos, seguramente, son inconfesables.
Tan solo unas horas más tarde, esta alianza fue comunicada a una sorprendida dirigencia del PRO y, por televisión, al resto de Juntos por el Cambio, en una movida que decretaba, por sí misma, la ruptura de esta coalición. Sin embargo, por la velocidad y sorpresividad de la misma, los asombrados dirigentes no pudieron delinear una posición propia. Tal vez por ello se limitaron a criticar las formas de Macri y presentaron, como una pretendida virtud, la posición de prescindencia frente a los dos candidatos del balotaje. En la práctica, esta postura implicaba transmitir un mensaje muy confuso al electorado propio, desdibujando su papel de pretendidos “dirigentes”. Es que un escenario de balotaje genera una cierta necesidad en la ciudadanía de que sus referentes le sugieran (obviamente, no que les ordenen) cuál es la mejor opción o, al menos, cuál consideran que es el “mal menor”.
Es por ello que la jugada de Macri ha sido clara y eficaz, mientras que las titubeantes declaraciones de casi todo el resto de Juntos por el Cambio tienen poca incidencia sobre su electorado.
En una encuesta realizada entre el sábado 28 y el lunes 30 hemos podido observar que entre quienes votaron a Patricia Bullrich el 22 de octubre, solo un 20% rechaza su alianza con Milei (un 13% respondió que no le gusta para nada y un 7% que no le gusta). En cambio, un 76% la avala: a un 26% le gusta mucho, a un 12% le gusta bastante y a un 38% no le gusta, pero cree que era necesaria. Solo a un 5% le resulta indiferente el acuerdo.
Correlativamente, el 65% de los votantes de Bullrich se inclinan por Milei para el balotaje, solo un 8% votaría a Massa y el 27% restante manifiesta que votaría en blanco, nulo o que no iría a votar. De forma muy previsible, hay una clara relación entre el voto a Milei y lo que piensan del acuerdo: todos los que acuerdan votarían a Milei. En cambio, entre quienes no gustan o no gustan para nada del acuerdo, casi ninguno lo votaría. Lo que es más problemático para el candidato oficialista es que entre ese 20% de disconformes con la alianza predomina el voto en blanco, nulo o la abstención (53%) y no el voto a Massa (43%), por eso solo un 8% de quienes votaron a Bullrich se inclinarían por Unión por la Patria.
El anti-kirchnerismo es el fundamento que agrega fuerza a la jugada de Macri, ya que es extremadamente fuerte en ambos conjuntos de votantes: un 83% de los votantes de Bullrich y un 91% de los de Milei están muy de acuerdo con que “para sacar al país adelante, hay que acabar con el kirchnerismo”. Es por eso que, al menos hasta el 30 de octubre, este acuerdo no había impactado críticamente entre los votantes a Milei en las elecciones generales: solo a un 4% no le gustaba o no le gustaba para nada.
Cuando proyectamos estas potenciales conductas, más la de quienes votaron a Juan Schiaretti (con un voto muy dividido), a Myriam Bregman (claramente orientados hacia Massa) y quienes votaron en blanco el 22 de octubre (que mayoritariamente dicen que repetirían esa conducta) observamos una clara diferencia en favor de Milei (con algo más del 45% de intención de voto, frente a casi 42% de Massa, 7% en blanco y 6% que no irían a votar, de los cuales 4% votaron en las generales y solo 2% no fueron). Pero cabe aquí formular la aclaración de que estas proyecciones de voto son solo tendencias, por dos motivos que es clave considerar para no trasmitir impresiones equivocadas.
En primer lugar, queremos recordar algunas cuestiones sobre la técnica de encuesta para evitar esa dualidad que mucha gente tiene frente a las encuestas pre-electorales (oscilan entre plantear que “no sirven para nada, siempre se equivocan” y consumir sus resultados como si pudieran estimar con precisión decimal qué va a acontecer):
- Toda encuesta se realiza sobre una muestra y a partir de ella se estima cuál sería el comportamiento del conjunto de la ciudadanía. Si todos (o casi todos) los invitados a responder el cuestionario lo hicieran, podrían estimarse márgenes de error (esos más/menos que habitualmente se publican junto con el resultado de la encuesta).
- Lamentablemente, hoy en día las encuestas (tanto las telefónicas como las online) son respondidas por una ínfima proporción de quienes son invitados (las encuestas presenciales solo logran reducir un poco este problema). Obviamente, no es posible pensar que quienes las responden piensan exactamente igual que quienes no las responden. Por este motivo, nuestro equipo considera que no se debe calcular ese margen de error, ya que no contamos con ese grado de precisión.
- Luego, se realizan una serie de correcciones y ajustes para tratar que la muestra obtenida se acerque lo más posible a una serie de características claves: el género, la edad, las regiones geográficas, el tipo de localidad, el nivel educativo, y también lo que votaron en la última elección (en la ficha técnica se explica cómo trabajamos nosotres). Y esto nos permite acercarnos bastante a estimar la conducta del conjunto. Sin embargo, en cada coyuntura particular pueden existir otras cuestiones que no hayamos sabido controlar y que estén incidiendo en diferenciar a quienes contestaron la encuesta de quienes no la quisieron contestar.
En segundo lugar, para el momento en que se cerró esta encuesta quedaban aún 20 días para el momento de la elección, por lo cual la dinámica preelectoral seguramente impactará en las intenciones de voto. En particular, difícilmente haya tantos ciudadanos que voten en blanco o que no concurran (especialmente, entre quienes ya han concurrido el 22 de octubre). Cuatro grandes factores seguramente modificarán las tendencias de voto que hemos estimado:
- Uno de cada diez votantes de Milei no está seguro de su voto.
- El 6% de las personas que respondieron la encuesta piensa que Milei está loco y sería un peligro que se convirtiera en Presidente y, sin embargo, dice que votaría en blanco, nulo o no iría a votar. Es muy probable que buena parte de esta gente repiense su conducta en estas semanas y se incline por votar de forma de impedir su triunfo, es decir votando a Massa.
- Entre quienes votarían a Milei encontramos gente que tiene opiniones en diversos temas muy discordantes con los dichos y propuestas de este candidato: alrededor del 8% y el 40%, según los temas.
- En los últimos días (con posterioridad al cierre de la encuesta), un conjunto de intelectuales y varios periodistas y comunicadores con especial incidencia sobre importantes porciones de la ciudadanía distante del peronismo (y en especial muy crítica del kirchnerismo) se han pronunciado en contra del voto a Milei o, incluso, explícitamente a favor del voto a Massa. También lo han hecho algunos dirigentes del radicalismo.
Las tres primeras cuestiones las estamos abordando en otras notas, pero aquí queremos, para finalizar, prestar especial atención a la posible conducta de quienes se referencian en el radicalismo.
Como decíamos, la falta de un claro posicionamiento del radicalismo ha estimulado una fuerte dispersión entre quienes se sienten cercanos a esta fuerza política (que constituyen un 9,5% de los encuestados). Así, un 39% de estos se inclinan por votar a Milei, mientras que un 22% se orienta hacia Massa y el 39% restante manifiesta que votará en blanco, nulo o no irá a votar. Para incidir en esta base de simpatizantes no alcanzan los guiños o las medias palabras, sino un posicionamiento claro, como el que, en otro sentido, tomaron Macri y Bullrich con un notorio impacto en su electorado más fiel (el 83% de quienes se sienten cercanos al PRO votarían a Milei).
En un escenario tan parejo, la responsabilidad de los dirigentes radicales en torno a la defensa de la democracia se acrecienta. El porcentaje de votantes en blanco, nulos o que no irían a votar y se sienten cercanos al radicalismo constituye casi un 4% del total de la ciudadanía y podría ser definitorio en el resultado del balotaje.
El llamado de Massa a un gobierno de unidad nacional en defensa del sistema democrático deja abierto un escenario en el que la Historia juzgará, tal vez con severidad, la falta de un apoyo más claro a esta defensa unida del sistema.
En fin, la jugada de Macri se ha relevado como efectista, pero a la vez efectiva. Y no sólo ha destrozado a Juntos por el Cambio, sino que ha colocado a la Argentina al borde de un abismo, con el riesgo de que triunfe un candidato presidencial que, cuando fue interrogado específicamente, no pudo siquiera decir que estaba a favor del sistema democrático. Y, por si esto fuera poco, su compañera de fórmula es una abierta defensora de la última dictadura y los métodos del terrorismo de Estado.
Queda del lado de Massa pero, sobre todo, de otros sectores dirigenciales, poder responder en términos igualmente contundentes y efectivos. Al mismo tiempo, todos los ciudadanos y ciudadanas debemos asumir la defensa de una democracia que se encuentra ante el mayor riesgo que ha tenido en estos 40 años.
* El autor es investigador principal del CONICET y profesor titular de la Universidad Nacional de Quilmes.
Ficha técnica:
Metodología on-line, 5.320 casos. La encuesta fue realizada por el laboratorio SocPol del IESAC-Universidad Nacional de Quilmes, en el marco del proyecto de investigación PICT “Subjetividades políticas en tensión durante la pandemia y la pospandemia en la Argentina”, integrado por investigadores/as de la UNQ, UNC, UNTREF, UBA, UNLP, UNRN y UNaM.
Se realizó una campaña de publicidad en Facebook e Instagram entre el sábado 28 y el lunes 30 de octubre de 2023, a través de 120 segmentos publicitarios: en diez zonas (las regiones NOA, NEA, Cuyo, Patagonia y las provincias de Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, La Pampa, Buenos Aires, Conurbano y CABA), en dos tipos de departamento por zona (según importancia de las localidades) y dentro de estas zonas diferenciando tres grupos etarios y a los dos géneros principales, graduándose los montos de la publicidad según el peso demográfico de cada segmento, con un reajuste según la tasa de respuestas en la mitad de la campaña. Se alcanzaron a 680.000 personas (con 1.620.000 impresiones de la publicidad). De ellas, 22.800 clickearon en el anuncio, 6.200 comenzaron la encuesta y 5.320 personas la completaron (de las cuales 900 fueron captadas, adicionalmente, por invitación vía mail de anteriores respondentes de la encuesta para las PASO). Para promover la contestación, incluso de personas poco interesadas en responder “¿Cómo está la sociedad argentina hoy?” (eje del flyer) y ganar en representatividad, se realizó el sorteo de una notebook entre les respondentes.
Se ajustaron a los parámetros poblacionales (Censo 2010) el peso de cada una de las regiones y dentro de ellas la distribución por tipo de zona, tipo de departamento, género y grupo etario (solo hubo que hacer correcciones menores). Luego se ajustó la distribución del máximo nivel educativo alcanzado en cada una de las regiones y tipo de departamento, en base a los datos de la EPH 2021 y una estimación del incremento en relación al censo 2010 del nivel educativo para los departamentos que no tenían aglomerados según mejora general de los aglomerados.
Fuente: www.elcohetealaluna.com