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12 de septiembre de 2023

Ganancias: Sergio Massa metió un gol de doble filo que complica a Bullrich y a Milei

El candidato oficialista instaló un tema en la campaña que obliga a contorsionarse a Bullrich y a Milei. El olvido de Macri, la aristocracia obrera y el problema de la caja.

Por Marcelo Falak 

El ministro de Economía y candidato presidencial por Unión por la Patria (UP), Sergio Massa, metió un gol político-electoral con el anuncio del final del cobro del impuesto a las Ganancias sobre los salarios, una vieja bandera del sindicalismo, tanto que en su momento fue la piedra de toque de un enfrentamiento entre el moyanismo –uno de los sectores que representa a los trabajadores de mayores ingresos– y la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El tema, que tiene sus bemoles –incluso en materia de justicia social– supone, de cualquier modo, un impacto fuerte en una campaña abundante en polémicas pero avara en novedades, y mete a la oposición, en especial a Juntos por el Cambio, en un brete difícil de resolver.

La medida se expresará en un proyecto de ley que se enviará al Congreso para eliminar la llamada "cuarta categoría" a partir del 1 de enero próximo, pero en los hechos comenzará a regir desde el primer día del mes que viene merced a un decreto de necesidad y urgencia (DNU) que elevará el mínimo no imponible a 1.770.000 pesos.

Cuando anticipó la medida el miércoles de la semana pasada en una aparición televisiva, en Juntos por el Cambio hubo chicanas y lo azuzaron a no esperar a ganar las elecciones. Insólitamente, esas referencias del antiperonismo no lo vieron venir y Massa lo hizo.

¿Y ahora? ¿Cómo hace la oposición para oponerse, cosa que se supone que debería hacer según los manuales electorales, cuando se trata de un beneficio tangible para 800.000 contribuyentes-votantes, que verán una mejora de sus ingresos de hasta el 21%? ¿Cómo si esa misma fue una de las mayores promesas incumplidas del gobierno de Mauricio Macri?

De hecho, en JxC se ensayaron este lunes balbuceos de protesta, pero el brete es enorme: oponerse implica poca cosa –mientras haya voluntad política para elevar el mínimo no imponible, la misma regirá– y, además, sería piantavotos. Igual lo intentaron con contorsiones dignas de admiración.

Mientras, uno de los aspectos políticamente relevantes de la decisión es que el universo de 80.000 contribuyentes que seguirá gravado por esa imposición está compuesto por funcionarios políticos, personas beneficiarias de jubilaciones de privilegio y otras categorías a las que La Libertad Avanza (LLA) les aplica el estigma de "la casta". El mileísmo no podría oponerse a una reducción de impuestos porque, de hecho, los detesta todos… ¿o solo rechazará los que se aplican a las familias más ricas y a las empresas más grandes? Se verá…

¿Ministro o candidato?

Hay que reconocer que la "clase media trabajadora" ha sido siempre uno de los nichos electorales que más ha mimado "el Señor de los Alivios". Sin embargo, ocurre que el ministro también es candidato y ni él mismo se esforzó en ocultar esa evidencia al decirle a la audiencia que lo vivaba que "lo que se define en los próximos 45 días es si los trabajadores pierden sus derechos, si sus hijos pierden el derecho a la universidad pública o si somos un país industrial".

Imponiendo por fin un tema de agenda –uno que, además, se da la mano con el clima de época de menor interferencia del Estado, incluso a contrapelo del cristinismo–, Massa metió un pleno que necesitaba demasiado. Y sin embargo…

Un golpe de efecto con bemoles

No todo en esta desgravación es necesariamente virtuoso

Para empezar, más allá de que el gravamen tenga el equívoco nombre de "impuesto a las Ganancias" y que pueda argumentarse que el salario no es tal cosa, la imposición a los ingresos más altos es una medida fiscalmente progresiva y común en la mayoría de los países del mundo. Que quede claro: Massa está beneficiando a los trabajadores y trabajadoras mejor remunerados –quienes ganan hasta 15 salarios mínimos–, algo que no se condice con un concepto estricto de justicia social.

Hernán Lacunza, exministro de Macri y reciente jefe de los equipos de Horacio Rodríguez Larretaexplicó bien lo discutible que resulta lo anunciado desde el punto de vista de la progresividad. Es mejor pensar en su argumento que hacer descalificaciones ad hominem, aunque es cierto que el sector que integra el economista se desespera por bajar o eliminar retenciones a las grandes cerealeras y mineras, y por desgravar a las personas más ricas…

Macri –insólitamente olvidado de su promesa 2015 de abolir ese impuesto sobre los salarios– hizo propias esas palabras en la noche del lunes en su reaparición en TN, en la que vaticinó "una segunda vuelta entre los libertarios y Juntos por el Cambio", con pronóstico favorable para "Patricia (Bullrich), que es mi candidata". Interesante… No es que la apoye; ella es "de él".

Hay que recordar que en la Argentina jueces y juezas, fiscales y empleados y empleadas del Poder Judicial nunca han pagado Ganancias y que la alícuota más alta de ese gravamen es del 35% para las persona más ricas –que aparte, muchas veces lo eluden o directamente lo evaden–, cuando en los países en los que nos gusta referenciarnos ronda el 50%… Entonces, ¿esto es estrictamente justo? No necesariamente, pero el país se merece un replanteo general y verdaderamente progresivo de su edificio fiscal, que haga sustentables las necesidades de inversión y asistencia social, a la vez que apunte a un equilibrio presupuestario ya ineludible. Falta racionalidad en este debate.

En segundo lugar, Massa no logra salir de la apretada camisa de fuerza de un peronismo que sigue pensando una Argentina que ya no existe porque le resulta más sencillo interpelar al mundo del trabajo formal, uno que la flexibilidad laboral impuesta de facto por el mercado ha achicado sensiblemente en las últimas décadas en términos relativos. ¿Cómo alcanzar, cómo aliviar a quienes no saben de aguinaldo, vacaciones, relación de dependencia o salarios que puedan ser alcanzados por Ganancias?

El candidato es conciente de esa limitación narrativa y de políticas, y abordó la cuestión en su discurso. "Lo que nosotros queremos marcar es el sendero claro de que mi eventual presidencia va a estar enmarcada por la recuperación del salario".

En esa misma línea, se percibe cierta movilización de base ante el temor que despierta la ultraderecha paleolibertaria en parte de la argentinidad más popular. El padre Pepe (José MaríaDi Paola, coordinador de Los Hogares de Cristo e integrante del Equipo de Curas de villas y barrios populares porteños y bonaerenses, se congratuló por el encuentro que mantuvo con Massa, a quien le ponderó la "apertura" para abordar las "necesidades" de la gente más pobre.

Tercero, hay un riesgo: que el dinero que desde el mes que viene no vaya al fisco sino a los bolsillos de los trabajadores y trabajadoras, vaya a recalentar el dólar en un contexto de inflación pluscuamsostenida y de una campaña en la que, hasta este lunes, no se hablaba de otra cosa que de dolarización o de economía bimonetaria. También a eso se refirió Massa, cuando pidió "que cuidemos nuestra economía y si tienen que ahorrar, compren un autito, algún bien producido en la Argentina; no me vayan a comprar dólares". Como apelación vale; que le hagan caso dependerá de otros factores. Él les habló con el corazón…

Cuarto, la desgravación, que se suma a otras decisiones recientes de aumento del gasto, se da de bruces con la promesa realizada al FMI de cerrar el año con un déficit fiscal de 1,9% del PBI. También ese asunto fue abordado por el ministro, quien explicó que "la Argentina les está cobrando un impuesto a los bienes que se importan. Le está poniendo un impuesto al trabajo extranjero que está generando una mejor recaudación. Esa mejor recaudación, más la mejora en el consumo y la recaudación que genera esa mejora en el consumo, va a servir para financiar esa quita del impuesto a las Ganancias". ¿Será? Hoy poco importa más que la campaña. Ya llegará el momento de ajustar las las cuentas.

Fuente: www.letrap.com.ar

 

 

 

 



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