30 de mayo de 2013
Newell’s celebró en la noche del penal
Tras el 0-0 en los 90 minutos, eliminó al equipo de Bianchi tras una serie que es récord en la Copa. La noche tuvo un desenlace infartante. Definió Maxi Rodríguez y la figura fue el arquero Guzmán, que atajó dos y convirtió uno
En la mágica secuencia del desenlace asomó un tímido murmullo. “Soy de Newell’s, soy...” Otra vez le tocaba a Maxi Rodríguez, era el penal número 26 de la noche en el Parque Independencia. Ya se habían repetido todas esas señales incomparables que sólo puede entregar el fútbol en su estado más puro. Los rezos, los gestos, los gritos, las muecas. Entonces ese jugador local con el numero 11 en la espalda inició la carrera, una carrera enmarcada por un silencio de alta tensión. Y viajó la pelota nomás. Y quedó flotando allá arriba, en el ángulo derecho de Agustín Orion. Y se desató el desahogo general. Fue el sublime instante de la demorada explosión futbolera. Newell’s, a las semifinales. Boca, afuera. Después de 26 penales. Después de un nuevo cero a cero, como allá en la ida, en la Bombonera. Después de tanto nervio, de tantas idas y vueltas entre penales errados y convertidos, después de todo emergió la celebración de los unos y el desencanto de los otros. Y la fiesta, claro, fue sólo roja y negra. Y vaya si se notó...
Una vez que el empate sin goles y sin vuelo desembocó en la serie de penales, más de una referencia en el Coloso recordó la histórica relación que une a esa particular forma de llegar al éxito con Carlos Bianchi. ¿Volvería a sonar el celular de Dios? Esas ovaciones del pueblo rosarino hacia sus jugadores durante la serie decisiva, incluso hacia aquellos que no convertían, parecían convencidas de poder torcerles el brazo a las presunciones. Los saludos descontracturados de Martino con Riquelme y Orion, o el diálogo a pura sonrisa entre los dos arqueros, antes de la eterna serie, pronto le dieron paso a una noche para el infarto.
Guzmán (con un machete entre la toalla, un ayuda memoria que le preparó Silvero, el encargado de los videos del plantel) le detuvo el penal a Riquelme y así empezó la película. Cuando el cuarto tiro de Newell’s, el de Cáceres, murió en el palo derecho, volvieron a quedar a mano, 3-3. Enseguida erró Caruzzo, pero Orion detuvo el penal de Urruti. Cuando después de Ribair le tocó a Tonso, los jugadores de Boca ubicados en el medio de la cancha salieron disparados para empezar el festejo. Pero no. Alcanzó a tocar la pelota Orion, pero fue gol igual, 5-5. Los palos seguían jugando, como en la ejecución de Bernardi. Ya había desperdiciado un match point Urruti, se lo había atajado Orion. Cuando Nahuel Zárate la tiró a las nubes, llegó la segunda chance para el equipo del Tata Martino. Pero no hubo caso, Orzán la tiró afuera, a la derecha. Siguieron convirtiendo, siguieron aumentando los números de una definición que se hizo récord en la historia de la Copa Libertadores: se igualaron los 26 penales con los que justamente Newell’s se metió en la final del 92 al vencer al América de Cali por 11-10. Siguió latiendo la incertidumbre...
Hasta que Nahuel Guzmán se tiró hacia su derecha y frenó el disparo del Burrito Martínez. Entonces brotó desde el contorno, casi como pidiendo permiso, aquel murmullo de apoyo. “Soy de Newell’s, soy...” La noche le dio paso al silencio. Y así se fue acercando Maximiliano Rodríguez a la pelota. Y la pelota al arco de Orion. Y la interminable serie de penales al desenlace. En silencio. Todo en silencio. Pero esa eternidad de un instante se rompió de golpe. Por el golpe del último gol.
Fuente:www.clarin.com