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EL TIEMPO EN LA CRUZ

28 de febrero de 2013

Boca pudo regresar al éxito y a la confianza

Logró un triunfo clave frente al Barcelona, en Guayaquil. No brilló, pero levantó su rendimiento en el segundo tiempo y lo reflejó con goles del Burrito Martínez y de Chiqui Pérez. Es una sonrisa después de días complicados.

 

Respira Boca. Y hasta se infla un poco el pecho. Ganó en Guayaquil ante el otroBarcelona. Sumó su primera victoria en la Copa. Les escapó a los molestos fantasmas que habían llegado con las amarguras recientes. No brilló, claro. Porque no son días para eso, parece. Pero recuperó esa autoestima tan importante para afrontar las complejidades de los malos momentos. Fue un 2-1 justificado por esa mejoría exhibida en el segundo tiempo. Y algo más: por un rato, Boca volvió a sentirse Boca.

El de anoche fue el último partido sin Román. Y, se sabe, la influencia de Riquelme puede resultar decisiva. Pero está claro que el diez no llega al mejor de los escenarios. No es todavía un equipo consolidado. No luce. No encanta. A simple vista, no alcanzará con un nombre para resolver los inconvenientes. Lo sabe y lo dijo Bianchi: un jugador no puede cambiar nada en soledad. Pero, al menos, se sumará al equipo en un ambiente distinto: los tres puntos en Ecuador mucho se parecen a renacer. E invitan a la mejor de las posibilidades: volver a creer.

Más allá de algunos indicios favorables exhibidos bajo el cielo de Guayaquil, no cambió mucho la actuación de Boca. Pensó el partido con una prioridad: evitar que lo lastimaran. Cuatro defensores, cuatro mediocampistas más Viatri y Martínez allá adelante. Para la elaboración, los dos delanteros -de destacada actuación- tenían que retroceder casi invariablemente. Y eso les quitaba posibilidad de pisar el área. No fue casualidad: en el primer tiempo, el equipo del Virrey tuvo apenas una llegada a fondo. Estuvo a cargo del Burrito , quien definió apenas desviado.

Boca tuvo una enorme virtud, de todos modos.

Fue contundente. En cuatro minutos pasó de la incomodidad de jugar en la cornisa ante un rival intenso a una victoria muy valiosa. En ese lapso breve convirtió dos goles. Los dos desde una pelota detenida y ejecutada por el mismo futbolista: Nicolás Colazo. En el primero, la bajó Viatri y definió Martínez. En el segundo, cabeceó Claudio Pérez.

Antes de esa preciosa ráfaga para Boca, el partido siguió siendo parecido al de la primera mitad: arduo, complicado, con nueve jugadores de visitantes siempre detrás de la línea de la pelota. Luego del 2-0, Boca -quizá por primera vez en este tercer ciclo de Bianchi- se sintió dueño del desarrollo. Cuidó la pelota, no se impacientó, esperó más adelante (así, generó siete off sides del rival) y no sufrió al Barcelona ecuatoriano. Esa calma se vio favorecida por una cuestión ajena: el equipo local ya no era aquel que se animaba a todo. Estaba cansado en lo físico y gastado en cuanto a las ideas. No supo cómo vulnerar a Boca. Tropezó. Hasta perdió las ganas, al menos en apariencia.

Ya con la lluvia, el partido se hizo más lento, más pesado . Y Boca comenzó a mostrar su oficio para consolidar su primera victoria en esta Libertadores, su gran objetivo del semestre. El penal de Clemente Rodríguez a Juan Paredes, permitió el descuento de Michael Arroyo. Quedó el tiempo adicionado para sufrir un instante. Pero fue apenas un suspiro. A esa altura, Boca ya había aprendido a ganar.

Fuente: www.clarin.com



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