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OPINIÓN

27 de octubre de 2025

Un triunfo inesperado que Milei usará como cheque en blanco

La Libertad Avanza cumplió su objetivo de pintar buena parte del país de violeta y obtener el tercio para blindar vetos y decretos. La ola triunfal alcanzó la Provincia de Buenos Aires, bastión de la oposición panperonista, y barrió los planes de Provincias Unidas. Gobernadores en el piso, interna recalentada en el PJ y aval al plan de saqueo con crueldad. Causas y consecuencias de Milei empoderado.

Por Adrián Murano 

La Libertad Avanza cumplió su objetivo de pintar buena parte del país de violeta y obtener el tercio para blindar vetos y decretos. La ola triunfal alcanzó la Provincia de Buenos Aires, bastión de la oposición panperonista, y barrió los planes de Provincias Unidas. Gobernadores en el piso, interna recalentada en el PJ y aval al plan de saqueo con crueldad. Causas y consecuencias de Milei empoderado.

Como manifestó en su discurso triunfal, Milei interpretará la contundencia del resultado como carta blanca para profundizar su proyecto de demolición de derechos, ajuste salvaje y saqueo estructural. La conquista del tercio en Diputados le permitirá sostener sus vetos presidenciales y avanzar con decretos de necesidad y urgencia sin temor a que el Congreso los revierta. Es el salvavidas que lo rescata del naufragio que parecía inevitable tras el 7 de septiembre, cuando el kicillofismo y Fuerza Patria lo habían derrotado en territorio bonaerense.

La remontada

La provincia de Buenos Aires fue el epicentro de la disputa y el territorio donde se jugó la suerte política del Gobierno. El dato resultó contundente: en septiembre votaron 8.079.316 electores; en octubre, 8.546.995. Es decir, hubo 467.679 votos más entre una elección y otra. La totalidad de ese caudal, y algo más, fue para La Libertad Avanza. Diego Santilli, el candidato libertario que asumió el liderazgo tras el escándalo narco que eyectó a José Luis Espert, obtuvo 3.498.207 votos en octubre contra los 2.723.710 de septiembre. Un salto de 774.497 sufragios. Fuerza Patria, en cambio, cayó de 3.820.119 a 3.444.858 votos: perdió 375.261 electores.

El resultado final, con el 95 por ciento de las mesas escrutadas, mostró a Santilli ganando con el 41,53 por ciento contra el 40,84 por ciento de Jorge Taiana. Menos de un punto de diferencia, pero suficiente para cambiar el relato político. Lo que en septiembre era una paliza peronista se transformó en octubre en una victoria libertaria que nadie anticipó. Todas las encuestas fallaron: ninguna proyectó este batacazo. La pregunta que atraviesa el análisis es cómo se produjo semejante volatilidad en un lapso tan breve. Y la respuesta no es sencilla.

En el período entre elecciones se profundizó el deterioro económico y social de las mayorías populares. En el medio, para sostener anclado el dólar -pilar del plan de estabilización por inanición- se quemaron miles de millones de dólares provistos a cambio de negocios financieros y activos estratégicos. La intervención de Estados Unidos sumó dramatismo a mercados sumidos en un ataque de nervios por la inminencia de la devaluación y el riesgo de default. Aún sin ninguna mejora objetiva en las condiciones materiales ni humanas de los argentinos de a pie, una combinación de antiperonismo estructural, hastío contra la política tradicional y memoria del fracaso reciente impulsó el voto a favor del gobierno como castigo al panperonismo en competencia.

Ola violeta

Más allá de Buenos Aires, el mapa nacional consolidó el dominio libertario en distritos clave. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Patricia Bullrich arrasó con una diferencia de 20 puntos. En Córdoba, la lista de Gonzalo Roca le ganó a Provincias Unidas —el esquema armado por el gobernador Martín Llaryora para desafiar a Milei— por 14 puntos de diferencia, un golpe letal para las aspiraciones presidenciales del cordobesismo. En Santa Fe, Agustín Pellegrini sacó 12 puntos de ventaja sobre la panperonista Caren Tepp. En Mendoza, Luis Petri obtuvo casi el 54 por ciento de los votos. En Entre Ríos, la lista promovida por Rogelio Frigerio alcanzó el 52,5 por ciento.

El peronismo apenas salvó la ropa en Santa Cruz, La Rioja, La Pampa, San Juan, Tucumán, Catamarca y Formosa. Santiago del Estero ratificó el poderío del kirchnerista Gerardo Zamora, mientras que Corrientes fue la única provincia donde Provincias Unidas —con el radical Gustavo Valdés al frente— logró imponerse. El resto del mapa se "pintó de violeta".

Según los datos oficiales La Libertad Avanza ganó 64 de las 127 bancas de Diputados que estaban en juego —la mitad del botín— y 12 de las 24 bancas de Senadores. Sumados a los 29 diputados que ya tenían dos años más de mandato y los 13 del PRO, el oficialismo supera con holgura el tercio necesario para blindar los vetos presidenciales y queda en una posición más cómoda para acercarse al quórum propio.

Los números invitan a una comparación histórica con el otro oficialismo no peronista reciente: el macrismo. Entre las elecciones generales de 2015 y las legislativas de 2017, Juntos por el Cambio creció 19,3 puntos a nivel nacional. Entre las generales de 2023 y estas legislativas de 2025, La Libertad Avanza creció 8,51 puntos. En términos porcentuales, el crecimiento de Macri fue mayor. Pero el análisis provincia por provincia revela un dato crucial: en las dos Buenos Aires —CABA y PBA— el libertarismo superó con creces al macrismo de aquella época.

En la Provincia de Buenos Aires, Macri había crecido 25,38 puntos entre 2015 y 2017. Milei creció 32,13 puntos entre 2023 y 2025. En la Ciudad de Buenos Aires, el contraste es todavía más dramático: Macri cayó 1,85 puntos en ese período. Milei, en cambio, creció 85,81 puntos. El dato resulta elocuente: la concentración del voto urbano, de clase media y de sectores populares que ven en Milei una épica antiperonista es el núcleo duro de su poder. Es en el Área Metropolitana de Buenos Aires —donde se concentra el 40 por ciento del electorado nacional— donde el libertarismo sostiene la construcción de su hegemonía.

En términos territoriales, el gran derrotado de la jornada fue Provincias Unidas, el esquema que pretendía romper la polarización entre Milei y el peronismo. A nivel nacional obtuvo apenas el 5,12 por ciento de los votos, un porcentaje marginal que pulveriza cualquier aspiración de construir una tercera vía competitiva. En la Provincia de Buenos Aires, con Florencio Randazzo a la cabeza, terminó quinto con el 2,45 por ciento, por detrás incluso del abogado mediático Fernando Burlando, que obtuvo el 2,79 por ciento.

El naufragio de Provincias Unidas confirma que en la Argentina no hay espacio para moderaciones ni terceras posiciones. El esquema que aglutina a gobernadores como Llaryora, Gustavo Valdés y otros dirigentes provinciales quedó desarticulado. En Córdoba, la derrota frente a Milei por 14 puntos es un golpe letal para las aspiraciones presidenciales de Llaryora en 2027. El cordobesismo, que se presenta como alternativa pragmática al libertarismo y al peronismo, no logró tracción electoral fuera de su provincia. Y en su propio territorio fue vapuleado.

Peronismo en crisis: interna y estrategia

El peronismo sale de estas elecciones en estado de ebullición. La derrota en Buenos Aires es un llamado de atención para Axel Kicillof, que apostó al desdoblamiento de las elecciones provinciales como estrategia para consolidar su liderazgo y proyectarse como candidato presidencial en 2027. Decisión que Cristina Kirchner siempre objetó. El resultado del domingo repuso en escena el entredicho y la interna recrudeció en tiempo real. La intendenta de Quilmes y diputada provincial electa, Mayra Mendoza, disparó apenas conocidos los resultados: "El conurbano va a salvar a La Patria y CFK tenía razón (no importa cuando leas esto)".

Cuando la escalada parecía inevitable el gobernador tomó la palabra flanqueado por Máximo Kirchner, Sergio Massa y Juan Grabois. "Seis de cada diez argentinos no están de acuerdo con el modelo que proponen" evaluó Kicillof. "Ni miedo, ni tristeza ni resignación; más trabajo, más militancia, más organización y más fuerza" enumeró en su discurso como fórmula para recobrar representación. Lanzado al rol de conductor, Kicillof enfrenta ahora el mismo dilema que atravesó al peronismo desde 2015: cómo reconstruir una identidad política sin liderazgos claros y poca sensibilidad para interpretar el humor social. El panorama es sombrío: el peronismo obtuvo el 31 por ciento a nivel nacional — sumando los sellos locales con Fuerza Patria—, un piso histórico que lo coloca entres sus peores performances electorales desde el retorno de la democracia.

Abstención: el dato silencioso

Hay un número que atraviesa toda la elección pero que el triunfalismo oficialista oculta: la participación electoral fue del 66 por ciento del padrón, la más baja desde el retorno de la democracia en 1983. En 2021, con restricciones pandémicas vigentes, había votado el 71 por ciento del padrón. La caída es significativa. Más de 12 millones de argentinos habilitados para votar no lo hicieron. ¿Es apatía, desencanto, rechazo al sistema político? Probablemente sea una combinación de factores, pero el dato no es menor: la elección que Milei celebra como ratificación popular de su proyecto se sostuvo sobre la abstención de uno de cada tres argentinos. 

La boleta única de papel, utilizada por primera vez en una elección nacional, fue elogiada por su transparencia y rapidez en el escrutinio. Pero no logró movilizar a un electorado exhausto. La fatiga electoral —en un año que incluyó comicios provinciales en ocho distritos— y el desencanto generalizado con la política explican en parte el fenómeno. Pero también revela una grieta más profunda: la de aquellos que ya no creen que votar cambie algo.

Trump, el elefante en la habitación

Ningún análisis de esta elección puede omitir el contexto económico en el que se desarrolló. A pocas semanas del 26 de octubre, la economía argentina atravesó una tormenta cambiaria que amenazaba con devaluar el peso y disparar nuevamente la inflación. La intervención directa del Tesoro de Estados Unidos —un rescate de 20.000 millones de dólares de fondos públicos más la promesa de otros 20.000 millones de inversores privados— fue la tabla de salvación que impidió un colapso prelectoral.

La decisión de Donald Trump de respaldar financiera y políticamente a Milei no fue altruista: el líder republicano ve en el presidente argentino un aliado estratégico en la región y un experimento ideológico afín a su propia agenda. El rescate llegó en medio del cierre parcial del gobierno estadounidense, lo que generó cuestionamientos incluso dentro del Congreso norteamericano. La senadora Elizabeth Warren exigió explicaciones al secretario del Tesoro, Scott Bessent, sobre por qué se priorizó el salvamento de Argentina durante una crisis presupuestaria interna.

La paradoja es que Milei ganó las elecciones gracias a un rescate financiero externo que evitó una devaluación prelectoral. ¿Qué pasará después del "violetazo"? En la previa, los operadores financieros temían que la estabilidad cambiaria fuera transitoria y que una devaluación poselectoral era un hecho. No era una percepción infundada: la sobrevaluación del peso es reconocida incluso por analistas que simpatizan con el Gobierno.

El triunfo electoral, sin embargo, altera el panorama. La cosecha de votos no solo le garantiza a Milei el blindaje legislativo para sostener su política de ajuste: lo empodera para profundizar el experimento libertario sin contrapesos institucionales. Con el tercio necesario en ambas cámaras, el Congreso ya no podrá revertir sus vetos. Las reformas estructurales que el Gobierno impulsa —laboral, previsional, impositiva— encontrarán menos resistencia parlamentaria. El desmantelamiento de derechos, eje central del proyecto mileísta, se acelerará.

La prueba de fuego se expresará en la calle. La participación electoral más baja de la historia democrática argentina revela una sociedad desencantada, cansada, escéptica. El 66 por ciento que votó no avala con entusiasmo el rumbo: muchos votos libertarios expresan más rechazo al peronismo que adhesión al proyecto de Milei. Y en ese intersticio radica la fragilidad del mandato anabolizado en las urnas: es un respaldo condicionado, sujeto a que la economía no colapse y que el ajuste no se profundice hasta niveles insoportables.

Fuente: www.eldestapeweb.com

 

 



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