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EL TIEMPO EN LA CRUZ

OPINIÓN

14 de julio de 2013

A horas del cierre de alianzas

Mañana a la medianoche vence el plazo para la inscripción. Hay dos frentes para la pelea de fondo, con un escenario polarizado que asegura la definición en primera vuelta. Otro de los interrogantes es quiénes serán los respectivos vicegobernadores. Y quizás lo más importante es quién logrará imponerse en la disputa por la re-re de los intendentes. Como telón de fondo, la situación de la Justicia correntina, con un previsible avance del poder central para sacar la media sanción en el Senado.
En las próximas horas se terminará por definir el escenario electoral de cara a las elecciones del 15-S, con el cierre de las alianzas previsto para mañana a las 24.

Este punto, junto a la decisión que en definitiva tome la Justicia en torno a la re-re, será determinante a la hora de definir las posibilidades de los dos candidatos que se disputan la Gobernación. Más allá del potencial propio de cada uno de ellos y de la aptitud que tengan para llevar adelante una campaña electoral excepcionalmente compleja como será la que se viene, nadie duda que ambas circunstancias, esto es cómo cierren las alianzas y cómo se defina el intríngulis de la re-re, tendrán un peso cuasi definitorio. La importancia del tema de los intendentes explica, de manera muy clara, la disputa que se da en torno a la suerte del Poder Judicial correntino, que a esta altura nadie está en condiciones de acertar respecto a su futuro. Desde hace meses que el tema está en la mira del poder nacional. Desde hace un par de meses entró en la agenda como uno de los temas prioritarios para una elección que, como la de Corrientes, el Gobierno necesita ganar para mejorar sus posibilidades en las elecciones de medio tiempo del 27 de octubre. La reunión del candidato del FpV de Corrientes con la Presidenta pareció ser el disparador del impulso dado al proyecto intervencionista al decir del propio presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales, el senador Marcelo Fuentes, quien admitió a este medio que hay consenso dentro del bloque oficialista para avanzar con la firma del dictamen que habilita el tratamiento en el recinto. Desde el lado del Gobierno provincial las cartas están echadas. Hay clara conciencia de la importancia que tiene la decisión del Superior Tribunal en torno a la re-re, y salga pato o gallareta nadie duda que el mandatario provincial quemará las naves, aun con todos los riesgos que comporta una decisión de esta naturaleza para asegurar la participación de los jefes comunales que le permiten competir con mayores posibilidades. Quizás una prueba acabada de que Colombi no dejará nada por hacer para intentar retener la Gobernación por los próximos cuatro años esté dada por la movida cumbiera que se dio en el barrio San Gerónimo, con una movilización multitudinaria que muestra que a la hora de buscar votos no se miden otros parámetros, lo cual podría darse también al ver la forma cómo se articulan las alianzas electorales. Por aquello de que no hay odios ni amores eternos, no debe extrañar que hasta hace poco irreconciliables adversarios y hasta enemigos políticos puedan aparecer en la misma oferta electoral haciendo realidad aquello de que la necesidad tiene cara de hereje. En definitiva, la política es el arte de lo posible y para ganar se necesitan votos, vengan de donde vengan. En este escenario, en el que cada vez resulta más claro que la actual carrera electoral no es simplemente una disputa política, sino una disputa de poder que se da en distintos escenarios el entender que la definición de la re-re alcanza una importancia sustantiva. En esa línea de pensamiento no resulta inapropiado decir que el que logre primar en esta pulseada tendrá las mayores posibilidades de imponerse el 15-S, fundamentalmente porque la percepción que se reflejará en el cuerpo electoral de la Provincia es que uno de los dos bandos en pugna logró la cabecera de playa que servirá como punto de apoyo para la pelea de fondo.   LOS DIMES Y DIRETES DEL PANU   El nuevismo jugó fuerte en su pretensión de lograr que, en el juego de las necesidades, uno de los dos frentes, cualquiera sea, termine cediendo el segundo termino de la fórmula para la actual diputada, Nora Nazar que es quien hoy por hoy garantiza como ningún otro dirigente la tracción del voto naranja. Cierto es que el PaNu tiene nueve intendencias, más allá de que no todas están tan monolíticamente encolumnadas como para garantizar un acompañamiento a ciegas a uno u otro de los frentes. Entre ellas hay preferencias, y hasta compromisos, pero aun así lo que debe tenerse en claro es que todos juntos los intendentes sólo tienen 4.300 votos, lo cual muestra que más allá del acuerdo con ellos o con algunos de ellos lo importante es el acuerdo orgánico con el partido como reaseguro de la tracción electoral que asegure un resultado.   UN ACUERDO QUE  SE AGOTA EN LAS PRIMARIAS   Otra de las decisiones de la cúpula nuevista es la de acotar el acuerdo con el Partido Autonomista a la instancia de las Primarias, sin proyección a las provinciales. Pretenden negociar por ellos mismos, sea con ECO o con el Frente para la Victoria. Los espacios que se logren, tanto a escala provincial como comunal, serán para candidatos marca líquida del PaNu. El autonomismo de hecho ha abierto por su parte instancias de negociación propias dentro de las pautas fijadas por la última convención, aunque a la hora de las decisiones también debe contemplar la realidad que le imponen los compromisos de sus intendentes, algunos de los cuales tienen posiciones o compromisos ya tomados, como Atilio Romero, de Chavarría, o el «Cholo» Dejesús, de San Miguel, lo cual acota el margen de negociación de la cúpula partidaria. El lanzamiento del otro espacio autonomista capitaneado por Marcelo Chaín pone en jaque a la ortodoxia autonomista, siendo una realidad que el mercado residual del Partido de Vidal terminó fragmentándose en tres, con quienes han seguido primero a Manuel Sussini, los que permanecen en el romero ferismo, y los que ahora adhieren al espacio del santaluceño que promete aires renovadores.   UNA GOBERNACIÓN  CON DOS OPCIONES   La pelea por 2013 tiene hoy por hoy final abierto. Encuestas hay para todos los gustos. Los ricardistas aseguran que retendrán la Gobernación. En el campamento del Frente para la Victoria impera el optimismo, con una diferencia que proyectada alcanzaría, según ellos, al 10 por ciento. Lo cierto es que los caballos están en la gatera. La campaña no ha comenzado, y según sea el desenvolvimiento de ella se terminarán marcando las diferencias. Hoy es prematuro hacer pronósticos. Habrá aciertos y errores de uno y otro. Dependerá cómo se jueguen las cartas. El uso de los medios, la perfección de la comunicación y del mensaje, y la pericia que muestren para la encarpada lucha tribunalicia, que será otro de los escenarios dominantes de esta elección. Hoy, a treinta años de democracia, muchas cosas han cambiado. Lo que pasa en el plano nacional necesariamente debe ser tenido en cuenta para la campaña en Corrientes. Un análisis de un politólogo de los quilates de Fidanza, vale la pena reproducir como contribución a la elección correntina. Es posible que la campaña electoral que se desarrollará de aquí a octubre aporte novedades en cuanto a contenidos, tonos y estilos. En principio, asistimos a una redefinición de la comunicación política que aunque no es novedosa, parece ser cada vez más dominante y extendida. Las figuras que prevalecen en los sondeos recurren, disciplinados, a la caja de herramientas que provee el nuevo marketing sin salirse del guión. Por otra parte, se advierten señales de agotamiento de la política basada en contenidos ideológicos y argumentos discursivos. Acaso la complaciente entrevista televisiva que le realizó Alejandro Fantino a Sergio Massa esta semana sea un buen ejemplo del tipo de comunicación que está imponiéndose. La presentación del candidato fue sobria y estudiada. En primer lugar, eludió cualquier definición ideológica, admitiendo apenas pertenecer a una «matriz» peronista que no definió y haber formado parte de las listas de ese movimiento desde hace años. En segundo lugar y, en complicidad con el entrevistador, destacó su juventud y afirmó que la crisis de 2001 abrió la puerta a nuevos dirigentes, aunque matizó con corrección: «La juventud no tiene que ver con la edad, sino con lo que uno tiene en la cabeza». En tercer lugar, se refirió a su origen familiar, relatando que sus padres son italianos que vinieron al país a progresar. Más adelante en el reportaje dijo que la clave es la «movilidad social ascendente»; paradójicamente, el ejemplo de su saga familiar y un artículo de fe de Cristina Kirchner. Esas señas de identidad enmarcaron la definición de fondo del candidato: el mundo de la política se divide en dos, de un lado están los que hablan y nunca hicieron nada y del otro los que callan y gestionan, llevando adelante una responsabilidad. Por eso, según Massa, es secundaria la pertenencia política, no importa si él u otros empezaron en la Ucedé y terminaron en el peronismo, lo verdaderamente significativo es si tienen experiencia en resolver problemas concretos ocupando cargos públicos. En la concepción massista pareciera existir un único modo válido de practicar la política: desde la administración estatal, no desde la argumentación discursiva. Esta visión conduce, inadvertidamente, a una nueva clasificación de los actores políticos, simple y notoriamente sesgada. Por así decirlo: existiría el «partido» de los que poseen poderes ejecutivos (nacionales, provinciales o municipales) y el de los que no tienen esos cargos. Los primeros estarían en condiciones de resolver problemas a través de la gestión, los otros quedarían confinados al lugar de comentaristas abstractos. Así, la herramienta clave es el acceso a un poder ejecutivo. La nueva competencia se plantea entre funcionarios hacedores, con abultados presupuestos, y políticos declamadores, pobres en recursos y confinados a las ideas. Un somero inventario de los principales distritos mostrará, con pocas excepciones, a los gobernantes que doblegan con comodidad a los políticos de a pie. Pero hay más. Por debajo del discurso de Massa no sólo existe una reclasificación de los actores políticos, se observa una amplia redefinición terminológica. En la entrevista, el candidato repite innumerables veces la palabra «gente». La gente es la destinataria de todos los esfuerzos, debemos detectar lo que quiere y responderle, la gente está preocupada por esto y aquello y no por otra cosa; la gente dice, hace, piensa.  Un machacar abrumador. En rigor, se trata de un nuevo diccionario. Donde antes se decía pueblo, ahora se dice gente; la historia se reemplazó por la agenda; el líder se convirtió en un gestor, y la liberación de la opresión en la solución de los problemas. En tiempos del microtargeting, Massa alivianó la apuesta: no cree en salvadores de la Patria, cree en «albañiles de la casa de todos, que es la Argentina». Cuando se habla de fin de ciclo se reduce la cuestión al ocaso del kirchnerismo. Tal vez sea útil ampliar la visión y hablar de un cambio de cultura política. Es cierto: probablemente concluya el kirchnerismo, pero con él parece que terminarán también los grandes relatos de la democracia argentina que signaron sus 30 años, desde el comienzo épico de Alfonsín a la ilusión emancipadora de Cristina. Con Massa, los políticos, como los poetas en el «Manifiesto» de Nicanor Parra, «bajaron del Olimpo». Aunque poderosos, prefieren ser minúsculos, centrados en los dictámenes de un conglomerado impreciso denominado «gente». Son sus gestores y como tales recorren el territorio con una máquina de detectar y resolver problemas. Pequeños políticos con pequeñas soluciones en la posmodernidad argentina. Tengo la impresión que los nuevos liderazgos se basaron en los abundantes presupuestos públicos de la última década. Cabe preguntar si estas condiciones se mantendrán. Y si los gestores poseerán ideas, más allá del marketing, para encarar los complejos problemas estructurales que tiene por delante el país.   Transferencias  y recuperaciones    En las primeras encuestas, desde el cierre de listas, se está registrando, en territorio bonaerense, una proyección que parece coincidir con algunos vaticinios que trascendieron durante el último mes respecto de la figura de Sergio Massa. 
Massa, que había partido adelante -con claras ventajas- ha comenzado a bajar, y el candidato del Gobierno, a subir en un proceso lógico que muestra que la disputa se planteará entre ambos, con claro perjuicio tanto para De Narváez como para Stolbizer, resignados a pelear el tercer lugar.
Massa viene encabezando hoy la intención de voto respecto del conjunto del oficialismo. Esto es, respecto del denominado «kirchnerismo duro» y de versiones adaptadas o socias, como el sciolismo; y expresiones locales, por ejemplo, el bruerismo en la Capital bonaerense.  La primera impresión que se registra tiene que ver con una hipótesis de transferencia desde el capital acumulado por Massa hacia el kirchnerismo.  En la Capital bonaerense, esto lo presumen a partir de que el jefe comunal de Tigre, con una intención de voto del 37 al 39 por ciento, está muy por debajo del 50 de imagen positiva que mostraba en mayo y junio.  Simultáneamente a ese proceso, el candidato oficial, Martín Insaurralde, quien tenía un conocimiento de apenas un dígito, ya cosecha un nada despreciable 29 a 30 por ciento de intención de voto. Los kirchneristas explican esa acumulación, no por la reconciliación de Cristina con Scioli, sino porque la primera decidió nacionalizar la campaña y plebiscitar la gestión de la Casa Rosada. La idea fuerza sería, así, «votar a Insaurralde es votar a Cristina». Ahora, el tema quedó en la posibilidad de avanzar hacia el espacio menos militante y más independiente, donde cobra especial importancia la figura de Daniel Scioli. Aquí sí parece que el acompañamiento a Insaurralde, que el Gobernador hace cotidianamente, adicionaría ese porcentaje que permitiría superar el techo del 30 por ciento.  En todo este proceso de transferencia, los que más están perdiendo como se dijo antes son Francisco De Narváez y Margarita Stolbizer. El primero ostenta una intención de voto que viene en baja; de aquel 25 por ciento de hace dos meses, al 15 por ciento de hoy. Mientras tanto, la Diputada del GEN y del Frente Progresista Cívico y Social no pasaría, hoy, de un 12 por ciento. Si algo peor les podía ocurrir a estos dos candidatos es el desplazamiento de Massa hacia una oposición más evidente, con menos dudas, como la que está realizando el propio Intendente de Tigre.  En ese terreno se inscribe la negativa de Massa a la reforma constitucional y a la nueva reelección presidencial. En realidad, dirigentes bonaerenses del massismo, como el ex ministro de Economía provincial, Jorge Sarghini dijeron públicamente que Massa ya lo había señalado cuando comunicó su lanzamiento. Pero tal vez ningún medio lo había tomado en serio.  Lo cierto es que no sólo hay referencias verbales de Massa, sino que va, de a poco, coordinando acciones de su tropa.  En este contexto, no fue casual que se haya confirmado en los hechos algo que se venía sugiriendo desde hace unos meses: se trata de la formación de un bloque propio del tigrense en el Senado provincial. Allí, el hombre fuerte y de «la primera hora» como Jorge D’Onofrio dio el primer paso y sumó una nada despreciable cifra de diez legisladores, quitándole el quórum al kirchnerismo y al sciolismo juntos.    ¿HABRÁ REVANCHA DENARVAISTA?    En el bunker del «Colo» Francisco De Narváez se ilusionan con una pronta recuperación, a partir de lo que consideran es una «simulación opositora» de Sergio Massa. Interpretan que fue un error de Massa el prometer que firmará ante escribano público un cambio de postura con respecto al rechazo de la reelección. «Cuando alguien dice que se tiene que ir al escribano es porque se acepta que cayó su credibilidad», rezan en ese entorno.  Pero además suponen que aparecerá, en el imaginario colectivo, la idea de seguir al «opositor de primera hora». De Narváez mostrará sus credenciales de opositor desde 2007 y tiene pensado para los próximos días una arenga emotiva a su tropa. La idea es que el kirchnerismo vuelva a polarizar con él.  Espera que el tigrense baje algunos puntos, a partir de la fuga de cierto voto «kirchnerista liviano» hacia Martín Insaurralde y que ciertos votantes independientes hagan lo propio con De Narváez. De esta manera, piensan, se reacomodaría un espacio de tres tercios definidos, donde habría poco lugar para expresiones no peronistas como el Frente Progresista y la izquierda.  La campaña de Sergio Massa se caracteriza por su profesionalidad. La consigna «corazón peronista, cerebro modernista» no es un slogan electoral, sino un criterio rector que guía toda la acción proselitista. La muy cuidada estética del acto de lanzamiento realizado en Tigre sintetiza ese objetivo.  El equipo político de Massa entiende que la línea de acción será una hasta el 11 de agosto y otra después de las elecciones Primarias.  En la primera etapa, la idea es más bien minimalista. Se trata, en lo posible, de no hacer olas cuando las encuestas todavía le sonríen al Intendente de Tigre. Al mismo tiempo, la prioridad es el voto que está en disputa entre Massa y el Frente para la Victoria. «Cada uno de esos votos vale dos: es uno para nosotros y uno menos para ellos», graficó un asesor de Massa.  Para fundamentar este análisis, en el campamento massista se reconoce que sus encuestas señalan que Cristina Kirchner conserva una imagen positiva del 37 por ciento, muy por encima del 26 que le adjudican a Martín Insaurralde. Estiman que la primera mandataria, y más con la activa colaboración del gobernador bonaerense, Daniel Scioli, todavía pueden elevar sensiblemente los guarismos del Intendente de Lomas de Zamora. La pelea por un porcentaje de ese electorado podría resultar decisiva.  Según esta interpretación, las cosas cambiarán a partir del lunes 12 de agosto. Para entonces, ya quedará definitivamente consolidada en las urnas la «división de bienes» con el oficialismo y lo que se tratará de atraer es al voto opositor. En esa segunda fase, la prioridad será vaciar electoralmente a Francisco De Narváez y seducir, con la tesis del «voto útil», a una pequeña franja de los independientes que hayan votado por Margarita Stolbizer. Como antecedente está lo ocurrido en las últimas Primarias de 2011. En esa oportunidad Eduardo Duhalde perdió entre una elección y otra cerca de un millón de votos, cuando se advirtió que el potencial del ex hombre fuerte de la Provincia de Buenos Aires distaba en mucho a lo por muchos esperado. Fue la tesis de voto útil la que determinó una fenomenal sangría que hirió de muerte las aspiraciones de «Chiche» Duhalde, de lograr su reelección por la minoría en el Senado.   En las especulaciones del massismo, esa estrategia electoral en dos tiempos le permitiría triunfar por una diferencia de alrededor de cinco puntos porcentuales en la compulsa del 11 de agosto y de un poco más de diez puntos en la elección del 27 de octubre.  Curiosamente, la visión predominante en la Casa Rosada coincide bastante con el diagnóstico del massismo, aunque difiera en sus pronósticos. Lo que allí se considera es que la activa presencia presidencial y el firme compromiso de Scioli alcanzarán para compensar el elevado índice de desconocimiento público que tiene Insaurralde y «fidelizar» el voto kirchnerista, lo que le restaría a Massa unos cinco puntos porcentuales, cifra que podría volcar el resultado de agosto a favor del Frente para la Victoria.  En los próximos días, hay que esperar una intensificación del activismo político presidencial y un aún mayor protagonismo de Scioli, cuyos allegados sostienen que está convencido de que esta vez está obligado a sobreactuar su lealtad con Cristina Kirchner para ganarse el derecho de postularse como delfín para 2015, ya que ninguna de las otras figuras relevantes del oficialismo parecería en condiciones de candidatearse con posibilidades de éxito.    ¿Y LA CAPITAL?    Preocupación es lo que hay como denominador común de la campaña kirchnerista en el territorio porteño. La carencia de una estrategia definida y un discurso uniforme para encarar la batalla electoral en el distrito ya comenzó a generar cortocircuitos entre los propios candidatos del Frente para la Victoria, donde abundan las chicanas y los pases de factura ante la ausencia de una voz de mando firme y una línea de acción clara que los articule, minimizando sus inocultables diferencias.  La  declaración de Juan Cabandié acerca de los peces que ve en el Riachuelo fue mucho más que un motivo para la broma de sus adversarios del resto de las fuerzas políticas de la ciudad. En realidad se trata de un buen ejemplo que grafica la sensación de desorientación que sobrevuela todo el armado K del distrito.  La oleada de críticas que la polémica frase del legislador desató entre las propias huestes kirchneristas porteñas apenas sí tuvo algún eco en los principales despachos de la Casa Rosada, donde todos los esfuerzos están concentrados en la gran batalla en el territorio bonaerense. Para la dirigencia partidaria local, el desapego que muestra Cristina Fernández con la construcción proselitista en la Ciudad es la causa que alienta los mayores desajustes y la falta de un horizonte definido para la campaña.  Los reproches crecen y se multiplican a medida que los datos de las encuestas evidencian cada vez más problemas para la performance del kirchnerismo capitalino en octubre.  La preocupación mayor es palpable entre los equipos que asesoran a Daniel Filmus, quien aspira a renovar su banca en el Senado. Su apuesta se concentra en fidelizar el núcleo duro del voto kirchnerista porteño, que se ubica en torno al 20 por ciento, y en tratar de sumar la adhesión de sectores independientes del electorado disconformes con la gestión de Mauricio Macri, lo que en sus cálculos le reportaría un envión adicional para trepar más allá de los 25 puntos.  Sin embargo, en ese objetivo Filmus debe lidiar con el desafío que representa la alianza de Unen, el espacio en el que Fernando «Pino» Solanas, Rodolfo Terragno y Alfonso Prat-Gay compiten por encabezar la lista para la Cámara alta. El resultado de las Primarias en la centroizquierda será clave para sus aspiraciones.  Todas las encuestas advierten que el mejor escenario electoral para la lista que encabeza el ex ministro de Educación tendría lugar ante un triunfo de Terragno o Prat Gay en la interna de Unen. Una victoria de Solanas, en cambio, impondría límites concretos a la pretensión del kirchnerismo porteño de capturar en octubre el respaldo de los votantes decepcionados con el macrismo, y hasta amenazaría las chances de la Casa Rosada de retener la banca por la minoría en el distrito.  Desde esa ecuación, ¿podría el kirchnerismo mandar a su militancia a votar en la interna de la centroizquierda contra la postulación de Solanas? Esa posibilidad se ha vuelto atractiva para aquellos sectores del peronismo capitalino que interpretan que, a excepción de la pulseada dentro de Unen y a diferencia de las Primarias previas a las presidenciales de 2013, las Paso no constituirán esta vez una foto anticipada de lo que ocurrirá en octubre.  Esa opinión, sin embargo, encuentra reparos entre aquellas voces partidarias que advierten del impacto electoral de una acotada performance de las listas propias en las primarias. En esos sectores creen que se trata de una jugada demasiado peligrosa, que podría terminar desalentando la adhesión de votantes independientes a los candidatos de la Casa Rosada. En cualquier caso, la última decisión estará en manos de Cristina.  La otra discusión importante dentro las corrientes del kirchnerismo porteño están más enfocadas por estas horas en la línea de discurso que privilegiará el partido durante la campaña. Los sectores de La Cámpora que dominan la integración de la lista de candidatos a diputados, con Cabandié a la cabeza, sostienen la necesidad de profundizar la estrategia de nacionalizar el discurso, convencidos de que la pulseada electoral en el distrito estará surcada por los comicios en el territorio bonaerense y la disputa dialéctica entre el Gobierno nacional y las distintas fuerzas de oposición.  En el comando de Filmus, en tanto, sopesan la necesidad de fortalecer también la temática vinculada estrechamente con el debate local, en especial para aprovechar el malestar de algunos sectores del electorado de la ciudad con cuestiones puntuales de la administración macrista. El caos de tránsito, los inconvenientes derivados de las inundaciones en el distrito, se mezclan en esa agenda con la oposición del PRO a la sanción de algunas leyes vinculadas a la ampliación de derechos, como el aborto no punible o la gratuidad de los tratamientos de fertilización asistida.  La clave, en el esquema de Filmus, es reforzar la adhesión de los sectores más progresistas del electorado capitalino, para evitar que emigren hacia la alianza de centroizquierda.    Fuente:www.diarioellibertador.com.ar

 



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