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EL TIEMPO EN LA CRUZ

OPINIÓN

24 de julio de 2024

Confirmado: Victoria Villarruel ya es Cobos y anota su nombre en la saga maldita de las vicepresidencias

El affaire Francia terminó de detonar la fórmula, que crujía desde la campaña. Una tradición bien argentina y un sinnúmero de interrogantes. Macri asoma. ¡Afuera! Javier Milei aparta a Victoria Villarruel de los acuerdos para 2025

Por Juan Rezzano

Cuando ancló el mensaje de la discordia al tope de su cuenta de Twitter -el que publicó el miércoles pasado para "bancar" al volante cantor de versos racistas Enzo Fernández y atacar a Francia pegándole la etiqueta de "país colonialista"- , Victoria Villarruel terminó de proclamarse en rebeldía frente a Javier MileiKarina Milei y Santiago Caputola troika que manda con mano de hierro en la interna del oficialismo, que, como reveló este martes Pablo Lapuente, respondió a la altura de esa conducción que ejerce a martillazos: la vicepresidenta, ¡afuera! ¿Con tan poco se puede fracturar una sociedad política? "En un gobierno que hace de las redes sociales el campo de todas sus batallas, un tuit fijado es una declaración de guerra", apuntó en diálogo con Letra P un exégeta del universo libertario.

Objetivo Victoria Villarruel

"El DNU será una 125 silenciosa", decía un tuit que había laikeado Milei el 14 de marzo, en medio de un ataque masivo lanzado desde Balcarce 50 sobre Villarruel para castigarla por mandar al muere el decretazo fundacional de la Presidencia Milei al incluirlo en el orden del día de un Senado hostil.

La crisis, que no nacía de un repollo sino que exhibía más crudamente, en la superficie resbalosa de la interna libertaria, las tensiones que amenazaban con romper prematuramente la fórmula ganadora de las elecciones presidenciales, habilitó entonces la pregunta de Letra P: ¿Villarruel ya es Julio Cobos?

Milei y la vice habían llegado al clímax del culebrón que protagonizaban después de cocinar a fuego fuerte un caldo sazonado con celos, desconfianza y, sobre todo, gestos de autonomía de la compañera de fórmula, que en la campaña misma empezó a ser sindicada como el Plan V de Mauricio Macri y aturdió a las fuerzas del cielo con el grito que pegó cuando el león ultraderechista la despojó en la repartija de fierros del gabinete -ni Seguridad ni Defensa ni la AFI quedaron al mando de la tropa vicepresidencial-.

Jamoncito Jamoncito

En los días que siguieron a esas horas de máxima tensión, el gobierno de la antipolítica hizo política para desarmar la bomba y teatralizó una pax armada que funcionó como torniquete para que la sangre violeta no inundara un río interno libertario tan correntoso que no deja de producir bajas en el gabinete (ya 53, según la cuenta que viene haciendo Letra P).

El 19 de marzo, la vice participó de la reunión de gabinete que se realizó en la Casa Rosada y hubo foto: Milei y Villarruel caminando abrazados y sonrientes por los pasillos de Balcarce 50. También, tuit y retuit.

Tres días después, la vicepresidenta rompió un prolongado silencio en una charla con el entrevistador oficial del Gobierno, Joni Viale, en la que juró fidelidad a Milei y, aunque asumió que las dos son "bravas", aseguró llevarse "bien" con la hermana todopoderosa, Karina del mismo apellido, más allá de la condición de mujeres "de carácter" que las unía y las separaba al mismo tiempo. "Pobre jamoncito", dijo y le dio carácter de embutido al primer mandatario.

La sangre violeta, efectivamente, no llegó al río, pero la relación de la vicepresidenta con su compañero de fórmula y con la guardia pretoriana del jefe de Estado siguió siendo un caldo hirviente de recelos, desconfianza y gestos discretos de hostilidad.

Llamen a Victoria

Relegada en la repartija de poder institucional, convertida en blanco de los ejércitos de trolls que maneja el monje negro Santiago Caputo con los servicios inestimables del Gordo Dan, conocido en el mundo físico como Daniel Parisini, y acusada de traidora por las usinas del mileísmo salvaje, Villarruel se convirtió en imprescindible cuando el recuento de votos convirtió al Senado en arenas movedizas para la ley ómnibus, piedra fundacional enjabonada del proyecto ultraderechista.

Como en aquella madrugada cinematográfica del 17 de julio de 2008, cuando la resolución 125 partió al Senado en dos bloques idénticos, el 12 de junio de 2024, al filo de la medianoche, el tablero de la cámara alta marcó un 36 a 36.

Villarruel no fue Cobos, su voto fue no negativo -dos veces, porque después del 36-36 de la votación en general vino un 35-35 en la pulseada por las facultades delegadas- y se convirtió en la heroína menos querida por la Casa Rosada.

Movimiento de tanques

La tensión volvió a escalar en las máximas alturas del poder libertario en el contexto del Pacto de Mayo celebrado en julio. Villarruel pegó el faltazo en la noche gélida de Tucumán y no puso el gancho en el acuerdo que el Presidente rubricó en la histórica casita de la Independencia. Motivo: gripe. Sin embargo, al mediodía siguiente, acaso gracias a la magia de algún antibiótico de alto poder, la vice se paseó lo más oronda en un tanque de guerra durante el megadesfile militar que el Gobierno organizó en la avenida del Libertador. Con los camaradas, sí.

El affaire Scaloneta parece haber sido la gota que rebasó el vaso. Villarruel hizo los deberes de buena libertaria para sumarse a la ejecución pública del macrista Julio Garro, que había osado... ser macrista, una condición que lo mantenía en estado de prescindibilidad, como toda persona ajena a la troika gobernante que, encima, reporta a Mauricio Macri, hoy amigo no grato de la Casa Rosada.

El problema es que la vicepresidenta, que también es una extranjera en el universo capsular del poder central mileísta, entró a la cristalería montada en su patineta y rompió todo en la previa de la bilateral que el Presidente mantendrá este viernes con su par francés, el moderado Emmanuel Macron, que le dará una foto inusual para un presidente que limita sus relaciones políticas a referentes de la ultraderecha salvaje.

A arreglar el zafarrancho, en un brote de pasión por la diplomacia, tuvo que correr Karina Milei. Después, desautorizaron a la vice el vocero presidencial, Manuel Adorni, y el propio jefe de Estado.

Fin.

En la huella de una tradición argentina

Aunque descolla por su precocidad, a la par de la de Cobos, Villarruel no inventa nada. Más bien, honra una tradición de la democracia argentina: la maldición de las vicepresidencias ha sido casi infalible.

Carlos Saúl Menem se sacó de encima a Eduardo Duhalde en el primer turno electoral de su mandato y los caciques terminaron en guerra abierta cuando el riojano ensayó algunos malabares para forzar su re-reelección;

Chacho Álvarez saltó del barco que ya zozobraba al mando de Fernando de la Rúa el 6 de octubre de 2000, cuatro días antes de cumplir diez meses en el cargo. La Alianza quedó rota y 14 meses y medio después, desde el techo de la Casa Rosada, partió el helicóptero que sacó al Presidente del poder.

Daniel Scioli surfeó a su estilo la relación con Néstor Kirchner, que lo redujo a tocador de la campanita del Senado y maestro de ceremonias de premios varios. El patagónico lo ungió candidato a gobernador de Buenos Aires en 2007, pero en el ejercicio de ese cargo lo flageló. “Le pido al gobernador que diga con nombre y apellido quiénes le atan las manos en materia de seguridad”, lo expuso en público en 2010. La presidenta CFK lo llevaría con rienda corta: mantendría a la provincia en estado de hipoxia financiera.

Gabriela Michetti se fue diluyendo en la intrascendencia durante la presidencia de Mauricio Macri, que en 2015 la había elegido como compañera de fórmula para no tocar el equipo que había ganado en la Ciudad, pero después de bendecir a Horacio Rodríguez Larreta en la pelea por su sucesión en el pago chico.

CFK fue con Alberto Fernández, por el peso político de su figura, una vicepresidenta opositora infinitamente más gravitante de lo que lo había sido Cobos con ella. La sociedad con el Presidente estalló inmediatamente después de la derrota del Frente de Todos en las primarias de 2021 y fue guerra total hasta el final de la experiencia fallida de la alianza panperonista.

Además de fortalecer la leyenda de la maldición de las vicepresidencias, el estallido que finalmente se vino al interior de la fuerza gobernante abre un sinnúmero de interrogantes. Primero, sobre los planes que tiene Villarruel para una larguísima estancia en el universo paralelo del oficialismo opositor. Segundo, sobre la manera en que la Casa Rosada gestionará esta anormalidad tan común. Para entender la relevancia de ese último interrogante, vale apuntar algunos detalles:

- Villarruel, sabe bien Milei, tiene el voto de oro en un Senado que sigue siendo hostil al oficialismo.

- Además, se queda con la lapicera cada vez que el Presidente, que acredita el récord de haber dado tres vueltas y media al mundo en apenas seis meses, sale del país, como lo hará justamente este jueves, en plena guerra con su reemplazante.

- Ha sido sindicada como una eventual aliada clave de Macri para la construcción del posmileísmo.

El expresidente recluta mileístas rebeldes para armar bloques asociados al PRO en el Congreso.

- Villarruel es la primera persona en la línea de sucesión presidencial.

Fuente: www.letrap.com.ar

 

 


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