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EL TIEMPO EN LA CRUZ

OPINIÓN

15 de enero de 2024

Cuasimonedas, otro debate sobre el Estado

Milei y Quintela abrieron una discusión donde laten soberanía monetaria y disolución nacional. Ingobernabilidad autoinfligida y el cover desafinado de Alberdi.

Por Marcelo Falak 

Acicateado por la malaria en progresión, por un conflicto reciente con la policía local y por los 9.300 milliones de pesos que, asegura, la Nación le adeuda a su provincia, el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, hizo punta con una idea que también se debate en otros territorios: la emisión de una cuasimoneda, recurso que recuerda el pozo nacional de 2001 y 2002. Ante eso, Javier Milei salió a cruzarlo, aunque de un modo peculiar: el problema, dijo, es de mala administración, pero no institucional ni de salud económica a nivel nacional.

"Que lo hagan (sic, en plural) si quieren. El mercado les va a determinar a los propios gobernadores qué valor asigna cuando acepte o no los billetes que ellos emiten. Van a tener inflación en las cuasimonedas, pero no en pesos", analizó. ¿No hay problema entonces?

Sí que hay problema y es extraordinario por razones que exceden largamente las contraindicaciones económicas que efectivamente existen. Igual que en la crisis de 2001-2002, lo que se juega es nada menos que una crisis existencial del Estado argentino, que no pasa por si hay más o menos Estado en la economía o si se privatiza o se estatiza, polémicas que se ventilan en todos lados y que hacen a la la alternancia democrática. Si en la época mencionada muchos –aquí y en el exterior– exageraban al hablar de una "crisis terminal de la Argentina", también exageraría quien hoy dijera lo mismo por esta causa. Sin embargo, desde esos años se ha popularizado el concepto de "Estado fallido" y cabe preguntarse qué clase de camino comienza a seguir el nuestro.

Curioso destino: la Argentina tiene una moneda que repudia con inflación, amaga con abrazarse a una que mutilaría su soberanía y se arriesga a volver al abismo de la proliferación de cuasimonedas provinciales. Todo eso a falta de una de verdad.

Una crisis existencial

Letra P no ha dejado de advertir sobre una crisis del Estado nacional en la era Milei.

Lo hizo en clave de análisis una semana antes de que este asumiera, al caracterizar el ciclo en ciernes como un Proceso de Desorganización Nacional. Lo hizo también al dar cuenta del debate generado en Río Negro en torno a la cuestión de una cuasimoneda provincial, también al informar sobre el creciente runrún bonaerense y al anticipar, en una nota ilustrativa, en qué consistiría ese último recurso de los gobernadores sometidos a la motosierra oficial.

Ahora, con la iniciativa riojana, el tema sale de las conjeturas y muestra hasta qué punto, como señaló en su momento desPertar, el newsletter de Letra Plas crisis comienzan por los eslabones más débiles de la cadena.

El economista Nadin Argañaraz realizó un interesante estudio sobre el peso del Caputazo, que, en consonancia con lo prometido al Fondo Monetario Internacional (FMI), el Gobierno pretende imponerles a las provincias. De acuerdo con él, "dentro del ajuste fiscal para llegar al equilibrio fiscal en 2024, las transferencias no automáticas a provincias", ítem que el Presidente ha prometido llevar a cero, "juegan un rol importante". "Finalizado 2023, el monto de recursos en discusión es del 1% del producto bruto interno, es decir un 20% del total del ajuste de 5% del PBI", agrega.

Se trata de un montón de plata y de un sacrificio grande, sobre todo en un año en el que el desplome previsto de la actividad, de hasta 4%, también derrumbará la recaudación de impuestos provinciales. En ese contexto, Milei presiona para que el Congreso termine de aprobar algo que resulte lo más parecido posible a su proyecto ómnibus, bajo amenaza de someter a la sociedad –que, al fin y al cabo, vive en los territorios– a "un ajuste mayor".

"Los daños que pueda sufrir la población están del lado del Congreso, de si hacen las cosas bien o se dedican a destruirle la vida a los argentinos", rigoreó a los legisladores "opoficialistas". El hombre apuesta fuerte, pero los costos los impone él: debuta hoy el boleto de colectivo de 77 pesos, que podría más que triplicarse el mes que viene.

De Alberdi a Milei

La tirantez que se avecina entre la Nación y las provincias es relevante en lo inmediato, en especial para el peronismo, que sobrevive en un puñado de ellas, de modo relevante en Buenos Aires. Con todo, más profundamente, la cuestión remite al viejo problema de la organización nacional.

La facción política instalada en la Casa Rosada se embandera en el legado de Juan Bautista Alberdi, al punto de haber bautizado su proyecto de ley ómnibus Bases y Puntos de Partida para La Libertad de los Argentinos. Claro, el padre de la organización nacional tituló su proyecto constitucional Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina; pero el cover paleolibertario no podría ser más desafinado.

La diferencia de nomenclaturas resulta reveladora del abismo que media entre el proyecto del ilustre tucumano y el que manda hoy en el país. La concepción de Milei sobre "la libertad de los argentinos" no trepida ante un indicio de disolución tan potente como la pérdida de soberanía monetaria del Estado nacional y choca de frente con cualquier idea de "organización de la República Argentina".

En sus Bases, Alberdi señalaba lo siguiente sobre la moneda y la relación entre poder central y estados provinciales:

  • "Asignar al Gobierno general el arreglo del comercio interior y exterior es darle la facultad de reglar las monedas, los correos, los peajes y las aduanas (…). Y no podría ser de otro modo porque con catorce aduanas, catorce sistemas de monedas, pesos y medidas, catorce direcciones diversas de postas y catorce sistemas de peajes sería imposible la existencia, no digo del progreso, del comercio argentino, de que ha de depender toda la prosperidad de la Confederación".
  • "Las provincias no podrán (…) expedir reglamento, ni dar ley sobre comercio interior o exterior, ni sobre navegación interior, ni sobre monedas, pesas y medidas, ni sobre rentas o impuestos que se hubiesen declarado nacionales, ni sobre el pago de la deuda pública. No podrán alterar los colores simbólicos de la República", indica a continuación, poniendo esa enumeración casi en pie de igualdad con la heráldica patria.
  • "Una provincia que habla de códigos locales, de hipotecas de provincia, de monedas de provincia, ¿podrá representar otra época u otro orden de cosas que aquellos en que estaba la Francia feudal antes de 1789?".

Ya es hora de que el Gobierno empiece a entender a Alberdi o a dejar de malversar su legado de un modo equiparable a lo que el chavismo-madurismo venezolano ha hecho con Simón Bolívar.

Lo importante y lo accesorio

La existencia de moneda, de una moneda, es consustancial a la existencia de un Estado nacional, al punto que experiencias como la europea con el euro o las de economías dolarizadas –¿próximamente la argentina?– ponen periódicamente en cuestión –en especial en momentos de crisis– identidades y potestades cruciales. En ese sentido, hay que recordar que el decreto sin necesidad ni urgencia 70/2023 establece una reforma del Código Civil y Comercial destinada a permitir la celebración de contratos en cualquier divisa, algo que, explicó la canciller Diana Mondino, incluiría "los bitcoins y cualquier otra cripto y/o especie, como kilos de novillo o litros de leche".

Como señaló en su momento Letra Pel proyecto paleolibertario es una apoteosis de la disolución: disolución del Estado en el mercado, del peso horadado en el dólar, del sistema democrático en los DNU y la amenaza del plebiscito permanente, y de la pretensión de estabilidad en ingobernabilidad autoinfligida. Disolución, en última instancia, de una idea de sociedad en la abstracción del individuo.

Eso es lo importante, pero también puede hablarse de lo accesorio.

Como se citó más arriba, para Milei no sería un gran inconveniente una generalización de las cuasimonedas, tal como ocurriera en la Gran Crisis nacional, cuando se llegaron a generar quince, además de una federal, el Lecop. Su idea es que ese manotazo de ahogado generará un proceso inflacionario que afectará a esas denominaciones y no a la moneda nacional. ¿Sería así?

Las cuasimonedas son bonos de deuda a los que las provincias les dan curso legal, de modo que sirvan para pagar salarios en la administración pública, abonar impuestos y, en definitiva, circular en la cadena de pagos. Así, con el tiempo, registran una depreciación frente al peso, la que resulta mayor en la medida en que el estado provincial que los emite es percibido como más o menos solvente para su rescate en el plazo establecido. Además, la necesidad de hacerse de pesos para otras necesidades lleva a quienes los perciben a canjearlos a una paridad menor a la de uno a uno, en beneficio de cambistas que establecen una cotización, como si se tratara del mercado del dólar blue, a la espera de realizar ganancias al vencimiento.

Así, como dice el jefe de Estado, es verdad que las cuasimonedas se depreciarían. También que no deberían tener impacto inflacionario por el lado del dólar, dado su carácter no convertible.

Con todo, su ocurrencia podría ponerle un piso al consumo y desestabilizar, en parte, el ancla principal del plan de ajuste de Milei y Luis Toto Caputo: el atraso de los ingresos populares. Y eso sí podría condicionar en alguna medida la política que se propone bajar la inflación a las trompadas.

Fuente: www.letrap.com.ar

 

 

 

 



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