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EL TIEMPO EN LA CRUZ

OPINIÓN

10 de diciembre de 2023

La era Javier Milei, un salto al vacío

Carácter volátil, improvisación y falta de fuerza política: ¿qué podría salir mal? La Oficina hace y deshace. Detalles de un ajuste que impacta. ¿Podrá hacerlo?

Por Marcelo Falak

Todo lo que había que decir cuando el fenómeno de Javier Milei subía como la espuma fue dicho: se habló, puntualmente en esta columna, de su talante ultraderechista; de su ninguneo del valor de la democracia; de su desprecio por la política de memoria, verdad y justicia; de su aborrecimiento por la justicia social y del modo en que degradó el lenguaje que debería regir para que el ágora se mantenga como un reducto de civilización. Ahora llega el momento de la verdad, en el que el nuevo mandatario deberá elegir entre seguir hablándole a un nicho iracundo, pero pequeño –"los argentinos de bien"– o presentarse como un presidente de la totalidad. De eso, entre otras cosas, depende que su aventura personal, a la que están atadas más de 46 millones de personas, derive o no en un salto al vacío.

En otras palabras, el nuevo jefe de Estado debe decidir si sale del modo campaña y entra en el modo gobierno. O bien si administrará como un dogmático de derecha radical o, algo más parecido a un conservador tradicional, como un estadista atento al interés nacional.

Controlarse a sí mismo será su primer y gran desafío. Sin caer en telediagnósticos abusivos, sus raptos de ira fueron vistos y escuchados en vivo en millones de hogares en los últimos años. Le sobrarán, en lo sucesivo, razones para la frustración, cada vez que se tope con intereses, reclamos y resistencias. Superar esa primera limitación, constitutiva de su carácter, sería solo el primer paso, y erraría grandemente si pensara que es una buena idea continuar por el mismo camino que lo llevó a la Casa Rosada. Para volver a ser, antes que nada, la Argentina necesita no estallar.

Otro reto será organizar las escasas y, en muchos casos, extravagantes fuerzas que lo rodean. Las que vienen del cielo no lo ayudarán demasiado si se se presenta ante los medios a través de amateurs –bien: ahora tiene vocero– y si sus referentes más conocidos plantean disparates.

Él es quien tiene la obligación de ordenar ese caos. El viernes a la tarde, cuando todavía faltaba llenar casilleros fundamentales para empezar a gobernar, la "Oficina del Presidente Javier Milei" posteó en Twitter las designaciones de Mario Russo como secretario de Salud, Enrique Rodríguez Chiantore como superintendente de Servicios de Salud y de Florencia Misrahi como titular de la AFIP. Nada menos… Lo curioso es que en minutos el mensaje fue borrado.

Esta improvisación no sería tan grave si Milei se convirtiera en presidente del consejo de administración de un edificio de ocho pisos, pero sí lo es cuando se apresta a asumir como jefe del Estado.

Mucho de ello se observó en las últimas semanas de conformación de su equipo, durante las que se lo vio sufrir su condición de outsider, apretado por los condicionamientos de Mauricio Macri –que eludió con cierta gracia– y de su propia tropa.

Elaborado bajo las atentas pero inexpertas miradas de El Jefe y de Nicolás Posse, el elenco que surge de ese fuego cruzado no ilusiona porque no incluye luminarias políticas ni técnicas. Además ubica en un rol central a figuras como el ministro de Economía Toto Caputo y el presidente del Banco Central Santiago Bausili, quienes llegan con mochilas cargadas de mala praxis, hiperendeudamiento y confusión de intereses públicos y privados.

Algo similar podría decirse de Patricia Bullrich, quien no desembarca en Seguridad solo con una historia de amor por el gatillo fácil, sino –recargada– con la promesa de ser "implacable" con el delito y la protesta social, como si ambas cosas fueran lo mismo. Además, mete en el combo –Defensa– a quien fuera su compañero de fórmula, el radical Luis Petri, probablemente con el proyecto –que defendió en la campaña– de comenzar a involucrar a las Fuerzas Armadas en el combate al narcotráfico. La ruinosa experiencia de México y Colombia debería disuadirla.

Por otro lado, respecto quienes acompañarán a Milei en la gestión, cabe preguntarse a qué fórmula de gobernabilidad responden. ¿Qué representa, ya que no orgánicamente al macrismo, el conjunto de individualidades mencionado? ¿Qué relación será capaz el Gobierno de entablar con un Congreso fragmentado y con los poderes territoriales, salvo el de Córdoba, acaso sobrerrepresentado en varias de las cajas más cuantiosas del Estado nacional? ¿Cómo se vinculará en ambas Cámaras, donde la presencia del oficialismo propiamente dicho es famélica, con el peronismo si no afloja el discurso macartista, que sumó una dosis tóxica de antikirchnerismo desde el anuncio de apoyo de Macri y Bullrich?

Como el gabinete no expresa una fórmula obvia de gobernabilidad, cabe interrogarse también sobre la claridad del rumbo. Lo que se sabe apunta a un proyecto de draconiano ajuste ortodoxo, con la dolarización no descartada, pero sí supeditada a que el gobierno paleolibertario cuente con condiciones políticas para aplicarlo en el mediano plazo en que perciba que ya se cumplen las económicas.

¿Por qué rechazó Milei dos invitaciones seguidas de la Unión Industrial Argentina (UIA) para disertar y, en la última, optó por enviar a Diana Mondino, alguien que si quiere ser una Canciller al menos promedio deberá cuidar el valor de su palabra? ¿Por qué demoró tanto el lugar de la cartera de Industria y el nombre de quien la ocupará? ¿Habrá, finalmente, alguna forma de política industrial que no muera en la literatura sobre la mano invisible del mercado?

La motosierra está intacta

La preocupación por un posible salto al vacío es doble: está dada por la suma de desprolijidades que acumuló la transición y por el desafío que se fija la propia administración: un ajuste recesivo incluso superior al necesario que no dejará de enardecer la calle.

Según trascendió, el cepo no será eliminado el día dos –el lunes– y queda por verse si el salto que se convalide se detendrá en la franja de los 600 a 650 pesos mencionada por Guillermo Francos. A ese valor hipotético se le cargaría el impuesto PAIS, de modo de prácticamente alinear esa cotización con las libres. Un fogonazo inflacionario aun mayor que el conocido está garantizado para el primer tramo de 2024.

Ubicado claramente a la derecha del Fondo Monetario Internacional, que ha hecho llegar su inquietud por la "viabilidad política" del plan motosierra –¡el FMI!–, el paquete que vería la luz el lunes apunta a un recorte de gastos de más del 5% del PBI. Impresionante.

El mismo pretende valerse del poder discrecional que daría la prórroga del Presupuesto en vigor, con dinero extra generado por la inflación esperada del 250 al 300%. Supone, como ya se había anunciado, el cese del financiamiento del Banco Central al Tesoro.

El ajuste pisaría –se verá en qué medida– los salarios en la administración pública, las partidas para las universidades nacionales y las jubilaciones, cuya fórmula de cálculo se evalúa modificar para evitar que cuando baje la inflación, los haberes –atados indirectamente a los precios pasados a través de la recaudación de la ANSES y las paritarias– se recuperen en términos reales. Nuestros mayores siempre pierden… Los subsidios a los servicios públicos serían eliminados en su mayor medida antes de abril.

Hacen bien los técnicos del FMI en revolverse en sus sillones. El reinado del libre mercado –incluso el monopólico u oligopólico– haría que los combustibles –que ya empezaron a subir a criterio de cada petrolera– y la medicina privada salgan del concepto de "precios regulados". Por último, se viene una ola privatizadora que quiere llegar al hueso de YPF.

El programa supone un colosal intento de disciplinamiento social y un reseteo de la vida económica, cosas que también sugieren el riesgo de un salto al vacío.

Comienza la era Milei, una extravagancia oximorónica llamada "gobierno anarcocapitalista", con gente esperanzada y con gente asustada. El Congreso, de entrada, concederá mucho y la calle hervirá pronto. No habrá luna de miel.

Tomémonos de las manos… ¡Una, dos y tres!

Fuente: www.letrap.com.ar

 

 

 



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