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EL TIEMPO EN LA CRUZ

OPINIÓN

24 de marzo de 2013

Más pupistas que el pupo

Por Reynaldo Sietecase
Es un chiste tonto pero me gusta. Alguna vez leí esta frase en una pared de Rosario. Una vuelta divertida para narrar la fe de los conversos, por usar una imagen más apropiada ahora que hablamos del máximo representante de Dios (aquí va en mayúscula) en la Tierra. Se puede decir que el Papa ya operó varios modestos milagros en su país natal.

 

Es un chiste tonto pero me gusta. Alguna vez leí esta frase en una pared de Rosario. Una vuelta divertida para narrar la fe de los conversos, por usar una imagen más apropiada ahora que hablamos del máximo representante de Dios (aquí va en mayúscula) en la Tierra. Se puede decir que el Papa ya operó variosmodestos milagros en su país natal.

 

Después de su amable reunión con Cristina Kirchner, los que lo criticaban lo celebran. Los que lodenunciaban lo ponderan. Los que lo insultaban rescatan su labor por los más necesitados.

 

Francisco, el Papa argento, ya ha operado grandes cambios con sólo hacer de él mismo, hablar de manerasencilla rechazar el boato medieval de la Santa Iglesia. Ya lo escribimos en este blog, veremos hasta dónde llega. La mayoría de creyentes y la pequeña legión de dudantes que tengo el gusto de integrar, deseamos de verdad que vaya por más.

 

En tanto, las transformaciones logradas en su país natal no dejan de sorprender. La última en ponderar al Papa Francisco fue Hebe de Bonafini. La presidenta de Madres de Plaza de Mayo habló, en una carta publicada en el sitio web de la organización, “del Francisco que descubrí ahora” y afirmó que no conocía su trabajo en villas miseria y dijo que tiene “esperanzas de un cambio en el Vaticano”.  Cuando era Obispo de Buenos Aires, Bonafini lo había criticado sin piedad.

 

Horas antes Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, reconoció que si bien “hubo Obispos que fueroncómplices de la dictadura, Bergoglio no estaba entre ellos”. El titular del Servicio de Paz y Justicia tenía esa posición desde antes del cónclave papal. “El Papa no fue un héroe pero tampoco fue un cómplice”, señalóTex Harris, ex diplomático norteamericano en la Argentina. Se podría agregar que a los “héroes” los mataron.

 

El diputado del Frente para la Victoria, Juan Cabandié, hizo su propio acto de contricción. Cuando Bergoglio fue nominado Papa se negó con su bloque a celebrar la designación en la legislatura porteña. El miércoles lo elogió y se declaró cristiano de la primera hora.

 

En soledad, Horacio Vertbisky sostiene su denuncia sobre el aval de Bergoglio al secuestro de dos juesuitas. Incluso, cuando el único de los implicados que está vivo, rechazó la acusación publicada por el periodista. Horacio González, y una cantidad silenciosa de intelectuales anticlericales, sostienen lo que sostuvieron siempre. El Papa no es una bendición para la Argentina, como aseguran algunos peronistas, porque la Iglesia Católica, según el filósofo, es una colección de supercherías.

 

En el antikirchnerismo siguen los festejos. Tanto en algunos medios de comunicación como en los campamentos opositores. Cómo si la presencia del Papa pudiera superar las propias carencias a la hora de organizar un proyecto atrayente y alternativo al oficialismo. “El nuevo Papa cambió el juego de todo el tablero político”, dicen. ¿No será mucho? Además, según Guillermo MorenoCarlos Kunkel y Aníbal Fernández“el Papa es peronista”.  ¿Beneficiará a Daniel Scioli, entonces, un hombre con más misas que Cristina?

 

Entre los intelectuales críticos del gobierno, vale rescatar la opinión de Martín Caparrós, que cuestionaba a la Iglesia desde antes y, “gracias a dios” (aquí lo pongo con minúsculas para que no se me ofenda), la siguecuestionando ahora. En su blog Pamplinas escribió: “(…) Una organización (La Iglesia) que, por eso, siempre funcionó como un gran campo de entrenamiento para preparar a miles de millones a que crean cosas imposibles, a que hagan cosas que no querrían hacer o no hagan cosas que sí porque sus superiores les dicen que lo hagan: una escuela de sumisión renuncia al pensamiento propio –que los gobiernos agradecen y utilizan. Una organización tan totalitaria que ha conseguido instalar la idea de quediscutirla es 'una falta de respeto'”.

 

“Es sorprendente: su doctrina dice que los que no creemos lo que ellos creen nos vamos a quemar en el infierno; su práctica siempre –que pudieron– consistió en obligar a todos a vivir según sus convicciones. Y sin embargo lo intolerante ofensivo sería hablar –hablar– de ellos en los términos que cada cual considere apropiados.  En síntesis: es esta organización, con esa historia y esa identidad, la que ahora, con su sonrisa sencilla de viejito pícaro de barrio, el señor Bergoglio quiere recauchutar para recuperar elpoder que está perdiendo. Es una trampa que debería ser berreta; a veces son las que cazan más ratones”.

 

No importa demasiado si se coincide o no. Son pequeñas apuestas a la coherencia que, como es sabido, no cotiza en el mercado de valores de la consideración popular.



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