OPINIÓN
17 de febrero de 2013
Se esperan anuncios del Gobernador
Sin extraordinarias, y con un año electoral movido por delante, se llega al fin del receso parlamentario. Todo hacía suponer, antes de las fiestas, que el año político se iniciaría con la Asamblea Legislativa. No fue así. La interna justicialista, en su ebullición, disparó los tiempos; y luego de la imprevista fumata entre los dos principales sectores del universo peronista asoma ahora la disputa en el liberalismo, donde no sólo se discute la nueva conducción, sino que se plantea la disyuntiva en torno al marco de alianzas. Ricardo, luego de intensas gestiones en Buenos Aires, vuelve con el compromiso del Comité Nacional de que no bancarán las aspiraciones de Nito Artaza, y se dispone a trabajar en la letra chica de los anuncios que hará el 1 de marzo en la Legislatura. Entre otros, dejaría en claro que no habrá desdoblamiento.
Todas las encuestas nacionales de imagen pública de los principales dirigentes políticos argentinos presentan una particularidad. Desde hace bastante tiempo, con diferencias y posicionamientos que varían según las mediciones, los tres primeros lugares están ocupados por otras tantas figuras del oficialismo: Cristina Kirchner, Daniel Scioli y Sergio Massa. Recién después despuntan dos dirigentes opositores; de centro derecha, Mauricio Macri; y más abajo, de centroizquierda, Hermes Binner.
De todos modos, en relación a Binner, en el probable caso de que el ex mandatario santafesino siga siendo fuertemente golpeado por las acusaciones relativas a los presuntos vínculos de su pasada administración provincial con el narcotráfico, hay en la UCR quienes apuestan a una candidatura alternativa del ex vicepresidente, Julio Cobos, en la hipótesis (muy probable) de que éste gane las elecciones legislativas y se transforme en el único dirigente radical triunfante en su distrito en los comicios nacionales de octubre. Este ordenamiento parecería anticipar un escenario electoral relativamente claro, con una fuerza mayoritaria con eje en la Casa Rosada, y dos coaliciones que competirían por el liderazgo de la oposición. Dentro de este esquema, Macri encabezaría una alianza que incluiría al PRO, a las fuerzas conservadoras, a algunos partidos provinciales y a un sector del peronismo disidente, mientras que Binner sería el candidato presidencial de un acuerdo entre la UCR y el Partido Socialista, que integraría también a otras fuerzas menores. Pero existe un dato fundamental de la política argentina que suele confundir a los observadores. Mientras los analistas tienden a describir el escenario en términos de oficialismo y oposición, la realidad señala que la cuestión central es lo que sucede dentro del propio peronismo. Porque sólo la dilucidación de esa incógnita permite develar las demás variables de la ecuación electoral de 2015. La razón de esto es relativamente sencilla. Si el peronismo llegara a concurrir a las próximas elecciones presidenciales sólidamente unificado en torno a su fórmula presidencial, pocos dudan sobre el resultado. En cambio, si el binomio justicialista es resistido por una parte significativa de sus estructuras territoriales y sindicales; o más aún, si compitieran dos fórmulas peronistas, nadie se animaría a vaticinar un pronóstico seguro. En este contexto, los amigos políticos de Macri apuestan en privado a que el kirchnerismo monopolice la hegemonía del peronismo hasta un grado tal que obligue al "antikirchnerismo" a saltar el cerco y caer en los brazos tendidos por el PRO. Si Cristina Kirchner fuera nuevamente candidata a la reelección, o si logra imponer como "delfín" a una figura con el perfil de Alicia Kirchner o Juan Manuel Abal Medina, los "macristas" consideran que su jefe podría encarnar con éxito un liderazgo "moderado", capaz de capturar el voto independiente. En cambio, Macri y los suyos no se sienten con tanta fe en sí mismos si su rival peronista fuera Scioli, Massa o el gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, quienes podrían retener gran parte del electorado que apoya hoy a Cristina Kirchner y sumar a una parte de esa ancha franja independiente. Paradójicamente, Binner y la enorme mayoría de los dirigentes radicales hacen un razonamiento inverso. Estiman que si la candidatura presidencial peronista quedara en manos de la actual mandataria o de alguno de sus incondicionales, la centro izquierda puede terminar barrida a un lejano tercer puesto, detrás de la fórmula justicialista y del PRO. Pero suponen que si el candidato justicialista resultara ser Scioli, Massa o De la Sota, una alianza entre radicales y socialistas podría capturar el "voto progresista" que acompaña al kirchnerismo y erigirse en el "mal menor" para el electorado no peronista. EL ENIGMA BONAERENSE Lo que sucede en la provincia de Buenos Aires es una clara demostración de esta realidad. Ninguna fuerza opositora sabe qué terreno está pisando mientras permanezca indefinida la cuestión interna del peronismo. Tanto es así que los máximos dirigentes del oficialismo prefieren la prolongación de la incertidumbre, porque de esa forma dificultan el armado de las demás alternativas. Si desde el punto de vista geográfico el epicentro de la política nacional reside en la provincia de Buenos Aires, y desde lo político, en lo que sucede dentro del peronismo, resulta obvio que el 2015 se dirime antes que nada en el peronismo bonaerense. El intrincado juego triangular entre Cristina Kirchner, Scioli y Massa monopoliza entonces la atención general. Mientras ese panorama no aclare, todo lo demás seguirá envuelto en una gran nebulosa, matizada por incesantes especulaciones de todo tipo. Entre las peculiaridades de este laberinto, figura el hecho de que tanto Cristina Kirchner como Scioli están obligados a jugar a través de terceras figuras de mayor o menor confianza, mientras que Massa es el único de los tres que aún tiene que decidir si sale, o no, al ruedo con su candidatura. En términos políticos, Cristina Kirchner ambiciona la continuidad del "modelo", con o sin reelección presidencial; Scioli apuesta a llegar a la Casa Rosada para impulsar una "continuidad con cambios"; Massa, que supone tener "la vaca atada" en relación a la Gobernación bonaerense, no quiere limitarse a ser peón del ajedrez que juegan la Jefa del Estado y Scioli, porque piensa que en determinadas circunstancias sus aspiraciones podrían orientarse hacia la Casa Rosada. Cada uno con su objetivo propio, los tres desarrollan sus respectivas estrategias de acumulación. La Primera mandataria cuenta a tal efecto con dos alfiles de elevados quilates. El ministro del Interior, Florencio Randazzo y el titular de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, son dos personalidades de relevancia en el peronismo bonaerense, aunque ambos son del interior de la provincia y carecen de inserción en el decisivo Conurbano. Pero la Casa Rosada, gracias a los buenos oficios de los ministros de Obras Públicas, Julio De Vido, y de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, entre otros, tiene excelentes vínculos con la gran mayoría de los intendentes del Gran Buenos Aires, en particular de la estratégica Tercera Sección Electoral, entre ellos Fernando Espinoza, de La Matanza, y Julio Pereyra, de Florencio Varela. Lo que hasta ahora adolece el kirchnerismo es de una figura de alta aceptación electoral. Scioli actúa según su estilo, reservado, pero punzante. Días atrás, protagonizó un encuentro estelar: en privado, en su residencia de La Ñata, almorzó con Cobos. Según fuentes mendocinas, ambos ex vicepresidentes conversaron sobre la hipótesis de que serían los dos principales rivales en las elecciones de 2015. Los inevitables desmentidos no quitarán veracidad a la noticia. Pero no fue la única jugada secreta del mandatario bonaerense. La solicitada firmada por Francisco De Narváez, con el provocativo título Ella o Vos, habría sido motivo de consulta previa con el Gobernador, a través de un correo tan habitual como su hermano José. "Pepe" Scioli busca acercar a su hermano con De Narváez, en función de la extraña carambola "Scioli Presidente-De Narváez Gobernador", alternativa a la variante "Scioli Presidente-Massa Gobernador", para el caso de que el Intendente de Tigre resolviera postularse directamente para la Presidencia o para la Gobernación provincial, pero en acuerdo con Cristina Kirchner. Es un secreto a voces que funcionarios de Scioli dialogan con De Narváez para acordar el apoyo indirecto de la Gobernación a una lista de candidatos bonaerenses que competiría con el Frente para la Victoria. En esa nómina figurarían amigos de Scioli que no pudiesen ingresar en las listas del oficialismo. En tanto, las versiones sobre un posible acercamiento entre Massa y la Casa Rosada fueron abonadas también estos días con una exteriorización casi tan ruidosa como la comentada solicitada de De Narváez. La diputada Diana Conti, autora de la consigna de "Cristina eterna", alabó públicamente la gestión del Intendente de Tigre. Todos saben que la legisladora no da una puntada sin hilo. Esta apasionante película de suspenso e intrigas incluye también la información de que hace unos días, en una comida privada que congregó a una docena de personas, entre ellas el empresario Mario Montoto, un íntimo allegado a Scioli conocido por su discreción, sorprendió a su auditorio al comentar que no había que descartar la posibilidad de que el Gobernador apoyase en las elecciones legislativas a una lista distinta a la respaldada por Cristina Kirchner. Después de dos meses de idas y vueltas que mantuvieron en vilo al resto de las fuerzas políticas del territorio porteño, Mauricio Macri parece haber desistido finalmente de la posibilidad de desdoblar las próximas elecciones en la Ciudad. Los consejos de su asesor estrella, Jaime Durán Barba, volvieron a imponerse nuevamente a las voces que dentro de su propia tropa pugnaban por adelantar los comicios para renovar la mitad de la Legislatura porteña en la apuesta de recuperar la mayoría parlamentaria local que el PRO perdió en las elecciones de 2010. En la decisión del Jefe de Gobierno pesó sobre todo el convencimiento de que no era un momento oportuno para plebiscitar su gestión, con una elección intermedia en la que sólo se pondría en juego el balance sobre sus propios éxitos y fracasos. Si a principios de enero pareció entusiasmarse con la idea de un desdoblamiento que le permitiera fortalecer su posicionamiento en la Legislatura local, los sondeos de opinión que recibió las últimas semanas opacaron esas expectativas. La interminable disputa con el Gobierno nacional por la transferencia del subte, los trastornos de tránsito generados por diversas obras, los recientes aumentos en los impuestos de ABL, y otras medidas de su administración parecen haber despertado cierto encono de los vecinos con su gestión. Una apuesta plebiscitaria en ese contexto -según la advertencia que le transmitió Durán Barba- era demasiado peligrosa porque lo exponía a un deterioro electoral que podría complicar seriamente sus aspiraciones presidenciales de cara a 2015. Otra vez en la estrategia macrista se impuso la lógica de no correr riesgos mayores. Se trata de esa misma lógica que le impide al PRO superar las fronteras de una fuerza política de raigambre vecinal y corte personalista para conformar una estructura de alcance nacional con capacidad de sostener una candidatura presidencial con chances concretas de desembarcar en la Casa Rosada. La opción porteña de Macri dejó atrás la idea del desdoblamiento en la apuesta de colocar la discusión electoral de la Ciudad en la dimensión del enfrentamiento con la presidenta Cristina Fernández, aún a riesgo de que su discurso y su propio posicionamiento político queden subsumidos en el variopinto y amorfo conglomerado opositor. Sobre ese temor machacaron las voces del PRO, que alentaban el desdoblamiento y que quedaron heridos con la decisión de su jefe político. (Viene de página 6) Así, mientras el Jefe de Gobierno intenta calmar los ánimos dentro de su propia tropa, sus asesores buscan un resquicio legal para sortear el escollo que supone la no adhesión de la Ciudad a la denominada Ley del voto joven (en concreto analizan la implementación de un sistema de mesas diferenciadas por edad) para garantizar la unificación. El principal herido dentro del PRO es su propio jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, quien había aceptado encabezar la lista de candidatos a legisladores de la Ciudad por el partido tras perder la pulseada con Gabriela Michetti por la postulación partidaria al Senado nacional, donde Macri sueña también con candidatear al ex ministro de Economía, Roberto Lavagna. Para Rodríguez Larreta, liderar la nómina macrista a la Legislatura, en una elección separada de la nacional, suponía un desafío personal clave para sus pretensiones de posicionarse en la disputa interna de cara a la sucesión del máximo sillón de la Ciudad en 2015. Pero su estrategia personal queda desdibujada en el marco de comicios unificados, donde el resultado de la elección nacional suele determinar la performance local. Desde ese convencimiento, Rodríguez Larreta le anunció la semana pasada a Macri su decisión (¿indeclinable?) de bajarse de la candidatura local, lo que forzaría al PRO a revisar sus planes para intentar recuperar la mayoría propia en el Parlamento porteño. La determinación de un calendario electoral unificado en la Ciudad también trastocó la estrategia del resto de las fuerzas políticas que competirán por la renovación de la mitad de la Legislatura porteña, además de las tres bancas del Senado nacional y otras trece de la Cámara de Diputados que se elegirán por el Distrito. Es que frente a un posible escenario de desdoblamiento, algunos partidos habían imaginado la alternativa de colocar candidatos de peso en los comicios locales, con el objetivo de reforzar sus proyectos con vistas a la futura elección de Jefe de Gobierno. En un esquema de esas características trabajaban en Proyecto Sur, donde concretamente evaluaban llevar a Fernando "Pino" Solanas al tope de la nómina para la Legislatura. También dentro de la Coalición Cívica parecían convencidos de la necesidad de jugar con un peso pesado (Alfonso Prat Gay o María Estenssoro) en la Ciudad, para restar poder distrital al macrismo, una apuesta que en paralelo era analizada informalmente por los sectores del radicalismo porteño que trabajan desde hace semanas por convencer al ex ministro, Martín Lousteau para sumarlo a sus listas de candidatos. Hasta en el dividido mapa interno del peronismo porteño, las agrupaciones alineadas al kirchnerista Unidos y Organizados alentaban la apuesta por llevar al viceministro, Axel Kicillof como principal candidato en la Ciudad. Pero con un cronograma unificado, el proyecto Kicillof podría escalar para dar la pelea en el Senado. En ese marco, la disputa por las tres bancas de la Cámara alta que se pondrán en juego en la ciudad se convertiría en una verdadera pulseada entre ex y actuales funcionarios económicos del kirchnerismo. Caso extraño en medio de una hegemonía K, que apuesta a ser la expresión más concreta de la recuperación del valor de la política y de su supremacía sobre todo condicionamiento de la economía. CRUZANDO EL PUENTE Si el año pasado Convergencia y el NEA (Nuevo Espacio Abierto) se tiraban con lo que tenían en una puja sangrienta por el control partidario, este año los vientos cambiaron de manera sorprendente y ya es habitual que se reúnan a deliberar sobre cuestiones como la situación provincial o la estrategia electoral. La figura de Aída Ayala volvió a consolidarse como la de una candidata natural, mientras Rozas se calza el traje para volver al Senado. El PJ, en cambio, chapotea en una ciénaga de incertidumbres con una licuación progresiva del poder de "Coqui", que ya comienza a sentir el síndrome del café frío. Había una vez en Corrientes dos hermanos que llegaron a concentrar el poder institucional de la Provincia gracias a una estructura partidaria que, bajo el formato de un pacto tripartito, los consagró como una dinastía imbatible. Hasta que se dividieron, fueron derrotados y el apellido de la familia Romero Feris, pasó de carta ganadora a contrapeso político. Años más tarde dos primos radicales llamados Colombi reeditaron el esquema y volvieron a conformar un clan invencible, pero se pelearon y hoy se encaminan a un declive irremontable. Ejemplos de la historia reciente como esos episodios ocurridos, puente de por medio, sirvieron para que el radicalismo chaqueño iniciara un proceso de revisión de sus desavenencias internas ante una oportunidad única: la de recuperar el poder en 2015 merced a la tamaña dificultad que enfrenta el peronismo para concebir a un candidato a Gobernador que por lo menos se acerque a las características de Jorge Capitanich, cuyo segundo mandato tiene fecha de vencimiento sin posibilidades de reelección. Recientemente, el Comité Central de la UCR fue epicentro del encuentro bisectorial que sintetiza el espíritu de unidad cultivado por los discípulos de Alem de un tiempo a esta parte. El presidente partidario, Víctor Zimmermann recibió a las principales figuras de Convergencia Social y el Nuevo Espacio Abierto para deliberar sobre la situación provincial en un contexto de coincidencias básicas que debería encender luces de alerta en los cuarteles del Frente Chaco Merece Más. Es que mientras el Gobierno provincial se debate en un ensimismamiento críptico para resolver el dilema de la sucesión, sus principales adversarios arreglan sus cuitas para encolumnar a la tropa detrás de los mejores candidatos, que por cierto los tiene bien definidos. Lo que al parecer entendieron en el seno del radicalismo a partir de las propuestas de diálogo entre las facciones lideradas por Rozas y por Ayala es que, a diferencia del PJ, la UCR tiene al menos una candidata con chances indiscutibles de llegar a la Gobernación sin impedimentos constitucionales. Ergo, sería muy tonto desaprovechar esa oportunidad de doblegar a un peronismo sin sucesores que no está preparado para la era post Capitanich. La candidata de la UCR obviamente es Aída Ayala, cabeza del Nuevo Espacio Abierto y jefa comunal del principal distrito municipal del Chaco, donde sus tres mandatos rebozan de obras públicas que en tren de comparaciones superan con creces los legados de las administraciones anteriores. Se trata de un capital político más que suficiente para que el radicalismo se dedique a potenciar una figura que, además de sus cualidades como Intendente, demostró autodeterminación al marcar distancia de Convergencia para conformar su propia línea interna y, desde allí, discutir de igual a igual con Ángel Rozas. El pronunciamiento conjunto de Convergencia y el Nuevo Espacio en demanda de que el gobernador Capitanich aclare los conceptos del documento reservado en el que admite casos de corrupción, trasciende el sobresalto generado por la revelación de un comunicado secreto del mandatario chaqueño y repercute como una demostración inobjetable de la sintonía que lograron las dos principales facciones de la UCR en un año electoral que será clave para poner a prueba la nueva configuración interna de esa fuerza. Será una buena forma de morigerar las desventajas de una interna abierta que, como consecuencia de la Ley Paso, abre el juego simultáneo para todos los partidos que necesiten definir candidaturas y autoridades partidarias, dado que no sólo votan los afiliados, sino también los ciudadanos independientes. Allí aparece una oportunidad para el justicialismo, que en estos días delibera con el propósito de conformar una lista de consenso que evite la interna y, por ende, cierre las puertas a la intromisión de los electores no afiliados, lo que siempre representa un riesgo de distorsión para los partidos sumamente estructurados como es el caso del PJ. Si los peronistas se ponen de acuerdo, no solamente conseguirán ponerse a salvo de las interferencias de terceros, sino que estarán en condiciones de concentrar sus energías en complicar el armado electoral de sus adversarios. Por ejemplo, podrían orientar el voto de los independientes a favor o en contra de los precandidatos radicales, de modo que el postulante con menos fortalezas para disputar la Gobernación triunfe en una interna abierta para privar a la UCR del candidato ideal. Son estratagemas que forman parte de la letra chica del acuerdo que permitió la Ley de Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (Paso) ante las cuales habrá que mantener la guardia alta en todo momento. En el radicalismo son conscientes de esas desventajas, pero también de la alineación de planetas que podría capitalizar la UCR llegado el caso de una elección gubernativa en la cual el oficialismo deba presentarse con un candidato verde. Peppo, García Solá, Aguilar, Mongeló, Sager y hasta Bacileff Ivanoff (un vice que demostró vocación de poder para mucho más que ser un mero suplente) tienen méritos y condiciones, pero la verdad es que ninguno de ellos podría doblegar a una candidata como Aída Ayala si las elecciones fueran hoy. Rozas y todos sus lugartenientes están dispuestos a dejar de lado las diferencias internas con tal de que las chances radicales de volver al Gobierno echen sólidas raíces de aquí a 2015. Los más enojados con el advenimiento del Nuevo Espacio se pusieron un broche en la nariz y los correligionarios de las bases volvieron a palpar la esperanza de una victoria histórica dentro de dos años, a pesar de que para conseguirla deban dirimir diferencias en elecciones internas, dado que el consenso todavía suena utópico. Rozas y Ayala, al parecer, están decididos a no permitir que el radicalismo caiga en una fractura irreparable. No quieren ser como los Romero Feris en 1999 o como los Colombi en 2009. Trabajan por una unidad sostenida por el disenso civilizado en el marco de la democracia interna de un partido que, si recupera los bríos de 1995, podría poner en jaque a un peronismo que -aunque no se diga públicamente- todavía mira la reforma constitucional como una opción para mantener a Capitanich en el poder por un período más. Cuatro hechos acapararon la atención en los últimos días. Por un lado, sendos anuncios, uno desde el Municipio capitalino y el otro desde el Gobierno provincial. Camau anunció el boleto gratuito para los estudiantes de los distintos niveles que regirá desde el 1 de marzo, y que tiene, por ende, una fuerte repercusión social en un año electoral donde cada una de las acciones están medidas por las respuestas que tales anuncios generan. Desde el Gobierno provincial se respondió con otro anuncio que, aunque de menor impacto social, marca la decisión de Colombi de mantener la iniciativa en un año complejo donde todo está por verse. Por cuerda separada la reorganización partidaria con un peronismo que fue sorpresa al lograr un acuerdo que pareció dar vuelta la página de las décadas de desencuentros que impidieron al partido de Perón volver al Sillón de Ferré, por el voto popular, en los últimos cuarenta años. La rúbrica del acuerdo entre los exponentes de las dos principales líneas del justicialismo correntino muestran un grado de maduración ponderable, como que el candidato ungido por el consenso no pertenece a ninguna de ellas, lo cual no hace sino enaltecer la decisión de la dirigencia tradicional que supo comprender la responsabilidad y el desafío de los tiempos en cuanto a optar por quien mejores condiciones objetivas presenta para la pelea de fondo. Juega a su favor la ponderación que dan las encuestas, elemento insoslayable en los tiempos que corren que, aunque no definitorio, sirve en la medida en que haya decisión como en los hechos hay de las estructuras peronistas de acompañar lo que hoy por hoy representa la mejor opción electoral. El acercamiento de la cúpula del PJ a la línea Vamos Compañeros y la firma de un documento conjunto entre Fabián Ríos y Rodolfo Martínez Llano muestran un punto de inflexión en las diferencias preexistentes dentro del justicialismo. Contribuye a desactivar el proceso electoral interno al allanar el camino a una lista única, y crea un escenario que cobra incidencia determinante en el cuadro político provincial en el que todo tiene que ver con todo, y en que lo que sucede en un partido repercute en los demás. La fuerte repercusión mediática que tuvo el acuerdo logrado dio cuenta de las expectativas que genera un justicialismo unido en el desafío de priorizar la construcción de un Gobierno del Frente para la Victoria en la Provincia de Corrientes. Distintos exponentes del universo peronista salieron a expresar el beneplácito por los términos de un acuerdo trabajosamente logrado que se dio en pleno desarrollo del cronograma electoral. Uno de los cronistas más reconocidos del mundo político, el caso de Gustavo Adolfo Ojeda reconoció en un análisis remontado a las últimas tres décadas la importancia de que en esta oportunidad no se reediten los viejos desencuentros que signaron las dos grandes internas que tuvo el peronismo, la del ‘83 y la del ‘90. En esta oportunidad, el acuerdo totalizador se logró aun antes de un proceso electoral interno que podría volver a dejar secuelas difíciles de restañar, en momentos en que las propias necesidades del poder central auguran un fuerte y sostenido apoyo a los candidatos del Frente para la Victoria, en una coyuntura que podría no volver a repetirse. EN EL PL SOPLAN VIENTOS DE INTERNA Mientras el peronismo ordenó imprevistamente su casa, y el radicalismo avanza en la consagración de Colombi como el candidato natural, a expensas de un Nito Artaza al que la propia conducción nacional de la UCR le sacó la escalera, en el Partido de Torrent se agudizaron las diferencias internas que, hasta hace poco, parecían saldadas. Josefina y "Perucho" vuelven a plantear sus diferencias y sus aspiraciones contrapuestas en el sentido de conducir el Partido de Torrent. Perucho, que creció mucho en estos últimos tres años, parecía asomar como el candidato natural a tomar la posta que parecía dispuesta a dejar la "Dama de Hierro". Se dice, incluso, que antes de fin de año ella misma habría dado un guiño al actual Presidente de la Cámara de Diputados en el sentido de que podría acompañar su postulación, aunque ello dependía de la opinión de su propia gente. Un reciente convite en Mercedes pareció torcer el rumbo. Los josefinistas pidieron la continuidad de la legendaria ex Intendente de Solari al frente de la conducción partidaria y, aunque se mostraron proclives a un consenso, parecieron marcar la cancha. Perucho, fortalecido por las casi 21.000 nuevas fichas de afiliación se apresta a pasar revista a su propia tropa para enfrentar un posible escenario de interna. Como telón de fondo asoma una cuestión central en la disputa, y es la que pasa por el alineamiento en materia de alianzas electorales. Josefina ratificó que el liberalismo, o al menos su sector, no participará de la continuidad en la alianza gobernante. La posición de Perucho es diametralmente opuesta. Ha acercado notoriamente posiciones con el mandatario correntino y aunque mantiene sus aspiraciones de ir por el Sillón de Ferre, en todo momento enmarca esta disputa a los límites de ECO. La interna tiene fecha fijada. Será el 11 de abril. Dos listas asoman en el horizonte liberal con posibilidad de dar batalla. Un tercer sector, el del ex gobernador Ricardo Leconte terminaría inclinándose por uno u otro. Los intendentes, en tanto, deshojan la margarita. El grueso de ellos parece orientado hacia Cassani, aunque están los que reportan a la Dama de Hierro, con un Pelozo que siempre parece a mitad de camino con lealtades compartidas y sin ánimo de fijar criterios definidos, El 6 de marzo vence el plazo de presentación de listas. El acuerdo podría o no darse antes, o podría conocerse después; o directamente podría no darse. Hoy por hoy parece difícil hacer futurología. No sería improbable que liberales abreven en los dos frentes. Ya lo han hecho en elecciones pasadas y ello les ha permitido, entre otras cosas, seguir siendo árbitros de muchas decisiones trascedentes en la política provincial, y de hecho, mantener desde el 2001 la estratégica Presidencia de la Cámara de Diputados de la Provincia. Fuente: www.diarioellibertador.com.ar