El Gobernador, la Virgen y el Papa peronista
Colombi está preparado. Tiene un escudo contra las amenazas y una virtud que él plantea como tal: su cercanía con la gente, sobre todo del interior. Alardea de esa fortaleza, una especie de anti-carisma que atrae en igualdad de proporciones a su hosquedad que repele, a veces, hasta a sus socios. Igual, esa cara es para el interior. Los capitalinos, para él, son “especiales”.