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EL TIEMPO EN LA CRUZ

OPINIÓN

27 de abril de 2025

El papa Francisco y cómo nos quisieron enseñar a odiarlo

Desde un "Papa facho" hasta el "representante del maligno en la Tierra", fueron las definiciones que promovieron desde las altas esferas del poder. Hoy, en el cierre de su historia, el mundo lo recuerda como un ícono de la paz, el perdón y la entrega, sin esperar nada a cambio.

Por Alejandro Duete

En los últimos días fuimos testigos de una muestra de respeto y admiración por parte del planeta entero hacia una figura nacional. Líderes mundiales se rindieron en elogios ante el trabajo de 12 años del pontificado de Francisco I, el primer -y esperemos no el último- papa argentino.

Para muchos fue una verdadera sorpresa la avalancha de comentarios positivos luego de que ninguna publicación sobre su persona en redes sociales se resistiera a recibir fuertes críticas hasta la fecha de su muerte.

La arremetida contra su figura comenzó al día siguiente de ser elegido, el 14 de marzo de 2013. Por entonces, los seguidores más radicalizados en la izquierda de la expresidente Cristina Kirchner salieron a denostarlo públicamente. Uno de los medios insignia de la gestión, Pagina 12, tituló "¡Dios Mío!" con la foto de Jorge Bergoglio saludando desde el balcón de la Basílica de San Pedro hacia plaza homónima. En la bajada agregaba que estuvo vinculado a la dictadura cívico-militar y que fue un gran opositor al matrimonio igualitario y la educación sexual. Por ese entonces, mantenía críticas veladas, pero evidentes, en sus homilías al matrimonio Kirchner.

Doce años después, los hechos parecieron presentarse en un universo paralelo. El mismo matutino, tras conocerse la noticia de su muerte, tituló "A Dios". En la tapa destacaba que su pontificado mostró el rostro más humano de la Iglesia. A la vez que resaltaron su compromiso con los "postergados" y la incomodidad que despertaba en "los poderosos".

La relación entre Francisco I y los partidos de izquierda mutó significativamente de un día para otro, tanto que ni sus propios seguidores pudieron entenderlo. Quizás fue su visita a Cuba, el 19 de septiembre de 2015, lo que terminó por darle el giro a su imagen en el plano internacional. Y a nivel local, el famoso rosario a Milagro Salas en febrero del año siguiente fue el gesto que abrió de brazos a dirigentes del Partido Justicialista y los comunistas bajo la línea leninista. Dentro de las filas de trotskistas aún su figura es resistida, no solo por diferencia ideológicas, sino por su ateísmo.

Con el advenimiento del Gobierno del PRO, encabezado por Mauricio Macri, las críticas cruzadas estuvieron casi soslayadas. Sin embargo, Francisco I, el papa de los gestos, se preocupaba por dejar en evidencia su rostro de desagrado ante cada foto tomada con el expresidente. Algo más que evidente, ya que contrastaba con su habitual sonrisa. También hubo referencias al crecimiento de la pobreza y los riesgos del libre mercado sobre los derechos humanos.

Alberto Fernández fue otra historia. El expresidente siempre trató de proyectar una cercanía muy íntima con Francisco, casi como de una asesoría permanente. Incluso, el hijo que tuvo con Fabiola Yáñez lleva su nombre en honor al Sumo Pontífice.

Fue en este período cuando los constantes encuentros en el Vaticano con referentes del peronismo y algún que otro líder sindical le valieron la calificación de "Papa peroncho" o "Papa comunista" por una parte de la sociedad. Un sentido común que comenzó a fomentarse desde los grandes grupos de comunicación como Clarín, La Nación, América y, por su puesto, los ejércitos de robots en las redes sociales.

Las travesías del excardenal de Buenos Aires con un mensaje de amor, unidad y paz rara vez recibían cobertura por parte de la televisión u otros medios digitales. Solo su visita a Brasil, a cuatro meses de haber asumido, fue el episodio más difundido de su papado. Luego de este hecho, los medios nacionales se concentraban en cuestionamientos hacia sus reuniones con referentes considerados "non santos" por parte de la derecha. Un claro gesto de invisibilización hacia su figura y principalmente hacia los valores que promovía. Gracias a internet, hoy se pueden ver sus recorridas y sus mensajes por los 60 países que visitó.

Este aire enraizado en la sociedad argentina, asentado sobre una visita al país que nunca llegaba, animó a las corporaciones y elites tras la postulación de Javier Milei a ir contra Bergoglio. "El imbécil que está en Roma", "Zurdo, hdp" o "Representante del maligno en la tierra", fueron algunos de los conceptos vertidos en campaña por el actual Jefe de Estado. Improperios que por ese entonces le valieron el visto bueno de una gran parte de la ciudadanía.

La Oficina del Presidente emitió un sentido mensaje, casi tan sentido como las lágrimas de Milei, en el que consideraba a Bergoglio como el argentino más importante de la historia.

El Papa corrió con el peso de llevar siempre la bandera de los pobres por sobre cualquier ideología política. En palabras del mismo Francisco, él solo se limitaba a promulgar el evangelio. Un mensaje de amor y compasión por los más pobres y excluidos y un mensaje de perdón que dejaba en evidencia al visitar una cárcel o bien al recibir a cualquiera que lo haya criticado.

Lamentablemente, el Papa cayó en "la grieta" y por eso nadie quiso reconocerlo durante su papado porque para obtener reconocimiento en una sociedad regida por intereses políticos y empresariales no importa qué tan bueno seas en lo que hacés, sino de qué lado elegís y a quién servís.

Tal vez por la "gracia divina", hoy los medios eliminaron su mensaje de odio contra Francisco y privilegiaron el potencial de su mensaje de amor y humildad. Como Jesucristo, fue rechazado y luego venerado. La historia finalmente le dio al padre Jorge el lugar que se merece y lo mejor de todo es que su legado está intacto y a la espera de un sucesor que honre su entrega por la reforma de la Iglesia.

Fuente: www.diarioepoca.com

 



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