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19 de noviembre de 2024

Rusia coquetea con un ataque nuclear a Ucrania y pone en alerta máxima al G20

El líder ruso firmó el decreto en respuesta a la habilitación de Washington a Ucrania para usar misiles de largo alcance. Reuniones secretas y un cálculo errado de Blinken.

Por Milton Merlo 

Vladimir Putin firmó este martes un decreto que amplía las posibilidades de usar armas nucleares , después de que Washington autorizara a Kiev a atacar Rusia con sus misiles de largo alcance. "Entre las condiciones que justifican el uso de armas nucleares figura el lanzamiento de misiles balísticos contra Rusia ", afirma el decreto.

"Era necesario adaptar nuestros fundamentos a la situación actual", declaró el portavoz presidencial Dmitri Peskov, en alusión a lo que Putin considera "amenazas" de Occidente a la seguridad de su país.

El mandatario ruso advirtió en septiembre que podría usar armas nucleares en caso de bombardeos aéreos "masivos" contra Rusia . También señaló que cualquier ataque de un país sin armas atómicas, como Ucrania, pero apoyado por una potencia nuclear, como Estados Unidos, podría considerarse una agresión "conjunta" susceptible de requerir tal medida. 

Lo cierto es que el líder ruso avanzó en esta medida como respuesta a la habilitación de Estados Unidos para que Ucrania use misiles de largo alcance contra el ejército ruso en la guerra. 

La guerra en Europa fue un tema dominante el lunes por la tarde en esta ciudad, que incluso motivó varias conversaciones extraoficiales, tanto en el Museo de Arte Moderno, en el centro, como en el hotel Windsor de la Barra de Tijuca, donde la delegación rusa se hospedó en soledad y cerró el edificio para que el sigilo sea total.

De hecho, un comentario general entre diplomáticos que se inició en la noche del lunes dice que Joe Biden y Justin Trudeau se perdieron la foto oficial por estar ocupados en el decreto que horas más tarde iba a firmar Vladimir Putin.

Una situación de tensión máxima que coincide con un comunicado ameno del G20, donde no se condena a nadie ni se reclama nada.

Una vez más, el cálculo del secretario de Estado, Antony Blinken, ha salido al revés. Su segundo Brian Nichols, les dijo a algunos periodistas, en un hotel de la zona de Leblon, que la decisión del domingo de Joe Biden de permitir misiles de largo alcance contra tropas rusas iba a "descomprimir" la situación y a forzar a Putin a sentarse a la mesa para hablar de paz. Pero la situación ahora es peor.

El presidente ruso, como sostienen en la cancillería brasilera, nunca va a ir a menos contra un gobierno que viene de perder las elecciones como es el demócrata. "En Rusia hay poca democracia, pero Putin mira muchos los votos que tienen otros", deslizan cerca de Celso Amorim, principal consejero de Lula para asuntos internacionales.

La escalada nuclear cuyo terreno cimenta el Kremlin tuvo como anticipo conversaciones muy tensas en el Museo de Arte Moderno y todas fueron protagonizas por el canciller Sergei Lavrov y mandatarios del G7.

Ucrania le quito consistencia a la cumbre de Lula, algo que el presidente conversará este martes en un almuerzo a solas con Biden, donde, según pudo conocer LPO, el mandatario brasileño hará un último esfuerzo para que su país se encamine hacia un asiento permanente en el consejo de Seguridad de la ONU. Obviamente, esa butaca públicamente se dice que es para "el Sur global" pero, en realidad, es para Lula, una ambición que cultiva desde que llegó a Planalto, a comienzos de siglo.

La agenda le planta desafíos. Lula deja el G20 y asume la presidencia rotativa de los BRICS, un polo de poder que Washington mira con recelo y todavía más a partir de enero, cuando Donald Trump atienda en el Salón Oval.

Milei, según pudo saber LPO, tuvo una tarde árida en lunes y entendió que su éxito financiero, que es celebrado en los ámbitos de poder económico, todavía no alcanza para contrarrestar su aislacionismo global. Por eso intentó acercarse a los jefes del G7 en su rechazo al accionar ruso contra Kiev pero no tuvo demasiada suerte y su agenda de bilaterales de ayer por la tarde así lo demostró.

El tiempo entre la victoria de Trump y su asunción del 20 de enero se hace eterno en este contexto. Por eso, el líder republicano busca construir una instancia de diálogo para evitar, según sus palabras, una tercera guerra mundial. 

Fuente: www.lapoliticaonline.com

 

 

 

 

 



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