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EL TIEMPO EN LA CRUZ

16 de junio de 2014

Mession cumplida

Argentina empezó el Mundial con un triunfo. Ante 30.000 argentinos que coparon el Maracaná y todo un país que se prendió a la tele, jugó un primer tiempo para el olvido y mejoró en el segundo, que culminó con el golazo de Messi

EL PAIS › LA SELECCION ARGENTINA DEBUTO EN EL MUNDIAL Y DEJO DOS IMAGENES MUY DISTINTAS

La alegría del triunfo y la preocupación por el juego

El golazo de Lionel Messi no puede cambiar la perspectiva: el astro quiere jugar con tres delanteros más, rechazando el experimento Sabella de los cinco defensores. Cuando Argentina tuvo la pelota en los pies, marcó la diferencia.

 Por Facundo Martínez

Página12 En Brasil

Desde Río de Janeiro

Con el resultado del partido puesto, los jugadores y cuerpo técnico de la Selección tendrán motivos para festejar la victoria frente a Bosnia en el Maracaná en el que fue su debut en el Mundial. Lo mismo harán seguramente los hinchas. Pero a unos y otros les quedará en la boca un sabor agridulce. Agrio por lo que el equipo ofreció en la primera parte del encuentro, y dulce por lo que los jugadores hicieron en la segunda parte, cuando pudieron jugar el fútbol que los hinchas argentinos quieren ver y cuando Lionel Messi consiguió deslumbrar con una gambeta que dejó a todos boquiabiertos y a dos bosnios desparramados por el piso.

Entre la borrosa imagen del principio y la nítida que la Selección entregó en la segunda parte ocurrió lo mejor que le podía pasar al equipo argentino. Sabella encontró el libreto que parecía haber perdido durante todos estos días previos al debut aquí en Brasil, tiró al tacho el bosquejo –por no decir garabato– que trazó concienzudamente como plan táctico para afrontar el partido que asumió complicado antes de jugarlo.

Con tanto misterio en la previa, el de Sabella parecía ser un plan perfecto, sacar a Higuaín y a Gago, poner en sus lugares a Campagnaro y a Maxi Rodríguez, para defender con cinco hombres y así no verse en aprietos ante un equipo, el bosnio, que tiene buenos y rápidos atacantes. Ese fue el secreto que tanto guardó el entrenador, el único entre sus pares que no quiso dar a conocer la formación hasta minutos antes del inicio de su participación mundialista.

El resultado de su tan ingenioso y sorprendente plan fue ni más ni menos que una atrofia increíble en el funcionamiento colectivo. Me-ssi no conseguía tocar la pelota y cuando lo hacía no tenía pase, y, para colmo, cuando intentaba algo estaba muy impreciso. Agüero sufría la falta de conexión, al igual que Di María, y Maxi Rodríguez parecía no entender qué era lo que debía hacer.

Sólo en el marcador, las cosas no estaban mal para Sabella. Porque a los dos minutos de iniciado el juego Garay peinó un centro tras un tiro libre de Messi, la pelota le pegó en la rodilla a Kolasinac y se metió en su propio arco.

El problema fue que esa ventaja inicial estuvo varias veces al borde de perderse, de no ser por el bueno de Romero, que tapó dos mano a mano a Dzeko y Hajrovic y después le sacó abajo un cabezazo a Lulic. Aquí en el Maracaná, sólo los hinchas brasileños y bosnios festejaban el plan trazado por el DT argentino.

Entonces ocurrió lo que debía ser. Sabella se rindió ante la evidencia, tiró a la basura sus papeles y fue a buscar el librito que, si bien siempre le incomodó, mejores resultados le viene dando.

El milagro ocurrió durante el entretiempo. La Selección salió a jugar los segundos 45 minutos con Higuaín y Gago, por Rodríguez y Campagnaro, y el trámite cambió por completo. Argentina recuperó la memoria y comenzó a jugar como sabe, por abajo, rapidito y preciso. Vuelto a asociarse con Gago, y con Mascherano metido a fondo en el partido, Messi se despertó como de golpe y entonces apareció el fútbol, la gambeta, y bosnios y brasileños, que antes lo habían burlado, se rindieron ante su poderosa zurda. Un par de ataques peligrosos levantaron el ánimo de los hinchas y cuando a los 64 minutos el astro puso el 2-0, la alegría reingresó a los corazones argentinos. La jugada fue toda de él. La arrancó en el mediocampo, descargó y aceleró para volver a tomar la pelota y ahí nomás, como quien quiere y no quiere la cosa, gambeteó y mareó a los defensores bosnios, que hasta se desparramaron en el piso, y clavó un zurdazo fenomenal que pegó en la cara interna del palo derecho de Begovic antes de tocar la red. Los hinchas inflaron el pecho, ante el gol de Messi, que no anotaba en un Mundial desde Alemania 2006 desde aquella goleada frente a Serbia y Montenegro.

Bosnia descontó sobre el final, con un tanto de Ibisevic que se le escapó a Fernández; una lástima para Romero, que había respondido bien en todas las anteriores y en esta la pelota le pasó entre las piernas. Ahora, la Argentina comenzará a pensar en Irán. Con suerte los jugadores le esconderán los papeles al entrenador para jugar como ellos saben: con la pelota en los pies y sobre el arco rival.

 

Fuente:www.pagina12.com.ar



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