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EL TIEMPO EN LA CRUZ

11 de mayo de 2014

Cristina respondió al documento de los obispos con frases del Papa

Citó fragmentos de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium y les dijo que "sería conveniente que en lugar de ir tanto a Roma a sacarse fotos con él, lo leyeran un poco más". Recordó que la Argentina del '55 "era violenta en serio".

 Ella misma se encargó de aclarar la primera cuestión. Dijo entonces que a figuras como el cura villero Carlos Mugica no se los "homenajeaba" sino que se los "celebraba con alegría, por todo el amor que supieron dar". La convocatoria multitudinaria en torno a la coqueta esquina de Juncal y 9 de Julio, quedaba claro, no era un homenaje anclado en el pasado sino una fiesta. Una fiesta plebeya como las que durante tanto tiempo habían acompañado a Mugica –el joven de familia adinerada que creció en la calle Gelly y Obes de Recoleta– en su elección de vida. Pero la concentración que reivindicó con fervor al sacerdote asesinado por la Triple A hace exactamente 40 años tuvo, aparte del carácter festivo, cierto aire de reivindicación y desagravio. El documento de la jerarquía de la Iglesia argentina había cargado el ambiente de polémica. Una frase, escrita para generar impacto y con alguna resonancia con el discurso más agresivo de la oposición, había impactado en el corazón del kirchnerismo: "La Argentina está enferma de violencia." La presidenta dedicó la mayor parte de su discurso a contestar ese presunto diagnóstico. "Hoy no tenemos una sociedad enfrentada en forma violenta, por suerte", subrayó en medio de una ovación y muestras de cariño de la multitud.

 

La respuesta de la jefa de Estado al documento de la Conferencia Episcopal se valió de las afirmaciones contenidas en otro texto escrito por autoridades de la Iglesia: nada menos que la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, el único documento de autoría exclusiva del Papa Francisco desde que se inició el pontificado. Cristina habló desde un atril con el logo de presidencia que se había emplazado junto al monumento a Mugica, el rostro del sacerdote tallado en hierro por el escultor Alejandro Marmo (ver suplemento especial). La mandataria dedicó sus primeras palabras a los vecinos de la Villa 31, con quienes había dialogado a través de una videoconferencia, y luego se retrotrajo a los años de juventud de Mugica, cuando la Argentina estaba conmocionada por la decisión de los sectores antiperonistas de no respetar la institucionalidad democrática e interrumpir por la fuerza el segundo mandato de Perón. "Mugica quedó impactado porque, al producirse el golpe de 1955, fue a un conventillo y vio escrito 'Abajo los cuervos'. Aquella era una Argentina violenta en serio", recordó, en alusión al rol protagónico que tuvo la jerarquía católica en la organización del golpe a Perón. 

La expectativa por una posible réplica de la presidenta a ciertas afirmaciones del documento de los obispos no tardó en confirmarse en los hechos. Tras hablar de los conflictos entre peronismo y antiperonismo de los años '50, Cristina volvió al presente y aludió al impacto periodístico obtenido por la frase episcopal sobre la "enfermedad" y la "violencia". "Cuanto hoy me levanté y vi la tapa de los diarios, y vi que alguien decía que hoy la Argentina es una Argentina violenta, me di cuenta de que querían reeditar viejos enfrenamientos", subrayó. Fue en ese momento en el que levantó por el aire un libro encuadernado en rojo. Era la edición de Evangelli Gaudium que le obsequió el propio Francisco hace dos meses, en su reciente visita al Vaticano. "Esta es la exhortación del Papa Francisco a los obispos y a los pueblos. Sería tan conveniente que algunos, en lugar de ir tanto a Roma a sacarse fotos con él, lo leyeran un poco más", aconsejó. La mandataria se detuvo entonces en el apartado 34, que hace eje en el peligro de la distorsión que puede sufrir el mensaje de la Iglesia cuando aparece en los medios. "En el mundo de hoy, con la velocidad de las comunicaciones y la selección interesada de contenidos que realizan los medios, el mensaje que anunciamos corre más que nunca el riesgo de aparecer mutilado y reducido a algunos de sus aspectos secundarios", dice ese apartado, que Cristina leyó completo desde el micrófono y ante una muchedumbre atenta, silenciosa. Las palabras de la presidenta eran escuchadas por una representación importante de la Iglesia argentina. Sobre el palco principal, junto a la silla correspondiente a Cristina, había representantes del Arzobispado porteño, de la Conferencia Episcopal y del Equipo de Pastoral de Villas. Allí estaban monseñor Joaquín Sucunza, número 2 del arzobispo Mario Poli; el obispo de Neuquén y vicepresidente del Episcopado, Virginio Bressanelli; y los curas villeros Guillermo Torre (de la parroquia Cristo Obrero de la Villa 31, donde descansan los restos de Mugica); José María Di Paola, alias "Pepe", de la Villa 21-24 de Barracas; entre otros. En esas gradas, destinadas a los invitados especiales, también se podía ver a los sacerdotes Domingo Bresci y Antonio Puigjané y al amigo de la adolescencia de Mugica, Ricardo Capelli, quien sobrevivió al atentado en la parroquia de Villa Luro en el que fue asesinado el cura (ver contratapa). 

 Tras su repaso por la historia argentina, la presidenta realizó una serie de definiciones fuertes, todas asociadas a la discusión sobre la presunta violencia del país. "Argentinos, que tantas veces nos dividieron, que nadie permita dividir al pueblo de Dios", exhortó. En otro párrafo, y para diferenciarse de otros actores sociales, comentó que lo suyo son los discursos sin "hipocresías, eufemismos, ni parábolas". Sobre el documento del Episcopado, la mandataria se lamentó de que ningún medio se hubiera hecho eco del "mensaje más profundo" que contenía el texto: la exhortación de que "el amor vence al odio", una frase que suele verse en las remeras de la militancia kirchnerista. En su argumentación, la presidenta puso el acento en otras advertencias de Evangelii Gaudium, como que el consumismo desenfrenado produce desigualdad y violencia (apartado 60). También mencionó la referencia a la corrupción como "cáncer social", pero al citar el texto destacó la palabra "empresarial", para poner el acento en un sector invisibilizado en las denuncias sobre corrupción.
Los funcionarios del Gabinete, más legisladores nacionales y porteños, se habían instalado en otro palco, a la izquierda. En la primera fila observaban Gabriela Alegre, el macrista Cristian Ritondo –en representación del gobierno de la Ciudad–, el vicegobernador Gabriel Mariotto, el secretario general de La Cámpora, Andrés Larroque, y el titular de Diputados, Julián Domínguez. Todos escucharon con atención, sin gestos visibles, cuando la presidenta lanzó una frase fuerte dirigida a destinatarios, seguramente vinculados al poder económico, pero que no terminó de identificar. "Los que crean que con un título de un diario van a provocar a esta presidenta, discúlpenme, pero no lo van a poder hacer. No me van a provocar", subrayó Cristina. Las miles de personas que pisaban el césped de los canteros de la 9 de Julio, o el asfalto de la avenida, corearon entonces un cantito ya escuchado: "Che gorila/ no te lo decimos más/ si la tocan a Cristina/ qué quilombo se va a armar."  Antes de terminar, tras mencionar a los obispos y sacerdotes desaparecidos por la dictadura, Cristina puso el acento en las dificultades que le acarreó a ella la pelea por mayor inclusión social. "Con todos mis errores y horrores, con todos los pecados que he cometido y cometeré, porque soy humana, estoy convencida de que en esa lucha porque los hombres tengan una mejor vida, estoy haciendo el mejor homenaje a lo que Mugica pedía a todos los argentinos”, subrayó. «     Fuente:tiempo.infonews.com

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