OPINIÓN
9 de febrero de 2025
El dólar está atrasado y Milei no lo ve

Se está desarrollando una nueva versión de “Plata Dulce” en un escenario cambiario y financiero precario. Existe un consenso casi unánime entre economistas de diferentes vertientes ideológicas sobre el desequilibrio en la paridad cambiaria. Las réplicas de Milei y Caputo solo confirman que el programa liberal-libertario va acumulando tensiones que no saben cómo aliviar. ¿Qué pide el FMI para cerrar un nuevo acuerdo? Los índices Big Mac y Álvarez Agis exponen lo evidente: Argentina está carísima en dólares.
Por Alfreco Zaiat
El fragmento de una de las películas políticas más importantes de la historia argentina, de unos dos minutos, se ha viralizado en las redes sociales en estas semanas. La escena comienza con el avión de Aerolíneas Argentinas partiendo y luego familias saliendo de Ezeiza con carritos desbordados de valijas y electrodomésticos.
Federico Luppi, como Carlos Teodoro Bonifatti, le relata a su hermana, que lo fue a buscar al aeropuerto, con tono canchero: “La cantidad de gente que había. Lo que pasa es que ahora con el dólar barato es un fenómeno viajar. No sabés cómo nos esperan allá. Y, ¡claro!, ahora se dio vuelta la tortilla. Ahora no le vamos a pedir nada a nadie. Los que ponemos los dólares somos nosotros, ¡los argentinos!”.
El film es “Plata Dulce”, estrenado el 8 de julio de 1982, fue dirigido por Fernando Ayala, sobre una idea de Héctor Olivera y guión de Jorge Goldenberg y Oscar Viale.
La obra es uno de los símbolos culturales más notables de la ficción y del drama económico vivido a fines de la década del ‘70 con el atraso cambiario de la tablita de Martínez de Hoz. Este experimento político-represivo y económico-social regresivo tuvo costos inmensos para el desarrollo y la estabilidad del país.
Ahora es “Plata Dulce” de Milei
43 años después del estreno, una nueva versión de "Plata Dulce" se está desarrollando a partir de la política económica-financiera de la dupla Javier Milei-Luis Caputo.
El dólar está atrasado, un consenso casi unánime entre economistas de diferentes vertientes ideológicas, y las réplicas de Milei y Caputo solo confirman que el programa liberal-libertario va acumulando tensiones cambiarias que no saben cómo aliviar.
El argumento más rebuscado lo expresó el ministro de Economía, al decir que no hay atraso cambiario, sino que existe un adelantamiento de precios en pesos. Ni la apertura comercial, ni la pauperización de los ingresos de la mayoría de la población, ni la caída del consumo de bienes por el desvío hacia compras en el exterior (en viajes o por courier) han conseguido bajar los precios. Estos suben menos que en el pasado, pero siguen subiendo por delante del ajuste mensual del tipo de cambio.
De este modo, se agudiza el desequilibrio del sector externo, cuya manifestación evidente se muestra en el atraso cambiario.
El disco rayado
Milei redobló la apuesta al publicar el viernes una columna de opinión en La Nación: “Atraso cambiario: el disco rayado de los economistas”. La síntesis del texto sería que todo el mundo está equivocado, menos él.
Si el dólar no está atrasado y toda la arquitectura financiera, cambiaria y fiscal es superadora de la de Cavallo, del kirchnerismo y de Martínez de Hoz, como alardeó en este artículo, ¿por qué no libera el mercado cambiario?
Porque no tiene los dólares en las reservas para atender el flujo de demanda normal de una economía bimonetaria, pero, fundamentalmente, no los tiene para enfrentar una corrida cambiaria por la voracidad de conseguir dólares “baratos” del Banco Central.
Este es el principal motivo por el cual los técnicos del FMI resisten el desembolso de dólares de un nuevo acuerdo, inicialmente, para no repetir el error cometido con el pacto firmado durante el gobierno de Macri.La tecnoburocracia del FMI dice no; la apuesta oficial, entonces, es política
Es difícil que el Fondo otorgue dólares para sostener una política de atraso cambiario, que coloca al peso como la segunda moneda más apreciada del mundo. Según el Índice Big Mac, que confecciona la revista inglesa The Economist, que sirve como referencia global sobre apreciación de monedas, solo el franco suizo supera al peso argentino en el ranking general.
Argentina encabeza este ranking en América latina: el precio del Big Mac es de 6,95 dólares, mientras que en Estados Unidos se despacha a 5,79. La sobrevaluación es de, al menos, el 20%.
Este indicador nació en 1986 para comparar las paridades de diferentes monedas y evaluar, entonces, si están sobrevaluadas o subvaluadas. La elección del Big Mac por parte de la revista semanal británica se debió a que es un producto que una misma empresa, localizada en varias ciudades del mundo, vende sin ninguna variación. Es un bien homogéneo que facilita la comparación.
Además de la apreciación del peso, el escenario del sector externo es negativo porque, en los últimos siete meses del año pasado, con un PIB en recuperación pero por debajo de los niveles de 2022, se registraron déficits de la cuenta corriente cambiaria.
Si durante 2025 la economía sostiene la senda de crecimiento (como pronostica el propio Fondo Monetario), es probable que este déficit se mantenga.La apreciación cambiaria con déficit de cuenta corriente es el peor combo para que la tecnoburocracia del Fondo convalide un acuerdo sin antes conseguir una fuerte devaluación, con el argumento de que, si no se ajusta la paridad, habrá dificultades para la acumulación de reservas, dólares necesarios para atender los vencimientos de los intereses y el capital de la deuda, objetivo final y prioritario del FMI.
La jugada oficial, entonces, es política: esperar una orden del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al Departamento del Tesoro para que éste desarme la resistencia de los técnicos del Fondo. Es probable, por el antecedente del gobierno de Mauricio Macri, pero no seguro que esto suceda.
Redoblar la apuesta
Milei y Caputo se desentienden de estas observaciones críticas y, desde el primer momento del desembarco libertario en la Casa Rosada, han diseñado una nueva tablita cambiaria, similar a la de José Alfredo Martínez de Hoz en la dictadura de Videla, que durante los últimos 14 meses ajustó 2% mensual y, desde febrero, lo hace al 1%.
La apuesta fue redoblada al reducir el ritmo de devaluación a la mitad, el mismo día en que el escenario internacional tembló por el riesgo de una guerra comercial. Si esta se desatara con intensidad más allá de las actuales amenazas de Donald Trump a México, Canadá, China y los países integrantes de los BRICS, las consecuencias serían un alza de la inflación en Estados Unidos, un probable incremento de la tasa de interés, un fortalecimiento del dólar (que implica la devaluación del resto de las monedas), un menor crecimiento de la economía mundial y el reflujo de capitales especulativos de países periféricos, como Argentina.
Pese a este contexto inquietante, Milei profundiza la estrategia del atraso cambiario, que tiene un objetivo político excluyente: llegar a las elecciones de medio término, en octubre, con inflación y dólar controlados, dos variables sensibles del humor social debido a la sucesión de crisis provocadas por sus desbordes.
Fuente: www.pagina12.com.ar