OPINIÓN
28 de julio de 2023
La larga agonía del radicalismo
La pendiente de degradación del radicalismo como movimiento popular se expresa en sus actuales dirigentes, quienes exhiben una mediocridad apabullante y que aceptaron ser representantes del establishment y furgones de cola de una coalición que polemiza por ver quién representa mejor a la ultraderecha. El caso del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, que desempeña el papel de súper halcón de una falsa paloma como Horacio Rodríguez Larreta, es la máxima expresión de esa degradación política.
Por Hugo Presman
Viendo lo que sucede con Gerardo Morales en Jujuy, y con el discurso de los principales dirigentes radicales atravesados por una mediocridad apabullante, cabe hacerse algunas preguntas: ¿cuándo el radicalismo decidió extirparse los últimos vestigios de un movimiento popular? ¿por qué siendo socio con capital mayoritario en Cambiemos, asumió el papel de empleado servicial, genuflexo, de los CEOS del PRO? ¿qué es lo que lo decidió a cederle la centralidad de la bandera del antiperonismo potenciado a Mauricio Macri y sus acólitos?
Fueron hitos en una pendiente de decadencia, la salida anticipada de Alfonsín y De la Rúa, el Pacto de Olivos, el alquiler de candidatos como Roberto Lavagna (acompañado por Gerardo Morales en el 2007), con un resultado cercano a la desaparición en el 2003. La sucesión de tropiezos llevó al radicalismo a incinerar las mejores páginas de su historia y entroncar su presente con lo peor de su pasado. Leandro Nicéforo Alem acuñó aquel axioma “Que se rompa, pero no se doble”, mientras sus actuales herederos acomodaron la frase, o la adecuaron a las circunstancias: “Que se doble pero que no se rompa”. Esa es la brújula, su táctica, en “Juntos por el Cambio”. A Hipólito Yrigoyen, con cuya presidencia la incipiente clase media tuvo su representación en la Casa Rosada, se le debe un acontecimiento histórico como la Reforma Universitaria, la que consiguió la autonomía y el gobierno tripartito. Su manifiesto liminar es una joya política y literaria escrito en aquel lejano junio de 1918: “Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan”. El gobernador de Jujuy Gerardo Morales, precandidato a vicepresidente de Horacio Rodríguez Larreta, 105 años más tarde, después de la feroz represión al pueblo jujeño, del ingreso de su policía a la Universidad Nacional de Jujuy, prácticamente la cambió por: “Desde hoy contamos para el país una vergüenza más y una libertad menos.” Don Hipólito consiguió el voto parcialmente universal, secreto y obligatorio con armas revolucionarias: los levantamientos armados y la abstención electoral ante el fraude y así arrancó a la oligarquía la Ley Sáenz Peña. Ya presidente, entre otras medidas importantes, creó la Marina Mercante, la empresa estatal YPF, mantuvo la neutralidad durante la primera guerra mundial; y ante la invasión de EE. UU a la República Dominicana, ordenó directamente al comandante del crucero argentino “9 de Julio”, el capitán de fragata Francisco Antonio de la Fuente, que debía saludar a la bandera de la república: «Id y saludad al pabellón dominicano en reconocimiento a su independencia y soberanía». El 13 de enero de 1920, el crucero “9 de Julio” fondeó frente a Santo Domingo y saludó izando a tope ese pabellón. En cambio, ningún dirigente radical importante levantó su voz cuando el presidente Mauricio Macri, de rodillas ante el Rey de España, le expresó el 9 de julio del 2016, desde la Casa de Tucumán: «Querido Rey, los patriotas debían haber sentido una gran angustia por tener que separarse de España». Dos años, después, el mismo estruendoso silencio radical acompañó la soga que “Juntos por el Cambio” colocó en el cuello de generaciones de argentinos contrayendo la gigantesca deuda con el FMI.
Siguiendo con las diferencias: Arturo Illia, más allá de su lamentable pecado original de haber sido cómplice de llegar a la Presidencia con la proscripción del peronismo, tuvo posicionamientos firmes como el cumplimiento de su promesa electoral de la anulación de los contratos petroleros suscriptos durante el gobierno de Arturo Frondizi, de enfrentarse a los laboratorios con la Ley Oñativia, de enarbolar una economía de un nacionalismo defensivo, de tener una actitud firme de rechazo ante las exigencias de David Rockefeller o negarse a enviar tropas ante una nueva invasión norteamericana a República Dominicana.
Raúl Alfonsín sentó las bases de esta democracia que este año cumple cuarenta años, con su histórico Juicio a las tres primeras Juntas Militares. Sus correligionarios actuales permanecen impertérritos, sin ponerse colorados, asociados a quienes sostienen “el curro de los derechos humanos”, aquellos que ponen en primer término la cuantificación de los desaparecidos durante el Terrorismo de Estado. Si el primer Presidente de la actual democracia sostenía que «Si la sociedad se hubiese derechizado, lo que la UCR debe hacer en todo caso es prepararse para perder elecciones, pero nunca para hacerse conservadora», los actuales dirigentes, los Cornejo, los Sanz, los Negri, los Lousteau, los Cobos, los Morales, de una mediocridad apabullante, prefieren ser representantes y prolongación del establishment, furgones de cola de una coalición que polemiza por ver quién tiene la derecha más larga. Más aún: como el caso del gobernador de Jujuy, desempeña el papel de súper halcón de una falsa paloma como Horacio Rodríguez Larreta.
Gerardo Morales ocupó un cargo importante en la Alianza, la Secretaría de Desarrollo Social, gobierno que apenas asumió el 10 de diciembre de 1999, siete días después, la represión en Corrientes ocasionó dos muertos y se fue con 39 víctimas. Ese es su punto de contacto con los aspectos críticos de un gobierno popular como el de Yrigoyen: los muertos de la Semana Trágica y los fusilamientos de los peones de la Patagonia Rebelde.
El radicalismo que en sus aspectos más regresivos fue de un antiperonismo trasnochado, que formó parte fundamental de la Unión Democrática, que uno de sus hombres, después fue Ministro de Alfonsín, como Roque Carranza que colocó una bomba en el subte de la línea A en Plaza de Mayo en un acto multitudinario, en abril de 1953, con un final de cinco muertos. Hoy su apellido denomina una estación de subte. Fue el partido más importante que apoyó a la Revolución Fusiladora, que dio algunos de sus hombres a las dictaduras autodenominadas de La Revolución Argentina y El Proceso de Reorganización Nacional.
A pesar de todo ello, escrituraron a su nombre la República, se apropiaron del ropaje democrático y la separación de poderes. Coherente con la falsedad de estos enunciados, Gerardo Morales en su provincia modificó inmediatamente de haber asumido la Corte Suprema Provincial, ampliando la misma con diputados que votaron el incremento de su número y varios de ellos integraron su nueva composición y convalidaron todos los atropellos perpetrados contra Milagros Sala. Y el odio no sólo se dirigió a su persona sino también sobre su gigantesca obra.
Se sancionó ahora una Constitución con todas las bancas para la mayoría, eliminación de las elecciones de medio término, sin derecho a la protesta que se la reprime y penaliza, con el litio para apropiación privada como objetivo, sancionada con una rapidez sospechosa, al punto que los debates que debían extenderse durante 90 días fueron acotados a tres semanas, todo ello con la complicidad del peronismo y haciéndola valer después de sancionada con una policía impulsada a reprimir sin pudor, con agentes sin uniforme ni identificación, en vehículos sin patente, con allanamientos sin orden judicial, con docentes torturados y vejados en sus domicilios, una película que la emparenta con “La noche del apagón “, en julio de 1976, con el protagonismo, igual que entonces, del Ingenio Ledesma y la familia Blaquier. La secuencia es estremecedora: represión, persecución, incomunicación de los detenidos, falta de información de sus paraderos, traslados intempestivos en vehículos sin identificación, persecución a abogados y abogadas parecen el spoiler de la película a estrenar por Juntos por el Cambio si ganan en octubre y asumen en diciembre. Morales está cebado, amenazó por televisión con expropiar la sede de la UBA de Tilcara bajo el pretexto de que “son los que incentivan los cortes”, tratando de quedarse con el manejo del sitio arqueológico Pucará de Tilcara. Los paros de los empleados del Estado y docentes entre otros gremios, convierten a la provincia en un tembladeral.
Este es el republicano, el democrático, el presidente del radicalismo y pre candidato a Vicepresidente Gerardo Morales. Justo en ese territorio donde se escribió una de las páginas históricas memorables conducida por Manuel Belgrano que fue el Éxodo Jujeño. Los descendientes de aquella gesta son muchos de los reprimidos por estos días, mientras que seguramente Morales homenajea en actos vacíos a los bisabuelos de los actuales reprimidos como los protagonistas históricos de la gesta que protagonizaron en agosto de 1812.
Morales no tiene escrúpulos en sus atropellos para incrementar su figura de ultra duro, ya que tiene que fortalecer la supuesta imagen de paloma de Horacio Rodríguez Larreta. En ambos casos sólo la protección mediática obscena impide que estos hechos en Jujuy, o los que suceden en la ciudad de Buenos Aires, se conozcan debidamente. Larreta invierte más en publicidad que en infraestructura escolar lo que aleja la posibilidad que la población se informe, por ejemplo, que hace cuatro años hay un policía de la Ciudad desaparecido que Larreta se niega a buscar o que el jefe de policía de la misma Gabriel Oscar Berard fue acusado de presionar en el crimen del joven futbolista Lucas González, a través de dos abogados a oficiales subalternos para que no hablen. En ese alevoso crimen fueron condenados tres policías a prisión perpetua y seis con penas de entre cuatro y ocho años y donde por primera vez se reconoce el odio racial.
El radicalismo se ha resignado a colocar el vicepresidente en las dos fórmulas presidenciales del PRO que son las de Juntos por el Cambio. A Patricia Bullrich, la Margaret Thatcher semicolonial, lo acompaña el radical duro Luis Petri, más conocido por ser pareja de una periodista de las que posa de independiente, pero se derrite cada vez que menciona a Mauricio Macri. El candidato a vicepresidente de Bullrich es el que acusa de tibio al represor jujeño.
Morales se considera discípulo de Alem, Yrigoyen, Illia, Alfonsín, y en realidad valora como méritos los que fueron sus limitaciones y errores y lo que fueron sus virtudes las desconoce u omite. Con sus correligionarios actuales protagonizan la larga agonía del radicalismo como movimiento popular y pueden eventualmente celebrar triunfos electorales conseguidos dándole la espalda a su mejor historia.
Esa agonía se profundizó desde su alianza con el PRO. Fue el artífice de que un partido provincial tuviera alcance nacional, que el que tiene el capital electoral ampliamente mayoritario quedó como subordinado y que en función de permanecer unidos y con migajas de poder, aceptara y acepta toda clase de indignidades. Ese sistema de alianza lo llevó a enterrar la bandera de los derechos humanos del histórico juicio a las Juntas Militares y estar ausentes en cada manifestación el 24 de marzo. A diferencia de actitudes asumidas por los mejores referentes históricos radicales, son fuertes con los débiles y débiles con los fuertes.
Hay una transfusión ideológica del Pro al radicalismo y a su vez el partido fundado por Mauricio Macri la recibe de Javier Milei. Expresan una sociedad desorientada y muy enojada en sectores importantes que ha asumido como verdades prejuicios ancestrales, que en su desesperación muchos votarán para que le corten la rama que los sostiene y sobre la que están apoyados.
Si a este escenario se agrega que el peronismo está superado por la crisis y vive una de sus etapas menos afortunadas, no resulta difícil de entender el escepticismo, la desconsideración hacia la política y los políticos que se expresa en las recientes elecciones con alto ausentismo y voto en blanco o la aparición de personajes como Milei que aparte del análisis político que lo explica, hay facetas que escapan de ese ámbito y pasan al de los especialistas médicos y psicológicos.
El radicalismo recuerda aquel tango de Enrique Santos Discépolo levemente modificado para la ocasión: “Quien más… quien menos/ Para ganar una elección/ son una mueca de lo que alguna vez soñaron ser”.
Por eso también “La marcha radical” está arrumbada.
Quién sin ponerse colorado podría cantar: “Adelante radicales/ adelante sin cesar/ Viva Hipólito Yrigoyen/ y el Partido Radical/ Siempre, adelante radicales/Adelante sin cesar/ Que se rompa y no se doble/ El Partido Radical.”
Buenos Aires, 27 de julio de 2023.*Periodista. Co-conductor del programa radial EL TREN, con más de 19 años en el aire. Contador Público recibido en UBA. Fue profesor de Economía Política en la Facultad de Ciencias Económicas de la misma Universidad.
Fuente: lateclaenerevista.com